La República Democrática del Congo, o Congo Kinshasa, posee y explota una gigantesca reserva mineral compuesta por cobalto, coltán, oro, cobre, uranio y, además, posee una de las mayores reservas forestales del planeta. Podemos decir que es un país rico. Por otro lado, el desempleo, la pobreza y el hambre transforman al Congo Kinshasa en uno de los peores países del mundo para vivir. Esa inmensa contradicción es posible por la presencia de milicias que impunemente matan todos los días; las tropas de la ONU conocidas como Monusco, que son cómplices directas de la violencia; sucesivos gobiernos dictatoriales como el actual de Felix Tshisekedi, que impone un Estado de sitio en las zonas de mayores conflictos, criminaliza las luchas sociales y no permite siquiera músicas de protesta.
Felix Tshisekedi: un dictador al servicio del imperialismo mundial y sus empresas
Felix Tshisekedi ha actuado como un verdadero árbitro frente a las disputas interimperialistas. Si en algunos países como Zimbabue, el dictador de turno es apoyado por China, o del Chad por Macron, Felix consigue ser un árbitro frente a las disputas y recibir el apoyo de todos ellos. Y como un buen bonapartista, actúa como árbitro y, al mismo tiempo, dictador y opresor de su pueblo.
En la reunión de la COP26, Tshisekedi apareció al lado de los principales dirigentes del imperialismo y sus satélites. Apareció en fotos con Biden, Macron, Boris Johnson, Angela Merkel, etc.
En su reciente visita a Israel recibió el título Honoris Causa de la University of Netanya, compró armas para reprimir al pueblo y se comprometió también con nombrar un embajador para Israel tras un intervalo de dos décadas, abrir una sección comercial en Jerusalén, apoyar a Israel en la ONU, además de apoyar la adhesión de Israel a la Unión Africana como Estado observador.
Internamente, Felix afrontó las más elementales exigencias democráticas al imponer a Denis Kadima para la Comisión Electoral Nacional Independiente (CENI) para conducir las elecciones presidenciales de diciembre de 2023. Las reacciones fueron inmediatas. Millares salieron a las calles protestando contra cómo fue compuesta la CENI. Pero, a diferencia de la elección anterior, la lucha en las calles por elecciones limpias tuvo un elemento adicional: la crisis económica mundial, la pandemia y sus efectos sobre los trabajadores y el pueblo; así, en la manifestación, además de los carteles exigiendo transparencia en el proceso electoral, había también carteles exigiendo el pago atrasado de los profesores en huelga.
Se avecina una crisis política
Mientras el descontento social aumenta, las huelgas son reprimidas y el gobierno de Felix pide a la población apretar el cinturón porque no hay dinero suficiente, hay un fenómeno de enriquecimiento ilícito y desaforado de los políticos. Y todo eso ocurre con el incentivo activo o pasivo de Felix Tshisekedi.
Mientras Tshisekedi y su gobierno intimidan a profesores para levantar su huelga y paga a un profesor U$S 120 por mes, dona 500 jeeps Hyundai Palisades para 500 diputados nacionales, para que estos políticos apoyen su coalición política. Esos jeeps fueron pagados por el erario público. Los diputados en la RDC ganan en un mes el equivalente a diez años de salario de un profesor o un policía.
Pero, mientras Felix enriquece a los políticos, empobrece aún más a los pobres, extrayendo de forma fraudulenta y mensual el equivalente a U$S 7 por año a cada ciudadano, como tasa por el uso de celulares. Observe que hay más de 38 millones de congoleños que usan teléfonos. Ese dinero, que no es impuesto y que no se justifica con ninguna ley, es administrado por una estructura oculta cuyas cuentas no aparecen en ninguna rúbrica de las cuentas oficiales del Estado. Pero, por detrás, está el ministro encargado de Correos y Telecomunicaciones, cuñado del presidente y cabeza de una empresa fantasma llamada 5C Energy.
Pero, es preciso recordar que desde el inicio de su mandato, en marzo de 2019, Felix Tshisekedi había implementado un programa de construcción de infraestructura, administrado bajo su coordinación, que costó más de U$S 400 millones, la mayor parte de ellos desviados. La justicia congoleña organizó juicios públicos, condenó a todas estas personas y, enseguida, las puso en prisión. Curiosamente, Felix Tshisekedi comenzó a firmar resoluciones concediendo perdón presidencial a todos estos ladrones, que fueron liberados de la prisión sin reembolsar un único centavo, lo que muestra que Felix fue el último destinatario de todo ese dinero desviado. En tres años en el poder, Felix hizo cerca de 118 viajes al exterior con delegaciones de más de 50 personas, y que está corroyendo las arcas del Estado. Su gabinete creció de casi 400 personas con Kabila a 1.018 personas hoy, lo que aumenta la carga del Estado.
Y en el presupuesto del Estado, más de 65% de los recursos son destinados al funcionamiento de las instituciones; lo que es una distribución injusta de la riqueza natural. En suma, observamos un enriquecimiento de un círculo privado y familiar de Felix Tshisekedi mientras pide a la población que apriete el cinturón, sea paciente y espere por mejoras salariales para después. Todo esto explica también el endurecimiento y el descontento de la población que, hasta hace poco, creía que la salida de Kabila significaba el fin de un sistema. Por lo tanto, ellos estaban equivocados. El sistema heredado de Kabila siguió su curso con Felix Tshisekedi. Y el inicio de esa percepción está por detrás de las luchas que recién se inician.
La luz al final del túnel
Los meses de setiembre y octubre estuvieron marcados por la entrada en escena de la clase trabajadora organizada. Profesores y trabajadores portuarios salieron a la lucha.
Los profesores hicieron una importante huelga por causa de salarios, adicionales, edades de jubilación, y otras cuestiones. Las instituciones religiosas controlan cerca de 80% de las escuelas primarias, sin embargo, los profesores son pagos por el Estado congoleño.
La huelga expone toda la crueldad del sistema de explotación minera al servicio del capital extranjero. En el inicio de setiembre, el ministro de Educación dijo que 58.000 nuevos profesores primarios serían pagos hasta octubre y el resto sería pago así que los medios estuvieren disponibles, o sea, sigan trabajando y (algún día) llegará el pago de ustedes.
La huelga también explicita el tratamiento que la dictadura de Felix Tshisekedi dispensa a los profesores huelguistas. El ministro de Educación Primaria, Secundaria y Técnica (EPST), Tony Mwaba, amenazó a los huelguistas con que todos ellos podrían ser despedidos.
La otra huelga fue la de los trabajadores de la Société Congolaise des Transports et Ports (SCTP), empresa pública que administra el puerto de Matadi, en razón del absurdo atraso en el pago de salarios: ¡38 meses! Además, los trabajadores luchan contra el desmonte de la empresa y la presencia de puertos clandestinos e ilegales.
Société Congolaise des Transports et Ports actúa en 17 provincias y cuenta con más de 8.000 agentes activos. La huelga comenzó el 15 de octubre y fue radicalizándose a tal punto que el 22 del mismo mes, “centenas de trabajadores de la empresa portuaria estatal invadieron su sede el viernes, quebrando ventanas, quemando muebles y entrando en enfrentamientos con la policía. Esta lanzó gases lacrimógenos contra el predio en la capital Kinshasa, mientras los trabajadores de la Sociedad Comercial de Puertos y Transportes (SCTP) danzaban alrededor de una pila de muebles en llamas en la escalera del frente y tiraban piedras a los policías”.[1]
La huelga siguió radicalizándose y las tropas de la ONU, denominada Monusco, pasaron a monitorear la huelga y, obviamente, a prepararse para reprimir a los trabajadores, tal como hicieron las tropas de la ONU en Haití.
Frente a la enorme presión, el gobierno llamó a negociar a través del ministro de Transportes y Autopistas, Chérubin Okende Senga, apoyado por el paso atrás de la dirección sindical, por lo que los trabajadores aceptaron el pago de apenas dos meses de salario y la vuelta al trabajo.
La importancia de esas huelgas
En primer lugar, es preciso ayudar a los trabajadores a expandir su lucha. Buscar aliados para su huelga, en el país y en el extranjero. De la misma manera que el gobierno se apoya en las tropas de la Monusco para reprimir, nosotros tenemos que buscar a trabajadores de otras partes del mundo para que nos apoyen.
En segundo lugar, y no menos importante, es preciso tomar en cuenta que no es siempre que tenemos huelgas de los sectores más organizados de los trabajadores. Además, los trabajadores en movimiento, en lucha, están siempre más sensibles a los problemas políticos. La huelga quiebra la rutina de trabajo, casa, televisión u otra alternativa. En las luchas, la política comienza a ser vista como algo importante en la vida de los trabajadores. Por ese motivo, nosotros, que nos reivindicamos marxistas, debemos acompañar muy de cerca estas y otras luchas y convidar a esos compañeros que comenzaron a descubrir la política para que vengan a reunirse con nosotros.
Esas huelgas pueden indicar que comenzamos a ver a los trabajadores organizados entrar en escena. Puede ser que estemos comenzando a ver una luz al final del túnel.
Traducción: Natalia Estrada.
Nota:
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