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¿Cuánto de humanitaria tiene la injerencia?

Fuentes: Guinguinbali

La intervención internacional en Libia ha vuelto a reintroducir la polémica que acompaña a las denominadas injerencias humanitarias. Con el fin de la Guerra Fría y de la política de bloques se despejó el camino para este nuevo tipo de injerencias en la sociedad internacional de Estados. Los casos más conocidos son los del Kurdistán […]

La intervención internacional en Libia ha vuelto a reintroducir la polémica que acompaña a las denominadas injerencias humanitarias. Con el fin de la Guerra Fría y de la política de bloques se despejó el camino para este nuevo tipo de injerencias en la sociedad internacional de Estados. Los casos más conocidos son los del Kurdistán iraquí (1991-1993), Bosnia-Herzegovina (1992-1995), Somalia (1992-1993), Ruanda (1994), Haití (1994), Kosovo (1999), Timor Oriental (1999) y Sierra Leona (1994-2000).

Dos son los principios que colisionan frontalmente. De un lado, la soberanía nacional y, de otro lado, los derechos humanos. La perspectiva soberanista es contraria a toda injerencia en los asuntos internos de los Estados. Por el contrario, desde la óptica de los derechos humanos se defiende su imposición por encima de los Estados y su soberanía.

Sus críticos consideran que el principal problema que entraña la intervención humanitaria o, igualmente, la denominada «responsabilidad de proteger» es su carácter selectivo. Se interviene en unos Estados y no en otros. Este agravio comparativo o doble rasero no es la única crítica que recibe. Sus conocidos daños colaterales (humanos y materiales) pueden ser equivalentes o superiores a los que paradójicamente se pretenden evitar. Por si esto no fuera suficiente, se suele también denunciar que detrás de toda intervención se ocultan intereses de distinta índole.

Mary Kaldor, catedrática de la London School of Economics and Political Science, realiza un trabajo muy esclarecedor al respecto. Considera que se debe recurrir a una intervención ante tres supuestos: inminente amenaza de genocidio, limpieza étnica y violación masiva de los derechos humanos. Pero la autora advierte una importante distinción entre guerra e intervención. Considera que «la intervención no es una guerra, sino la imposición del derecho internacional», que debe conllevar «la protección directa de los civiles y el arresto de los criminales de guerra».

Fuente original: http://www.guinguinbali.com/index.php?lang=es&mod=news&task=view_news&cat=3&id=2162