El director del Programa Mundial de Alimentos declaró que la única manera de poner fin al hambre en el mundo es acabar con los conflictos que agobian al planeta, lo que dejaría fondos para construir infraestructura y promover el crecimiento económico en los países pobres. En una entrevista con la AP, David Beasley declaró hace […]
El director del Programa Mundial de Alimentos declaró que la única manera de poner fin al hambre en el mundo es acabar con los conflictos que agobian al planeta, lo que dejaría fondos para construir infraestructura y promover el crecimiento económico en los países pobres.
En una entrevista con la AP, David Beasley declaró hace pocos días que 19 países se encuentran actualmente en «conflictos prolongados», lo que constituye «más conflictos de lo que jamás hemos tenido», y que el 80% de los fondos del PMA, una agencia adscrita a la ONU, están ahora destinados a zonas en conflicto.
Por muchos años, expresó, la cantidad de personas que sufren hambre extrema disminuyó a pesar del aumento de la población global, pero en años recientes la cantidad aumentó de 777 millones a 815 millones, «todo a raíz de conflictos creados por el hombre».
En 2015, los líderes mundiales se comprometieron a una serie de metas, principalmente erradicar la pobreza extrema mundial (es decir, gente que subsiste con menos de 1,25 dólares al día) en todos los países para el 2030.
«¿Erradicar el hambre para el 2030? Es un chiste, a menos que se ponga fin a los conflictos», dijo Beasley. «Si ponemos fin a los conflictos, con la pericia de la industria de los alimentos, podemos poner fin al hambre mundial».
Añadió que recientemente visitó varios países en conflicto: el Congo, la República Centroafricana, Sudán del Sur, Yemen, Siria y Somalia.
«Es una vergüenza para la humanidad que esté muriendo tanta gente, sobre todo niños, por hambre, simplemente por conflictos creados por el hombre», destacó el funcionario.
Relató que cuando se reunió recientemente con el presidente ugandés Yoweri Museveni, éste le preguntó cuánto dinero estaba gastando el PMA en Sudán del Sur.
«Le dije, ‘alrededor de 1.000 millones de dólares, ¿no le gustaría tener 1.000 millones de dólares para caminos, infraestructura, desarrollo, en Uganda?'», relató Beasley.
«Gastamos todo ese dinero, para nada. Estamos manteniendo gente con vida, y eso es maravilloso, pero ¿cuánto tiempo durará eso?» preguntó.
Afirmó que para Museveni escuchar esas palabras «fue un momento decisivo» pues se dio cuenta de cuánto dinero no se estaba usando para el desarrollo y para la creación de empleos y de oportunidades en países en desarrollo, por culpa de los conflictos.
Exhortó a los países poderosos del mundo a cooperar con las Naciones Unidas para poner fin a los conflictos.
«¿Por qué no juntar cabezas, elaborar una estrategia general y poner fin siquiera a un solo conflicto? Y después vamos al siguiente, y en un año habremos resuelto dos o tres guerras, habremos ahorrado miles de millones de dólares», dijo Beasley. «Pongamos fin al de Yemen o al de Siria o al de Sudán del Sur. Pongamos fin a siquiera uno».
Entretanto, afirmó el funcionario, el PMA necesita de entre 6.500 millones y 6.800 millones de dólares este año para alimentar a más de 80 millones de personas.
Aunque muchos líderes mundiales temen que Estados Unidos, bajo la presidencia de Donald Trump, se retirará de compromisos internacionales humanitarios, Beasley dijo que «ahora puedo argumentar con fundamento que Estados Unidos no se está retirando. Todo lo contrario, está aumentando su contribución».
En general, afirmó, Estados Unidos contribuye a un 30% del presupuesto del PMA pero este año contribuirá entre 35 y 40%, «quizás unos 2.500 millones de dólares».
Beasley dijo que le había advertido al gobierno y al Congreso de Washington que «si quieren gastar otro medio billón de dólares en operaciones militares estadounidenses, lo único que tienen que hacer es reducir la ayuda al Programa Mundial de Alimentos, porque el Programa Mundial de Alimentos es la primera línea de defensa, y la primera línea de ataque, contra el extremismo».
«Les dije, ‘tienen que entender que no se trata simplemente de un programa humanitario para aliviar la conciencia, es un programa que sirve a la seguridad nacional de Estados Unidos, y es la conducta correcta'», expresó.
En los próximos 12 meses, dijo, identificará «qué países pueden contribuir más y deben contribuir más».
Mencionó a varias naciones, principalmente los países árabes del Golfo Pérsico, que «deben pagar las consecuencias humanitarias de las guerras y los conflictos en su región, ya sea Siria, Irak o Yemen».
Otro país que mencionó fue Francia.
«¿Cuántos países de habla francesa, y aliados estratégicos de Francia, tienen graves problemas humanitarios? Los franceses podrían contribuir cientos de millones de dólares más».
Admitió que Rusia y China están contribuyendo más que antes, pero aseguró que podrían dar más.
Cuando países como Estados Unidos, Gran Bretaña o Alemania pagan por desastres humanitarios, dijo Beasley, «ello priva de fondos de desarrollo y de tareas humanitarias a países que no están en guerra».
«De tal manera que en realidad estamos premiando a países que sí están en guerra, y quitándole fondos a países que necesitan nuestra ayuda, como actualmente, la región del Sahel», expresó.
Advirtió que si no se invierten fondos humanitarios en el Sahel, que calificó de «la próxima zona de guerra», aumentarán allí las actividades de grupos extremistas como Al Shabab, Boko Haram y el Estado Islámico.
«Y en consecuencia habrá un éxodo tan masivo que lo que ha ocurrido en Europa los últimos cinco o seis años parecerá un paseo», manifestó.