Donald Trump ha ordenado apremiar el plan imperial para desestabilizar Venezuela, promover una guerra civil que justifique su intervención militar y tomar el control de la mayor riqueza petrolera del planeta. Hoy da un paso más en su plan de guerra bajo la máscara de la mendaz ayuda humanitariatransportada en aviones militares estadunidenses para tratar […]
Donald Trump ha ordenado apremiar el plan imperial para desestabilizar Venezuela, promover una guerra civil que justifique su intervención militar y tomar el control de la mayor riqueza petrolera del planeta. Hoy da un paso más en su plan de guerra bajo la máscara de la mendaz ayuda humanitaria
transportada en aviones militares estadunidenses para tratar de introducirla por la ciudad de Cúcuta, fronteriza con la nación bajo el régimen chavista.
La violencia del plan imperial de guerra contra Venezuela es directamente proporcional a la amenaza que enfrenta la nación del norte de que su auge petrolero esté llegando a su límite, con los precios actuales del crudo, y se reinicie la declinación de sus reservas de hidrocarburos y disminuya su producción interna.
Estados Unidos es el país de mayor consumo de combustibles fósiles del planeta. Su consumo de representa 20 por ciento del total mundial contra 11 por ciento de China, que con su excesivo consumo ocupa el segundo lugar.1 Precisamente, la declinación de sus reservas en los años sesenta del siglo XX y en su ritmo de producción de crudo a finales de 1970 y del gas a partir de 1973, impulsó a sus gobiernos a poner en práctica un conjunto de acciones que estremecieron el mercado mundial, destruyendo la economía y el tejido social de extensas regiones de Medio Oriente y África.
Frente al talón de Aquiles que era depender 80 por ciento de sus importaciones petroleras de la OPEP, establecieron una alianza con países como Irán, bajo el mandato del sah Reza Pahlevi, para un aumento de petroprecios que favoreciera la explotación de yacimientos en otras regiones, incluyendo su propio territorio.2
Estados Unidos logró optimizar el consumo del crudo en su mercado interno, en particular en la industria, y disminuir su dependencia de la OPEP, pero no logró frenar la declinación de sus reservas. La caída en la rentabilidad para explotar sus yacimientos fue consecuencia del prolongado desplome que atravesaron los precios reales del petróleo que los redujo 83 por ciento en 1998 respecto a 1980.3 Por lo tanto, sus reservas de crudo y gas continuaron declinando llegando, en el caso del gas, a su nivel mínimo en 1993 con 171 trillones de pies cúbicos y, en el caso del petróleo, en 2008, con 19 mil millones de barriles.
Frente a ese panorama de menor disponibilidad, Estados Unidos reaccionó como león herido. En su interior impulsó, aun por encima de su legislación vigente de protección ambiental, la técnica del fracking para recuperar los combustibles fósiles.4 Hacia el exterior fue el eje articulador de todos los eventos violentos y de guerra que se extendieron en regiones petroleras; siempre invocando como pretexto cínicas mentiras y personajes manipulados.
El fracking colocó a Estados Unidos frente a un auge en disponibilidad y producción de reservas de hidrocarburos sin precedente, logrando lo siguiente: a) aumentar las reservas en 2017 a 39 mil 157 millones de barriles y 464.3 trillones de pies cúbicos, respectivamente; b) incrementar la producción de petróleo a finales de 2018 a 11 millones 900 mil barriles por día; c) disminuir las importaciones netas de petróleo a finales de 2018 a un millón 589 mil barriles por día y a disponer, por segundo año consecutivo, de un excedente neto de gas natural para exportación.5
Hoy el interés imperial de adueñarse del control del hidrocarburo de Venezuela tiene entre otros, tres objetivos principales: 1) asegurar un abastecimiento adicional de crudo importado y estratégico como el que ya le suministra Canadá y cubrir desde el continente americano el total de sus requerimientos de importación; 2) provocar un desplome de petroprecios que arrastre a una mayor crisis a todos los países productores y exportadores del combustible, incluyendo a sus aliados
; lo cual alcanzaría a Rusia; 3) colocar bajo el precio de esta mercancía, como sucedió en el cuarto ciclo en la historia del petróleo de 1932 a 1970 y salir de la larga depresión económica que atraviesa.
Francisco Colmenares: Jubilado de Pemex, economista.
Notas:
1 Datos para 2017 del BP Statistical Review of World Energy, junio de 2018.
2 Estados Unidos a través del sah de Irán logró llevar a la OPEP a aprobar las mayores alzas en los precios del petróleo desde el siglo XIX. La revelación del tejido de esta estrategia fue realizada por Zaki Yamani en 2007, mencionando públicamente el nombre de su artífice: Henry Kissinger. Yamani, Zaki, Conferencia titulada OPEP: pasado, presente y futuro
, en Madrid el 21 de noviembre de 2007, dentro del ciclo de conferencias del Real Instituto Elcano.
3 Datos de la serie de precios históricos del petróleo a valor de 2017 publicados por British Petroleum.
4 Método de extracción que consiste básicamente en fracturar mediante agua a presión mezclada con arena y elementos químicos las zonas rocosas del subsuelo en las que están alojadas las reservas de hidrocarburos.
5 El atentado criminal y siniestro a las Torres Gemelas de Nueva York y las instalaciones del Pentágono, el 11 de septiembre de 2001, reconocido por Osama Bin Laden, reclutado por la CIA para operaciones en Afganistán, fue utilizado por el gobierno de George W. Busch para intensificar operaciones intervencionistas de Estados Unidos.
Fuente: http://www.jornada.com.mx/2019/02/22/opinion/014a1pol#