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Los lazos entre Pakistán y EE.UU. afectados por la red Haqqani

Fuentes: Asia Times Online

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

La mejora gradual de los lazos entre Pakistán y EE.UU. ha sido repentinamente afectada después del atrevido ataque terrorista del 13 de septiembre contra la embajada estadounidense en Kabul del cual altos funciones militares y gubernamentales estadounidenses han culpado directamente a la red militante Haqqani basada en Waziristán del Norte, dirigida por Sirajuddin Haqqani.

Mientras Washington e Islamabad se esfuerzan para redefinir su relación después de una serie de eventos difíciles durante este año, que comenzaron con el arresto el 27 de enero de un agente clandestino de la CIA en Lahore, seguido por el asesinato el 2 de mayo del fugitivo jefe de al Qaida Osama bin Laden en una incursión militar de EE.UU. en Abbottabad, el ataque de Kabul ha provocado serias dudas respecto a las afirmaciones estadounidenses de progreso en la «guerra contra el terror».

Esto ha llevado al secretario de Defensa de EE.UU., Leon Panetta, a advertir de que EE.UU. podría hacer todo lo posible para defender a las fuerzas estadounidenses de los milicianos de Haqqani basados en Pakistán que realizan ataques en Afganistán y operaciones dentro de Pakistán.

La advertencia de Panetta fue seguida por la decisión del primer ministro paquistaní Yousaf Raza Gilani de cancelar su viaje a EE.UU. que estaba planificado para el 16 de septiembre.

A simple vista, anuló la visita porque «quería supervisar personalmente los actuales esfuerzos de ayuda en las áreas afectadas por las inundaciones en la provincia Sindh». Sin embargo, hay claras señales de que las relaciones tensas entre los dos países condujeron a la decisión; iba a dirigirse a una sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York.

La principal razón para anular la visita fue la negativa del presidente Barack Obama a entrevistarse con Gilani al margen de la sesión de la ONU. La embajada de Pakistán en Washington se había esforzado por organizar una reunión. Se dice que las invectivas de Panetta también persuadieron a Gilani de que no era el mejor momento para ir.

Unas horas después de anular su visita a EE.UU., Gilani dijo el 17 de septiembre: «Ahora es el momento de que EE.UU. haga más». Fue como respuesta ante la falta de satisfacción de EE.UU. con los esfuerzos de Pakistán en su lucha contra los talibanes y su demanda de que su gobierno haga más. Gilani dijo que Pakistán ya ha contribuido enormemente a la lucha contra el terrorismo y subrayó que EE.UU. debería «hacer más» por su parte.

El ataque a la embajada de EE.UU. en Kabul que mantuvo el fuertemente protegido centro de la ciudad bajo sitio durante casi 20 horas y lo convirtió literalmente en un campo de batalla, fue el incidente más largo en la capital desde el lanzamiento de la guerra contra los talibanes hace una década en octubre de 2001.

Quince personas murieron y seis soldados extranjeros resultaron heridos en el ataque. Los atacantes talibanes lograron apoderarse de un elevado edificio en construcción que domina la embajada de EE.UU. y la sede de la OTAN en Kabul, dispararon cohetes y tirotearon la zona diplomática fuertemente protegida, que en general alberga embajadas extranjeras y cuarteles militares.

El tercer ataque terrorista importante de los talibanes en Kabul desde junio 2011 provoca preguntas sobre la capacidad de las fuerzas de seguridad afganas que supuestamente deben hacerse cargo de las tareas de las tropas extranjeras. La oportunidad del ataque de Kabul sugiere que también apuntaba a mejorar la posición de negociación de los talibanes afganos dirigidos por su emir el Mullah Omar. El ataque también provoca preguntas sobre los esfuerzos secretos de reconciliación llevados a cabo por los estadounidenses para llegar a un acuerdo con los talibanes afganos, que ya han reivindicado la responsabilidad del ataque a la embajada de EE.UU. del 13 de septiembre.

Mientras culpaba a la red Haqqani -que mantiene vínculos menos estrechos con los talibanes afganos- del ataque, el ministro afgano del interior, Bismillah Mohmmadi, afirmó que los teléfonos móviles utilizados por los seis atacantes que rechazaron a las fuerzas occidentales y afganas durante casi todo un día mostraron que estaban en contacto con gente afuera del país.

«La evidencia que hemos recibido muestra que se comunicaban con el exterior de Afgfanistán y los dirigían desde allí», dijo Mohmmadi en un vídeo entregado a los periodistas por su ministerio. No identificó al país involucrado, pero el embajador estadounidense, Ryan Crocker, y el comandante de las fuerzas de la OTAN en Afganistán, general John R Allen, dijeron que creían que el ataque fue lanzado por la red Haqqani basada en Pakistán.

El Directorado Nacional de Inteligencia (NDS) de Afganistán había afirmado anteriormente después del ataque terrorista del 28 de junio al Hotel Intercontinental en Kabul que éste también fue realizado por combatientes de la red Haqqani con la ayuda de sus responsables en Pakistán.

Según la afirmación del NDS, se oyó que en un llamado telefónico interceptado, Badruddin Haqqani, máximo dirigente de la red terrorista, daba instrucciones a uno de los combatientes y se reía durante el ataque al hotel en el que murieron 11 civiles y dos policías así como nueve miembros del equipo atacante. Badruddin es comandante operacional de la red Haqqani y también participa en la shura (consejo) Miram Shah de los talibanes.

Nombrado por su líder fundador Jalaluddin Haqqani, la red Haqqani es un grupo militante afgano basado en Waziristán del Norte en las Áreas Tribales bajo Administración Federal de Pakistán.

La red ha estado activa sobre todo en el este de Afganistán en las provincias Paktia, Paktika, Khost, Ghazni Wardak e incluso Kabul.

Aunque es un grupo militante separado, jura fidelidad a Mullah Omar y tiene una historia de vínculos con el establishment de inteligencia paquistaní desde los días de la yihad afgana contra los soviéticos en los años ochenta.

Jalaluddin Haqqani, que ahora tiene unos sesenta años, es un ex comandante de la resistencia antisoviética conocido por su implacable efectividad como combatiente. Sus vínculos con Pakistán, y su base en el área Miram Shah de Waziristán del Norte, datan de su exilio durante el gobierno de Sardar Daud a principios de los años setenta.

Inicialmente fue uno de los numerosos dirigentes militantes que formaron Hizb-e-Islami. Pero cuando el Hizb se dividió a finales de los años setenta, Haqqani siguió a Maulvi Yunis Khalis en lugar de Gulbuddin Hekmatyar y se convirtió en uno de los comandantes más importantes en Hizb-e Islami (Khalis), o HIK.

Un líder probado en la batalla

Cuando las fuerzas soviéticas invadieron Afganistán en 1979, como muchos dirigentes afganos, Jalaluddin llevó a su familia y sus combatientes a Pakistán y se estableció en Waziristán del Norte, que limita con su provincia nativa Khost.

Posteriormente recibió apoyo significativo de la CIA y del Directorado de Inteligencia Inter-Servicios (ISI) paquistaní y creó una milicia antisoviética considerable y competente a mediados de los años ochenta.

Los actuales vínculos entre la red Haqqani y los talibanes afganos datan de los días del régimen talibán en Afganistán dirigido por Mullah Omar. Los talibanes tomaron el poder en 1996 y fueron derrocados por la invasión dirigida por EE.UU. a finales de 2001.

Como Jalaluddin ha envejecido, su hijo mayor Sirajuddin se ha hecho cargo de la responsabilidad de realizar operaciones a través de la frontera en Afganistán. Sirajuddin ha eclipsado a su padre en poder e influencia y compite con dirigentes mayores por la dirigencia de los talibanes. De muchas maneras, es más listo y más respetado que dirigentes talibanes mucho mayores.

Según comandantes militares estadounidenses, la red Haqqani es la más resistente en Afganistán y una de las mayores amenazas para las fuerzas dirigidas por EE.UU.

Después de la publicación por WikiLeaks en julio de 2010 de 75.000 documentos clasificados, se reveló que Sirajuddin Haqqani estaba en la primera parte de la Lista Priorizada de «matar o capturar» de la Fuerza Conjunta de Ayuda en la Seguridad Internacional (ISAF).

Por ello, los estadounidenses han atacado ampliamente a la red Haqqani en Waziristán del Norte, en especial desde que un atacante suicida mató a siete altos oficiales de la CIA en el área de Khost de Afganistán el 31 de diciembre de 2009.

Aunque los estadounidenses tratan a la red Haqqani como enemiga, en el establishment paquistaní hay quienes la consideran como un recurso estratégico y un posible aliado en Afganistán después de la partida de las fuerzas dirigidas por EE.UU.

El ataque a la embajada de Kabul ha exasperado profundamente a los estadounidenses, llevando a funcionarios militares clave de EE.UU. a lanzar una vez más una andanada de declaraciones anti-paquistaníes acusando públicamente a Islamabad de «dormir con el enemigo».

Después de las dulces palabras que vinieron tras el reciente arresto por parte de Pakistán del alto dirigente de al Qaida Younis al-Mauritania, altos funcionarios han apuntado a Pakistán y han advertido de que EE.UU. «hará todo lo que pueda» para defender a las fuerzas estadounidenses de la red Haqqani.

Evidentemente embarazado por el ataque talibán, Panetta, ex jefe de la CIA, acusó a Pakistán el 15 de septiembre de no reprimir a la red Haqqani. Dijo que la reacción de su país mostrará a Pakistán que EE.UU. habla en serio. «Una y otra vez hemos instado a los paquistaníes a ejercer su influencia ante este tipo de ataques de los Haqqani. Y hemos hecho muy poco progreso en ese área. Pienso que el mensaje que los paquistaníes tienen que conocer es: vamos a hacer todo lo que podamos para defender a nuestras fuerzas.»

Panetta dijo que está preocupado por la capacidad de los Haqqani de atacar a los soldados estadounidenses y luego escapar de vuelta a lo que es un refugio en Pakistán, «lo que es inaceptable».

Panetta ha presionado desde hace tiempo a Islamabad para que persiga a los Haqqani. «No voy a hablar sobre cómo reaccionaremos. Solo os haré saber que no vamos a permitir que este tipo de ataques continúe. Este tipo de ataques -ataques esporádicos e intentos de asesinato- son más un reflejo del hecho de que están perdiendo su capacidad de poder atacar a nuestras fuerzas en una escala más amplia.» Cuando se le preguntó si el ataque en Kabul provocó preocupación sobre la capacidad de los afganos de hacerse cargo de su propia seguridad, Panetta dijo que en general su reacción fue buena.

El 16 de septiembre tocó al embajador de EE.UU. en Islamabad, Cameron Munter, acusar a Pakistán de tener vínculos con la red Haqqani, y dijo que el ataque en Kabul fue la obra de la misma red. Munter dijo a Radio Pakistan: «Existe evidencia que vincula a la red Haqqani con el gobierno de Pakistán. Es algo que hay que detener.»

Las observaciones de Munter apoyaron evidentemente la amenaza de Panetta de que EE.UU. podría emprender una acción militar directa contra la red Haqqani con o sin el apoyo de Pakistán, lo que hizo que un portavoz del Ministerio de Exteriores (Foreign Office) paquistaní declarara: «Cualquier acción unilateral en el suelo de Pakistán tendrá ramificaciones desastrosas para los lazos entre Islamabad y Washington».

El siguiente que advirtió a Pakistán fue John Brennan, principal consejero de contraterrorismo de Obama: «EE.UU. no considera que nuestra autoridad para utilizar fuerza militar contra al Qaida se limite únicamente a campos de batalla como Afganistán. Nos reservamos el derecho de emprender una acción unilateral,» dijo el 17 de septiembre.

Tres declaraciones diferentes, pero el mensaje a Islamabad es obvio: actúen contra la red Haqqani o EE.UU. lo hará unilateralmente.

Por otra parte, mientras respondía a esas advertencias, el portavoz del Foreign Office en Islamabad dijo:

Pakistán está dispuesto a continuar la cooperación con EE.UU. en la lucha contra el terrorismo pero, al mismo tiempo, las continuas críticas, como las recientes observaciones del secretario de defensa de EE.UU., no están en línea con la cooperación que los dos países han acordado mantener en el contraterrorismo.

Washington debería estar más preocupado por los refugios y santuarios dentro de Afganistán desde donde han atacado a los paquistaníes. El terrorismo y la militancia son temas complejos y requieren una estrecha cooperación de todos los afectados. Pakistán y EE.UU. han cooperado en la lucha contra el terrorismo.

Pero la cooperación de Pakistán depende del respeto a la soberanía de Pakistán e implica acciones conjuntas. Hemos planteado el tema de refugios y santuarios al otro lado de la frontera en Afganistán desde donde los milicianos han lanzado ataques contra nuestros puestos y aldeas fronterizas, matando a muchos civiles paquistaníes inocentes y destruyendo escuelas y casas.

Según informaciones, durante su siguiente reunión con el jefe del Estado Mayor Conjunto de EE.UU., almirante Mike Mullen, en España al margen de una conferencia de la OTAN, el jefe del ejército paquistaní, general Kiani, se negó a comprometerse en nada con su homólogo estadounidenses respecto a alguna acción militar contra la red Haqqani.

Según informaciones de los medios paquistaníes, el tema fue planteado por Mullen. Pero Kiani le dijo que el ejército de Pakistán no está en condiciones de dar un plazo para realizar una operación militar en el inquieto Waziristán del Norte. Aduciendo «limitaciones de capacidad», Kiani dijo a Mullen que perseguir a la red Haqqani en esta etapa tendría serias repercusiones para Pakistán.

En un discurso ante los jefes de la OTAN, Kiani excluyó virtualmente cualquier acción seria contra la red Haqqani. «El jefe del ejército reiteró la resolución y el compromiso de Pakistán en la lucha contra el terrorismo, mientras subrayó el derecho soberano de Pakistán de formular su política de acuerdo con sus intereses nacionales y los deseos del pueblo paquistaní», dijo sobre el discurso de Kiani una declaración oficial emitida por los militares.

Mientras tanto, los medios paquistaníes han adoptado posiciones contradictorias sobre la demanda estadounidense de actuación de Islamabad contra la red Haqqani. El periódico en inglés The Express Tribune dijo en su editorial del 17 de septiembre titulado «Ataque en Kabul y después»:

Lo que al parecer no comprende Leon Panetta es que hay una contradicción bastante manifiesta en el centro de la política estadounidense en Afganistán. Instan constantemente a Pakistán a que haga más para encarar a la red Haqqani y a los talibanes afganos, llegando a exigir acción militar en Waziristán del Norte; aunque, al propio tiempo, ellos mismos negocian con los talibanes mientras se preparan para retirarse de Afganistán.

En un mundo ideal, Pakistán sería capaz y estaría dispuesto a enfrentar y destruir a la red Haqqani, pero ahora mismo no tiene incentivo alguno para hacerlo. EE.UU. y Pakistán están involucrados en una crisis de confianza mutua en la cual se ve a Pakistán mostrando desafío. En vista de que EE.UU. ya ha anunciado la fecha en la que comenzará a retirar las tropas de Afganistán, los militares de Pakistán tratan de dar pasos para asegurar que mantendrán su influencia en ese país. El refuerzo de la red Haqqani para servir nuestros intereses en Afganistán es una medida en ese sentido. Pakistán teme que India será la potencia regional dominante en Afganistán después de la partida de los estadounidenses, y por lo tanto no siente aprensión ante el uso de la red Haqqani como su auxiliar.

Por otra parte, otro periódico en inglés, The News, dijo en un editorial del 17 de septiembre titulado «La advertencia de Panetta»:

Nadie a este lado de la barrera ha podido desmentir de modo creíble que la red Haqqani tenga sus escalones de retaguardia basados en Pakistán. Podrá ser una parte de Pakistán sobre la cual el gobierno tiene poco poder o control, pero se encuentra innegablemente dentro de las fronteras internacionalmente reconocidas de Pakistán.

La red Haqqani no es un brazo de facto de al Qaida, ni tiene necesariamente una causa común con al Qaida, pero tiene vínculos con otros grupos terroristas y con los talibanes que operan al otro lado de las tierras fronterizas de Afganistán. Los propios vínculos de Pakistán con la red, como con tantos otros grupos que ahora representan más un pasivo que un activo, datan de la guerra contra los rusos en Afganistán… Para Pakistán, la red Haqqani es un dolor de cabeza que se ha convertido en una migraña. Es hora, tal vez, de tomar una medicina.

Por su parte, Sirajuddin Haqqani trató de rescatar a Pakistán en una extraña entrevista telefónica, desde un sitio no revelado, con Reuters:

El grupo Haqqani ya no tiene santuarios en Pakistán, pero se sintió seguro dentro de Afganistán. Han pasado los días en los que nos ocultábamos en las montañas a lo largo de la frontera entre Pakistán y Afganistán. Ahora nos sentimos más seguros en Afganistán junto al pueblo afgano. Altos funcionarios militares y de la policía están con nosotros. Hay gente sincera en el gobierno afgano que es leal a los talibanes porque sabe que nuestro objetivo es la liberación de nuestra patria de las garras de las fuerzas ocupantes.»

Cuando se le preguntó si la red Haqqani era responsable del ataque en Kabul, Sirajuddin dijo:

Por ciertos motivos, no quiero afirmar que combatientes de nuestro grupo hayan realizado el ataque contra la embajada de EE.UU. y el cuartel de la OTAN. Nuestra dirigencia central, sobre todo altos miembros de la shura, sugirieron que guardara silencio si EE.UU. y sus aliados sufren en el futuro.

Cuando se le preguntó si había 10.000 combatientes Haqqani como han sugerido algunos medios, Sirajuddin rió y dijo: «En realidad es cifra es inferior a la cantidad real».

A otra pregunta, Sirajuddin respondió que su grupo participaría en conversaciones de paz con el gobierno en Kabul y EE.UU. solo si los talibanes también lo hacen. Dijo que el grupo ha rechazado en el pasado varios gestos de paz de EE.UU. y del gobierno del presidente afgano Hamid Karzai porque querían crear divisiones entre los grupos militantes.

«Nos ofrecieron puestos muy, muy importantes, pero los rechazamos y les dijimos que no tendrían éxito con sus infames propósitos. Querían dividirnos y cualquier otro esfuerzo por hacerlo también fracasará», dijo Sirajuddin, sobre cuya cabeza existe una recompensa de 5 millones de dólares, anunciada por EE.UU. que ya lo ha identificado como un terrorista global especialmente designado.

Amir Mir es un importante periodista paquistaní y autor de varios libros sobre el tema del Islam militante y el terrorismo. El último es: The Bhutto murder trail: From Waziristan to GHQ.

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Fuente: http://www.atimes.com/atimes/South_Asia/MI20Df05.html

rCR