Jean Claude Juncker pidió más transparencia; Cecilia Malmström prometió correr las cortinas y dejar que la luz bañase los documentos del Tratado de Libre Comercio que Bruselas y Washington negocian con sigilo, pero la realidad es otra. De hecho, el «esfuerzo» por mejorar la transparencia que venden el presidente de la Comisión Europea y la […]
Jean Claude Juncker pidió más transparencia; Cecilia Malmström prometió correr las cortinas y dejar que la luz bañase los documentos del Tratado de Libre Comercio que Bruselas y Washington negocian con sigilo, pero la realidad es otra. De hecho, el «esfuerzo» por mejorar la transparencia que venden el presidente de la Comisión Europea y la comisaria de Comercio fundamentalmente consiste en permitir el acceso a una parte de los documentos sobre el TTIP (Transatlantic Tade and Investment Partnership) a todos los eurodiputados, cuando hasta la fecha sólo siete europarlamentarios tenían acceso a la reading room para consultar los textos. Y esto, después de pedir cita, indicar exactamente qué documentos desean consultar durante un periodo máximo de dos horas por visita, y sin poder contar una sola palabra de lo que vean, bajo la amenaza de sufrir sanciones administrativas y exponiéndose incluso a afrontar un proceso penal.
La eurodiputada de IU Marina Albiol accederá a parte de los documentos secretos este jueves
Tampoco pueden reproducir los documentos con marca de aguas que les entregan en sobres con su nombre, ni tener ningún tipo de contacto con el exterior. En todo momento son vigilados por un funcionario de la UE que incluso debe revisar que los folios estén enteros y los parlamentarios no hayan arrancado partes para robarlas, y deben dejar fuera de la sala todos sus aparatos electrónicos, pero también relojes y en muchos casos incluso los bolígrafos, ya que sólo en ocasiones permiten tomar notas. Estas son algunas de las condiciones que Bruselas impone a sus europarlamentarios para acceder a la información sobre el polémico acuerdo y a otros textos confidenciales, como explica el documento que la UE ha remitido a la eurodiputada Marina Albiol, de Izquierda Unida (grupo parlamentario de la Izquierda Unitaria Europea, GUE/NGL). Como miembro de la Comisión de Libertades Civiles, Justicia y Asuntos del Interior, Albiol, una de las eurodiputadas españolas más críticas con el TTIP, cruzará por primera vez el umbral de la reading room a las 10 de la mañana para consultar un texto relacionado con la protección de datos. Su tiempo habrá concluido a las 12, y por muy positivo o negativo que sea el documento que pueda leer no podrá pronunciar una sola palabra al respecto. De hecho, tampoco podrá acceder a todos los documentos, ya que Bruselas sólo muestra los textos que incluyen sus propias exigencias en la negociación -no consolidados-, no los que también marcan la posición de EEUU -textos consolidados-, que recogen el resultado de las conversaciones entre las dos partes. Como varios europarlamentarios de distintas formaciones han confirmado a este diario, sólo les permiten ver una parte, y les ocultan la más importante.
El documento de 15 folios remitido a Albiol, titulado simplemente Consignas de Seguridad, establece que los europarlamentarios sólo pueden acceder a los documentos clasificados firmando una declaración solemne, y siempre en solitario. En una escala del 1 al 4, siendo el 1 el máximo nivel de confidencialidad –EU Top Secret-, los diputados sólo tienen acceso hasta el tercero –EU Confidential– y la información sobre el TTIP a la que pueden acceder se encuentra en el nivel 4, EU Restricted, el más bajo. Desvelar los documentos clasificados como EU Restricted puede «resultar desventajoso para los intereses de la Unión o de uno o más de los estados miembro», según el texto. No es el caso de los documentos del TTIP, pero en otras ocasiones los europarlamentarios pueden fotocopiar algunos de los documentos con el mismo nivel de confidencialidad, siempre en máquinas «certificadas», desconectadas de la red del parlamento y sin discos duros. Doble vara de medir con el espionaje. »El espionaje puede provocar una grave violación de la integridad política y administrativa, y tener consecuencias graves para la UE y/o los estados miembros», explica el documento en poder de Público, que incluye también un anexo con ejemplos de casos de espionaje que han afectado en mayor o menor medida a la UE. Sin embargo, entre ellos no aparece el mayor escándalo de espionaje de los últimos años: el de las escuchas de la NSA norteamericana a millones de ciudadanos europeos, de las que ni siquiera se salvó la canciller alemana Angela Merkel. De hecho, el escándalo de la National Security Agency (NSA) fue destapado cuando comenzaban las negociaciones oficiales del polémico TTIP, a mediados de 2013, y el presidente de la Eurocámara, Martin Schulz, pidió paralizarlas hasta esclarecer los hechos. Hay quien duda si el socialista realmente pretendía lograr pararlas o si lo hizo para desmarcarse de la postura de los conservadores, con los que su partido gobierna en coalición en Alemania. Merkel, que se mostró indignada por haber sido espiada, ni siquiera se planteó esa posibilidad, como tampoco hicieron el resto de líderes europeos. La oposición contra el TTIP crece, y mientras fuerzas políticas como IU, Podemos o Equo intentan pararlo, liberales, socialdemócratas y conservadores presionan para culminar el acuerdo que la mayoría de gobernantes europeos defienden a capa y espada sin tener en cuenta a quienes alertan de los peligros del TTIP, entre ellos Mariano Rajoy.
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