En un mundo de creciente pobreza, China se propone construir una sociedad moderadamente próspera para 2020. La meta es mucho mayor que el tiempo disponible y por esa razón las autoridades insisten en que el próximo plan quinquenal (2011-15) es decisivo para realizar las transformaciones necesarias de cara a hacer realidad tan ambicioso objetivo en […]
En un mundo de creciente pobreza, China se propone construir una sociedad moderadamente próspera para 2020. La meta es mucho mayor que el tiempo disponible y por esa razón las autoridades insisten en que el próximo plan quinquenal (2011-15) es decisivo para realizar las transformaciones necesarias de cara a hacer realidad tan ambicioso objetivo en el país más poblado del planeta, próximo a los 1.350 millones de habitantes.
El tema cobró actualidad tras conocerse los resultados de un pleno del Comité Central del Partido Comunista de China, el cual aprobó propuestas para elaborar el documento que regirá los planes de desarrollo socioeconómico de esta nación en los próximos cinco años. La meta llama la atención por muchas razones, máxime cuando se reconoce que uno de los mayores desafíos es reducir la brecha en los ingresos, con una diferencia muy marcada entre las zonas rurales y urbanas, reflejo de una situación histórica común a otros estados.
Cabe recordar que al cierre de 2009, cerca de 36 millones de personas de zonas rurales vivían por debajo de la línea de la pobreza, establecida en 1.196 yuanes (176 dólares) ese año y seis veces superior a la de 1985, cuando se introdujo por primera vez. El total equivale al 3,6% de la población de esas áreas.
En el año 2010, el ingreso per cápita en el campo se situó en 5.153 yuanes (cerca de 800 dólares), con un alza de 8,5% respeto a 2008.
En el caso de las ciudades, éste fue de 17.175 yuanes (más de 2.560 dólares), superior en un 9,8% al del ejercicio anterior.
Las diferencias deben reducirse no sólo en el mencionado indicador, sino también en otros más difíciles.
Las zonas del occidente de China son las más pobres desde el punto de vista socioeconómico y aunque existen planes para impulsar su desarrollo, incluidas políticas preferenciales, todavía queda mucho por hacer.
La reducción de la referida brecha, sólo mediante una mejor distribución de la riqueza, constituye una de las condiciones básicas para garantizar la estabilidad social, siempre necesaria, sobre todo cuando se trata de un país donde conviven 56 etnias.
Y de ellos son conscientes las autoridades al proponerse ese objetivo como uno de los más importantes para la próxima etapa.
Mayor esperanza de vida
Sin embargo, los desafíos en este camino incluyen un fenómeno asociado a los avances de China con su proceso de reformas y apertura: un aumento de la esperanza de vida, con lo cual crece la cifra de personas de la tercera edad, la cual se hace mayor por la baja tasa de natalidad que resulta de la política de planificación familiar.
En números, esto quiere decir que en el próximo quinquenio las personas de más de 60 años de edad sobrepasarán los 200 millones y a partir de 2016, el incremento será significativo.
Una sociedad moderadamente próspera debe incluir la atención a ese sector de la población, con especial énfasis en los servicios sanitarios. Garantizarla es un gran reto, como lo es también facilitar la educación y empleo a los otros sectores.
A todo ello debe hacer frente un país cuyo modelo de desarrollo -todavía muy vinculado a las exportaciones- está obligado a cambiar, incluida una mejora en la eficiencia y ahorro energéticos, también por razones medioambientales.
Los desafíos alcanzan mayor dimensión porque todo debe hacerse en un mundo globalizado, en el que la economía china acaba de convertirse en la segunda del planeta como prueba de su constante avance y vínculos internacionales.
Por esa razón, una crisis como la reciente, de la que todavía muchas naciones están por recuperarse plenamente, puede devenir obstáculo inesperado en este camino.
Sin embargo, para la citada meta no se parte de cero. Debe recordarse que China mantiene un rápido crecimiento económico desde hace años y su mejor exponente es el resultado de 2009, cuando a pesar de ser golpeada por la crisis, la expansión fue de 9,1 %.
Y su exitosa estrategia frente a ese último fenómeno, incluida la creación el año pasado de más de 11 millones de empleos apoyada en un plan de estímulo de 586.000 millones de dólares, constituye otro aval de gran valor.
Con estos antecedentes y retos entrará China en una etapa decisiva en su aspiración de construir una sociedad moderadamente próspera para 2020 como expresión concreta de su desarrollo socioeconómico, que ya sacó a millones de personas de la pobreza.