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Un jazmín revolucionario

Fuentes: Rebelión

Traducido del francés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos


¿Quién hubiera imaginado esto hace unos meses, algunas semanas incluso?

Acabamos de vivir una jornada sin precedentes, ninguna palabra, ninguna expresión puede describir satisfactoriamente lo que está ocurriendo en estos momentos.

El pueblo tunecino ha estremecido al mundo entero alzándose y echando a una dictadura feroz, policial, bárbara y sin escrúpulos; atreviéndose a desafiar este famoso miedo que nos paralizaba, este fatalismo que la oligarquía quería que interiorizáramos para que se dijera que no era posible. Acabamos de dar una inmensa bofetada a todos los observadores internacionales del Banco Mundial o del FMI que desde sus despachos de Washington nos describían como economía modelo. Es un triunfo del pueblo frente a todos los arrogantes, ladrones mafiosos que nos miraban con desdén pensando que siempre íbamos a permanecer pasivos.

Esta revolución marca también un nuevo punto de partida de esta década y manda una fuerte señal tras 2.000 años terribles en los que hemos conocido crisis económicas debidas a un capitalismo liberal salvaje, las guerras imperialistas en Afganistán e Iraq, la masacre de Gaza, una crisis ecológica que nos concierne a todos y empeora cada día. Lo que acaba de realizar hoy el pueblo tunecino es un verdadero mensaje de esperanza. En medio del fatalismo ambiente nosotros hemos demostrado que podíamos cambiar las cosas, que nada era eterno, que era posible invertir la tendencia. Cada ser humano puede identificarse en esta revolución, en particular las poblaciones árabes a las que en adelante debemos apoyar por todos los medios en sus luchas. Podemos estar seguros de ello, los demás dictadores árabes deben temblar viendo que en menos de un mes hemos echado al Noriega tunecino, obligado a huir como una rata. Esto servirá de ejemplo a los argelinos, a los egipcios y a todos los demás, que nos miran con esperanza y desean vernos triunfar; hoy lo saben, ¡sí, otro mundo es posible!

Ésta es la primera revolución del nuevo milenio. La primera revolución popular del mundo árabe. La primera revolución «numérica» que ha demostrado a todas luces el alcance de internet, que no es un mundo tan virtual como parecía. La revolución tunecina, o la «Revolución del Jazmín» como algunos empiezan a llamarla, es la ocasión de construir un nuevo país. Este nuevo país verá el día ante todo y gracias al advenimiento de un nuevo ciudadano que ya se ha formado en la lucha contra la dictadura y que debe continuar su proceso.

En sus escrito Che Guevara evocó ampliamente este periodo que empieza tras la caída de un régimen al que la revolución pone de rodillas. Es el periodo en el que debe aparecer «el hombre nuevo», el que dará forma a la nueva sociedad revolucionaria. ¡Adelante! Todos nosotros, aquí , ahora, inmediatamente, sin esperar a nada ni pedir autorización a nadie debemos empezar esta etapa. Es el tiempo de la generosidad y del espíritu colectivo, debemos ir a reparar todos los daños causados a los edificios, comercios y edificios públicos, y hacerlo espontáneamente. Cuanto más solidarios seamos unos con otros más rápida y eficazmente reconstruiremos esta sociedad. Ya basta de individualismo, basta de cada uno para sí mismo, caminemos de la mano y volvamos a poner en pie nuestro país, tan rico.

Ahora debemos también permanecer vigilantes. Nuestra reivindicaciones tienen que seguir llegando al poder, caben en una consigna: «Trabajo, libertad, dignidad». Dejemos a Ghanouchi y a los dirigentes de la oposición trabajar mano con mano y prepararnos la transición democrática.

Sin embargo, a partir de ahora nosotros decimos solemnemente a quienes quisieran recuperar este movimiento e instrumentalizarlo o a quienes querrían inmiscuirse en él: ¡No! No dejaremos hacer, hemos sufrido demasiado para conseguir la libertad como para volver a perderla. Los tunecinos son inteligentes, entendidos, conscientes de su fuerza y se alzarán al menor golpe bajo. A los hipócritas que le han lamido las botas al poder y hoy cambian de chaqueta, señores, es demasiado tarde, retirénse y déjennos en paz.

Mohamed Bouazizi, tu nombre permanecerá grabado para siempre en la memoria y será el equivalente de Aníbal, de Farhat Hached o de Burguiba en los libros de historia.

No olvidaremos la memoria de todos los mártires muertos por la libertad de su país.

Gracias a todos los opositores que durante años han padecido la tortura, amenazas, sin abandonar nunca.

Gracias a la juventud que a través de internet ha creado una nueva forma de lucha.

Nuestros abuelos que liberaron Túnez deben estar ahora muy orgullosos de nosotros.

Y, sobre todo, no olvidemos nunca estas palabras:

إذا الشعب يوما أراد الحياة

فلا بدّ أن يستجيب القدر

¡Si el pueblo aspira a la vida, el destino debe subordinarse a su voluntad!

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.