El presidente chino saliente, Hu Jintao, advirtió este jueves de que la corrupción endémica que afecta a la sociedad china podría resultar «fatal», y lanzó un llamamiento a más democracia, en su discurso de apertura del 18º Congreso del Partido Comunista Chino (PCC). Hu Jintao, de 69 años, quien debe ceder su puesto de secretario […]
El presidente chino saliente, Hu Jintao, advirtió este jueves de que la corrupción endémica que afecta a la sociedad china podría resultar «fatal», y lanzó un llamamiento a más democracia, en su discurso de apertura del 18º Congreso del Partido Comunista Chino (PCC).
Hu Jintao, de 69 años, quien debe ceder su puesto de secretario general del PCC a Xi Jinping, de 59 años, llamó igualmente a convertir a China en «una potencia marítima».
En un discurso de hora y media ante los más de 2.000 delegados del PCC, reunidos en Pekín en el solemne recinto del Palacio del Pueblo, Hu Jintao resaltó la importancia de las reformas políticas, un aspecto en el que su balance es juzgado bastante endeble.
«La reforma de la estructura política es una parte importante de las reformas globales de China. Debemos continuar nuestros esfuerzos, activa y prudentemente, para proseguir la reforma de la estructura y extender la democracia popular», declaró.
«Debemos otorgar más importancia al mejoramiento del sistema democrático con el fin de garantizar que el pueblo pueda tener elecciones y decisiones democráticas», agregó.
Hu Jintao pidió igualmente convertir a China en una «potencia marítima», en momentos en que su país y Japón se disputan la soberanía de un archipiélago en el mar de China oriental.
Pekín, que lanzó su primer portaaviones en septiembre, debe «defender resueltamente sus derechos e intereses marítimos», recalcó el presidente chino, quien debe ceder la dirección del partido único a su sucesor designado, Xi Jinping.
«Debemos convertir a China en una potencia marítima», recalcó ante los más de 2.000 delegados del PCC.
Tras referirse a «problemas entrelazados» que pueden afectar su supervivencia, Hu dijo que China debe construir «una fuerte defensa nacional y unas poderosas fuerzas armadas que correspondan al rango internacional de China».
También dijo que Pekín debe avanzar en su preparación militar en general, y en la pericia tecnológica de las fuerzas armadas en particular, diciendo que la tarea más importante de China era ser capaz de «ganar una guerra local en la era de la información».
Hu Jintao advirtió que «la corrupción puede provocar el derrumbamiento del Partido y del Estado», y «si fracasamos en el tratamiento correcto de este asunto» ello podrá resultar «fatal».
China se vio sacudida este año por varios escándalos político-financieros en los que estaban implicados las familias de altos dirigentes, entre ellos un miembro del Buró político, Bo Xilai, excluido del Partido y en espera de juicio.
Informaciones de prensa revelaron este año las colosales fortunas de las familias de ciertos dirigentes, entre ellas las del primer ministro Wen Jiabao y la del futuro número uno Xi Jinping.
El Partido comunista debe garantizar que ningún dirigente chino abuse de su poder, añadió el presidente saliente.
El Partido «va a garantizar que los dirigentes respetan la ley en actos y pensamientos», prometió Hu.
«Debemos garantizar que todo el mundo es igual ante la ley; ninguna organización, ningún individuo, tiene el privilegio de pisotear la constitución», añadió.
China debe aplicar «un nuevo modelo de crecimiento», declaró por otro lado el presidente, en momentos en que la segunda economía mundial está afectada por una neta ralentizacion.
«En respuesta a los cambios económicos en el plano nacional e internacional, es necesario acelerar la creación de un nuevo modelo de crecimiento basado en una mejor calidad y en unos resultados superiores», declaró el número uno chino.
La «década de oro» de Hu Jintao ha cedido el lugar a un crecimiento que ha caído a un 7,8%, el más bajo desde la crisis financiera asiática de 1997-98.
La prensa internacional ha sido invitada durante el primer día de este congreso que continuará luego a puerta cerrada hasta el miércoles próximo, fecha en la que los siete o nueve miembros de la nueva dirección suprema de China subirán a escena para una breve aparición ante las cámaras del mundo entero.
A la cabeza, el señor Xi, convertido en el secretario general del PCC, pasará de al puesto de presidente de la República, una formalidad prevista para marzo pròximo. Ya era vicepresidente.
Xi deberá dirigir una China en plena mutación, con una economía casi capitalista afectada por la crisis financiera europea, y una población ávida de reformas políticas y de transparencia, sobre todo acerca de la riqueza de los jerarcas comunistas.
Más de ocho de cada diez chinos en las ciudades esperan cambios políticos, según una encuesta publicada el miércoles por la prensa oficial.
Y más de 500 millones de internautas, bastante críticos, estarán pendientes, pese a una pesada censura.
En materia de derechos humanos, Xi Jinping deberá decidir si libera al encarcelado premio Nobel de la paz 2010, el disidente Liu Xiaobo.
Para ello necesitará obtener el consenso de sus pares: la China posterior a Mao y Deng Xiaoping desconfía de los hombres fuertes. Con el riesgo de que se produzca el inmovilismo.