El señor Dena parece muy simpático. Siempre sonríe. Esta mañana lo conocí en persona en su despacho del Ministerio de la Comunicación, en el tercer piso. Había hablado con él por teléfono varias veces y también me pareció simpático. Pero hoy está agobiado. Tapado por una montaña de solicitudes de acreditaciones de prensa que se […]
El señor Dena parece muy simpático. Siempre sonríe. Esta mañana lo conocí en persona en su despacho del Ministerio de la Comunicación, en el tercer piso. Había hablado con él por teléfono varias veces y también me pareció simpático. Pero hoy está agobiado. Tapado por una montaña de solicitudes de acreditaciones de prensa que se acumulan en su mesa intenta lidiar con los periodistas de todo el mundo que en pocos días han llegado a Bamako. Todos buscan lo mismo, un permiso para poder subir hacia el norte. Y Dena solo tiene dos manos.
La consigna gubernamental es clara. Sin acreditación de prensa no hay posibilidad de salir siquiera de Bamako en dirección a Segou. En el primer control militar de turno, y los hay a decenas, te harían volver para atrás bajo amenaza de ser detenido. Estamos en estado de emergencia desde el viernes. Y las acreditaciones deben ser autorizadas, una a una, por el Ministerio de Defensa. Así que esto lleva su tiempo.
Pero el problema es que Incluso con el dichoso papelito no tienes la seguridad de llegar. Cuatro compañeros están desde el sábado bloqueados en Segou. Y ellos tienen ya la acreditación porque llevan meses en Bamako. Esto sólo significa una cosa: de momento, no quieren testigos ni periodistas pululando por la zona de conflicto. ¿No se preguntan por qué no han visto ni una sola imagen de lo que está pasando en el terreno? ¿Dónde están las víctimas? ¿Los heridos? ¿Los edificios bombardeados? ¿Las tropas en combate?
Las razones pueden ser múltiples y seguramente se puede pensar que se trata de evitar que se produzcan nuevos secuestros o de velar por nuestra seguridad. Pero el resultado es solo uno, se está hurtando la posibilidad de informar y, por tanto, se está atacando a la libertad de prensa y a la verdad. Recuerdo una frase que aprendí en la Facultad (creo que no fue en el bar, pero no estoy seguro) y era que «en las guerras la primera víctima es la verdad». Y en esta, como en otras, se corre este mismo peligro si no llegan los periodistas pronto al frente.
Y si el problema es nuestra seguridad, sólo añadir que cada uno de los periodistas que está en Malí es totalmente consciente de los riesgos que puede o quiere asumir y cada uno llegará hasta donde le parezca razonable en su afán por informar de la manera más veraz y adecuada. Lo que quiero decir es que somos personas adultas. Lo que quiero decir es que no me gusta que nadie me limite en mi deber de informar. Y que mis riesgos son míos y sólo míos. No sé ustedes cómo lo ven
Fuente: http://www.guinguinbali.com/index.php?lang=es&mod=news&task=view_news&cat=3&id=3373