Al-Shabab exhibe cuerpos sin vida de peacekeepers. ASSOCIATED PRESS para New York Times Cuando ya nada parece sorprender sobre la violencia en Somalia, tras décadas de guerras que han destruido al país hasta sus cimientos más profundos, convirtiéndolo en epitome del «Estado Fallido», un nuevo e inédito atentando sacude la ciudad de Mogadiscio, su […]
Al-Shabab exhibe cuerpos sin vida de peacekeepers. ASSOCIATED PRESS para New York Times
Cuando ya nada parece sorprender sobre la violencia en Somalia, tras décadas de guerras que han destruido al país hasta sus cimientos más profundos, convirtiéndolo en epitome del «Estado Fallido», un nuevo e inédito atentando sacude la ciudad de Mogadiscio, su capital.
Las cifras hablan claramente de la magnitud del ataque producido este último sábado por la tarde, que ha dejado un mínimo de 240 muertos y 350 heridos, lo que lo convierte en el más mortífero desde que el huracán de terror estalló en el país en 1991 tras el derrocamiento del gobierno revolucionario de Mohamed Siad Barre.
Sin duda la cifra de muertos y heridos aumentará cuando se inicien los trabajos de la remoción de escombros producidos tras la caída de la estructura del Hotel Safari, al parecer el objetivo principal de los atacantes y varios edificios lindantes.
El ataque, aunque todavía nadie se lo había adjudicado, tiene en formato característico de los perpetrados por la organización integrista al-Shabaab vinculada a al-Qaeda global. Tras embestir un camión, cargado de explosivos, conducido por un combatiente suicida, la entrada principal del hotel y producirse la explosión, algunos testigos, dicen haber visto hombres armados rematar a quienes habían sobrevivido a la explosión y las llamas, en su mayoría transeúntes, huéspedes, trabajadores y guardias de seguridad del hotel. La fuerte explosión y el fuego también atraparon a varios vehículos.
Los cuerpos que han sido trasladados a distintos hospitales aparecen absolutamente irreconocibles por el grado de carbonización que sufrieron.
El hotel Safarí, se ubica sobre la avenida K5 en el distrito de Hodan, una zona comercial, de oficinas gubernamentales, restaurantes y hoteles, utilizados fundamentalmente por políticos locales, funcionarios de organizaciones internacionales y periodistas, que han sido atacados en distintas oportunidades como el Ambassador, el Sahafi, el Beach View, el SYL, el Dayah, el Maka al-Mukarama, todos muy cercanos uno del otros, exactamente con el mismo método de la embestida, seguida por la explosión y los ametrallamientos.
Tras el ataque al Hotel Safari, se produjo un segundo atentado en el barrio de Madina, produciendo, aparentemente un número menor de víctimas. Algunas versiones indican, que en este caso un sospechoso habría sido detenido, según añadió el oficial de policía Siyad Farah.
En declaraciones a la prensa el capitán de la policía Mohamed Hussein informó que las fuerzas de seguridad estaban informadas sobre un vehículo con explosivos y que se encontraban persiguiéndolo al momento del impacto contra el hotel.
En febrero pasado y bajo un gran aparato de seguridad, Somalia pudo realizar las primeras elecciones «democráticas» en los últimos 40 años que dieron la victoria a Mohamed Abdullahi Mohamed, también llamado a secas Farmajo, lleva doble nacionalidad (somalí y estadounidense), al-Shabaab de mostró particularmente activo, generando distintos ataques contra diferentes objetivos civiles y militares.
El viernes (día sagrado musulmán) 29 de septiembre pasado, después de la isha (primera oración del día) combatientes de al-Shabaab asaltaron la base militar de Barire, a unos 50 kilómetros al suroeste de Mogadiscio. Desde tres flancos, con autos bomba y fuego de ametralladora, ingresaron a la base matando al menos a ocho soldados, según fuentes oficiales, el comunicado de Abdiasis Abu Musab, el portavoz de al-Shabaab menciona que los soldados muertos eran diecisiete. Los muyahidines saquearon la base, robando siete vehículos artillados y gran cantidad de armas y municiones. Un día antes un coche bomba fue estallado en un mercado de la capital, dejando siete civiles muertos y una docena de heridos.
Septiembre resultó ser un mes muy activo por parte de la banda wahabita, ya que a estos dos hay que sumarles que en los primeros quince días se habían registrado al menos tres ataques, uno en la capital, otro en la frontera con Kenia y el último en Kismayu, la tercera ciudad del país, de gran importancia por su puerto a 450 kilómetros al sur de Mogadiscio. Los tres ataques dejaron cerca de sesenta muertos en total.
El último jueves y en medio de la avanzada terrorista que coronó con el brutal ataque del sábado nada menos que el ministro de Defensa, Abdirashid Abdullahi Mohamed, y el jefe de las fuerzas armadas, el general Mohamed Ahmed Jimale, renunciaron a su cargo. Si bien se desconocen los motivos de las renuncias, según fuentes locales se cree que se debe a la rivalidad entre ambos jefes. Aunque a dicho movimiento no debe estar ajeno el general norteamericano Thomas Waldhauser, de visita oficial en el país, durante esas mismas horas.
El presidente Mohamed «Farmajo» Abdullahi ha nombrado al general Abdi Jama Hussein como jefe del ejército, mientras que todavía no existe remplazo para el ministerio de defensa.
Encuentro con viejos amigos.
Washington ha vuelto a Somalia, de donde prácticamente salió huyendo en 1995, y al resto del continente africano, si alguna vez se fue del todo, pero ahora de manera desembozada, se registra su presencia en militar en varios paises fundamentalmente del área del Sahel.
La semana pasada dábamos cuenta de la muerte en acción de cuatro militares norteamericanos en Níger (ver: Níger: Cacería en el Sahel ) , cuando se decía que su presencia era con el único fin de entrenar a las tropas de ese país en la guerra contra el terror.
A mediados de septiembre último se produjo una operación a 260 kilómetros al sur de Mogadiscio, «dentro de los parámetros de las autorización dadas por el Presidente Abdullahi «Farmajo» Mohamed en marzo de 2017″, lo que permite a las fuerzas norteamericanas a llevar a cabo ataques contra al-Shabaab dentro del área acordada en apoyo de las fuerzas asociadas en Somalia, según reza el comunicado del Departamento de Estado de los Estados Unidos. Lo que en él no se aclara son las características de la operación y mucho menos sus resultados, apenas menciona que se produjeron seis bajas.
Tampoco se dice nada de las operaciones de la CIA en el país del Cuerno de África y cuanto sabían o no, del ataque del último sábado que sin duda habilitará al Pentágono a tomar más injerencia en la «lucha» contra al-Shabaab.
Se presta para sospechar que el ataque contra el Hotel Safari, se haya producido, apenas dos días después de que el jefe del Africom (El Comando de Estados Unidos en África) el general Thomas Waldhauser , se reuniera en Mogadiscio con el presidente somalí Abdullahi «Farmajo» Mohamed. Cuando se sabe, que cada visita de funcionarios norteamericanos de tan alto nivel, y mucho más a países en guerra como lo es Somalia, los servicios de seguridad norteamericanos saturen de agentes el lugar a visitar desde días antes de su llegada y permanezca más allá de la ida del visitante y nada hayan podido «olfatear» de la preparación de un atentando de semejante magnitud, que por los daños provocados la carga explosiva era descomunal, muy difícil de mover, sin despertar la atención de un organismo tan entrenado como es la CIA.
La presencia norteamericana en Nigeria, Mali, Níger, Chad, Kenia entre otros países del continente, ahora sí de manera indisimulada pone de relevancia las nuevas políticas de la administración Trump acerca del continente.
A fines de septiembre el ejército norteamericano entregó veinte vehículos y dos contenedores de almacenamiento a la Misión de la Unión Africana en Somalia (Amisom) una fuerza compuesta por unos 22 mil hombres de Uganda, Burundi, Yibuti, Kenia y Etiopía, desplegados en seis puntos del sur y el centro de Somalia.
El objetivo del refuerzo aportado por Washington, intenta ampliar su capacidad operativa de esa fuerza frente al notable aumento de la actividad del grupo fundamentalista y el temor que se irradie a Etiopia y Kenia, donde ya ha protagonizado importantes ataques en un centro comercial de la capital Nairobi, que dejó setenta muertos en 2013 y en la Universidad de Garissa al este de Nairobi, dejando cerca de 170 muertos en 2015.
Esto incluye para el Pentágono trabajar más estrechamente con AMISOM y las Fuerzas de Seguridad Nacional de Somalia (SNSF), ya el comandante Leah Mock del ejército estadounidense, ha declarado que se evalúa las necesidades de participar directamente en la guerra contra al-Shabaab.
Lo que indica a las clara que las postales del infierno seguirán llegando y cada vez con más frecuencia.
Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC.
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