El Gobierno sudafricano tomó posesión ayer de la primera granja expropiada y que será devuelta a los campesinos negros expulsados de su tierra bajo el Apartheid. Doce años después de las primeras elecciones democráticas, y frente a las críticas de los propietarios blancos que lo equiparan con Zimbabwe, el Ejecutivo de Pretoria ha prometido acelerar […]
El Gobierno sudafricano tomó posesión ayer de la primera granja expropiada y que será devuelta a los campesinos negros expulsados de su tierra bajo el Apartheid. Doce años después de las primeras elecciones democráticas, y frente a las críticas de los propietarios blancos que lo equiparan con Zimbabwe, el Ejecutivo de Pretoria ha prometido acelerar este proceso.
«Estamos aquí para deciros que estas tierras que hemos recobrado serán a partir de ahora las vuestras», declaró el representante de la Comisión de Restitución, Mashile Mokono ante alrededor de 200 descendientes de los expulsados por el Apartheid reunidos en la iglesia de la granja Pniel, al norte de la ciudad de Kimberly, en el centro del país.
«Somos un Gobierno responsable y tenemos una misión, un destino, devolver estas tierras a sus legítimos dueños», señaló, frente a las críticas que denuncian la lentitud de la reforma agraria en Sudáfrica.
El programa de restitución es uno de los elementos centrales de la reforma en profundidad del país tras la celebración de las primeras elecciones democráticas en 1994.
El Gobierno ha prometido devolver de aquí a 2014 a la población negra el 30% de las tierras actualmente en manos de blancos y que fueron confiscadas desde 1913 en virtud de las leyes segregacionistas. Ya hay quien duda de que este objetivo pueda ser cumplido a tiempo
De la iglesia evangélica
La ceremonia de ayer constituye el primer paso en la restitución de 25.000 hectáreas de tierras que llegaron a manos de la iglesia evangélica luterana.
Gobierno y representantes eclesiales llegaron a un acuerdo sobre el monto de la compensación a pagar por el Estado (35,5 millones de rands, 3,8 millones de euros). No obstante, los religiosos denuncian que el Gobierno se ha negado a pagarles los intereses por el período transcurrido entre la fijación del precio y la fecha de la venta.
Frente a la «usura cristiana», los descendientes de los negros expulsados de sus tierras no ocultaban ayer su satisfaccion. Abraham Modise, de 76 años de edad, ha visto realizado lo que pensaba sólo era un sueño. «Nunca imaginé que llegaría este día», señaló este anciano, cuya familia fue expulsada de estas tierras en 1976 y forzada a sorbrevivir en los suburbios.
Tampoco ocultaba su alegría Catherine Fitzpatrick, de 96 años de edad, que vio cómo expulsaban a su familia aunque ella pudo quedarse, eso sí, en una sucia cabaña y con un magro salario de jornalera.
Los críticos con esta medida de restitución de la justicia y la dignidad, mayoritariamente propietarios blancos, airean el fantasma de las expropiaciones en la vecina Zimbabwe.