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Somalia: guerra anglosajona de recursos

Fuentes: La Jornada

Ahora emprendamos el inventario prometido en «La invasión de EU a Somalia. En juego, petróleo, minas y la ‘puerta de las lágrimas’» (Bajo la Lupa, 14/01/07). El Estado separatista semiautónomo de Puntland, que domina el superestratégico «gran cuerno de Africa» y se sitúa entre la «República de Somalilandia» (que ya declaró su «independencia») y el […]

Ahora emprendamos el inventario prometido en «La invasión de EU a Somalia. En juego, petróleo, minas y la ‘puerta de las lágrimas'» (Bajo la Lupa, 14/01/07).

El Estado separatista semiautónomo de Puntland, que domina el superestratégico «gran cuerno de Africa» y se sitúa entre la «República de Somalilandia» (que ya declaró su «independencia») y el sur de Somalia (volcado en el tribalismo centrífuga), exhibe poderosos intereses mineros y petroleros de la anglosfera.

No es ningún secreto evocar que la banca israelí-anglosajona, que se encuentra detrás de la invasión de Etiopía a Somalia, apuntala la balcanización de Puntland y Somalilandia con el fin de avanzar sus intereses particulares.

Una entidad fantasmagórica, Consort Private Ltd. (CP), con registro en el paraíso fiscal de las islas Maldivas, obtuvo todos (¡supersic!) los derechos petroleros y mineros del «Estado Democrático» de Puntland.

Lo interesante de CP es que opera en las oficinas del abogado Anthony Black en Londres y luego vendió, para no decir trianguló blanquecinamente, 50.1 por ciento de sus intereses a la empresa australiana Range Resources Ltd. (RR), cuyo jerarca es sir Sam Jonah, nada menos que «presidente» de Anglo Gold Ashanti, la mayor empresa aurífera de Africa, y simultáneamente «director» de Anglo American Corporation de Sudáfrica («La guerra en Somalia: ¿acaparamiento de las materias primas?», MoviSol Italia, 8/01/07).

No vamos a ahondar la severa imputación de Human Rights Watch sobre las recientes atrocidades y extorsiones de Anglo Gold Ashanti en la República Democrática del Congo. ¿A quién importa cuando Anglo-American Corporation cotiza óptimamente en la bolsa londinense?

¿No sería más adecuado incorporar a Sudáfrica al «gran cuerno de Africa», que definen en forma restringida los geógrafos israelíes y los geopolitólogos de Al Qaeda («Al CIA», para los amigos)?

No falta la parte cómica de los montajes del unilateralismo bushiano: según la agencia humanitaria británica Oxfam, los ataques feroces de las «fuerzas especiales operativas» de EU contra los «terroristas islámicos de ‘Al Qaeda’ que huían de Somalia a Kenia, resultó un grave error (ahora se le dice «daño colateral»), ya que los 70 muertos eran unos indefensos «pastores nómadas» (Reuters, 12/01/07). Lo único cierto es que eran «islámicos». ¡Todo sea para colmar el voyeurismo del televidente anglosajón intoxicado por la «guerra contra el terrorismo islámico global»!

RR ha iniciado las exploraciones petroleras en el separatista Puntland y entre sus socios se encuentra la canadiense Canmex, subsidiaria de Lundin Mining (LM) que se caracteriza por las inversiones en países de alto-riesgo geopolítico (Congo y Sudán). Como de costumbre, la anglosfera se despacha con la cuchara grande y de vez en cuando reparte y comparte con sus socios globales (antes se decía «coloniales»).

Los tentáculos de LM (con sede en Vancouver) llegan impúdicamente hasta el anterior primer ministro sueco Carl Bildt, que representa los intereses de la plutocracia oligopólica y dinástica de los Axson Johnson.

No podía faltar en las excavaciones y exploraciones Middle East Petroleum Services, con sede en Dubai, que dirige Ken Fellows, que se desprendió de la matriz Irak Petroleum Company, que subsiste extrañamente como empresa en Londres y cuyos accionistas son ni más ni menos que las petroleras Exxon-Mobil, Total y Partex.

Se repite la historia en Somalilandia, donde la británica Rovagold Ltd., subsidiaria de Centurion Gold Holdings (CGH), obtuvo jugosos derechos mineros, al unísono de Zarara Energy Ltd., parte del conglomerado Goldfield Group (Sudáfrica).

El portal de CGH anunció haber expandido sus profundos conocimientos extractivos al sector gasero y petrolero (21/10/05). Una cosa es segura: no van a perder su stiempo en la «independiente» República de Somalilandia, o extraen oro o petróleo y/o gas.

Carl Bloice explaya el éxito del despliegue militar de EU en Africa para capturar el petróleo: «cerca de dos tercios de los campos petroleros de Somalia habían sido asignados a las trasnacionales de EU, Conoco, Amoco, Chevron y Phillips antes que el presidente pro EU Mohammed Said Barre fuera derrocado en enero de 1991» («Más sangre por petróleo», Black Commentator, 16/01/07).

También suele suceder que las entidades separatistas no solamente se peleen entre sí, sino que, peor aún, vendan su alma al peor postor y al mejor impostor. El gobierno de la «República de Somalilandia» protestó airadamente ante la minera australiana RR y el «Estado Democrático de Puntland» (en ese orden de relevancia) por haber invadido su territorio para realizar exploraciones invasivas, mientras el tránsfuga «gobierno provisional» de Somalia había impugnado el acuerdo entre Puntland y RR, por el cual la trasnacional pagó un millón y medio de dólares para obtener los derechos del subsuelo de más de 212 mil 500 kilómetros cuadrados (más del doble de Chiapas y/o Cuba). Luego, el tránsfuga «gobierno provisional» somalí, lubricado por las trasnacionales de la anglosfera mediante un pago de medio millón de dólares, cambió dramáticamente de opinión (The Somaliland Times, 14/01/07). ¡Qué baratos! Se parecen a los neoliberales mexicanos…

En la superficialidad del análisis expedito, que no tome en cuenta la magistral perfidia británica que atiza a las partes antagónicas para salir como único vencedor (en inglés se dice «divide and rule»: divide y vencerás) pareciera que el peor pecado «capital» (en el doble sentido teológico-jurídico y pecuniario) del derrocado gobierno medieval de la Unión de Tribunales Islámicos (UTI) fue cuando se atrevió a pisar territorios ajenos en Puntland.

Un periódico británico, The Independent (10/01/07), nos ilustra al respecto y el viceprimer ministro somalí del gobierno de transición (estuvimos a punto de escribir «traición»), Hussein Aideed, denunció que los integristas islámicos habían recibido financiamiento de Gran Bretaña, la «principal fuente de dinero y hombres para la UTI», y señaló que muchos combatientes muertos poseían pasaportes británicos y estadunidenses. ¿De qué se asusta Aideed, que resultó tan aldeano y no entiende los alcances de la globalización financiera anglosajona?

Lo que pasa es que el sentimental Aideed es hijo de un cacique que «EU intentó juzgar, capturar o matar cuando invadió a Somalia en la década de los 90». Lo más extraño es que Aideed «se haya formado (sic)» en EU y » haya servido (sic)» en su ejército. No es inusual que en las zonas de la penumbra geopolítica muchos de los implicados no sepan para quién operan.

No es para menos el asombro de Aideed, pero quizá su perplejidad hubiese sido resuelta con mayor antelación si hubiese leído a Gerard Prunier, de Le Monde Diplomatique, que revela el financiamiento de EU a la teocracia islámica somalí («El golpe de Estado de la CIA», IX/06).

El viceprimer ministro Aideed tampoco parece estar enterado que su tránsfuga «gobierno provisional», reinstalado por la nueva invasión conjunta de EU y Etiopía, sirve en última instancia los intereses geofinancieros y geopolíticos de la banca israelí-anglosajona.