De los cinco nombramientos de altos funcionarios internacionales realizados por Paul Wolfowitz en sus dos años en la presidencia del Banco Mundial, tres correspondieron a miembros de gobiernos que apoyaron la guerra de Estados Unidos contra Iraq. La última de esas designaciones se registró el mes pasado. Se trata del nuevo vicepresidente para Asuntos Externos […]
De los cinco nombramientos de altos funcionarios internacionales realizados por Paul Wolfowitz en sus dos años en la presidencia del Banco Mundial, tres correspondieron a miembros de gobiernos que apoyaron la guerra de Estados Unidos contra Iraq.
La última de esas designaciones se registró el mes pasado. Se trata del nuevo vicepresidente para Asuntos Externos del Banco, el ex viceprimer ministro de Jordania Marwan Muasher.
Muasher fue el embajador jordano en Estados Unidos en 2002, el año anterior a la invasión, y jugó un papel clave en asegurar la cooperación de su país en la operación iniciada el 20 de marzo de 2003, según diversas versiones.
Durante la invasión y después de ella, primer como ministro de Relaciones Exteriores y luego como viceprimer ministro, era considerado uno de los principales aliados de Estados Unidos en el cada vez más hostil mundo árabe.
Nueve meses antes de designar a Muasher, Wolfowitz nombró a la ex canciller española Ana Palacio como vicepresidenta del Banco Mundial. Cuando integraba el gabinete del ex presidente del gobierno español José María Aznar, fue una de las principales defensoras de la invaisión a Iraq.
España aportó 1.500 soldados a la ocupación del país del Golfo Pérsico o Arábigo.
También en junio de 2006, Wolfowitz nombró al ex ministro de Finanzas de El Salvador Juan José Daboub como uno de los dos directores gerente del Banco.
Daboub también fue el jefe del equipo del ex presidente salvadoreño Francisco Flores, cuyo gobierno envió casi 400 soldados a Iraq, más que cualquier otro país en desarrollo integrante de la «coalición de los dispuestos».
Numerosas organizaciones no gubernamentales, ex altos funcionarios del Banco Mundial y el sindicato de la institución piden hoy la renuncia de Wolfowitz por favorecer, de manera impropia, a su novia, Shaha Riza, con un aumento de salario y una transferencia al Departamento de Estado (cancillería) estadounidense.
Wolfowitz, quien asumió la presidencia del Banco en junio de 2005, ha sostenido que su rol como subsecretario (viceministro) de Defensa de Estados Unidos desde 2001, cuando comenzó el gobierno de George W. Bush, no influiría en sus decisiones al frente de la institución multilateral.
El actual presidente del Banco fue uno de los principales ideólogos de la invasión a Iraq, y ha asegurado que sus pedidos de renuncia están motivados por el sentimiento antibélico de quienes los formulan..
Pero la insistencia de Wolfowitz en contratar a un nuevo director residente del Banco Mundial en Iraq y los intentos de encubrir el hecho de que un funcionario de la entidad fue herido en ese país el mes pasado, corren en sentido contrario a esas declaraciones.
Por otra parte, Wolfowitz contrató para cumplir funciones en el Banco a numerosos dirigentes del gobernante y derechista Partido Republicano estadounidense, ninguno de ellos con experiencia en cuestiones de desarrollo. Muchos de ellos trabajaron con él en cuestiones iraquíes.
«Paul Wolfowitz usó su cargo para recompensar a gobiernos y personas que ayudaron a Estados Unidos en la guerra de Iraq», dijo el director del Programa Estratégico de la organización no gubernamental New America Foundation, Steven Clemens.
«Es una manera completamente irresponsable de dirigir una de las instituciones económicas y de desarrollo más importantes del mundo», advirtió Clemens.
Además de Muasher, Palacio y Daboub, Wolfowitz designó al ex ministro de Finanzas de Italia, Vincenzo La Via, como jefe financiero, y al sueco Lars Thunell como vicepresidente ejecutivo de la Corporación Financiera Internacional.
En contraste con La Via y Thunnel, tanto Muasher como Palacio y Daboub eran funcionarios políticos de gobiernos que apoyaron con fuerza la invasión a Iraq, entre otros intereses estadounidenses de política exterior.
Daboub «era, realmente, la mano derecha» del presidente salvadoreño Francisco Flores, dijo Roberto Rubio, presidente de la Fundación Nacional para el Desarrollo de San Salvador. «Bregó por imponer la política económica más ortodoxa de la historia del país, estrechamente vinculada a las políticas estadounidenses», agregó.
Palacio abandonó la cancillería española luego de la derrota del Partido Popular de Aznar en 2004, y fue una fuerte crítica de la retirada de las tropas de su país tras la investidura del actual presidente del gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero.
En una conferencia que brindó a fines de 2005 en el centro académico neoconservador American Enterprise Institute en Washington, Palacio acusó a Zapatero de «arrastrar a España en políticas del Tercer Mundo» al estrechar vínculos con Francia y Alemania en desmedro de Estados Unidos y Gran Bretaña.
Mientras, Muasher se reunió en su carácter de embajador y canciller en varias ocasiones con Wolfowitz, según el sitio web del Pentágono (Secretaría de Defensa).
El régimen del rey Abdulá II criticó la invasión de Iraq y no aportó tropas a la coalición internacional, pero suministró información de inteligencia, entrenó a militares de las nuevas fuerzas armadas iraquíes, aseguró las fronteras y brindó otras formas de apoyo logístico a la operación.
Muashar se hizo cargo de la reforma económica jordana, y tuvo frecuentes contactos con la ex secretaria de Estado Asistente para Medio Oriente y Asia Meridional, Elizabeth Cheney, hija del vicepresidente Dick Cheney, uno de los aliados de Wolfowitz en el gobierno estadounidense.
Washington elevó su asistencia a Jordania en 2003 de 150 millones a 450 millones de dólares. Para el año pasado, la ayuda abía aumentado a 500 millones.
«No es del todo sorprendente que Wolfowitz haya recompensado, dentro del gobierno estadounidense y dentro del Banco, a sus aliados y cómplices», dijo Doug Hellinger, codirector de la organización no gubernamental Development GAP.