El Gobierno de Estados Unidos destinará 1.000 millones de dólares a la reconstrucción de los daños causados en Georgia por el conflicto armado con Rusia por la región separatista de Osetia del Sur. El plan de ayuda para Georgia se filtró a la prensa antes de que el presidente George W. Bush y de la […]
El Gobierno de Estados Unidos destinará 1.000 millones de dólares a la reconstrucción de los daños causados en Georgia por el conflicto armado con Rusia por la región separatista de Osetia del Sur. El plan de ayuda para Georgia se filtró a la prensa antes de que el presidente George W. Bush y de la secretaria de Estado, Condoleeza Rice, lo anuncien oficialmente.
El paquete de ayuda multimillonaria se distribuirá en un periodo de varios años, si bien no se conocen todavía más detalles del plan. Se prevé que la ayuda sea destinada a la reconstrucción de las infraestructuras que fueron destruidas en el conflicto y a paliar los efectos de la crisis en la economía georgiana. De momento no está claro si el plan incluye también ayuda militar.
El anuncio de la ayuda se produce después de que una delegación estadounidense, encabezada por el subsecretario de Estado para Economía, Energía y Asuntos Agrícolas, Reuben Jeffrey, viajara a finales de agosto a Tiflis para evaluar las necesidades de reconstrucción en Georgia.
El anuncio de la ayuda a Georgia coincide con la llegada del vicepresidente estadounidense, Dick Cheney, a Azerbaiyán, dónde inicia una gira que le llevará también a Ucrania, Italia y Georgia. Cheney reiterará a sus interlocutores georgianos el respaldo del Gobierno estadounidense a la integridad territorial, soberanía y esfuerzos de reconstrucción de Georgia.
El paquete de ayuda se suma a la que EE.UU. ya ha destinado a Georgia durante y después del conflicto armado con Rusia.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) anunció este miércoles un principio de acuerdo con el Gobierno georgiano sobre un préstamo de 750 millones de dólares, a 18 meses, destinado a fomentar las políticas económicas de Georgia. El crédito aún tiene que ser aprobado por el Consejo Ejecutivo del FMI, algo que hará previsiblemente a mediados de septiembre.
El negocio de reconstruir
La guerra es una oportunidad de negocio para las empresas prestamistas de servicios. Iraq fue una jugosa torta que se repartieron las empresas estadounidenses y europeas después de que las tropas de los «aliados» destruyeran toda la infraestructura civil durante la primera Guerra del Golfo en 1991. Después vino Yugoslavia, donde solamente para reconstruir Kosovo se concedieron a las contratistas de los países de la OTAN más de 30 mil millones de dólares. Y luego, otra vez Iraq, reducida a cenizas tras la invasión ordenada por el presidente George W.Bush en 2003. Solamente en 2004, se concedieron en contratos más de 18 mil millones de dólares, y se ha estimado que los costos «no militares» de la reconstrucción de Iraq superarán los 500 mil millones de dólares.
Ahora sabemos que la arbitrariedad y la corrupción han sido la norma en el Iraq administrado por Estados Unidos. Las principales beneficiarias de la «reconstrucción» de Iraq son algunas empresas que han sido elegidas «a dedo», como Halliburton (consorcio que dirigió el vicepresidente, Dick Cheney y principal beneficiario de la guerra en Iraq, con más de 18 mil millones de dólares concedidos en contratos para reconstruir la industria petrolera y proveer servicios logísticos a las tropas de ocupación) o el gigante de la construcción Bechtel (vinculado al ex secretario de Estado George Schultz).
Charlie Cray, director del Centro de Política Corporativa de Washington, explicaba en su artículo «El negocio de la guerra» que Bechtel, «este gigante de la construcción y de la ingeniería con base en San Francisco, recibió uno de los más importantes contratos (de 2,4 mil millones de dólares) para intervenir en la coordinación y reconstrucción de una basta parte de la infraestructura iraquí. Pero los fracasos de la empresa en materia de reconstrucción abarcan desde las reparaciones mal hechas en escuelas hasta no haber podido acabar en el plazo y sin salirse del presupuesto un gran hospital en Basora. Recuérdese que el jefe de la USAID, Andrew Natsios, originalmente denominó la reconstrucción [de Iraq] como un «Plan Marshall» para Oriente Medio.»
Naomi Klein, que asistió a una de esas reuniones en que los empresarios trataban de obtener contratos en Iraq, describía el fenómeno de esta forma en un artículo publicado en 2004: «La reconstrucción de Irak es una estafa proteccionista, un New Deal neoconservador que transfiere fondos públicos ilimitados -en contratos, préstamos y seguros- a firmas privadas, y, por si fuera poco, hace a un lado la competencia extranjera bajo el disfraz de la «seguridad nacional».
Y es que los miles de millones de dólares de los contribuyentes que el Congreso estadounidense destina a «reconstrucciones», deben ser destinados, por ley, a compañías estadounidenses.
Con la economía estadounidense en recesión abierta, la desgracia de la población civil de Osetia del Sur y Georgia, es una excelente oportunidad de negocio para algunas empresas «humanitarias» de Estados Unidos.