Las manifestaciones masivas y la ocupación del Capitolio en Madison, Wisconsin, señalan el final de tres décadas de pasividad de los sindicatos. Esta lucha ha despertado un nuevo activismo, una resistencia y una solidaridad del movimiento laboral, de comunidades y de estudiantes que no se ha visto en este país en muchas décadas. Los banqueros […]
Las manifestaciones masivas y la ocupación del Capitolio en Madison, Wisconsin, señalan el final de tres décadas de pasividad de los sindicatos. Esta lucha ha despertado un nuevo activismo, una resistencia y una solidaridad del movimiento laboral, de comunidades y de estudiantes que no se ha visto en este país en muchas décadas.
Los banqueros y los patronos continúan avanzando sin descanso en una dirección derechista, antiobrera y antipopular. Los títeres de las corporaciones en las cámaras estatales de todo el país están empeñados/as en recortar los presupuestos y en atacar a los/as empleados/as públicos/as, la educación y los servicios sociales. Pero las bases populares se están moviendo en dirección opuesta -en dirección de la resistencia. Wisconsin fue sólo el primer paso. El conflicto creciente entre estas dos fuerzas opuestas de clase se dirige hacia un renacimiento amplio de la lucha de clases.
La intransigencia de quienes recortan el presupuesto está empujando a todos los sectores de las masas en la dirección de forjar una lucha unitaria. Toda la población obrera -empleada y desempleada, organizada y no organizada, joven y de tercera edad, homosexual y heterosexual, discapacitada, inmigrante, documentada e indocumentada- es marcadamente objetivo de esta nueva etapa de austeridad capitalista. El Washington Post sintetizó esto el 25 de marzo: «Por todo el país, gobernadores/as y legisladores/as se están moviendo para reducir el salario y los beneficios de los/as trabajadores/as gubernamentales a nivel estatal y local, privatizar una amplia gama de servicios e instalaciones públicas, y reducir drásticamente los fondos estatales para programas que anteriormente eran intocables, incluyendo escuelas públicas, universidades y beneficios por desempleo. Pretenden cerrar las brechas en el presupuesto que en total se proyectan en unos 125 mil millones de dólares el año que viene».
Planean tomar 125 mil millones de dólares del pueblo para entregarlos a los bancos y los accionistas que exigen la devolución de la deuda estatal y municipal. Estos parásitos millonarios y multimillonarios que viven del erario público fueron rescatados con millones de millones de dólares durante la crisis financiera. Y continúan robando, aún cuando la crisis del desempleo, la crisis de bajos salarios, la crisis hipotecaria, la crisis de hambruna y la crisis en los cuidados de salud aumentan el sufrimiento y las penurias de decenas de millones de personas.
Las protestas y la solidaridad continúan
El gobernador Scott Walker en Wisconsin es su agente. Pero Walker y sus secuaces no contaban con la huelga que por tres días tuvieron los/as maestros/as en Madison, seguida por sus alumnos/as. No contaban con la ocupación del Capitolio por dos semanas. Y los banqueros no esperaban que decenas de miles de trabajadores/as que llegarían desde todos los rincones del país para apoyar la lucha de Wisconsin. Tampoco esperaban que decenas de miles de sindicalistas y sus partidarios/as se manifestaran en solidaridad en múltiples ciudades, grandes y pequeñas por todo el país, y que a la vez lucharan contra quienes les recortaban los presupuestos.
Las manifestaciones de solidaridad y resistencia han tenido lugar en casas de gobierno y edificios gubernamentales en los estados de Ohio, Indiana, Michigan, Missouri, Pennsylvania, Tennessee, Nueva York, Illinois, Iowa, Rhode Island y Florida -todas en el último mes. Y no están disminuyendo. Unas 15.000 personas se manifestaron en Los Ángeles el 26 de marzo, Sábado de Solidaridad. Mahlon Mitchell, el dirigente de la Asociación de Bomberos del Estado de Wisconsin y primer presidente negro de ese sindicato -que ha desempeñado un papel destacado en la lucha- fue uno de los oradores principales en la protesta, junto a muchos otros dirigentes sindicales.
En Nueva York, miles de manifestantes se congregaron el 24 de marzo frente a la Alcaldía y marcharon a Wall Street para protestar los recortes presupuestarios de $132 mil millones por el gobernador demócrata Andrew Cuomo y para expresar solidaridad con Wisconsin. Aunque es sólo un comienzo, fue importante porque al igual que Los Ángeles, Nueva York es un bastión de la clase trabajadora multinacional en un estado altamente sindicalizado. La manifestación fue una alianza entre sindicatos, estudiantes y organizaciones comunitarias.
Sindicatos y activistas estudiantiles y comunitarios/as en Wisconsin continúan la lucha después de la aprobación ilegal del proyecto de ley anti sindical de Walker. Los/as maestros/as en el vecino estado de Michigan han sido informados/as por su sindicato que deben comenzar a ahorrar en caso de que se declare una huelga -lo que sería ilegal de acuerdo con la ley antisindical en Michigan.
Los sindicatos se convierten en «centros de organización de la clase trabajadora»
Nadie puede predecir cómo evolucionará esta nueva etapa de la lucha. Lo que es cierto es que Wisconsin ha puesto en marcha una nueva fase de activismo y solidaridad sindical. Por otra parte, activistas y organizaciones comunitarias que han estado luchando por años, conscientemente han identificado sus causas con la de los derechos de los/as trabajadores/as del sector público y los sindicatos. Lo mismo puede decirse de los/as activistas y organizaciones estudiantiles. Todos/as entienden el poder potencial de la clase trabajadora organizada y se están intentando unir en la práctica.
Este es un paso en la dirección de un concepto más amplio de la lucha de clases. Ojalá que sea adoptado plenamente por los sindicatos, especialmente por los/as dirigentes de base, que buscan construir el frente más fuerte de la lucha.
La dirección que el movimiento tome, fue recomendada nada menos que por Karl Marx en 1866, en su famoso discurso de la Primera Internacional sobre «El futuro de las Uniones»: «Aparte de sus propósitos originales, deben ahora aprender a actuar deliberadamente como centros organizadores de la clase trabajadora ante el magno objetivo de su completa emancipación. Deben apoyar a todo movimiento social y político en esta dirección. Considerándose y actuando como los campeones y representantes de toda la clase trabajadora, tienen el deber de llevar a sus filas a los obreros no asociados (non-society men). Deben preocuparse solícitas por los trabajadores de las ramas más miserablemente retribuidas, como, digamos, de los obreros agrícolas, que, vistas las circunstancias excepcionales, se ven privados de toda capacidad de acción. Los sindicatos deben mostrar a todo el mundo que no luchan por intereses estrechos y egoístas, que su objetivo es la emancipación de los millones de oprimidos». (Citado en Goldstein, El capitalismo de bajos salarios, World View Forum, 2008).
Marx apuntó hacia una visión amplia y global del movimiento sindical, un movimiento social que una las luchas de todos/as los/as explotados/as y oprimidos/as. Esta es la orientación hacia la que todo/a activista y marxista revolucionario/a debe moverse.
Esta nueva etapa no es un acontecimiento temporal. Está impulsada por fuerzas profundas. Este autor escribió en El capitalismo de bajos salarios: «La globalización, la reestructuración capitalista, las dificultades del capitalismo de bajos salarios y el aumento del racismo y la opresión nacional están creando la base material para una nueva era de rebelión y de unidad de clase. A medida que la clase trabajadora se empobrece, la proporción de trabajadores/as afro-americanos/as, latinos/as, asiáticos/as, mujeres, lesbianas, gays, bisexuales y trans, ha aumentado. Al mismo tiempo, los/as trabajadores/as blancos/as también se han empobrecido».
Estas fuerzas reaccionarias están «destruyendo la base de colaboración de clase y compromiso de clase con los patronos. Estos cambios están creando las bases para la construcción de un amplio movimiento de la clase trabajadora que luche por la clase trabajadora multinacional en su conjunto (…). Las bases del movimiento obrero se verán obligadas por las nuevas condiciones, de imponerse y ejercer liderazgo en la lucha. Tal movimiento, ya que tiene sus raíces en las comunidades de la clase trabajadora y los/as oprimidos/as, será capaz de ir más allá del sindicalismo estrecho que se limita a la negociación de salarios y condiciones, y luchará por la justicia económica, social y política en todos los frentes en la lucha contra el capitalismo, y en última instancia, en contra de la misma condición de esclavitud asalariada».