Una antigua responsable de adquisiciones de las Fuerzas Aéreas estadounidenses, Darleen Druyun, fue condenada esta semana a nueve meses de cárcel por haber negociado un contrato para el Gobierno con la compañía aérea Boeing al mismo tiempo que hacía gestiones para su entrada profesional en la empresa, lo que supone una violación de la legislación […]
Una antigua responsable de adquisiciones de las Fuerzas Aéreas estadounidenses, Darleen Druyun, fue condenada esta semana a nueve meses de cárcel por haber negociado un contrato para el Gobierno con la compañía aérea Boeing al mismo tiempo que hacía gestiones para su entrada profesional en la empresa, lo que supone una violación de la legislación sobre conflicto de intereses, según informó hoy la organización estadounidense Corporate Watch (CorpWatch), que señaló que este caso de trato privilegiado por parte de un contratista del Pentágono a cambio de beneficios personales «no es aislado».
Druyun, de 57 años, se encuentra encarcelada en un penal del Golfo de México, en Florida (sureste). Según el tribunal que la juzgó, Druyur había empezado a negociar la posibilidad de entrar en la plantilla de Boeing mientras gestionaba un contrato de 23.500 millones de dólares para el arrendamiento de un centenar de cargueros 767, que permitía a Boeing inflar sus tarifas en 6.000 millones de dólares.
Poco después de concluir las negociaciones, un ejecutivo de la empresa, con sede en Chicago, introdujo a Druyun en la empresa con un salario anual de 250.000 dólares después de jubilarse a finales de 2002.
Druyun pasó gran parte de su vida adulta en el Pentágono, donde cultivó una imagen de hábil regateadora en multimillonarios contratos de defensa. Durante este periodo fue conocida con el sobrenombre de ‘Dragon Lady’. Desde 2000, ganó un gran reconocimiento por otros contratos multimillonarios con la propia Boeing, en la que, según admitió la propia condenada al tribunal, encontraron trabajo tanto su hija como su yerno.
Aunque calificada por los medios como el mayor escándalo del Pentágono en décadas, la historia de Druyun, por la que una empresa privada recibe un tratamiento privilegiado del Pentágono a cambio de beneficios personales, «no es un caso aislado». «Los motivos individuales pueden diferir, pero permanece una constante: contratistas militares con un pie en el Pentágono se implican cada vez más con los burócratas que les dan un trabajo lucrativo», asegura la organización.
«Es una vieja historia», afirma CorpWatch. «Desde hace décadas hay una puerta giratoria constante por la que representantes gubernamentales con brillantes carreras se retiran de forma rutinaria del Gobierno para acceder a empleos muy bien pagados», prosigue. «Al mismo tiempo, directivos de empresas se toman años sabáticos de sus empleos industriales para adquirir posiciones de autoridad en el Pentágono, antes de regresar a sus viejas actividades favoritas», añade.
Algunos de estos contratos «abusivos», afirma la organización, han coincidido con el aumento de los fondos para la llamada «guerra contra el terrorismo», por la cual el Pentágono ha incrementado sus contratos desde los 200.000 millones de dólares de 2000 hasta los 340.000 millones del año pasado.