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Sumar: ¿para qué y cómo?

Fuentes: Rebelión

La construcción de la unidad de la izquierda.

La unidad de la izquierda es imprescindible. De esto no hay dudas. Pero la cuestión clave es doble: ¿para qué y cómo? 

Para qué unirse significa esencialmente definir los objetivos, los programas. Yo creo que la izquierda real debe unirse en torno a dos objetivos genéricos fundamentales: 1) conseguir a corto plazo mejoras sociales para la gran mayoría, para las clases populares y 2) desarrollar la democracia para ir transformando gradualmente el sistema actual, con el objetivo final de superarlo, de superar el capitalismo. Creo que en estos dos objetivos esenciales pueden ponerse de acuerdo la inmensa mayoría de personas y organizaciones a la izquierda del PSOE. Tal vez no tanto en lo de superar el capitalismo (al menos con estas palabras), pero por lo menos sí en lo de profundizar en democracia. Si quienes estamos convencidos de que es imprescindible superar el capitalismo tenemos un sistema donde haya cada vez más y mejor democracia, donde se consiga una dinámica de desarrollo democrático, en el que la democracia mejore continuamente, entonces cada vez nos costará menos convencer al resto de la izquierda (y de la ciudadanía) de la necesidad de ir superando esta barbarie llamada capitalismo. El desarrollo de la democracia es equivalente a la lucha anticapitalista. Democracia y capitalismo son en verdad incompatibles. 

Ambos objetivos son fundamentales, pues la gente no apoyará mayoritariamente a la izquierda si ésta no logra mejoras en sus condiciones de vida (trabajo, sanidad, vivienda, educación,…) y ni siquiera se planteará cambios más radicales a medio/largo plazo si primero no se consiguen algunos cambios menos ambiciosos a corto plazo. No sólo hay que aspirar a mejorar la vida de la mayor parte de las personas a corto plazo, sino que también a medio y largo plazo. Hay que también plantear y luchar por la superación del actual sistema, dado que en la “democracia” actual, diseñada a la medida de las élites, y no de las clases populares, la mayoría sólo puede aspirar a mejorar de forma bastante limitada sus condiciones de vida. Sólo en el marco de una aunténtica democracia se logrará que la gente tenga una vida digna, más segura y sin retrocesos posibles. Por no hablar también de la cuestión ecológica. El desarrollo sostenible no será posible si no se supera el capitalismo, la dinámica endiablada del beneficio a toda costa y a corto plazo de unas minorías en detrimento del resto de los humanos y de su hábitat. No será posible un desarrollo sostenible sin una democracia que merezca tal nombre. La democracia es también una cuestión de supervivencia de la humanidad y de su entorno natural. Sólo tendremos un futuro digno si el destino está en manos de la mayoría, y no de ningunas minorías egoístas e irresponsables. 

La iniciativa en España de Yolanda Díaz con la plataforma Sumar abre interesantes posibilidades en cuanto a la necesaria unidad de la izquierda, pero también tiene algunos riesgos evidentes. Cómo acabe esta iniciativa dependerá del para qué y del cómo sumar. Las lacras de la izquierda siguen muy presentes. Los excesivos personalismos, los sectarismos, los partidismos, los oportunismos, los dogmatismos, las desconfianzas, las traiciones,…, pueden volver a hacer fracasar la unidad. De entrada, me parece interesante convocar a todas las fuerzas sociales que puedan y quieran sumarse a esta iniciativa sin poner condiciones previas, por ninguna de las partes. Por lo menos para empezar a hablar de la unidad. Desconozco los detalles de cómo se está gestando todo esto. Si lo único que ha hecho por ahora la señora Díaz es convocar a todas las organizaciones y personas que pueden formar parte del proyecto para empezar a hablar, sin condiciones previas, me parece bien, y me parecería un error por parte de Podemos poner condiciones previas (como, por ejemplo, pedir por escrito un compromiso de que va a haber primarias abiertas). Primero sentémonos a hablar y luego ya iremos poniendo nuestras condiciones y concretando. 

Ahora bien, una vez convocados todos los posibles participantes de Sumar, habrá que plantear el para qué. Es decir, habrá que plantear objetivos comunes con los que todos ellos puedan estar de acuerdo. Yo creo que esos dos objetivos genéricos mencionados al principio de este artículo son perfectamente asumibles por todos. El problema surgirá al concretarlos, es decir, al diseñar un programa político para Sumar. Porque si el “para qué” es simplemente sólo para seguir gobernando, entonces cabe preguntarse si merece verdaderamente la pena. A mí me parece que los resultados de este todavía vigente gobierno son muy, muy insuficientes (incluso en varias cuestiones decepcionantes) y no hay motivos para muchas alegrías. No sólo hay que aspirar a seguir gobernando, a contener a la derecha y a la ultraderecha, sino que sobre todo hay que aspirar a sobrepasar al PSOE para conseguir un gobierno mucho, mucho, mucho más progresista. Y para ello es necesario plantear objetivos más ambiciosos y explicar a la ciudadanía que no se han podido lograr hasta ahora por ser minoría en el gobierno, que sólo podrán conseguirse con una izquierda real mucho más presente en las instituciones, en el gobierno. El objetivo no debe ser sólo seguir en el gobierno, ni por supuesto acomodarse al Sistema, sino que gobernar para cambiar mucho más las cosas. No debemos ni podemos conformarnos con lo poco obtenido hasta la fecha. El objetivo no es gobernar en sí mismo, sino hacerlo para mejorar notablemente la vida de la inmensa mayoría de la gente y sentar las bases para que las mejoras sigan afianzándose mucho más en el futuro, transformando poco a poco el sistema para que se garantice definitivamente el bienestar de la mayoría (sin olvidarse por supuesto de los derechos de las minorías y de los individuos). 

La forma de luchar contra el ascenso del neofascismo no es actuar a la defensiva, no es dejar que la ultraderecha lleve la iniciativa, sino todo lo contrario, retomando la iniciativa, movilizando de nuevo a la gente además de ilusionándola, en las calles y en las urnas. Es reivindicar de nuevo el 15-M, movimiento ciudadano que nos mostró el camino, cuyas principales motivaciones siguen muy vigentes (¡Democracia real, ya!), y no olvidándolo ni descafeinándolo. Planteando mejoras sociales a corto plazo y también democráticas, incluso un proceso constituyente, es cómo podemos poner todavía más en evidencia a la ultraderecha ante el pueblo. En la política (como en la guerra, porque la política en la sociedad clasista es fundamentalmente una guerra ideológica) quien lleva la iniciativa tiene más posiblidades de ganar, de marcar la agenda política, de ser la centralidad (como así consiguió Podemos en su día). 

Por consiguiente, en lo que debería centrarse toda la gente que participe inicialmente en Sumar (espero que Podemos así lo haga también, pues sin esta fuerza política fundamental, que agitó el tablero político de nuestro país como nadie en nuestra reciente historia, es imposible la unidad) es en primer lugar en los objetivos de la unidad. Insisto, si se hace hincapié en esos dos objetivos fundamentales, yo creo que la unidad sí es posible. Y, a continuación, se puede ir concretándolos, con diversos plazos, por lo menos plantear objetivos a corto plazo en los que todos puedan estar de acuerdo para una vez alcanzados dichos objetivos, plantear a continuación otros nuevos más ambiciosos. Se puede establecer una hoja de ruta, una metodología, para que la unidad se mantenga en el tiempo, incluso se fortalezca a medida que pasen los años. Es decir, para conseguir la unidad tal vez sea mejor ir planteando objetivos para los siguientes años, poco a poco, aunque inicialmente no estemos todos de acuerdo en los fines a más largo plazo. Si ponemos sobre la mesa los objetivos a largo plazo defendidos por unos y por otros nunca lograremos la unidad, pues hay quienes no pretenden superar el capitalismo, a mi modo de ver porque están equivocados. Incluso dentro de la propia izquierda hay personas con prejuicios, a las que las palabras anticapitalismo, socialismo o comunismo les suena mal. Pues bien, planteemos primero objetivos menos ambiciosos pero trabajemos también para ir sentando las bases para que por lo menos el debate de la posible superación del actual sistema se vaya abriendo paso, es decir, planteemos mejoras en el sistema democrático. Ir desarrollando la democracia es ir construyendo un sistema alternativo al capitalismo (la dictadura económica parapetada tras una falsa democracia política, una democracia limitada, encorsetada, en verdad una oligocracia, una plutocracia). Construir la democracia es deconstruir el capitalismo, todo paso hacia una democracia real es al mismo tiempo un paso hacia la superación del capitalismo. Por esto la derecha se guarda muy mucho de desarrollar la democracia, aunque sea sólo un poco, más bien se preocupa de involucionarla o de vaciarla de contenido. 

Tan importante como para qué sumar es el cómo hacerlo. Cómo lograr la unidad debería estar bien claro: con la máxima democracia posible, con la mayor participación posible de la ciudadanía, tanto para decidir quienes lideran como para decidir el programa político, pero también para controlar que los líderes elegidos cumplan con el mandato otorgado por las bases y puedan ser revocados en cualquier momento. De nada sirve poder elegir a nuestros líderes si luego éstos hacen lo que les da la gana. A mí en particular no me gustan los excesivos personalismos, creo que son muy peligrosos, como la historia nos ha demostrado tantas veces, creo más en los liderazgos colectivos. Si Yolanda Díaz ha tomado la iniciativa y pretende que Sumar sea prácticamente una plataforma personal que la apoye incondicionalmente para que sea ella la candidata a las elecciones generales, sin ser elegida por las bases, entonces desde luego yo no apoyaré tal iniciativa, y creo que tampoco lo hará mucha gente. 

Los líderes, los candidatos a presentarse a las elecciones, deben ser elegidos en primarias que yo creo que deben ser abiertas para garantizar la máxima participación popular (todos los militantes o simpatizantes de las diversas organizaciones podrían participar o apuntarse a un nuevo censo, si es que se decide hacer un nuevo censo), sin que se entre en un juego de reparto de cargos entre partidos. Si, por el contrario, Díaz sólo ha dado un paso para empezar a construir la unidad honestamente y se somete a votación popular quiénes lideran Sumar y el programa político, entonces creo que la construcción de la unidad de la izquierda sí tendrá sólidas bases. Aunque no basta con empezar bien, habrá que también seguir el camino con el mismo método, e incluso irlo perfeccionando cada vez más: la democracia más directa y radical posible. Esto implica no sólo que las decisiones más importantes (liderazgos o portavocías, programas, estrategias,…) sean tomadas (y controladas) siempre colectivamente, sino que también, entre otras muchas cosas, el máximo respeto a todas las organizaciones y personas que participen en dicho proceso unitario, el respeto a las legítimas discrepancias, pero también la fidelidad a los grandes objetivos/principios fundamentales definidos previamente, la lealtad a las decisiones tomadas democráticamente (previos suficientes debates en los que todas las opciones tengan las mismas posibilidades de ser conocidas y defendidas públicamente), la máxima transparencia, etc., etc., etc. 

El tiempo dirá si Sumar sumará o restará, si será el principio de la verdadera unidad de la izquierda real en España, o simplemente una jugada de Yolanda Díaz y Pedro Sánchez (muy sospechoso que el PSOE apoye ahora la unidad a su izquierda) para intentar seguir gobernando juntos, asentando (queriendo o sin querer) el régimen del 78, en vez de intentar superarlo, para complacer (o por lo menos no molestar mucho) a los poderes fácticos, en vez de enfrentarse a ellos. Pero lo que está claro es que dependerá a grandes rasgos de estas dos cuestiones planteadas muy someramente en este artículo: para qué unirse y cómo organizarse. Ambas cuestiones son fundamentales y se relacionan. Son muy comprensibles las desconfianzas y reticencias de diversas organizaciones y personas de la izquierda, pero pueden superarse, siempre que el proceso unitario sea sincero y se haga bien, con suficiente flexibilidad y generosidad. 

¡Trabajemos entre todos para que la unidad de la izquierda sea real y sirva para mejorar sustancialmente la vida de la gente, ahora y en el futuro! 

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José López es autor de los libros Rumbo a la democraciaLas falacias del capitalismoLa causa republicanaManual de resistencia anticapitalista, Los errores de la izquierda¿Reforma o Revolución? Democracia y El marxismo del siglo XXI así como de diversos artículos, publicados todos ellos en múltiples medios de la prensa alternativa y disponibles en su blog para su libre descarga y distribución.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.