Los dedos acusadores señalan de nuevo a Irán por continuar con un programa que parece encaminarse a la obtención del arma nuclear. La naturaleza inherentemente dual de la obtención de material fisil permite cierta ambigüedad, aunque la decisión de este país de incrementar el porcentaje de enriquecimiento de uranio cada vez deja menos espacio a […]
Los dedos acusadores señalan de nuevo a Irán por continuar con un programa que parece encaminarse a la obtención del arma nuclear. La naturaleza inherentemente dual de la obtención de material fisil permite cierta ambigüedad, aunque la decisión de este país de incrementar el porcentaje de enriquecimiento de uranio cada vez deja menos espacio a la ambigüedad. Pero la vía de las sanciones, iniciada por Obama, es un parche para un problema cuyas raíces son más amplias y se anclan en las desastrosas políticas del pasado que fueron minando la autoridad del régimen de no proliferación. Entre otras violaciones de las obligaciones del Tratado de No Proliferación (TNP), Estados Unidos firmó un tratado con la India, que no ha firmado el TNP, para proporcionarle materiales y tecnología nuclear que le permitirán construir nuevas armas. Pakistán e Israel, ambos fuera del TNP, persiguen acuerdos similares.
Las sanciones a Irán tampoco cuentan con el consenso necesario. El ministro de Asuntos Exteriores chino, Yang Jiechi, en su intervención en la reciente Conferencia de Seguridad de Munich (foro al que China asistía por primera vez), dejó bien claro que su país no las apoyaría y llamó a continuar en la vía del diálogo.
Irán es sólo un índice de un escenario general preocupante en el que mucho depende de lo que hagan los dos países poseedores del 90% de las armas nucleares, Estados Unidos y Rusia. Para la comisión internacional presidida por la japonesa Yoriko Kawaguchi y el australiano Gareth Evans, ex ministros de Asuntos Exteriores de sus países -que ha elaborado un informe explicitando los pasos necesarios para avanzar pragmáticamente hacia el desarme nuclear- la esperanza radica en que los dos grandes han declarado su disposición para avanzar hacia el desarme. Los resultados de las conversaciones reanudadas recientemente en Ginebra para renegociar el Tratado de Reducción de Armas Estratégicas (en inglés, START), darán cuenta de si esa voluntad existe en la práctica.
Urge deslegitimar el arma nuclear y recuperar el consenso mundial. El convencimiento general de que eliminar las armas nucleares es una condición para la supervivencia colectiva está en precario. El arma nuclear fue deslegitimada desde la sabiduría individual de científicos, líderes culturales y religiosos, y desde el compromiso colectivo de organizaciones y movimientos sociales. Hoy, parte del problema es que entre la población de determinadas zonas del mundo cunde el apoyo a programas de obtención de esta bomba, seguramente porque su posesión sigue concediendo a un país un estatus privilegiado de poder en el mundo.
La encrucijada actual es lo suficientemente grave para que crezcan iniciativas diversas por el desarme nuclear. Algunas, como la llamada Global Zero, presentada recientemente en París, están encabezada por líderes mundiales. Otras, como la llamada al bloqueo no-violento de la base de los Trident, en Aldermaston, Reino Unido, el próximo día 15, pueden ser el comienzo de la reactivación de una movilización ciudadana mundial, necesaria para que cunda la deslegitimación y se avance en el desarme.
Carmen Magallón. Doctora en Físicas y directora de la Fundación Seminario de Investigación para la Paz
Fuente: http://blogs.publico.es/delconsejoeditorial/463/deslegitimar-el-arma-nuclear/