A finales del año 2010 se anunció que el Premio Nobel de la Paz de aquel año se otorgaba al disidente chino Liu Xiaobo, encarcelado en la República Popular de China por su oposición al régimen dictatorial chino, convirtiéndose enseguida en un icono de los supuestos luchadores por la libertad y por los Derechos Humanos. […]
A finales del año 2010 se anunció que el Premio Nobel de la Paz de aquel año se otorgaba al disidente chino Liu Xiaobo, encarcelado en la República Popular de China por su oposición al régimen dictatorial chino, convirtiéndose enseguida en un icono de los supuestos luchadores por la libertad y por los Derechos Humanos. ONG’s relacionadas con los Derechos Humanos, portavoces de distintas asociaciones e instituciones pro-derechos humanos, así como intelectuales que se han presentado frecuentemente como defensores de la libertad y opositores de los regimenes comunistas, como el escritor francés Bernard-Henri Lévy, el escritor Mario Vargas Llosa y el político conservador-liberal José María Aznar, movilizaron grandes protestas para denunciar la violación de Derechos Humanos realizada por el gobierno chino. Incluso la organización internacional de escritores PEN añadió su voz de condena por el encarcelamiento de tal señor, convirtiéndose en los mayores promotores para que se le concediera el Premio Nobel de la Paz.
Lo que es interesante subrayar es lo poco que se escribió sobre los puntos de vista de tal señor. Barry Sautman y Yan Hairong, en cambio, sí que lo hicieron en las páginas de The Guardian (15.12.10). Vale la pena resumir este artículo, pues nada de ello ha sido escrito en los medios de mayor difusión en España desde que se le otorgó el Premio Nobel. En realidad, Liu Xiaobo es una persona ultraliberal que tiene una idea muy sesgada del concepto de libertad. En sus escritos y declaraciones ha apoyado todas las intervenciones armadas del gobierno federal de EEUU, al cual atribuye un amor a la libertad que según él guía tales intervenciones. De ahí que haya apoyado a todas las dictaduras existentes en Latinoamérica, África o Asia, excepto a las comunistas, para las cuales reserva toda su animosidad. En realidad, la única crítica al gobierno federal estadounidense que se le conoce es la de acusar al ejército estadounidense de haber sido demasiado blando en su invasión a Vietnam. Puesto que las fuerzas armadas hicieron uso en aquel país de prácticamente todas las armas disponibles a su alcance (excepto las nucleares), se abre un interrogante sobre el significado de blando. ¿Está Liu Xiaobo lamentando que no se utilizaran armas nucleares en Vietnam? Este señor apoyó la invasión de Iraq y también de Afganistán.
En cuanto a su visión económica, Liu Xiaobo está a favor de la privatización de todos los recursos existentes en su país, sin ninguna excepción. Pero lo que es más preocupante y claramente ofensivo para el pueblo chino es que escribe despectivamente de la población de su país, con tonos claramente racistas, indicando que lo mejor que le habría podido ocurrir a China hubiera sido continuar siendo una colonia de Gran Bretaña, tal como lo ha sido Hong Kong, subrayando que, debido a lo que él define como clara inferioridad étnica del pueblo chino, la colonización debería haberse realizado por mucho más tiempo, pues el escaso desarrollo de su pueblo necesitaba de tiempo y esfuerzo para modernizarlo, convirtiéndolo en un país occidental. Hasta aquí el artículo de Sautman y Hairong en The Guardian. (He podido confirmar los datos aportados por estos autores, de fuentes creíbles de China).
No tengo ninguna simpatía por el régimen dictatorial chino. Y he escrito críticamente sobre tal régimen, tal como lo hice también anteriormente sobre el régimen dictatorial de la Unión Soviética. Y debe denunciarse que tal autor esté encarcelado por sus ideas. Pero creo también necesario denunciar la selectividad en la supuesta defensa de derechos humanos. Compárese su caso con el del sindicalista chino Zhao Dong-min. Tal sindicalista fue encarcelado por ayudar a los obreros de varios centros de trabajo chinos. Su encarcelamiento ha sido denunciado por la Federación Internacional de Sindicatos, sin que haya tenido ninguna visibilidad en los medios de mayor difusión españoles. Zhao Dong-min fue un obrero que se define como socialista, que ha denunciado a la dirección del Partido Comunista chino por haber traicionado a la clase trabajadora china mediante la aplicación de unas reformas que han eliminado elementos esenciales de protección social. Como parte de esta crítica, ha denunciado también a los sindicatos oficiales por su nula representatividad de los intereses de los trabajadores. Fue condenado por «intentar movilizar a las masas y disturbar el orden social» en el año 2009, estando en encarcelamiento solitario y máximo desde entonces. En realidad está sometido a unas condiciones que reflejan una enorme hostilidad por parte de las autoridades gubernamentales, atemorizadas de la creciente popularidad que tal sindicalista ha adquirido entre los trabajadores de los centros urbanos, que distribuyen ampliamente y clandestinamente sus escritos.
Mientras que la popularidad del Premio Nobel Liu Xiaobo, entre la población china, incluso entre el mundo intelectual crítico del régimen, es prácticamente nula, Zhao Dong-min es conocido y respetado. Se le considera el fundador de los auténticos sindicatos libres en China. La hostilidad hacia él por parte del gobierno chino ha alcanzado niveles de crueldad como prohibirle visitar a su esposa cuando ésta se estaba muriendo en Agosto del 2010. Zhao está exigiendo la democratización de los sindicatos y del estado chino, criticándolo desde el punto de vista auténticamente democrático y desde la izquierda. De ahí que el lector español no habrá ni oído hablar de él. Lo que los promotores de los derechos humanos desean no es la democracia en China, sino la promoción de sus intereses, que pasan por el establecimiento del neoliberalismo en aquel país. Así de claro.
Vicenç Navarro es Catedrático de Ciencias Políticas y Sociales, Universidad Pompeu Fabra (Barcelona, España). Dirige el Programa en Políticas Públicas y Sociales patrocinado conjuntamente por la Universidad Pompeu Fabra y The Johns Hopkins University.
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