La Red de Veteranos por la Paz Global (VGPN), constituida por organizaciones de veteranos de distintos países, desea denunciar como criminal la fracasada intervención iniciada por los EEUU en Afganistán; una guerra basada en mentiras, en la que ni siquiera los propios militares sobre el terreno tenían claro por qué estaban allí.
La estrategia desastrosa de EEUU se remonta a los años 70, en que empezaron a alimentar a los muyahidines para desestabilizar a la URSS y establecer regímenes dóciles en Asia central. La consecuencia fue una terrible guerra civil que llevó al poder a los talibanes, los más radicales entre ellos.
EEUU invadió Afganistán en el año 2001 con la excusa de quitar del poder a los talibanes, aunque la invasión estaba ya decidida desde antes del 11 S; 20 años después, se retiran vergonzosamente, con los talibanes nuevamente en el poder.
Son los grandes intereses económicos que controlan el poder real en los EEUU quienes han promovido esta guerra: el oleoducto del Caspio al Índico, los minerales estratégicos, los ingentes beneficios del cultivo del opio y, sobre todo, la invocación a un enemigo ubicuo y escurridizo, que ellos mismos se han ocupado de alimentar, para justificar la necesidad de los desorbitados gastos en armamento y en concesiones a las empresas de seguridad.
En su alocada campaña militar, arrastraron a la OTAN entera fuera de su natural espacio defensivo y a muchos otros países, que se prestaron a seguir el juego del hegemón sin objeciones, aún cuando no se les había perdido nada en Afganistán.
Su temprano aliento al islamo-fascismo ha dado origen a las organizaciones terroristas más sanguinarias, que han venido extendiéndose por todo el mundo en sus distintas denominaciones. Aunque sus consecuencias se perciben con nitidez en las metrópolis, no son nada comparadas con el daño sufrido por los países de mayorías musulmanas.
La excusa de la guerra contra el terror solo ha resultado en una expansión del terrorismo mucho peor que antes.
El coste en vidas de la guerra ha sido terrible: se habla de cerca de 4.000 soldados USA muertos (además de unos 1.100 de otros países aliados) y 20.000 heridos; y los suicidios entre veteranos de EEUU, conmocionados por el estrés postraumático y la ausencia de perspectivas profesionales, ascienden a entre 6.000 y 7.000 al año. Nadie parece haberse preocupado por las cifras de víctimas entre la población afgana, aunque se calculan entre 50.000 y 100.000 muertos, el triple de heridos y 5,5 millones de refugiados.
La generalización de las torturas, el uso de contratistas no sujetos al escrutinio público o los bombardeos desde drones sobre blancos que no resultaban un riesgo inminente y con un elevado número de víctimas no combatientes (mujeres y niños, sobre todo), se han convertido en prácticas corrientes, en un cuestionamiento radical e inmoral del derecho internacional humanitario.
El modelo anglo-estadounidense de gestionar los problemas de seguridad en el mundo se basan en la utilización de la fuerza bruta, en lugar del diálogo y la negociación; sin reparar en que, como han reconocido algunos de sus principales ejecutores, en esta guerra ciega y absurda, los esfuerzos por eliminar un solo elemento de la resistencia se ven respondidos con la aparición de otros diez.
Queda por ver el resultado a largo plazo de esta catástrofe: hay indicios suficientes de que el acuerdo con los talibanes para la retirada tenía como objetivo la terciarización de su guerra infinita, dejando a ellos la tarea de sembrar el caos en su entorno, (China, Rusia e Irán), mientras EEUU se centra en su último objetivo imperial: la guerra contra China, que aunque jamás en su historia ha mostrado impulsos expansionistas o agresivos, es considerada ahora como su máxima amenaza existencial.
Como veteranos que hemos servido en esta y en pasadas guerras, estamos indignados con los líderes que nos mienten y carecen del valor moral para actuar, incluso cuando hay pruebas. Exigimos rendición de cuentas de manera real y tangible. La tolerancia y la postura de tantos políticos hoy es exasperante.
Es preciso que veamos un deslizamiento hacia un futuro en el que a gobernantes y militares se les exijan responsabilidades. Tenemos que reducir los presupuestos militares de las potencias occidentales y dedicar esos recursos hacia programas sociales que prioricen la satisfacción de las necesidades del pueblo y apoyar a las masas de refugiados que buscan seguridad para sus familias.
En el nombre de todas las víctimas, VGPN exige de las potencias implicadas en esta guerra la acogida a todos los refugiados afganos y ayudas para su reasentamiento, además de reparaciones de guerra para Afganistán y todos los afganos. Todos esos países responsables o cómplices deben ser obligados a pagar reparaciones punitivas de guerra por todas las bajas y daños estructurales.
En VGPN deseamos expresar a nuestros hermanos y hermanas en Afganistán nuestro más sincero pesar por sus pérdidas y enviar votos de fortaleza por sus esfuerzos de reconstrucción.
Asimismo, VGPN exige el reconocimiento y aceptación por los EEUU de la autoridad del Tribunal Penal Internacional y el sometimiento a su jurisdicción de quienes han promovido y conducido la guerra de Afganistán como criminales de guerra.