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Todo lo que usted no debería saber sobre Eritrea (2/3)

Fuentes: Investig'Action

Tras ser anexionada por Etiopía, Eritrea llevará a cabo el combate más largo por la independencia del continente africano. Durante más de treinta años los resistentes eritreos lucharon prácticamente solos contra todos. ¿Cómo vencieron unos cuantos combatientes africanos a grandes potencias mundiales: Estados Unidos, Europa, la Unión Soviética? ¿Cuáles eran los retos de esta lucha? […]

Tras ser anexionada por Etiopía, Eritrea llevará a cabo el combate más largo por la independencia del continente africano. Durante más de treinta años los resistentes eritreos lucharon prácticamente solos contra todos. ¿Cómo vencieron unos cuantos combatientes africanos a grandes potencias mundiales: Estados Unidos, Europa, la Unión Soviética? ¿Cuáles eran los retos de esta lucha? En esta segunda parte Mohamed Hassan repasa con nosotros la aventura épica de la liberación de Eritrea.

Todo lo que usted no debería saber sobre Eritrea (1/3)

Combatientes del EPLF entrando en la capital Asmara liberada en 1991


 

 

 

Así pues, bajo decisión de la ONU y siguiendo la voluntad de Estados Unidos en 1950 Eritrea se convierte en una entidad autónoma federada a Etiopía. ¿Cómo transcurre la cohabitación?

Más bien mal. Esta decisión no tenía ningún sentido porque llevaba que vivieran juntos dos sistemas incompatibles. Por un lado estaba Eritrea, que se había beneficiado del desarrollo del colonialismo italiano y donde había emergido una cierta clase obrera con conciencia política. Por otro lado, esta Etiopía dirigida por el emperador Haile Selassie. Se trataba de un régimen feudal, sin constitución, que seguía practicando la esclavitud y donde no había derechos políticos. Pero como era un sistema federal, Eritrea conservaba por una parte su propia bandera y su parlamento, y por otra, sus sindicatos, sus periódicos independientes… ¡tantas cosas que en Etiopía estaban prohibidas! Esta extraña cohabitación iba a llevar indirectamente a un intento de golpe de Estado contra el emperador Selassie. En efecto, unos oficiales etíopes viajaron a Eritrea y constataron enormes diferencias en relación a su propio país. Además, el movimiento panafricano y la oleada de las independencias hacían evolucionar las mentalidades en todo el continente. Algunos etíopes empezaban a percibir que su régimen era retrógrado. Entre ellos, el joven Girmame Neway. Había estudiado en Estados Unidos y había sido gobernador de algunas provincias del imperio etíope. Con ayuda de su hermano, que era uno de los guardaespaldas de Sleassie, intentó un golpe de Estado en 1960 mientras el emperador estaba de visita en Brasil. Pero el ejército etíope no siguió el golpe y éste fracasó. Selassie tenía dos opciones a su vuelta: o bien mantenía la federación con Eritrea y ofrecía a su pueblo los mismos derechos que los que gozaban los eritreos, o bien se anexionaba completamente Eritrea. La primera opción habría sido un suicidio político para Selassie, por consiguiente, en 1962 Etiopía se anexionó totalmente Eritrea.

Con el apoyo implícito de las Naciones Unidas. ¿Por qué no protestó la comunidad internacional?

Sí, resulta bastante increíble. Cuando Selassie se anexionó Eritrea, ordenó detener a directores de periódicos, envió al exilio a dirigentes nacionalistas, prohibió sindicatos y el uso de las lenguas nativas de Eritrea en las escuelas y para las transacciones oficiales. También deslocalizó las industrias que había en Asmara para reimplantarlas en Addis Abeba. La idea era que los trabajadores eritreos fueran a Etiopía y despoblar Eritrea para convertirla en una base militar. Además, cuando las tropas etíopes rodearon la Asamblea y unos aviones reactores sobrevolaron la ciudad de Asmara, el parlamento eritreo se vio forzado a la humillación de votar su propia disolución. Eritrea protestó enérgicamente y solicitó la mediación de la ONU, la cual respondió: «Su solicitud debe pasar primero por el gobierno federal», es decir, ¡por el propio emperador Selassie! En otras palabras, el régime etíope tenía la bendición de las potencias imperialistas y particularmente de Estados Unidos, que dominaba la ONU. Al emperador Selassie lo apoyaban desde todas partes y se aprovechaba de ello para dar una buena imagen, la de padre del continente africano. Para mayor desgracia de los eritreos, nadie iba a oponerse a él.

 

Haile Selassie

¿Cómo se convirtió Etiopía en un aliado privilegiado de Estados Unidos?

En la década de 1940 Estados Unidos quería debilitar a sus rivales europeos y empezó a interesarse por África. Pero franceses y británicos poseían ya muchas colonias en este continente. Etiopía, en cambio, no había sido colonizada, así que para Washington era la puerta a través de la cual iba a poder inmiscuirse en África para asentar su influencia y competir con las potencias coloniales. La Etiopía feudal iba a convertirse así en una marioneta de Estados Unidos y a participar en guerras en Congo, en Corea… Después, cuando la mayoría de los países africanos se hicieron independientes en las décadas de 1950 y 1960, Washington presionó para que la sede de la recién creada Organización de la Unidad Africana estuviera en Etiopía. Esto iba a permitir a Estados Unidos ejercer un control sobre todo el continente. Por consiguiente, al igual que el sha de Irán o Israel en Oriente Medio, Etiopía era un gendarme estadounidense en África, pero un gendarme que estaba atrasado.

Tras haber agotado los medios diplomáticos ante la comunidad internacional y organizado manifestaciones pacíficas, Eritrea va a llevar a cabo una lucha armada.

Sí, en primer lugar la llevó a cabo el Frente de Liberación de Eritrea (FLE). El FLE reunía a diferentes grupos nacionalistas que querían la independencia. En el plano político este movimiento estaba dominado por unos intereses burgueses y su análisis socio-económico era débil. En el plano militar el FLE transpuso el modelo de resistencia argelino, un sistema en el que los grupos armados se dividían por regiones. Era un burdo error táctico, en primer lugar porque la mayor parte del tiempo las unidades repartidas por las diferentes regiones no hablaban la misma lengua. Así, mientras se luchaba por la independencia de un Estado, ¡también se contribuía a crear unas divisiones que un día amenazarían a este Estado! Además, esta escisión de la resistencia en grupos autónomos provocaba problemas de coordinación que podía explotar el enemigo. Por ejemplo, cuando un grupo de una región era atacado, sus vecinos no acudían en su ayuda. Así pues, para el ejército etíope era mucho más fácil combatir separadamente contra grupos aislados entre sí. La falta de visión política del FLE, su estrategia militar y sus divisiones internas provocaron el declive del movimiento. Pero en la década de 1970, musulmanes y cristianos progresistas miembros del FLE decidieron fundar su propio grupo. Había nacido el Frente de Liberación del Pueblo Eritreo (FLPE). De inspiración marxista, este movimiento había aprendido de sus predecesores. El FPLE sabía que era necesario movilizar a toda la población junta en vez de crear divisiones. También tenía una visión política mucho más especializada que se basaba en un análisis pertinente de la sociedad eritrea. Por lo tanto, más que una lucha armada el FPLE emprendió una verdadera revolución: emancipación de la mujer, organización de consejos democráticos en las ciudades, reforma agraria, educación… Todo ello permitió movilizar al pueblo eritreo tras los combatientes del FPLE. Era absolutamente necesario para que Eritrea obtuviera su independencia.

Sin embargo, el combate parecía perdido de antemano. A Etiopía la apoyaban en todas partes y Eritrea luchaba prácticamente sola contra todos.

En efecto. Estados Unidos apoyaba a Eritrea, pero también Israel que quería establecer alianzas con países no árabes en la región. Además, durante el intento de golpe de Estado contra Selassie en 1960 el emperador, que estaba de viaje en Brasil, pudo establecer rápidamente un contacto con un general gracias precisamente a Israel y hacer fracasar la rebelión. Después Etiopía presentó a la resistencia eritrea como una amenaza árabe para la región y también en esto pudo contar con el apoyo del Estado hebreo. Especialistas israelíes en contra-revolución adiestraron a una fuerza de elite etíope de unos cinco mil hombres conocida con el nombre de «Brigada Llama». Europa también apoyaba a Etiopía proporcionándole armas. Pero el gobierno etíope era sobre todo el principal beneficiario de la ayuda europea destinada a África. Finalmente, el emperador Selassie tenía una presencia muy fuerte en el continente africano, lo que no jugaba a favor de los eritreos. Ya les he explicado cómo Estados Unidos presionó para que la Organización de la Unidad Africana tuviera su base en Etiopía. En la década de 1960, para evitar que estallaran guerras civiles por todo el continente esta organización decretó que las fronteras heredadas del colonialismo no eran discutibles. Como es evidente, esta decisión no se aplicó al caso de Eritrea. Con todo, las reivindicaciones de Etiopía sobre este territorio no tenían ninguna legitimidad. ¡Era como su Italia reivindicara Francia bajo el pretexto de que Galia había formado parte del imperio Romano! Pero Selassie tenía a todo occidente detrás y su influencia en África era tal que la OUA cerró los ojos.

En 1974, tras 44 años de reinado, finalmente el emperador Selassie es derrocado por una revolución socialista, pero el nuevo gobierno etíope no concede la independencia a Eritrea, ¿por qué?

La revolución etíope fue fruto de una alianza entre civiles de ideas progresistas y militares, pero rápidamente aparecieron divisiones en este movimiento. En efecto, cuando los soldados tomaron el poder, los estudiantes y los intelectuales revolucionarios pidieron en seguida que el ejercito operara una transición hacia un gobierno civil. Además, ellos apoyaban el derecho a la independencia de Eritrea. Pero la junta militar en el poder, llamada Derg, seguía siendo muy chovinista: ni hablar de abandonar el territorio eritreo. Además, los soldados no pretendían dejar el poder a los civiles. El ejército emprendió una campaña de detenciones que según Amnistía Internacional dejó más de diez mil muertos, la mayoría intelectuales y estudiantes. Así la revolución etíope fue purgada de sus elementos más progresistas y los militares tomaron definitivamente el poder. A la cabeza del Derg estaba el teniente coronel Mengistu Haile Mariam. Procedía de un medio modesto, su padre era soldado y su madre criada. En el poder hasta 1991, Mengistu impuso un régimen totalitario y emprendió la militarización del país. Evidentemente, no quería oír hablar de ningún tipo de autonomía para Eritrea y reprimió severamente a la resistencia. Finalmente, con esta revolución Etiopía pasó de una dictadura a otra. Y en plena Guerra Fría este país que hasta entonces había sido un aliado estratégico de Estados Unidos basculó hacia el regazo soviético. Moscú aportó entonces un apoyo militar muy importante a Mengistu en su represión de la resistencia eritrea.

Sin embargo, veinte años antes la Unión Soviética era favorable a la independencia de Eritrea. ¿Cómo explica usted este cambio?

En primer lugar, Moscú apoyaba la independencia de Eritrea después de la Segunda Guerra Mundial porque la anexión de este país por parte de Etiopía convenía a Estados Unidos. Evidentemente, cuando Etiopía se convirtió en un aliado de la Unión Soviética, Moscú vio las cosas de otra manera. Además, después de la Segunda Guerra Mundial los soviéticos tenían un mejor conocimiento del mundo y del Cuerno de África. Entonces sabían que Eritrea tenía unas reivindicaciones legítimas en tanto que ex-colonia. Pero después la política exterior de Moscú cambió y se volvió estúpida. Su visión del mundo era limitada. En efecto, en la década de 1950 el dirigente Nikita Khruchtchev desarrolló una nueva teoría particular sobre la manera como la Unión Soviética debía mantener las revoluciones socialistas en África: los países africanos no necesitaban un partido de vanguardia para guiar su revolución, ¡la Unión Soviética sería su partido de vanguardia! Por consiguiente, Khruchtchev pretendía transponer a los países africanos el modelo de revolución rusa sin tener verdaderamente en cuenta sus especificidades. Dicho de otra manera: los soviéticos habían creado la horma de su zapato y creían que a todo el mundo le serviría; y si el pie de alguien era demasiado grande, entonces ¡bastaba con cortar un dedo para que se adaptara! La teoría de Khruchtchev era así de ridícula. Esto explica por qué la Unión Soviética no tenía una buena visión de lo que ocurría en el cuerno de África y apoyaba a Etiopía. Era un grave error.

¿Qué impacto tuvo sobre la resistencia en Eritrea?

Hasta entonces los combatientes eritreos habían obtenido éxitos notables. La población apoyaba a la resistencia. Muchas personas se unieron a las filas de los combatientes, sobre todo porque el ejército etíope atacaba regularmente a la población: quemaba pueblos, masacraba civiles… En vez de asustar a la población estas represalias reforzaban la idea de que la cohabitación con Etiopía no era posible y de que la lucha por la independencia era indispensable. Por ejemplo, en 1975 muchos jóvenes se unieron al FPLE tras la ejecución de 56 estudiantes eritreos. Además, la estrategia que habían desarrollado los resistentes se había vuelto muy sofisticada. Un ejemplo: Eritrea no tenía prácticamente ningún apoyo y luchaba sola contra todos, lo que suponía un problema para el abastecimiento. ¡A falta de aliado el FPLE convirtió a su enemigo en su apoyo principal! Los combatientes llevaban a cabo ataques de guerrilla contra los soldados etíopes y en cada victoria recuperaban las armas de sus enemigos. Así, al cabo de los años la resistencia iba a estar mucho mejor equipada, incluso disponía de artillería pesada. Imagínese: ¡los soldados etíopes luchaba contra sus propios tanques! Gracias a esta técnica el FPLE pasó del estatuto de ejército de guerrilla al de ejército mecanizado.

Pero, ¡no había previsto que la Unión Soviética acudiría al rescate del Derg en 1977!

Este fue un periodo difícil: la armada del ejército rojo bombardeó las posiciones del FPLE a lo largo de las costas, Moscú envió tres mil consejeros militares y se descargó gran cantidad de armas a través de un puente aéreo con Addis Abeba. Se calcula que en aquel momento el ejército etíope recibió 1.000 tanques, 1.500 vehículos blindados, 90 aviones de caza y helicópteros de combate. Avalado por el apoyo soviético Mengistu lanzó en febrero de 1982 una ofensiva de envergadura contra Eritrea: la campaña «Estrella Roja» con sus 150.000 hombres, la mayor batalla que había conocido África desde la Segunda Guerra Mundial.

 

Combattants EPLF entrant dans la capitale Asmara libérée en 1991

A pesar de todo, Mengistu no acabó con el FPLE…

Éste fue el periodo más duro de toda la lucha por la independencia. El FPLE tuvo que abandonar las posiciones que había conquistado para operar un repliegue estratégico. Además, Mengistu había conseguido que Sudán cerrara completamente su frontera con Eritrea: durante semanas no hubo petróleo, alimentos ni otros suministros que habitualmente se enviaban desde Sudán. Los refugiados tampoco podían llegar a los campos que había tras la frontera. A pesar de todo el ejército etíope no logró eliminar al FPLE. Hay que decir que este movimiento estaba muy bien organizado. Es cierto que los soldados etíopes eran más numerosos y estaba mejor equipados, pero lo único que hacían era obedecer las órdenes de un dictador. Los combatientes del FPLE, por su parte, estaban mejor adiestrados y estaban más motivados. Finalmente, la campaña «Estrella Roja»» marcó un momento crucial en este largo combate por la independencia: era la última vez que el gobierno etíope amenazaba realmente a la resistencia. Cuando acabó la ofensiva tras meses de combate el FPLE empezó a recuperar las posiciones que había tenido que abandonar. Unos años después la Unión Soviética, que estaba al borde del desmoronamiento, anunció a Mengistu que dejaría de suministrarle armas. El gobierno etíope empezó a vacilar: no sólo debía hacer frente a la resistencia eritrea sino también a otros grupos nacionalistas que se habían formado en otras partes de Etiopía. Entre estos grupos, el Frente de Liberación de los Pueblos de Tigre (FLPT) luchaba con los eritreos. Al principio este movimiento quería la independencia para los habitantes de la región de Tigre. Pero el FPLE sabía lo peligroso que podía ser hacer divisiones según las nacionalidades y aconsejó: «Vosotros sois ante todo etíopes; tenéis que luchar como etíopes y animar a todos vuestros compatriotas a derrocar a la dictadura». Esto sucedió en 1991: cayó el Derg, Mengistu huyó y tras treinta años de combate Eritrea fue independiente.

¿Cómo evolucionaron las relaciones entre Etiopía y Eritrea después de todos estos cambios?

Etiopía es un país compuesto de diferentes etnias. Ya fuera con Menelik II, Selassie o Mengistu, el régimen en el poder nunca representó la diversidad del pueblo etíope. El país siempre ha estado dirigido por unas minorías que actuaban en su propio interés creando una enormes desigualdades en el seno de la población. Cuando el nuevo gobierno etíope tomó el poder en 1991 todo el mundo pensaba que las cosas iban a cambiar. Yo mismo acepté trabajar como diplomático para este gobierno. Eritrea también tenía muchas esperanzas. Al volverse independiente había privado a Etiopía de un acceso al mar Rojo, pero el presidente eritreo, Isaias Afwerki, propuso crear una zona de libre intercambio entre ambos países. Así, los etíopes podían disponer de los puertos de Eritrea con gran facilidad. Se establecieron las bases de una cooperación entre los países del Cuerno de África y parecía que iba a volver la paz de una vez por todas.

Pero, ¿usted se desencantó rápidamente?

Meles Zenawi, dirigente del movimiento del Tigre, dirige Etiopía desde 1991. Pero no tiene vision política. Ha perpetuado la tradición gobernando para sus propios intereses y los de su entorno sin tener en cuenta la division étnica del país. Además, en vez de tratar de adaptar las instituciones heredadas de Mengistu, el nuevo gobierno simplemente las ha destruido. Por ejemplo, ha desmovilizado al ejército del Derg en vez de abrir un diálogo democrático para ver cómo podían evolucionar las cosas. Así, muchos oficiales que habían pasado su vida en el ejército se han encontrado sin trabajo. Simple y llanamente, el nuevo gobierno ha destruido el cuerpo del Estado etíope. Evidentemente, el embajador de Estados Unidos estaba en la gloria viendo esto: Etiopía estaba de nuevo a merced de las intereses imperialistas. La próxima semana Mohamed Hassan nos desvelará en la última parte de la entrevista la receta del desarrollo eritreo, cómo éste puede salvar África, por qué está mal visto por las potencias neocoloniales. Veremos por qué las relaciones entre Eritrea y Etiopía siguen siendo tan tormentosas. Por último, abordaremos la cuestión de los derechos humanos y de los derechos políticos: ¿es Eritrea una dictadura ?

 

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Mohamed Hassan es especialista en geopolítica y en el mundo árabe. Nacido en Addis Abeba (Etiopía), participó en los movimientos estudiantiles en el marco de la revolución socialista de 1974 en su país. Estudió ciencias políticas en Egipto antes de especializarse en administración pública en Bruselas. Diplomático de su país durante la década de 1990, trabajó en Washington, Pekín y Bruselas et Bruxelles. Co-autor de L’Irak sous l’occupation (EPO, 2003), también ha colaborado en obras sobre el nacionalismo árabe y los movimientos islámicos, y sobre el nacionalismo flamenco. Es uno de los mejores especialistas contemporáneos del mundo árabe y musulmán. Traducido del francés por Beatriz Morales Bastos de Rebelion.org

Fuente en francés : michelcollon.info