El presidente chino, Xi Jinping, fue recibido el jueves con honores en Corea del Norte, en el comienzo de una esperada cumbre de dos días con el líder supremo, Kim Jong-un, quienes buscan afianzar la relación entre dos históricos aliados en momentos en que parece diluirse el acercamiento entre Pyongyang y Washington. Hacía 14 años […]
El presidente chino, Xi Jinping, fue recibido el jueves con honores en Corea del Norte, en el comienzo de una esperada cumbre de dos días con el líder supremo, Kim Jong-un, quienes buscan afianzar la relación entre dos históricos aliados en momentos en que parece diluirse el acercamiento entre Pyongyang y Washington.
Hacía 14 años que un presidente chino no visitaba ese territorio, prueba del interés de Pekín en reinsertarse en la agenda de Corea del Norte, un país que protegió durante décadas y del que sigue siendo el único aliado incondicional. El contexto es favorable a Pekín, ya que la segunda reunión entre Kim y el presidente estadounidense, Donald Trump, en febrero, terminó sin acuerdos, y la floreciente relación sufrió un marcado retroceso.
Tras ser recibido por Kim, Xi destacó los «esfuerzos» de Corea del Norte para «mantener la paz y la estabilidad en la península de Corea y promover su desnuclearización», en referencia a la movida diplomática de Kim desde principios del año pasado. Además de las dos cumbres que sostuvo con Trump, una exitosa y otra fallida, su agenda incluyó inéditas reuniones con el presidente surcoreano. Moon Jae-in, y con el propio Xi en Pekín.
Los medios norcoreanos señalaron que la visita de Xi marca «una página nueva y duradera en la historia de la amistad» entre los dos países. Como muestra del interés que puso en este viaje, Xi viajó con una delegación de primer orden que incluyó a su mujer, su canciller y otros altos funcionarios.
Las principales avenidas y plazas de la capital norcoreana estaban desde hacía varios días decoradas con emblemas y banderas de los dos países. Ambos posaron frente a esas banderas antes de sentarse a hablar en torno a una mesa, acompañados por sus delegaciones, enfocados en el programa nuclear norcoreano.
La tensión entre Corea del Norte y el resto del mundo por ese programa se redujo drásticamente el año pasado tras haber alcanzado su nivel máximo a raíz de las pruebas nucleares y los misiles disparados por el régimen de Pyongyang.
El mejor momento fue la cumbre Kim-Trump en Singapur en 2018. Pero el fracaso de la cumbre de febrero en Hanoi, cuando todo parecía marchar sobre ruedas, hizo retroceder varios casilleros la relación entre los dos jefes de Estado, que pasaron de la calidez a la desconfianza, y puso en duda la voluntad de Pyongyang de ceder en su ambicioso programa atómico.
Todo lo contrario sucede entre Kim y Xi, que intentan fortalecer los tradicionales vínculos entre los dos países vecinos. China jugó un papel central en la Guerra de Corea (1950-1953) en defensa del gobierno de Kim Il-sung -abuelo del actual líder norcoreano- contra Estados Unidos.
Sin embargo, los primeros años de Kim en el poder no fueron fáciles para los diplomáticos chinos. Pekín se sumó a las sanciones internacionales para forzar a Pyongyang a abandonar su programa de armas nucleares y las relaciones bilaterales se empañaron.
Xi y Kim se esforzaron personalmente en recomponer la relación. Aunque el líder norcoreano esperó hasta 2018 para llevar a cabo su primer viaje a China, los dos dirigentes se encontraron en cuatro oportunidades el año pasado.
Pekín percibe que Corea del Norte precisa de los chinos para poder hablar de igual a igual con los estadounidenses. Aunque Trump prometió a Kim un fabuloso desarrollo económico en caso de que Pyongyang renuncie a su programa nuclear, Xi espera recordarle el papel central de Pekín, que absorbe nada menos que el 90% del comercio exterior norcoreano.
«Xi quiere que todo el mundo sea consciente de que puede influenciar a Kim y de que ningún acuerdo global y duradero con Corea del Norte puede concluirse sin la ayuda y la aprobación de China», señaló Scott Seaman, analista del centro de reflexión Eurasia Group. La prensa extranjera acreditada en Pyongyang está vetada en la cobertura oficial de la visita y no hay previsión de que los dos gobiernos emitan un comunicado.
Xi se aloja durante su estadía en Baekhwawon, residencia para invitados de alto rango estatal. Y aunque la agenda se reserva con marcado hermetismo, se sabe que visitará la Torre de la Amistad Sino-Coreana, monumento situado cerca de la embajada china y símbolo de la alianza que tanto él como Kim prometieron afianzar.