Traducido para Rebelion por Mariola y Jesús María García Pedrajas
Durante 50 años la petrolera Royal Dutch Shell y sus socios del gobierno nigeriano han inflingido la peor contaminación petrolera del mundo a los habitantes del Delta del Río Níger. Ahora, las Naciones Unidas malgastan su menguado prestigio para ayudar a encubrir el enorme crimen medioambiental y de derechos humanos. Según un informe de las Naciones Unidas, el pueblo nigeriano es el culpable de empapar el Delta con entre 9 y 13 millones de barriles de petróleo.
«Las Naciones Unidas han intentando facilitar un encubrimiento corporativo-gubernamental de dimensiones gigantescas»
En julio del año pasado, Amnistía Internacional hizo público un informe que documentaba la enorme degradación de los derechos humanos y el medio ambiente impuesta al pueblo del Delta del Río Níger durante 50 años de prospecciones y producción petrolera. Amnistía Internacional envió una carta a Peter Voser, el recientemente nombrado alto ejecutivo de Royal Dutch Shell, la compañía que domina en los campos petrolíferos del Delta, pidiéndole que «confesara» los «fallos y malas prácticas» tanto de Shell como del gobierno nigeriano. Algo más de un año después, Royal Dutch Shell y el gobierno nigeriano han presentado su respuesta, en la forma de un monstruoso encubrimiento producido en connivencia con una agencia de las Naciones Unidas.
El estudio del Programa Medioambiental de las Naciones Unidas, que fue pagado por la petrolera Shell, rescribe la historia para culpar del 90 por ciento de la contaminación a los vertidos causados por la población local, al robar petróleo perforando los oleoductos, y por el sabotaje de los grupos guerrilleros. La agencia de las Naciones Unidas admite que sólo estudió 300 emplazamientos de vertidos de petróleo de una lista suministrada por la petrolera Shell, y confirmada por el gobierno nigeriano. Las verdaderas dimensiones de la contaminación del Delta del Río Níger son catastróficas, con el equivalente a entre 9 y 13 millones de barriles de petróleo contaminando las corrientes de agua, tierras de cultivo y manglares de la mayor zona pantanosa de África. Esto es al menos el doble del petróleo que se vertió en el desastre reciente del Golfo de Méjico, lo que convierte a Nigeria y Shell en los números uno de los contaminadores a nivel mundial. Ahora los dos super-contaminadores intentan culpar a la gente por sus propios crímenes de medio siglo.
La agencia de las Naciones Unidas está ahora retractándose, afirmando que su estudio no está completo y que no habrá ningún informe hasta principios del año que viene. Las cifras usadas en este estudio, dicen las Naciones Unidas, son responsabilidad del gobierno nigeriano y la petrolera Shell. Si ese es el caso, el estudio no tiene credibilidad de ninguna clase.
«Ahora los dos super-contaminadores intentar culpar a la gente por su propio medio siglo de crímenes.»
Hace 27 años, la propia Nigerian Nacional Petroleum Corporation, hizo notar el «lento envenenamiento de las aguas… y la destrucción de la vegetación y tierras de cultivo por los vertidos de petróleo que ocurren durante las operaciones petrolíferas.» El informe de 1983 declaró que, «desde los comienzos de la industria del petróleo en Nigeria, hace más de 25 años, no ha habido ninguna preocupación ni esfuerzo efectivo por parte del gobierno, mucho menos por parte de las petroleras, para controlar los problemas medioambientales asociados con la industria.» Es decir, hace 27 años, las compañías petroleras y el gobierno ya habían cometido crímenes medioambientales contra el pueblo del Delta del Río Níger durante un cuarto de siglo. Se acepta de forma general que las perforaciones en los oleoductos por parte de la población local y el sabotaje de la guerrilla son fenómenos relativamente recientes.
La petrolera Shell y el gobierno nigeriano no tienen vergüenza. Los residentes del Delta temen que el informe de las Naciones Unidas se use como una excusa para incrementar las operaciones militares del gobierno nigeriano en la región. Hay también buenas razones para temer que los Estados Unidos aprovechen el informe de las Naciones Unidas para añadir una justificación medioambiental a sus actividades militares en expansión en África occidental. Las Naciones Unidas, que fueron una vez la esperanza del planeta, en esta ocasión han intentado facilitar un encubrimiento corporativo-gubernamental de proporciones gigantescas. Pero las pruebas no se pueden ocultar. Rezuman a través de cada escondrijo y grieta del Delta del Río Níger. Y la gente sabe como llegaron allí.
rCR