A pesar de que la atención pública se ha centrado en la caída del jefe del partido de Chongqing, Bo Xilai, y el juicio de su esposa, Gu Kailai, así como el próximo XVIII Congreso del Partido Comunista de China (PCCh), ha tenido lugar en Beijing una tranquila pero interesante discusión sobre la obra clásica […]
A pesar de que la atención pública se ha centrado en la caída del jefe del partido de Chongqing, Bo Xilai, y el juicio de su esposa, Gu Kailai, así como el próximo XVIII Congreso del Partido Comunista de China (PCCh), ha tenido lugar en Beijing una tranquila pero interesante discusión sobre la obra clásica de Alexis de Tocqueville, El Antiguo Régimen y la Revolución Francesa, publicada por primera vez en 1856. Aunque en principio pareciese un debate sin actualidad, el interés por el libro de Tocqueville expresa una preocupación generalizada en los círculos intelectuales sobre la estado del sistema político chino y su posible evolución.
Aunque el interés, tanto en China como en el extranjero, se ha centrado sobre todo en el próximo XVIII Congreso del y los extraordinarios acontecimientos que le están precediendo (en particular el cese de Bo Xilai, el juicio de la esposa de Bo, Gu Kailai, el juicio del ex jefe de policía de Chongqing
Wang Lijun, y la decisión final que adopte el PCC sobre el destino de Bo Xilai), ha tenido lugar una discusión fascinante acerca de un tema aparentemente muy alejado del Sturm und Drang de la élite política, en concreto sobre el clásico libro de Alexis de Tocqueville El Antiguo Régimen y la Revolución (suele traducirse 旧制度与大革命 en chino). Publicado hace ya un siglo y medio la obra de Tocqueville es desde hace tiempo un clásico de obligada lectura en las facultades de historia y ciencias sociales en Europa y América del Norte, por lo que pareciese anómalo que de repente se haya convertido en un tema de conversación de moda en Beijing.
Esta obra clásica sobre la Revolución Francesa despertó gran interés cuando Hua Sheng, un conocido economista muy activo en los debates sobre la reforma de la década de 1980, twitteo: «Fui al mar [ 海 , abreviatura de Zhonhnanhai 中南海 , el distrito cerrado de Beijing donde residen los dirigentes del PCCh ] para ver a mi viejo líder. Él me recomendó leer el libro de Tocqueville El Antiguo Régimen y la Revolución Francesa. Cree que un país tan grande como China, que esta jugando un papel tan importante en el mundo, bien desde la perspectiva de la historia o el entorno externo que enfrenta hoy en día, no se va a modernizar sin tensiones. El precio que el pueblo chino ha pagado todavía no es suficiente». Dado que Hua Sheng trabajó con Wang Qishan, el actual viceprimer ministro responsable de los asuntos financieros, todo el mundo ha asumido que «mi viejo líder» se refiere a Wang (1). El propio Wang se graduó en el Departamento de Historia de la Universidad del Noroeste ( 西北大学 ) de Xian y trabajó por un tiempo en el Instituto de Historia Moderna de la Academia China de Social Ciencias (CASS). Al parecer, le sigue gustando leer historia en su tiempo libre.
También he sabido que Wang visitó la Universidad de Oxford en septiembre de 2011 y tuvo una animada conversación con sus colegas chinos durante el almuerzo. Wang supuestamente dijo: «Deng Xiaoping dijo que sería necesario todo el esfuerzo de varias generaciones, quizás incluso de decenas de generaciones, para que China pueda ponerse a la altura de Occidente. La República Popular de China sólo se creó hace 62 años; la economía sólo se ha desarrollado de verdad durante 33 años. ¿Podemos realmente llegar a ser el mejor país del mundo en un instante? Es difícil. Es probable que aún no hayamos sufrido lo suficiente o hayamos pagado el precio necesario. Es decir, todavía tenemos un largo camino por recorrer» (2).
Los comentarios de Wang parecen haber caído en terreno abonado, ya que encuentran eco tanto en el descontento prevaleciente en China como en la sensación de no saber cómo escapar de el. Como lo resumió un bloguero, «no hay duda que el nivel de vida es muy superior que hace 30 años, pero, por el contrario, el descontento social de la gente es mayor que nunca» (3). O como escribió otro: «Parece como si la reforma sea una señal de la muerte inminente del antiguo sistema ante nuestros ojos, es mejor no reformar porque tan pronto como se reforme el fin vendrá más rápido… Es mejor esperar a la muerte que salir a buscarla» (4).
El interés en la obra de Tocqueville gira en torno a lo que a veces se llama la «paradoja de Tocqueville» (una de las varias que recoge su obra), es decir, que la revolución estalla rara vez, más bien nunca, cuando las condiciones sociales son peores, y tienen lugar cuando las condiciones mejoran, sobre todo cuando las reformas mejoras las condiciones materiales.
Al menos un bloguero culpó de esta paradoja a los «intelectuales públicos» ( 公知 ). Los filósofos franceses, ofendidos por los privilegios de la aristocracia, concibieron la idea de que todas las personas nacen iguales. Diseñaron los planes para una nueva sociedad, «pero ninguno de ellos tenía la menor experiencia de gobierno; todo estaba en sus cabezas» Lo que hizo peligrosos a estos intelectuales, afirma el autor, no fue sólo que sus ideas fueran aceptadas por el público en general, sino también que muchos aristócratas las apoyaron. «Esos aristócratas olvidaron por completo que, una vez que esas teorías fueran aceptadas universalmente, inevitablemente se convertirían en pasión y acción política, destruyendo finalmente todo el antiguo régimen. «Por supuesto, el resultado final no fue sólo la destrucción del viejo sistema sino también el surgimiento de un sistema aún más centralizado y autocrático, por no hablar de violento, bajo el Directorio y Napoleón. Volviendo al caso chino, el autor se pregunta, «después de leer hasta aquí, ¿no te parece que China hoy es casi una copia de la Francia de entonces?» (5).
Tocqueville fue, por supuesto, un pensador complejo y sutil que no sólo reflexionó sobre la ironía de que la mejora de la sociedad conducía a estallidos revolucionarios, sino también sobre la posibilidad de reformas graduales. Aunque tendió a descartar esa posibilidad en Francia, donde sostuvo que la monarquía había eliminado con éxito todas las fuerzas sociales
que podrían haber facilitado la transición a un gobierno democrático, no obstante exploró la posibilidad de una transición gradual. Así, otro bloguero concluye que Tocqueville pensaba que la autonomía local y la libre asociación (lo que ahora llamaríamos sociedad civil) serían los elementos más importantes a la hora de impulsar una transición pacífica de la autocracia a la democracia. Ambos fueron esenciales para prevenir el colapso de las instituciones sociales, lo que podría provocar la revolución, y para preparar el terreno para el desarrollo institucional de las reformas. La implicación era que las autocracias que tenían demasiado éxito en la eliminación de las fuerzas contendientes -como la monarquía francesa-, eran más propensas a terminar envueltas en la violencia revolucionaria y una autocracia aún mayor (6).
Otro tema explorado por los blogueros ha sido la ironía de que los pensadores franceses hubieran comenzado con el ideal de la igualdad, pero que la Revolución Francesa hubiese terminado con un gobierno más centralizado y autocrático que con el que había comenzado. Los pensadores franceses creían «erróneamente que un país con una rica tradición histórica era una hoja de papel en blanco, en la que había que dibujar el ‘modelo más hermoso’, según el deseo de sus corazones». El resultado, por supuesto, fue el sangriento Reinado del Terror, y el deseo de libertad, en estas anárquicas condiciones, se convirtió en la búsqueda de un salvador (7). Aunque el autor no menciona la experiencia china, es difícil imaginar que escribió estas palabras sin pensar en la famosa descripción de Mao Zedong de los chinos como «pobres y desnudos». Después de que se crease la República Popular China, Mao dijo: «Nuestra nueva China es como un trozo de papel en blanco sobre la que podemos escribir los personajes más elegantes y pintar los cuadros más hermosos» (8). En cualquier caso, concluye que Tocqueville resultó ser demasiado pesimista: al mismo tiempo que escribía durante el reinado de Luis Bonaparte, los franceses progresaban gradualmente hacia una democracia que florecería más tarde, y el pueblo chino puede hacerlo aún mejor (9).
En resumen, la Revolución Francesa, que solía ser considerada un ejemplo, precisamente porque había puesto fin de manera sangrienta y definitiva a la sociedad «feudal», ahora ha provocado un nuevo debate acerca no sólo de la necesidad de auto-gobierno, un poder judicial independiente y un gobierno constitucional, sino también sobre las dificultades de la reforma en el momento actual. Mientras que hace una década, los reformadores eran optimistas sobre la posibilidad de una vía gradualista de reforma, en la actualidad muchos ven a China atrapada entre un presente insostenible y la probabilidad de que la reforma sólo desate la exigencia, largamente reprimida, de una democratización inmediata. Curiosamente, el debate que comentamos no ha generado ninguna reflexión (que esta autor haya sido capaz de conocer) sobre las reformas iniciadas por Deng Xiaoping hace 30 años. Hay reflexiones sobre las Nuevas Políticas que precedieron a la Revolución de 1911, sobre diferentes tipos de reforma, y sobre la relación entre reforma y revolución en general, pero poco o nada sobre las reformas que dieron nueva vida a la República Popular China.
Los Problemas
La idea de que la reforma se ha quedado sin fuelle parece confirmarse en los informes más recientes sobre la sociedad china. No parece haber tregua en el número de conflictos de masas. Aunque las cifras son inciertas, tanto por lo que se refiere al número de incidentes como al de participantes, ha habido múltiples conflictos muy influyentes en los últimos meses, que reflejan la incapacidad de las autoridades locales de establecer vías institucionales, incluyendo mecanismos legales, que pueden resolver dichos conflictos pacíficamente. El pasado otoño la atención internacional se centró en el incidente de Wukan en Guangdong, mientras que más recientemente ha habido grandes protestas en Shifang, provincia de Sichuan, y Qidong, en el norte de la provincia de Jiangsu (10). Mientras que el incidente de Wukan giró en torno a la requisa de tierras y su venta, los incidentes en Shifang y Qidong tuvieron que ver con preocupaciones ambientales. En Shifang, los ciudadanos estaban preocupados de que la instalación de una planta de aleación de molibdeno y cobre contaminaría el medio ambiente local. El hecho de que miles de residentes salieran a la calle para protestar contra una nueva fábrica en una parte de China devastado por el terremoto de 2008 sugiere una creciente preocupación por las cuestiones ambientales, así como la falta de credibilidad de las promesas del gobierno. La planta había pasado los controles administrativos ambientales, pero los residentes participaron en una protesta masiva, «simplemente porque no creemos lo que el gobierno ha prometido» (11). Del mismo modo, la protesta en Qidong fue también sobre el medio ambiente por las posibles consecuencias contaminantes de una tubería de desagüe de una fábrica de papel que se construye en las inmediaciones Nantong.
Ambas protestas, así como la del pueblo Wukan, terminaron con éxito desde la perspectiva de los manifestantes: el proyecto de la planta de aleación de molibdeno-cobre fue cancelado y la fábrica de papel fue cerrada mientras que la protesta de Wukan terminó con la convocatoria de nuevas elecciones en la aldeas y la cancelación de la venta de terrenos. Estos finales felices podrían sugerir un creciente poder popular, pero es demasiado pronto para pensar que esta surgiendo una sociedad civil. El conocido sociólogo Sun Liping ha estudiado el desarrollo de la protesta del pueblo de Wukan, señalando que requirió la nulidad de un contrato ilegal. Tal solución puede servir en un solo caso singular o un número pequeño de ellos, pero la adopción de una solución más amplia plantea, según Sun, lo que llama una «solución ejemplar». Una «solución ejemplar» se refiere, en términos simples, a que hay tantos problemas pendientes que si se intentara resolver cada uno de los conflictos a través de mecanismos legales, con el pago de una indemnización adecuada, el país no podría simplemente permitírselo (12).
La corrupción está estrechamente relacionado con las protestas de masas debido a la expropiación de tierras y / o a los intentos de atraer a la industria con ayudas o subsidios especiales, y en ambos casos suele florecer la corrupción, que es lo que suele desencadenar las protestas populares. Pero a pesar de algunos casos muy publicitados de enjuiciamiento de funcionarios, el problema de la corrupción parece intratable. Como ha señalado Wen Shengtang, inspector principal de Fiscalía Popular Suprema, desde enero de 2010 hasta agosto de 2011, la Fiscalía Popular Suprema ha abierto 1.978 casos contra funcionarios de la Oficina Nacional de Tierras y Recursos, lo que no deja de indicar su especial propensión a la corrupción. En total, más de 150 funcionarios de nivel ministerial han sido investigados por delitos económicos desde 1999. Wen llegó a observar que el marco legal que asegure un gobierno honesto actualmente «carece de supervisión y participación externa» y, por lo tanto, «se convierte fácilmente en una formalidad» (13).
La razón por la que muchos chinos han perdido fe en las perspectivas de la reforma -y por tanto, se reduzca el número de incidentes de masas y casos de corrupción- es que ven que los «intereses creados» ( 既得利益 ) son lo suficientemente fuertes como para bloquear cualquier reforma seria. Por ejemplo, Wang Yukai, subdirector de la Sociedad china para la reforma administrativa y política, ha declarado que «hay que romper el dominio de los grupos de interés cortando por lo sano las relaciones entre los funcionarios públicos y actividades comerciales». Wang, como otros, ha defendido que se hagan públicos y se publiquen los activos privados de los funcionarios públicos y que las elecciones a las distintas responsabilidades públicas tengan lugar con varios candidatos ( 差 额 ). «La falta de impulso de las reformas políticas», advirtió Wang, «supondrá que no seremos capaces de hacer frente a los peligros que nos amenazan hoy» (14).
Conclusión
El debate provocado por el clásico estudio de Tocqueville sobre la Revolución Francesa puede parecer a primera vista incongruente en la China contemporánea, con su economía en rápida expansión y su aparente mayor peso en los asuntos mundiales, pero en realidad el temor que Wang Qishan expresa, sobre la inevitabilidad de que el pueblo chino tenga que pagar aún un precio mayor por la modernización, expresa un estado de ánimo muy frecuente en la capital de China estos días. Hay una sensación generalizada de que la actual situación de paralisis de la reforma política, el mal gobierno, la corrupción generalizada, la creciente desigualdad de rentas no son sostenibles (como el primer ministro Wen Jiabao ha dicho muchas veces). Pero el único líder político que al menos decía tener un plan para hacer frente a los problemas de China era Bo Xilai. El populismo de Bo, su neo-maoísmo nostálgico, completamente dependiente de una burbuja crediticia de los banco, tampoco es sostenible, pero su cese y eliminación de la escena política plantea de forma apremiante la pregunta: ¿Si Bo no es la vía, cual es? Tal vez las autoridades del partido sean capaces de articular una explicación convincente de porque han tenido que eliminar a Bo y establecer una nueva hoja de ruta en las próximas semanas, antes del XVIII Congreso del PCCh y una nueva dirección es seleccionada. Pero hasta la fecha han presentado el caso Bo en los términos menos generales posibles. Quizás es comprensible en el corto plazo, en tanto que la dirección crea el consenso necesario para apoyar su controvertida decisión, pero a más largo plazo no sirve para responder a la pregunta planteada por Bo y la Nueva Izquierda (que no deben confundirse entre si). Por lo tanto, la pregunta que plantea la «paradoja de Tocqueville», si es probable que la reforma desencadene una cadena de acontecimientos incontrolables y, en última instancia, revolucionarios, ha suscitado gran interés y debate. Ese debate no tiene una respuesta (o al menos no una única), pero la discusión misma refleja la incertidumbre reinante en Beijing cuando la actual dirección del PCCh prepara el XVIII Congreso del partido.
Notas
(1) Ver http://www.xinhuanet.com.tw/viewtread.php?tid=7499/, «王崎山推荐 书 » 旧制度与大革命» (Wang Qishan recomienda El Antiguo Régimen y la Revolución Francesa).
(2) Ibid.
(3) Ver http://www.21ccom.net/articles/zgyj/gongminhuati/article_2012072764561, html /, 瑞宏斌 (Rui Hongbin), » 为 什么政府高 层热读 < 就制度与大革命 >» (¿Por qué los altos funcionarios del gobierno recomiendan con entusiasmo la lectura de ElAntiguo Régimen y la Revolución Francesa?)
(4) Ver http://zhangmingbk.blog.163.com/blog/static/111950652201262911470179/ , 张鸣 , » 听 闻现 在托克 维 尔 < 就制度与大革命 > 流行 , 贴 一旧文 , 奉献 给 有心人 (Zhang Ming, «Enterándose que El Antiguo Régimen y la Revolución Francesa de Tocqueville es popular, os adjunto un viejo ensayo para los que estén interesados»).
(5) Ver Rui Hongbin, «¿Por qué los altos funcionarios del gobierno leen con entusiasmo ElAntiguo Régimen y la Revolución Francesa? »
(6) Ver http://blog.legaldaily.com.cn/blog/html/11/2467411-23078.html/ 张杨 (ZhangYang), » 重 读 托克 维 尔的 < 就制度与大革命 > » (Volver a leer El Antiguo Régimen y la revoluci’on Francesa de Tocqueville).
(7) Ver http://blog.legaldaily.com.cn/blog/html/11/2467411-23078.html/ 李志强 (Li Zhiqiang), «< 旧制度与大
革命 > 中托克 维 尔的 宪 政思想 – 革命 , 改革与制度建 设 » (El pensamiento constitucional de Tocqueville en El Antiguo Régimen y la Revolución Francesa: sobre la construcción institucional, la revolución y la reforma»).
(8) Ver http://baike.baidu.com/view/1118479.htm para la cita de Mao.
(9) Ver Li Zhiqiang, «El pensamiento constitucional de Tocqueville».
(10) Sobre el incidente de Wukan, consultar «Guangdong Leads Calls to Break Up ‘Vested Interests’ and Revive Reform», China Leadership Monitor, no. 37 (Spring 2012).
(11) Shi Jiangtao y Wei Hanyang, «Factory Axed as Shifang Heeds Protersters Calls», South China Morning Post, 4 de julio de 2012.
(12) Sun Liping, «Why Wukan Will remain a One-Off?», Jingji guancha wang en inglés, 25 de abril de 2012.
(13) Wen Shengtang 文盛堂 , «2011-2012 年中国反腐 败 体系的建 设 和 发 展 » (Construcción y desarrollo del sistema anti-corrupción de China 2011-2012), en Ru Xin y Li Peilin, et. al., eds., 2012 年 : 中国社会形 势 分析于 预测 (Situación social en China: Análisis y previsiones 2012; Beijing: Shehuikexue Wenxian chubanshe, 2012), p. 231.
(14) 呼 唤 第三次思想解放 – 专访 中国行政政治体制改革研究会副会 长 汪玉 凯
(Llamando a una tercera emancipación de la mente -Una entrevista exclusiva con Wang Yukai, subdirector de la Sociedad China para la reforma de la Administración y la Política), 大公 报 (Ta Kung Pao), 20 de enero de 2012.
Joseph Fewsmith es profesor de Relaciones Internacionales y director del centro de estudios asiáticos de la Universidad de Boston
Fuente: http://www.hoover.org/publications/china-leadership-monitor/article/129501
Traducción para www.sinpermiso.info: Gustavo Buster