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Vuelta a Redeyef, crisol de la revolución tunecina

Fuentes: LE MONDE MAGAZINE

Traducido por Guillermo F. Parodi y revisado por Caty R.

La máquina de escribir calcinada yace sobre la acera, con sus brazos torcidos tendidos hacia el cielo. No se ha movido desde hace un mes, delante de la comisaría, en la que cumplía su función hasta el día de la revolución tunecina, el 14 de enero. No había ordenador en la comisaría de Redeyef. En la actualidad incluso ya no hay policías. En las oficinas abandonadas, donde el humo ennegreció los mosaicos, flota aún un olor amargo. Sobre el mostrador, alguien escribió: «Partieron, perros roñosos.»

La comisaría es el único edificio que los protagonistas de la «revolución del jazmín» saquearon en Redeyef, con 30.000 habitantes, la principal ciudad de la cuenca minera de Gafsa. Está vacía. Los policías partieron sin decir palabra. En este burgo comenzaron, en enero de 2008, los motines contra la Compañía de Fosfatos de Gafsa (CPG), preludio de un largo movimiento social. El más duro desde los motines del pan, en 1984.

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La fábrica de fosfato de Redeyef y las minas de la región de Gafsa vieron nacer el movimiento social de 2008.

Ulrich Lebeuf / Myop para «Le Monde Magazine»

La represión del régimen Ben Ali fue despiadada: tres muertos, cientos de detenidos, semanas de interminables procesos en Gafsa, sede de la gobernación (división territorial en Túnez y otros países, NdT.), que acabaron en duras penas de prisión el mes de diciembre siguiente. Acudieron abogados de todo Túnez. Un año de rebelión, cuyo fuego sólo pedía ser avivado. En Redeyef, corazón de la protesta, cada habitante tiene la convicción que la revolución tunecina comenzó allí…

Sólo hay que recorrer una centena de metros para encontrar la fábrica de fosfato. Una maraña gigantesca de pasarelas, bombas y tolvas que funciona las veinticuatro horas del día. La arquitectura del edificio administrativo data de la época colonial. Por otra parte fue un francés el que descubrió el primer yacimiento en 1885. En la actualidad, casi todos se explotan a cielo abierto, como el situado a 20 kilómetros de Redeyef. Un paisaje lunar y grandioso en el borde del Sahara, donde las excavadoras se mueven en una especie de danza. De este oro marrón, cubierto de un polvo blanco, se hacen abonos, detergentes, ladrillos e incluso cosméticos… Aunque ahora se descubrió que son la causa principal de las «mareas verdes», las algas mortales.

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La fábrica de fosfato de Redeyef, en Túnez

Ulrich Lebeuf / Myop para «Le Monde Magazine»

En todo caso los habitantes de Redeyef no necesitan que les cuenten historias de lucha de clases. En 1937 las autoridades del protectorado francés ya reprimieron salvajemente una huelga de los mineros: 17 muertos. La filósofa Simone Weil se conmovió y escribió con una áspera ironía, en pleno Frente Popular, un texto titulado «la sangre corre en Túnez«. A pesar del pavor que le inspiraba la perspectiva de una guerra, «esta guerra podría, escribía en marzo de 1937, servir de señal de partida para la gran venganza de los pueblos coloniales para castigar nuestra despreocupación, nuestra indiferencia y nuestra crueldad».

Hafnaoui Ben Othman descubrió la crueldad gracias a los policías tunecinos. Titular de una maestría en letras y  Civilización Árabe de la Universidad de Kairouan, no trabajaba para el CPG (Compagnie de Phosphates de Gafsa, Compañía de Fosfatos de Gafsa, NdT.), principal proveedora de empleos de la región. Como militante político y sindical (al principio en la Unión General de estudiantes de Túnez, después en la Unión Tunecina del Trabajo, UGTT) sólo podía ser solidario con la revuelta de los mineros.

La chispa provino de un concurso para contratación de personal a principios de 2008 -una oferta rara, en un mercado laboral deprimido. Las bajas por jubilación no sustituidas, la mecanización creciente del trabajo, se habían añadido al marasmo creado por el final progresivo del embargo contra Libia. Ya que, hasta los años 2000, la violación de esta prohibición había creado un comercio paralelo en el sur tunecino. Mil candidatos se abalanzaron sobre los 80 puestos.

Al anuncio de los resultados, Redeyef y las otras tres ciudades mineras de la cuenca -Moularès, Al-Mdilla, Metlaoui- ardieron de indignación: los notables de la región y los allegados al partido del poder, la Reagrupación Constitucional Democrática (RCD), se habían repartido los puestos. Un ejemplo entre otros de la corrupción, el favoritismo y el nepotismo habitual bajo Ben Alí.

Violencia policial

Realmente Hafnauoui no había faltado a ninguna manifestación. Tanto más que con su diploma de estudios no había podido más que abrir un pequeño negocio de limpieza. Descartado de los Capes (Concursos para obtener el certificado de aptitud para profesorado secundario, NdT.) por razones políticas, nunca ha podido enseñar. Las detenciones comenzaron el 14 de junio. Antes, 10.000 policías se habían desplegado en la ciudad, librándose sin vergüenza alguna a distintas exacciones y saqueos. «Rompieron todas las tiendas, robaron las mercancías, las tarjetas de teléfono, las prendas de vestir, el tabaco, rompieron los refrigeradores, los escaparates, tomaron el dinero», cuenta atropelladamente Hafnaoui.

Este hombre de 37 años relata a continuación en un tono neutro todas las torturas a las que fue sometido. Sentado en el negocio de vaqueros de su hermano Mohamed, abierto a la calle, no deja de mirar hacia afuera, por donde pasean jóvenes en charentaises (especie de pantuflas de fieltro originarias de la región de Charente, Francia. NdT.) -las zapatillas de deportes son demasiado caras-. «La policía política me detuvo entre Sidi Bouzid y Gafsa. Conocía todos mis movimientos ya que mi teléfono estaba intervenido», comienza. Llevado a la gendarmería de Gafsa, fue desvestido, colgado de los brazos, molido a golpes y a descargas eléctricas, durante seis días, antes de ir a prisión.

«Escribieron informes completamente falsos, que me obligaron a firmar. El juez vio las señales en mí. No dijo nada», continuó En el primer juicio, lo sentenciaron por 10 años por… terrorismo. Hubo 360 condenados en total, en las cuatro ciudades mineras, de los que 160 eran de Redeyef. Gracias a una movilización más allá de Túnez, les rebajaron las penas. Pero Hafnaoui de todas maneras estuvo recluido un año y medio en condiciones muy duras y trasladado de un establecimiento penitenciario a otro para castigar también a su familia. Su hermano desliza: «Cada vez que iba a verle vaciaban el locutorio y escuchaban todo. Yo no sabía qué decir». Su padre murió el 10 de diciembre de 2008. Hafnaoui no recibío autorización para asistir al entierro, a pesar de que la ley se lo permite a los detenidos.

Bajo la presión de la Liga Tunecina de los Derechos Humanos, de los abogados, de los políticos de la izquierda internacional y en particular francesa, la mayoría de los presos de la cuenca minera fueron finalmente liberados en noviembre de 2009. «Pero todo el mundo ha pasado por una situación penosa, testimonia el ex detenido. Los profesores no fueron reintegrados, los parados no obtuvieron pasaporte. «¿Cuántas familias fueron deshechas en este Túnez que se encontraba a mil de leguas de la democracia?

Sin embargo, no hubo violencia en Redeyef durante la «revolución del jazmín». La UGTT tuvo cuidado para evitar desbordes. El local del RCD, el ex partido en el poder, fue desocupado, pero permanece intacto. Apenas se ve sobre algunas paredes de la ciudad la pintada que corrió como un imperativo de una revolución árabe a la otra: «RCD ¡fuera!» Sólo el destinatario es intercambiable

Celebridad sindical

«No hay ningún interés en el vandalismo. Es nuestra responsabilidad lo que ocurre, desde la salida de Ben Alí «, afirma a Adnane Hajji con una voz baja, un poco cansada. El carismático líder del UGTT ha llevado al límite de las fuerzas al movimiento, arengando a la muchedumbre todos los domingos desde el local del sindicato. Ya era el líder de la rebelión de 2008. Es famoso en toda la región e incluso más allá. El Gobierno provisional le propuso ser Secretario de Estado. Se negó.

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Adnane Hajji, líder carismático del sindicato UGTT, dirigió la revuelta de 2008. Fue encarcelado varias veces y trasladado de prisión a prisión.

Ulrich Lebeuf / Myop para «Le Monde Magazine»

«Aún no se ha encontrado el camino para encuadrar la revolución. Los partidos políticos son débiles. La izquierda es débil. La UGTT no es suficiente. La posición del comité ejecutivo no es estable», explica. Él también ha estado en prisión, ha sido hostigado. Es un hombre alto, acostumbrado a vivir como opositor en una dictadura. La entrada de su despacho, guardada por un coloso con bigotes, no tiene picaporte: sólo se abre con una llave o desde el interior. Su vivienda tiene vigilancia día y noche.

Sobre las paredes de la modesta pieza de trabajo, las figuras tutelares del sindicalismo obrero: Farhat Hached, asesinado en 1952 por «La mano roja», grupo armado francés que operaba en África septentrional, en particular contra los independentistas; Ahmed Tlili, personalidad del nacionalismo tunecino, gran partidario de los obreros de la cuenca minera, que Hajji piensa que fue envenenado por Bourguiba; Mohamed Alí El Hammi, fundador del sindicalismo en Túnez, perseguido por las autoridades francesas y muerto en 1928 en un misterioso accidente de tránsito…

Cuando abrió la puerta, su portátil se puso a emitir la canción: «Hasta siempre comandante Che Guevara…». La coincidencia podía hacer sonreír. Luego se sentó y comenzó a hablar: su mujer, a causa del agotamiento debido a los incesantes viajes a las distintas prisiones donde alojaban a su marido, añadido a las molestias de la policía, perdió el riñón -donado por su marido- que le había sido trasplantado en 2001; está bajo hemodiálisis.

Habló de esta región desheredada, de la que ni Bourguiba ni Ben Ali se preocuparon mientras que se erosionaba el a simple vista la cesta del fosfato. Describió la influencia de la Compañía de Fosfatos de Gafsa sobre las tierras, la especulación, la corrupción, la delación. Los planes de protección siempre anunciados y nunca aplicados. Manifestó su esperanza de una unión entre lo que queda de los partidos democráticos en Túnez: «Es necesario que encuentren un terreno favorable para trabajar juntos. Es el momento. Corremos el riesgo de que se pase el momento».

Deserción política

La situación reviste un carácter casi cómico en Redeyef. El ayuntamiento está desierto, el alcalde se esconde en su casa. Cuando los habitantes necesitan algún documento administrativo, en esta ciudad sin fuerzas del orden ni funcionarios desde el 14 de enero, van a su domicilio y llaman a la puerta. Su mujer abre, toma el documento y lo devuelve firmado un poco más tarde.

Abdelnasser Bouhali, de 40 años, se mueve arrastrando los pies, viste un buzo y ha olvidado afeitarse. Sabe que no terminará su tercer mandato, que comenzó en mayo de 2010. «No voy ya al ayuntamiento. La gente quiere a otros dirigentes «, dice, con aire distante. Este médico, que también es senador, informa de que la delegación (equivalente de la subprefectura) está vacía y que se cambió a todos los gobernadores. «Yo también estoy a favor del cambio, por un nuevo Túnez, por la libertad», dice animado. Repite mecánicamente, al menos tres veces: «Homenaje a los mártires de la revolución!»

El quid de la cuestión, son sus administrados: todos saben que trabajaba con la policía política, que manejaba nombres. En el momento de las grandes manifestaciones Redeyef ya había tenido un episodio caliente. El alcalde se había refugiado en un locutorio telefónico, rogando al comerciante atrancar la puerta. Este último siente un gran placer contando la anécdota. Los vecinos se divierten.

Ayer miembro del RCD, con dos mandatos a cuestas, se vuelve patético, cuando mendiga: «Quiero vivir aquí, no seré más que un médico». Su francés se enreda, habla mejor el inglés, la lengua de sus estudios en Bagdad. Como muchos médicos, ingenieros y profesores, estudió en Irak en los años ochenta -Saddam Hussein era un modelo. Redeyef y a Kasserine se reconocen como ciudades ideológicamente vinculadas al partido Baas. «Allá, justifica, decían que los árabes deben ayudar a los árabes.»

Acepta que le tomen una fotografía a condición de cambiarse. Vuelve con una chaqueta y una corbata, pero conserva el buzo como pantalón. El alcalde pide naturalmente que la toma no registre el buzo. Su inconsciente se refleja en su indumentaria que habla por él. Masculla, sobre su pasado y sobre todo sobre su futuro: «En todas las personas, hay cosas buenas y cosas malas.»

El 17 de marzo, está previsto que termine la interinidad del Presidente Foued Mebazaa, autorizado a gobernar por decreto. Según el artículo 57 de la Constitución, tiene dos meses para organizar elecciones legislativas -mientras que el Primer Ministro interino Mohammed Ghannouchi arrojó la toalla el 27 de febrero-. Adnane Hajji destaca la urgencia de la situación: «Pedimos una Asamblea Constituyente para que esta revolución logre sus fines. Es frágil y está amenazada», sostiene. Juzga muy peligrosa la ausencia total de Estado, la casi desaparición de los servicios comunales, garantizados bien que mal por los ciudadanos.

Hafnaoui Ben Othman por su lado va más allá: «Se intentaba desde 2008 desencadenar esta revolución. Estamos muy contentos que por fin haya salido bien y fuimos la piedra angular. Pero está lejos de haber acabado.»

Una libertad muy nueva

Con los cinco dedos de una mano enumera los objetivos a lograr: eliminar la corrupción, juzgar los policías que torturaron y mataron, impulsar al CPG a crear empleos, disolver el RCD, crear una justicia independiente. Ah, olvidó un sexto, que se apresura a enunciar sonriendo: «La libertad de expresión y medios de comunicación.» Es muy reciente libertad, aún frágil, de la cual cada uno se maravilla cada día.

Para Ridha Raddaoui, abogada de Gafsa y defensora de los huelguistas de 2008, la libertad no tiene precio. Todavía el 6 de enero, el fiscal había dado órdenes a la policía, de rasgar la vestimenta de los abogados y atosigar a las mujeres abogadas. En Gafsa, el despliegue de policías y militares armados sigue siendo impresionante. Es imposible atravesar la línea de alambres de púa. Es necesario dar una gran vuelta para llegar al lugar en el que los abogados están reunidos para marchar a manifestarse en Kasserine. Y cuando se pregunta a un militar dónde se encuentra el tribunal, éste responde sin pestañar… ¡que no hay tribunal en Gafsa!

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En Gafsa, los policías y militares son omnipresentes.

Ulrich Lebeuf / Myop para «Le Monde Magazine»

Hasta el 14 de enero, un policía seguía todos los días y por todas partes a la señora Raddaoui. «Asistía incluso a mis alegatos orales. Y a veces me decía: ‘¡Estuvo formidable!’ » Yo era su ocupación… » Ahora cuando se cruzan, el policía huye. Para un abogado, sin los pleitos de Gafsa, sin la huelga de los mineros y de toda una población en estado de resistencia, el 14 de enero habría sido quizá un día al igual que otro en la dictadura de Ben Alí. «Pero la cuenca minera forjó el smic (salario mínimo interprofesional de crecimiento, en Francia. NdT.) político de la revolución.»

Hace dieciocho meses, entre los comentarios dejados sobre los vídeos de las manifestaciones de Redeyef, aún visibles en Dailymotion, se podía leer este post: » ¡Fuera Ben Ali! Tras la marcha, es necesario pasar a la revolución». Premonitorio. E insuficiente.

Referencias

5 enero 2008: Los disturbios estallan en cuatro ciudades de la cuenca minera de Gafsa a causa de contrataciones teñidas de nepotismo. Obreros, desocupados, estudiantes secundarios y habitantes multiplican las huelgas y las acciones. El movimiento se extiende y perdura.

7 abril: Para retomar el control, las autoridades arrestan a una treintena de sindicalistas que liberaron a mediados de abril. Luego la ola de represión se acentúa.

6 junio: La policía abre fuego sobre los manifestantes, dejando 2 muertos y 37 heridos.

Junio-julio: Son encarceladas más de 300 personas. Se denuncian casos de tortura.

Diciembre: Son juzgados 38 líderes, sobre todo sindicalistas. Algunos son condenados a 10 años de prisión, culpables por «asociación ilícita» y «rebelión armada».

Noviembre 2009: Bajo presión, la mayor parte de los prisioneros se benefician de una liberación condicional.

17 de diciembre de 2010: Mohamed Bouazizi se quema a lo bonzo en Sidi Bouzid. Las protestas parten de allí propagándose por todo el país.

14 de enero de 2011: Ben Alí abandona el país. El gobierno interino debe organizar elecciones libres dentro de los dos meses siguientes.

18 febrero 2011: Son reincorporados cinco profesores de Redeyef, entre los que se encuentra Adnana Hajji.

Fuente: http://www.lemonde.fr/week-end/article/2011/03/04/retour-a-redeyef-creuset-de-la-revolution-tunisienne_1488163_1477893.html

rCR