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¿Y la trama civil que acompañó al golpe de Estado -«al pronunciamiento»- de 1936?

Fuentes: Rebelión

El juez Mario Carroza ha decidido acoger a trámite una querella presentada por la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos y la Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos en contra de los «instigadores» del golpe de Estado de 1973 [1]. Hablo de Chile por supuesto. El país de Pablo Neruda y Violeta Parra en nuestro […]

El juez Mario Carroza ha decidido acoger a trámite una querella presentada por la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos y la Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos en contra de los «instigadores» del golpe de Estado de 1973 [1].

Hablo de Chile por supuesto. El país de Pablo Neruda y Violeta Parra en nuestro corazón.

La acción es patrocinada por los abogados Eduardo Contreras y Alfonso Insunza. Se acusa en ella, por posible delito de asociación ilícita, a quienes conspiraron para que se perpetrara el golpe de Estado, con lo que dieron paso a una serie de delitos de lesa humanidad. El paralelismo histórico es más que evidente.

Uno de estos abogados, Eduardo Contreras, ha calificado la decisión del juez Carroza como «un paso importante». Ha señalado también que espera que ahora «se dé a curso a las primeras diligencias investigativas y se cite a declarar a algunos de los principales actores políticos de hace 40 años que aún están vivos, como el ex Presidente Patricio Aylwin [dirigente de la DC en esa época] y el ex ministro de Interior de Pinochet, Sergio Onofre Jarpa».

¿Y en España, hubo en España una trama civil que apoyara el que intentó ser -sin conseguirlo- un golpe de Estado de éxito inmediato, la sublevación militar de 1936? No hay dudas sobre ello. Lean El holocausto español de Paul Preston [2]. Verán centenares de ejemplos documentados. Uno de ellos [3]:

La estrecha colaboración que existía entre los propietarios de las tierras y sus salvadores militares -señala el historiado británico- «se puso de manifiesto cuando Queipo de Llano solicitó a Rafael Medina que recaudara fondos para la causa rebelde». Tras largos meses de quejas desesperadas por supuesta ruina de la agricultura como consecuencia de las irresponsables e ineficaces reformas republicanas, «cabía esperar que los esfuerzos de Medina en este sentido no fueran fáciles». Error aléfico: «El primer día recaudó un millón de pesetas entre los exportadores de aceituna de Alcalá de Guadaira». Ese mismo día, en Dos Hermanas, un propietario preguntó a Medina en qué se emplearía el dinero. «Medina dijo que confiaban en poder comprar un avión y el terrateniente quiso saber cuánto costaría eso. Medina contestó que «sobre un millón de pesetas»». Sin problemas: el latifundista «empobrecido» por las «expropiaciones republicanas» le extendió en el acto un cheque con la cantidad. En los días que siguieron al alzamiento, los señoritos rurales andaluces, esos de los que nunca se ha reído don Duran i Lleida, el del partido corrupto, «podían permitirse el lujo de formar y financiar sus propias milicias, como las columnas de Ramón de Carranza de los hermanos Mora Figueroa».

Como apunta Preston a continuación: los caciques y gentes afines y el Ejército fascista podían contar con la ayuda de un numeroso grupo social para sus actividades criminales. «Los ricos proporcionaban dinero y armas, y no faltaban voluntarios para hacer el trabajo sucio». Todos ellos, juntos y unidos de la mano y con la metralla a punto, formaban un conjunto más o menos heterogéneo: los que denunciaban a sus vecinos y los que salían en busca de militantes de izquierda para asesinarlos, violarlas [4], interrogarlos y torturarlos. Algunos eran los terratenientes; otros los empresarios locales más jóvenes, los «imprescindibles emprendedores» de la época. Sus hijos se sumaban a la fiesta desde luego.

¿Nada se puede hacer en este ámbito? ¿Tampoco aquí? ¿No hubieron en España (sin exclusiones) también crímenes de lesa humanidad? ¿Debe regir de nuevo el olvido y la revisión que equipara víctimas y verdugos? ¿El resto debe ser silencio? ¿Una vez más? ¿No podía preguntarse a algunos de sus herederos? ¿Qué hicieron, qué pasó exactamente? ¿Qué apoyo dispensaron, qué ganancias obtuvieron? ¿Qué robos cometieron? ¿En qué crímenes ayudaron? ¿En cuáles de ellos fueron protagonistas destacados? ¿Qué intereses defendieron? ¿Queipo del Llano o Cambó deben seguir dando su nombre a calles o plazas de ciudades y pueblos de Sefarad?

No se trata de venganza ni de odios sarracenos ni de vueltas atrás. Se trata de saber qué paso, de conocer quienes «facilitaron las cosas» y de qué abono se alimentaron y alimentan algunas de las grandes fortunas españolas (y/o catalanas) actuales.

Notas:

[1] http://www.rebelion.org/noticia.php?id=162468

[2] Preston comete el error, no menor en mi opinión, de llamar rebeldes a los sublevados fascistas e izquierdistas, en alguna ocasión, a ciudadanos de izquierda.

[3] Paul Preston, El holocausto español. Odio y exterminio en la guerra civil y después, Debate, Madrid, 2012, pp. 236 y 237.

[4] Las mujeres republicanas fue un sector especialmente represaliado por el Ejército fascista y sus numerosas grupos afines.

Salvador López Arnal es nieto de José Arnal Cerezuelo, cenetista asesinado por la guardia civil en Barcelona, en mayo de 1939.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.