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Declaraciones de Aminetou Haidar, activista saharaui de derechos humanos

«Si no se pone una solución urgente al conflicto, Marruecos cometerá una nueva masacre en el Sahara Occidental»

Fuentes: Rebelión

La última premio Juan María Bandrés de Derechos Humanos, la act La premio Juan María Bandrés 2005 de Derechos Humanos, la saharaui Aminetou Haidar, lleva varios días recorriendo algunas ciudades españolas y exponiendo en ellas las condiciones en las que vive su pueblo en las zonas ocupadas del Sáhara Occidental. «Nada ha cambiado -dice- desde […]

La última premio Juan María Bandrés de Derechos Humanos, la act

La premio Juan María Bandrés 2005 de Derechos Humanos, la saharaui Aminetou Haidar, lleva varios días recorriendo algunas ciudades españolas y exponiendo en ellas las condiciones en las que vive su pueblo en las zonas ocupadas del Sáhara Occidental.

«Nada ha cambiado -dice- desde que empezara la intifada el pasado mes de mayo. La represión y el hostigamiento del ejército y la policía marroquíes contra la población saharaui no sólo no ha cesado, sino que ahora afecta también a los niños en las escuelas».

En torno a esto, Aminetou habla de la situación en los colegios de El Aaiún, Dakhla o Bojador, que, a raíz de la última visita de Mohamed VI, han sido tomados por el ejército y convertidos en guarniciones militares donde se interroga a los escolares saharauis para que den información sobre los activistas de derechos humanos.

«Nuestros niños y niñas se sienten tan presionados que no quieren ir a las escuelas y, cuando lo hacen, las madres tienen que permanecer todo el tiempo en las puertas de los centros para cuidarlos y evitar que esa situación tenga consecuencias aún peores».

La violación de los Derechos del Niño es sólo una más de las que comenten las autoridades de Marruecos «sin que la mayor parte de la comunidad internacional haga nada por remediarlo».

Entre otras causas, la activista saharaui achaca este hecho al muro de silencio que el régimen alauita ha logrado levantar alrededor de las fronteras del Sahara Occidental. «Durante 30 años -afirma- no se ha sabido nada de lo que ocurría allí. Ha habido dos etapas claramente diferenciadas a lo largo de este tiempo: una, desde 1975 hasta 1990, y, otra, a partir de esa fecha, es decir, desde la firma del Acuerdo de Paz y el establecimiento del alto el fuego en la guerra con Marruecos. En la primera, los bombardeos con napalm y fósforo blanco a la población que huía de la ocupación fue sólo un avance de las matanzas colectivas, del asesinato de hombres y mujeres lanzados vivos desde los aviones marroquíes, los enterramientos en fosas comunes, el envenenamiento de pozos de agua o los secuestros y desapariciones continuas de ciudadanos sin distinción de edad. En esa época, se encarcelaba a ancianos y a niños por igual, sin acusación alguna, sin juicio y sin posibilidad de ser visitados por sus familiares. Por citar un ejemplo, entre las personas que estaban en mi grupo cuando yo fui secuestrada, había hombres y mujeres de 80 años y adolescentes de 16. Hubo familias en las que todos sus miembros fueron encarcelados a la vez».

Tres años y siete meses

Ese fue el tiempo que Aminetou Haidar permaneció desaparecida en un centro de detención secreto marroquí. Ella y otras nueve mujeres estuvieron cada día de esos tres años en el suelo, desnudas y con los ojos vendados. «Durante tres semanas nos torturaron a diario, y las pulgas y los piojos no fueron nada frente al miedo constante a ser violadas».

El de la Comisión es el nombre con que se conoció al grupo de 40 personas entre las cuales los marroquíes secuestraron a Aminetou Haidar. Los activistas políticos saharauis habían planeado una manifestación en El Aaiún para el 20 de noviembre de 1987, día en que estaba prevista la visita de una Comisión de observadores formada por miembros de Naciones Unidas y representantes de la hoy Unión Africana. Sin embargo, la filtración de estos planes a las autoridades alauitas determinó que éstas forzaran el retraso de dicha visita y se lanzaran la noche anterior a una redada masiva por los barrios de esa ciudad saharaui. En total, se arrestó a cerca de 400 personas -80 de ellas, mujeres-, que fueron repartidas por las distintas cárceles y centros secretos que el régimen ocupante tiene en su territorio y, también, en los del Sahara Occidental.

«Hubo más de 50 muertos en estos casi cuatro años, y, lo peor, es que aún hoy no existe una lista oficial de los fallecidos en esa etapa. Se sabe que murieron porque sus compañeros de celda lo dijeron al ser liberados».

Los grupos de la Comisión y de la cárcel de Mgouma fueron puestos en libertad en 1991, cuando Marruecos y el Frente Polisario firmaron el Plan de Paz y la ONU decidió enviar una misión (MINURSO) con el encargo de elaborar el censo en el que se basaría el referéndum de autodeterminación del Sahara Occidental. Ese encargo nunca se llevó a cabo por las obstrucciones de Marruecos, pero, a partir de esa fecha, los expresos políticos empezaron a organizarse y a hacer llegar la información de lo que pasaba en los territorios ocupados a las organizaciones internacionales de derechos humanos.

«Al principio, más o menos en 1994, la única organización que nos brindó ayuda fue la Asociación Marroquí de Derechos Humanos, que nos puso en contacto con Amnistía Internacional e hizo posible que el mundo pudiera conocer los crímenes que se habían cometido y que se seguían cometiendo contra la población saharaui. La organización de los activistas posibilitó que los ciudadanos perdieran el miedo y se atrevieran a manifestarse públicamente y de forma pacífica. El precio que pagamos fue muy caro. A algunos, como Ali Salem Tamek, se les congeló el salario o se les trasladó a ciudades dentro de Marruecos. Pese a todo, llevamos a cabo acciones puntuales que sirvieron para que los saharauis tomaran conciencia de que había que hacer algo frente al abandono de España, la inacción de Naciones Unidas y, sobre todo, a la falta de firmeza del Consejo de Seguridad».

Una única vía

El silencio vertido sobre las condiciones de vida dentro de los territorios ocupados alcanzó su punto de inflexión en mayo de 2005, cuando la represión sangrienta de las manifestaciones pacíficas de la población saharaui en las ciudades del Sahara Occidental saltó a los medios de comunicación internacionales y destapó la violencia del régimen de Mohamed VI, el cual lanzó a la policía, al ejército e, incluso, a grupos paramilitares a cargar contra los ciudadanos que salían a las calles a reivindicar su derecho a la autodeterminación e independencia. Más de 40 activistas políticos fueron detenidos entonces. Aminetou Haidar estaba entre ellos y fue encerrada durante diez meses en la Cárcel Negra de El Aaiún.

«La represión desatada fue tan brutal que se cuentan por centenares las víctimas de torturas y de detenciones ilegales. Cinco personas fueron asesinadas. Todo ello nos llevó, a los presos políticos, a emprender una huelga de hambre que duró 51 días, y que suspendimos porque la intransigencia de la administración judicial marroquí nos hizo ver que nos estaban empujando a la muerte colectiva. La última liberación de presos no significa que las cosas hayan cambiado. La barbarie marroquí no ha terminado, pero el pueblo saharaui está decidido a seguir adelante con su lucha. Las Naciones Unidas sólo nos han traído frustración, pero seguimos confiando en la solidaridad. Es importante que sigan yendo delegaciones de observadores a Sahara Occidental. A través de ellas hay que presionar al gobierno de Marruecos, al gobierno de España y, también, a la comunidad internacional, porque si no se pone una solución urgente a este conflicto habrá una masacre».