Una delegación del Partido Comunista de España, acompañada de delegaciones de Izquierda Unida, Podemos y Cátedra China y presidida por José Luis Centella, ha sido el primer grupo europeo en visitar China tras el terremoto de la pandemia.
A despecho de las alarmantes informaciones de la prensa conservadora occidental, siempre dispuesta a mentir y a difamar a China (periódicos y televisiones han insistido en el «fracaso de la política de covid cero» y en que su finalización causaría ¡millones de muertos!), la vida en el país transcurre con normalidad: los ciudadanos llevan mascarillas solo en el transporte público y las calles bullen de animación, sin precauciones, porque pese a la intoxicación informativa servida por los grandes medios occidentales, lo cierto es que ha sido en China donde la mortandad causada por la Covid-19 ha sido menor, gracias a las medidas que adoptó el gobierno chino y al empeño por salvar vidas, en abierto contraste con la catástrofe causada por la pandemia en Estados Unidos o en otros países occidentales.
La energía que desprenden las ciudades chinas es extraordinaria. En Pekín o en Changsha, en Shanghái o en ciudades más pequeñas, la actividad y el trabajo es incesante, devorando los días en una carrera hacia el desarrollo y la modernidad que ha convertido al país más poblado de la tierra en la fábrica del mundo, en el país con mayor número de patentes, en el líder de la transformación ecológica de la economía, y en uno de los focos más relevantes del planeta en investigación, innovación y nuevas tecnologías. China también duerme, pero trabaja sin descanso, y de ello da fe la colaboración con más de ciento treinta países con programas concretos y planes de desarrollo de la nueva ruta de la seda (o la Franja y la Ruta) donde los trabajadores, especialistas e ingenieros chinos desarrollan su actividad.
Los encuentros de la delegación española con dirigentes comunistas chinos han sido numerosos: con Liu Jianchao, el responsable del Departamento Internacional del Partido Comunista de China, con responsabilidad en el gobierno, se abordaron el XX Congreso y las Dos Sesiones (de la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino y de la Asamblea Popular Nacional, el parlamento) de marzo de 2023, sesiones que han dado un nuevo empuje a la modernización, con nuevos proyectos, con el objetivo de la «revitalización» del país, del desarrollo del socialismo, atentos a los problemas del mundo y preocupados por la acción del imperialismo estadounidense y la relación entre China y la Unión Europea. Liu Jianchao remarcó que China no seguirá los pasos del colonialismo y el expansionismo occidentales, y que su acción exterior está basada en la búsqueda de la paz y la colaboración, en el desarrollo económico mutuamente beneficioso para las partes (China ha invertido ya más de 400.000 millones de euros en el ambicioso proyecto de la nueva ruta de la seda, o la Franja y la Ruta) y en consolidar la paz de acuerdo con los principios de la Carta de la ONU.
El encuentro con Li Shulei, el amable y competente ministro de Publicidad y miembro del Politburó del Partido Comunista, que recibió a la delegación española en los salones del gran Palacio del Pueblo, en la plaza de Tiananmén, fue muy relevante. Recordando su visita a España en 2011, Li Shulei citaba a Picasso, Gaudí, a Cervantes, insistiendo en la importancia de los intercambios culturales en el mundo y en la lectura, no en vano es doctor en literatura china moderna, y se mostraba preocupado por la guerra en Ucrania, consecuencia de la irresponsable expansión de la OTAN y por el obsesivo empeño por la hegemonía que muestra Estados Unidos. Li Shulei, que despliega una notable competencia y actividad en las cuestiones culturales, el cine, internet, los nuevos movimientos, la importancia del fortalecimiento ideológico de los comunistas, presentó en la Asamblea Popular Nacional un brillante informe sobre los acuerdos del XX Congreso del Partido Comunista, sobre la construcción de un país socialista moderno, defendiendo con rigor el socialismo con características chinas y la necesidad de seguir fortaleciendo el partido.
También hubo encuentros de sumo interés con la dirección del Partido Comunista de la provincia de Hunan, donde nació Mao Zedong, y con los dirigentes de Shibadong, la pequeña localidad que sirvió de experiencia piloto para el ambicioso plan aplicado después que ha terminado con la pobreza en China, uno de los logros más importantes de la historia de la humanidad. Además de entrevistas e intercambios con la dirección y los profesores de Shanghái Party Institute of CPC, la escuela de formación del Partido Comunista en Shanghái, donde trabajan más de cuatrocientos profesores, formando cada año a decenas de miles de responsables locales del Partido, una tarea a la que China otorga una gran atención. El encuentro de la delegación con la vicedirectora, Mei Lihong, y las intervenciones de los profesores Wang Gonglong y Zhao Gangyin, sirvieron para constatar la competencia, el rigor y la alta calidad de las investigaciones y el trabajo de la escuela. No en vano, el Partido Comunista de China ha alcanzado ya los noventa y siete millones de miembros, y cada año solicitan su ingreso un millón de nuevos militantes.
La delegación se entrevistó también con responsables del SIIS, el Shanghái Institutes for International Studies, que fundó Zhou Enlai en 1949, y que preside ahora Chen Dongsiao. Sus miembros investigan sobre los cambios en el mundo, impulsan los intercambios internacionales, difunden trabajos sobre la seguridad, el desarrollo, la necesaria confianza entre distintos países para consolidar la paz y la amistad. Se han asumido compromisos concretos de colaboración entre China y España en distintos ámbitos, que deberán desarrollarse.
En la ciudad de Changsha, una urbe casi desconocida en Occidente y que cuenta con siete millones de habitantes, la delegación visitó la gigantesca empresa SANY, una de las mayores del mundo, con 50.000 trabajadores, que fabrica maquinaria pesada, excavadoras, equipos para el trabajo portuario y minero, grúas gigantescas, que son capaces de servir a todos los continentes, como demostraron en su crucial apoyo a Japón durante el desastre nuclear de Fukushima o en el rescata de los mineros chilenos que habían quedado atrapados a setecientos metros de profundidad. También visitó la empresa COMAC, una fábrica de aviación civil que cuenta con 16.000 trabajadores, entre ellos cuatro mil ingenieros dedicados exclusivamente a la investigación. Sin olvidar las visitas que realizó la delegación española a la humilde casa donde nació Mao Zedong, en Shaoshan, y al museo cercano donde se recuerda la epopeya revolucionaria; las hermosas ciudades de Qianzhou, en Jishou, y de Fenghuang, donde se muestra la nueva China que guarda su patrimonio histórico y su riqueza cultural, restaurando la herencia de su historia milenaria y acompañándola del nuevo y vigoroso desarrollo. No podía faltar la visita a la calle de Shanghái donde se celebró el primer Congreso del Partido Comunista de China, en la concesión francesa, cuando la infame ocupación colonial en la ciudad había creado esos recintos cerrados donde se prohibía la entrada «a perros y a chinos». China no olvida el siglo de la humillación ante el imperialismo occidental, pero no se ha envuelto en el rencor y avanza en todos los terrenos, hasta el punto de que su economía, examinada con los criterios de la PPA, paridad de poder adquisitivo, es ya la primera economía mundial, e insiste en la paz, en la cooperación, en la construcción del socialismo.
Cuando en 1921 trece trabajadores chinos se reunieron clandestinamente para crear el Partido Comunista de China en un viejo almacén en Shanghái, dentro de la concesión colonial francesa, acompañados de dos delegados de la Internacional Comunista que se había fundado apenas dos años antes en Moscú, nadie podía imaginar que iniciaban un largo viaje que atravesaría la guerra contra el Japón fascista, la Segunda Guerra Mundial, la guerra civil y la victoria contra el ejército del gobierno nacionalista de Chiang Kai-shek. De aquellos trece fundadores del Partido, solo dos sobrevivieron a las penalidades y a la larga marcha para asomarse desde la Puerta de la paz celestial en la plaza de Tiananmén el 1 de octubre de 1949. Eran Mao Zedong y Dong Biwu. Ese día, Mao proclamó la República Popular China y anunció al mundo que el pueblo chino se había puesto en pie.
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