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El presidente de Bolivia, Luis Arce, propone declarar al mundo como zona de paz

Fuentes: TeleSur

Discurso del Presidente Constitucional del Estado Plurinacional de Bolivia Luis Arce en el período N° 77 de Sesiones de la Asamblea General de la ONU.

Muchas gracias, muy buenas tardes a todas y todos. Quiero saludar al hermano Presidente de la Asamblea General de las Naciones Unidas, Csaba Kőrösi, al hermano Secretario General, António Guterres, a las hermanas, hermanos jefes de Estado y de Gobierno, Ministros de Relaciones Exteriores y delegados presentes.

En primer lugar, hermano Csaba Kőrösi, permítame saludar su elección como Presidente de la Asamblea General de las Naciones Unidas y expresarle, a nombre del Estado Plurinacional de Bolivia, nuestro compromiso con la gestión que lleva adelante en beneficio de la comunidad internacional. Que este 77° período de sesiones permita continuar fortaleciendo el multilateralismo, para enfrentar de manera más efectiva las nuevas y viejas amenazas que acechan a la humanidad.

Hermano Presidente: hoy nos encontramos frente a una crisis capitalista múltiple y sistemática, que pone cada vez más en riesgo la vida de la humanidad y del planeta. No cabe duda que los desafíos a los que nos enfrentamos son cada vez más complejos. Si pretendemos un futuro mejor para las actuales y futuras generaciones debemos no sólo reflexionar sobre las crisis económicas, social, alimentaria, climática, energética, hídrica y comercial, sino identificar con claridad el origen, para cambiar un sistema que reproduce la dominación, explotación y exclusión de las grandes mayorías, que genera concentración de riqueza en pocas manos y que prioriza la producción y reproducción del capital antes que la producción y la reproducción de la vida.

Pero a la par de la crisis múltiple y sistemática del capitalismo observamos la recta final del mundo unipolar y la construcción de un nuevo orden mundial inevitable. Esperamos sea para beneficio de todos los Estados y pueblos del mundo. Convencidos de que otro mundo es posible, desde el Estado Plurinacional planteamos lo siguiente:

Número 1: Declarar al mundo como zona de paz. En tal sentido, expresamos nuestra preocupación por el considerable número de conflictos armados que azotan a la humanidad. Muchos de ellos promovidos por las trasnacionales de la guerra, pero también por el afán de imponer un orden político y económico mundial, funcional a los intereses del capitalismo. Estos conflictos traen consigo un gran costo humano y en pocos casos, y en no pocos más bien, la destrucción de nuestro patrimonio cultural y medioambiental. Indistintamente del origen, naturaleza o explicación geopolítica de las tensiones internacionales, el Estado Plurinacional de Bolivia ha apostado, y lo seguirá haciendo, por la cultura del diálogo entre las naciones, a través de la diplomacia de los pueblos. Pero lastimosamente observamos el deterioro creciente del sistema multilateral por el capricho de las potencias capitalistas de no resignarse a la existencia de un mundo multipolar y con equilibrio del poder. El multilateralismo es el único mecanismo que representa una garantía de respeto entre los Estados, independientemente de su poderío económico o militar. Por lo tanto, consideramos que cualquier quebrantamiento de la paz y seguridad internacionales, está vinculado a la insuficiente aplicación de los mecanismos previstos en la Carta de las Naciones Unidas, o en su defecto, a su flagrante transgresión. Los países que conformamos la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, CELAC, declaramos en 2014 a la región como zona de paz, comprometiéndonos a resolver de manera pacífica nuestras controversias y desterrando para siempre el uso de la fuerza en la región. En esa línea, propugnamos para que esta Asamblea sea el espacio de un gran acuerdo histórico, un acuerdo en donde prime el diálogo y la diplomacia sobre cualquier controversia y el mundo sea declarado también como zona de paz. Para alcanzar este objetivo es vital importancia, entre varias iniciativas, que las Naciones Unidas trabajen sin descanso para lograr un alto al fuego entre Rusia y Ucrania, para que los derechos históricos del Estado y el pueblo palestino sean respetados y que la OTAN deje de pensar en sus planes expansionistas.

Sustituir la fabricación de armas de destrucción masiva por una justa compensación a los pobres del mundo es la segunda propuesta. Precisamente, la falta de diálogo y de medidas de diplomacia preventiva nos arrastró a una era de grandes tensiones a nivel mundial y de crecientes incertidumbres e inestabilidad en la seguridad global. Vivimos tiempos en que la concentración de un gran número de armas de destrucción masiva en un pequeño grupo de países, mismos que al negarse a eliminarlas, priorizando sus intereses geopolíticos, hacen peligrar la paz y la seguridad de nuestro planeta. Nueve países reúnen hoy 12.705 ojivas nucleares. 9.440 de ellas se encuentran en reservas militares, listas para ser usadas. Ante esta dramática realidad que enfrenta el mundo, hay que levantar la bandera de sustituir los gastos militares para la fabricación de armas de destrucción masiva por una justa compensación económica que los países del capitalismo central le deben moral e históricamente a los países de la periferia y a los países pobres del mundo.

Tercero: contra la mercantilización de la salud, Sistemas Universales de Salud. En los últimos dos años, nuestros pueblos tuvieron que enfrentar no sólo incertidumbre producto de conflictos, sino también enfrentamos una grave crisis sanitaria, derivada del COVID-19, la cual expuso las vulnerabilidades y desigualdades de los sistemas de salud en todo el mundo, así como el sistema financiero y la economía mundial. Frente a los sistemas de salud que sólo favorecen a quienes tienen la posibilidad de acceder a un seguro privado, y frente a quienes han hecho de la salud una mercancía, es imperioso fortalecer los Sistemas de Salud en los que el Estado cumpla la obligación de proteger y garantizar los derechos colectivos, en el marco de la preeminencia de los derechos humanos económicos, sociales y culturales, reduciendo así los efectos de la crisis económica mundial en los sectores más vulnerables de la población.

Cuarto: Programa Global de Soberanía Alimentaria en armonía con la Madre Tierra. Otra manifestación de la crisis estructural y múltiple del capitalismo es la crisis alimentaria, agravada por los efectos de la pandemia, exacerbada por los conflictos geopolíticos mundiales y las múltiples crisis ecológicas que enfrenta el planeta. Situación que no solamente ha afectado el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, sino que también amenaza los derechos más elementales de millones de seres humanos. De acuerdo al informe sobre el estado de la Seguridad Alimentaria y la Nutrición en el Mundo 2022, el número de personas que padece hambre en el mundo se ha incrementado dramáticamente en los últimos años. Sólo durante el año 2021 un total de 828.000.000 de personas fueron víctimas de este flagelo, lo representa el 9.8% de la población mundial. Asia, con 425.000.000 de personas afectadas y África con 278.000.000 continúan siendo las regiones más golpeadas del planeta por esta crisis, y en América Latina y el Caribe afectó a más de 56.000.000 de personas. A la crisis alimentaria debemos anteponer urgentemente un Programa Global de Soberanía Alimentaria, que garantice a los pequeños productores mejores condiciones para la producción. Ello implica el acceso a semillas, fertilizantes, tecnología, infraestructura, créditos y diversas formas privadas y comunitarias de acceso a los mercados, pero también mejores condiciones de vida en sus comunidades, en plena armonía con la Madre Tierra.

Quinto: reconstruir las capacidades productivas y económicas de los países de la Periferia golpeados por la irrefrenable lógica concentradora del capital. Además de los efectos ocasionados por la pandemia del COVID-19, que deterioraron nuestras economías y los intercambios comerciales, hoy enfrentamos una senda expansionaria sostenida de la inflación, que se constituye en uno de los principales problemas. Por ejemplo en agosto de 2022, Estados Unidos registró una inflación interanual del 8,25%, que es la más alta de las últimas cuatro décadas, y una tasa sin precedentes del 9,1% en la zona euro. Adicionalmente, la guerra entre Rusia y Ucrania profundizó las presiones de los precios de la energía, alimentos, fertilizantes, materias primas y otros. Es así que a julio de este año la inflación interanual de alimentos aumentó en más de dos dígitos en algunos países de Europa y en Estados Unidos. En un mundo estrechamente interconectado es importante responder a las necesidades de nuestros pueblos en el contexto de postpandemia, fortaleciendo la integración y cooperación bajo los principios de la solidaridad, la complementariedad y el respeto a la autodeterminación de los pueblos, de manera que podamos enfrentar el impacto multidimensional en la economía, en nuestras industrias, así como en nuestras capacidades productivas y el autosustento. Por ello, es vital la reestructuración de la arquitectura financiera mundial, para el alivio de la deuda externa a nivel global, de manera que los países en desarrollo tengamos el espacio para implementar soberanamente políticas sociales desde un enfoque de desarrollo económico y social integral y sustentable. Y como siempre ha sido un grito desde los países del Sur, hay que equilibrar las relaciones de intercambio que en la actualidad siguen beneficiando sólo al Norte. Al respecto, humildemente me permito compartir la experiencia boliviana:

Luego de la recuperación de la democracia el 2020, gracias a la unidad, lucha y conciencia del pueblo boliviano, volvimos a la senda trazada por nuestra Revolución Democrática y Cultural, de dignidad y soberanía. Retomamos la construcción de nuestro Estado Plurinacional y la consolidación de nuestro Modelo Económico Social Comunitario Productivo. Un modelo económico soberano, en el que no aceptamos ni aceptaremos imposiciones del Fondo Monetario Internacional. Nuestro modelo económico responde a nuestra realidad política, económica, social y cultural, y está basado en un rol activo del Estado en la economía, en la nacionalización de nuestros recursos naturales estratégicos, la articulación de todas las formas de organización económica, el fortalecimiento de la inversión pública, la industrialización con sustitución de importaciones, la dinamización del mercado interno, la diversificación productiva, la seguridad con soberanía alimentaria, la redistribución de los ingresos, la lucha contra la pobreza y las desigualdades, es decir, un crecimiento económico con justicia social, bajo el horizonte político civilizatorio del Vivir Bien, que emerge desde nuestras raíces indígenas originarias. Estas políticas responsables y soberanas nos han permitido retomar el camino de la estabilidad y el crecimiento económico con redistribución de los ingresos. Al primer trimestre de este año la actividad económica registró un crecimiento del 4%, impulsado por la demanda interna, con una inflación de 1,6% al mes de agosto. Nos constituimos en la economía con la inflación más baja de la región y una de las menores en el mundo, frente a tasas de inflación de varios países que a doce meses ya superan los dos dígitos. En el ámbito social, en el segundo trimestre del 2022 Bolivia registró la tasa más baja de desempleo de la región, con cuatro y medio por ciento y organismos internacionales como la CEPAL nos sitúa como el país que reducirá en mayor medida la pobreza en 2022, mientras que otros países incluso sufrirán incrementos. Sin embargo, como muchos otros países de la periferia, todavía hacemos grandes esfuerzos para resolver los problemas relacionados a la crisis multidimensional y sistemática que nos afecta y que ocasiona que la recuperación se haga cada vez más difícil. Lamentamos que mientras los países del capitalismo central apuestan con grandes sumas de dinero por la guerra, se hacen ínfimos aportes para el desarrollo integral y sostenible, para la descolonización y despatriarcalización, la erradicación de la pobreza, las desigualdades económicas y sociales. Un ejemplo de ello es que en los últimos meses se ha dedicado veinte veces más recursos financieros al conflicto en Europa del Este que lo comprometido al Fondo Verde del Clima en una década. La paz no se logra comprando y vendiendo armas, sino trabajando unidos para construir y si es necesario reconstruir las capacidades económicas y productivas de todos los países.

Sexta propuesta: la crisis climática requiere responsabilidad, solidaridad, armonía entre los seres humanos y la naturaleza, y no usura. Otra crisis que amenaza con destruir a la humanidad y la integridad de nuestra Madre Tierra es la climática, que de crisis está pasando a un colapso ecológico. Los desalentadores niveles de reducción de emisiones observados y proyectados hasta el momento demuestran que los países que tienen los medios para cambiar sus patrones de producción y consumo no tienen la voluntad política para hacerlo, y los que hemos planteado metas ambiciosas no hemos recibido los medios de implementación comprometidos en la Convención y el Acuerdo de París para alcanzarlos. Más aún, los principales responsables de la emisión de gases de efecto invernadero, ahora piden que cada país persiga la ilusión de una descarbonización al 2050, sin tomar en cuenta las responsabilidades históricas de los países desarrollados, ni las capacidades y limitaciones de los países en desarrollo, para los que el acceso a la tecnología limpia, de última generación se hace cada vez más inalcanzable. Tal vez, los deudores climáticos históricos quisieran que todos nos preocupemos solamente del futuro, para evitar discutir en el presente las promesas incumplidas a los países en desarrollo sobre financiamiento, transferencia de tecnología y fortalecimiento de capacidades. Recientemente, las inundaciones en Pakistán, a cuyo pueblo queremos expresar nuestra solidaridad, sirven como el ejemplo más elocuente y tangible del alto costo humano y material de las pérdidas y daños reales causados por siglos de mal desarrollo capitalista. Hoy más que nunca queda clara la necesidad de un mecanismo financiero específico, fundamentado en la solidaridad y no en la usura, para afrontar las pérdidas y daños ocasionados por la crisis climática en los países de alto desarrollo de sus fuerzas productivas. Estamos convencidos, de que un futuro bajo en emisiones y resiliente al clima no es posible si seguimos concentrando las riquezas y los ingresos en pocas manos. Por lo tanto, para revertir la crisis climática necesitamos resolver las contradicciones económicas, sociales y políticas ocasionadas por el modelo capitalista, así como también las que existen entre los seres humanos y la naturaleza.

Séptima proposición: la industrialización del litio para beneficio de los pueblos y pilar fundamental para la transición energética. Ahora quisiera referirme a un recurso natural estratégico. Nuestro país posee las mayores reservas de litio en el mundo, y asumimos esto con mucha responsabilidad, especialmente al momento de implementar acciones para su industrialización, garantizando que su utilización sirva para el beneficio de la humanidad, como el pilar fundamental de la transición justa global a un futuro bajo en emisiones y respetando a la Madre Tierra. Queremos que nuestras reservas de litio no sigan el camino de otros recursos naturales que, en las condiciones del colonialismo y el desarrollo capitalista, sólo sirvieron para aumentar la riqueza de unos cuántos y provocar el hambre de los pueblos. En este sentido, ratificamos la soberanía sobre nuestros recursos naturales como el litio, su industrialización, el beneficio orientado hacia el beneficio de los pueblos, no de trasnacionales ni de un pequeño grupo privilegiado, y la apropiación soberana del excedente económico para ser redistribuido, especialmente entre la población de menores ingresos. Asimismo, rechazamos todo tipo de injerencias y afanes de desestabilización de la democracia en nuestro país con el afán de controlar el litio. Según lo manifestado por la Comandante del Comando Sur de Estados Unidos hace un par de meses, el llamado “triángulo de litio”, ubicado en América del Sur, conformado por Bolivia, Argentina y Chile, se encuentra en la mira de los Estados Unidos. Naciones Unidas debe tomar medidas contra todos aquellos países que no respeten la soberanía y la no-injerencia, y que enfrentan a los pueblos por el control de los recursos naturales estratégicos. No somos fichas de tableros de ajedrez, somos pueblos que trabajan día a día para salir adelante y tenemos todo el derecho de decidir sobre nuestros recursos naturales.

Octava proposición: de la nacionalización a la regionalización de la lucha contra el narcotráfico. Hay que cambiar de enfoque en el abordaje de la lucha contra el narcotráfico. Seguir haciendo énfasis en la oferta y no en la demanda sólo ha servido como pretexto para la militarización y para el despliegue de la guerra internacional contra las drogas. Esto ha afectado a los campesinos del Sur, y deja en absoluta impunidad a los grandes grupos criminales, nunca identificados públicamente en los países cuya población consume masivamente. La droga: la guerra internacional contra las drogas criminaliza y genera sanciones unilaterales contra países del Sur, pero blinda el lavado de activos, facilita el tráfico de drogas y otros delitos conexos en los países del Norte. Eso ya no puede seguir así. Con un balance positivo en la lucha contra el narcotráfico, Bolivia defiende su modelo, y por eso asumimos que es el momento de trabajar juntos con Perú y Colombia y con otros países afectados por el tránsito de drogas. En la regionalización de la lucha contra el narcotráfico, bajo un enfoque integral, que sea menos militarizado y más económicamente social. Luego, debemos trabajar desde Naciones Unidas un mecanismo para evaluar sus resultados, no sólo a los países del Sur, sino a los del Norte, del que uno de sus integrantes certifica unilateralmente el combate a las drogas.

Noveno: fortalecer los mecanismos internacionales para un trato preferencial para los países sin litoral. Me permito llamar su atención sobre el derecho del mar, que es uno de los grandes temas actuales de las relaciones jurídicas internacionales, ya que todos los Estados mediterráneos o enclaustrados enfrentamos graves dificultades en su acceso al mar y al aprovechamiento de sus recursos, tomando en cuenta que los espacios marinos se constituyen en zonas de gran potencialidad para el desarrollo de los países, en especial, en los países en desarrollo. Todos los países tenemos el derecho a acceder y utilizar el espacio oceánico y los recursos marítimos tal y como lo señala la misma Convención sobre el Derecho del Mar. Debemos asegurar la distribución justa de derechos y responsabilidades respecto a la riqueza marina, ya que juega un papel decisivo para el futuro de los pueblos del mundo. El mar es un derecho de los pueblos, por lo tanto nadie debe estar privado de su disfrute y aprovechamiento para su desarrollo. Asimismo, guiados por la equidad, la no-discriminación, la solidaridad internacional, la justicia social como principios para corregir los desequilibrios y las injusticias globales, consideramos importante fortalecer los mecanismos internacionales para un trato preferencial a los Estados que se encuentran privados de no tener costa al mar, y por lo tanto, una grave desventaja geográfica en el aprovechamiento de los recursos marinos. Está demostrado que los países sin litoral somos doblemente afectados: tenemos costos más altos en las importaciones de productos y nuestro desarrollo se ve obstaculizado. A este respecto, debemos recordar a la Comunidad Internacional que mi país, Bolivia, nació con mar. Sin embargo, en la actualidad, es un país enclaustrado, obligado por las circunstancias del pasado a enfrentar múltiples barreras para el transporte, comunicación y comercio. Esperamos que más temprano que tarde el diálogo y la diplomacia puedan triunfar, para reparar las injusticias de una guerra impulsada por intereses capitalistas y construir así un mejor futuro entre pueblos hermanos.

Décima propuesta: ampliar nuestra visión restringida de derechos humanos y democracia. No nos cabe duda de que la democracia y los derechos humanos son dos hermanas inseparables. El Estado Plurinacional de Bolivia ha experimentado en carne propia que cuando se quebranta la democracia también se desmoronan las bases para el ejercicio de los derechos humanos. Por ello, expresamos nuestro más firme compromiso a las decisiones y acciones que asume la Organización en defensa de los sectores más vulnerables de nuestra sociedad. Bolivia ha decidido reconstruir su institucionalidad, incorporando el carácter plurinacional del Estado, lo cual implica que los 36 pueblos indígenas son parte constitutiva de nuestro Estado. Un pueblo que está orgulloso de su identidad diversa puede construir desde las bases de la interculturalidad un mejor país, eso lo sabemos las bolivianas y los bolivianos. En un análisis histórico, esto ha ocurrido en muy poco tiempo, y nuestro desafío es que esta transformación continúe en dirección a alcanzar el Vivir Bien de todos y todas. Necesitamos ampliar nuestro criterio de derechos humanos y su relación con la democracia. No existe ninguno de los dos, ni derechos humanos ni democracia, cuando la preservación de los privilegios en unos pocos se hace a costa del incumplimiento efectivo de los derechos económicos, sociales y culturales de las mayorías.

Décimo primera propuesta: solidaridad intergeneracional. Estamos convencidos que esta generación vibrante y productiva tiene que ser solidaria con quienes han construido los primeros cimientos de nuestras casas. No se puede asegurar la equidad con las futuras generaciones si no consolidamos la equidad entre las generaciones presentes. Nos preocupa el énfasis sin equilibrio que existe en la esfera multilateral en torno a las generaciones futuras, sin tener en cuenta todo el trabajo que han hecho las personas adultas mayores en nuestros países. Nos preocupa que a la fecha no exista un tratado universal que los proteja. Esperamos que esta reflexión se realice de manera profunda en esta casa universal.

Décimo segunda propuesta: declarar el decenio de la despatriarcalización para luchar contra toda forma de violencia hacia las mujeres y niñas. De la misma manera, quiero llamar la atención sobre algo que nos llama y nos alarma a nivel global: la persistencia de la violencia contra las mujeres y niñas, y en particular, las mujeres y las niñas indígenas y en situación de pobreza. La pandemia y las crisis estructurales del capitalismo están deteriorando las condiciones de vida, especialmente de las mujeres del campo y de las ciudades. Ellas siguen enfrentando formas complejas e interseccionales de violencia. Como señala ONU Mujeres y el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas, haciendo un balance anual de las nueve metas que comprende el Objetivo de Desarrollo Sostenible 5, en su informe acerca del panorama de género, abro comillas, “durante mucho tiempo, la discriminación por razones de género ha relegado a las mujeres y a las niñas a una situación de subordinación con respecto a los hombres en el trabajo, la política y el hogar. Y al ritmo del cambio actual, el Informe estima que nos faltan 21 años para alcanzar leyes universales que prohíban la violencia contra las mujeres y unos exorbitantes 286 años para alcanzar la igualdad de género en los marcos jurídicos”, cierro comillas. El informe señala también un retroceso preocupante en la reducción de la pobreza y las probabilidades de que los aumentos de los precios agraven estas tendencias. Para fines del año 2022, alrededor de 383.000.000 de mujeres y niñas vivirán en la pobreza extrema. En la mayor parte del mundo, muchas otras tendrán ingresos insuficientes para satisfacer necesidades básicas, como las necesidades de alimentación, vestimenta y una vivienda adecuada. En nuestro Estado Plurinacional de Bolivia hemos declarado el año 2022 como el año de la Revolución Cultural para la Despatriarcalización, por una vida libre de violencia contra las mujeres, y estamos impulsando políticas orientadas no sólo a fortalecer marcos normativos, sino a atacar las causas estructurales de la violencia, desde la educación, el fortalecimiento de la autonomía económica de las mujeres, y también a través de procesos culturales para transformar esta lamentable realidad, originada por el patriarcado como el sistema más antiguo de opresión, y que se retroalimenta con el colonialismo y el capitalismo. Proponemos que desde esta Asamblea General se declare el decenio de la despatriarcalización, y hablamos de despatriarcalización porque urge un proceso profundo de transformaciones políticas, económicas, sociales y culturales desde una perspectiva comunitaria, orientada hacia la construcción de relaciones recíprocas por una vida libre de toda forma de exclusión, dominación, explotación, discriminación y violencia para toda la humanidad y nuestra Madre Tierra.

Décimo Tercero: rechazar las sanciones unilaterales. Es inconcebible en un mundo golpeado por la crisis y la pandemia que aún se apliquen medidas coercitivas unilaterales con el objeto de doblegar gobiernos, a costa del hambre y sufrimiento de sus pueblos. En la actual coyuntura mundial, ningún país debería ser perseguido, sancionado o acorralado por ejercer su derecho a determinar libremente sus propios sistemas políticos, económicos y sociales. Una muestra de la unilateralidad con la que actúan algunos países es la incorporación de Bolivia en una lista de los denominados principales países de tránsito de droga o productores de drogas ilícitas. El Estado Plurinacional de Bolivia tiene una política soberana de lucha contra el narcotráfico que ha dado importantes resultados, y ratificamos el compromiso de nuestro Gobierno para fortalecer la lucha contra este flagelo mundial. Sin embargo, queda claro que la guerra contra las drogas, principalmente aquella desatada por Estados Unidos, ha fracasado, y por tanto, existe una imperiosa necesidad de que este país efectúe un análisis profundo sobre el cambio de su política, en atención a que se ha convertido en uno de los principales países consumidores, lo que ha derivado, en la gestión anterior, en la lamentable muerte de más de 100.000 personas por sobredosis y adicción a las drogas dentro de su territorio. Otra muestra clara de la aplicación de medidas unilaterales es el inhumano y criminal bloqueo comercial y financiero contra Cuba, que pone en riesgo la vida de millones de ciudadanas y ciudadanos. Es un crimen contra la humanidad mantener ese tipo de medidas, y de paso incorporar a este país a la lista de los países patrocinadores del terrorismo, pero al mismo tiempo, un lamentable ejemplo, que deberíamos hacer reflexionar, de cómo las decisiones mayoritariamente tomadas cada año en esta Asamblea son incumplidas por determinados países.

Finalmente señor Presidente, la última propuesta, decimocuarta, garantizar la plena vigencia de la Carta de las Naciones Unidas y el principio del multilateralismo. Si no somos capaces de superar los grandes problemas que tenemos como Comunidad Internacional, llevaremos a nuestros pueblos a una catástrofe de grandes dimensiones. Hoy más que nunca, tenemos la responsabilidad de mostrar la efectividad de la Carta de las Naciones Unidas y del derecho internacional y sus instituciones. La crisis multidireccional por la que atraviesa el planeta, como resultado de la ambición capitalista, lejos de superarse, se agudizará si no se toman medidas urgentes. Sólo a través de un multilateralismo fortalecido, podemos alcanzar un mayor diálogo y cooperación en la búsqueda de soluciones a esa crisis. Revitalizar genuinamente el multilateralismo nos permitirá restablecer la vigencia del derecho internacional y la preservación de la paz con justicia social, así como reconfigurar el frágil orden internacional para volverlo plural y sólido.

El Estado Plurinacional de Bolivia, a partir de la experiencia construida desde 2006, con nuestra Revolución Democrática y Cultural, apuesta con optimismo a superar la actual polarización de la arquitectura mundial, superar el orden capitalista que nos ha metido en una carrera vertiginosa, peligrosa e ilimitada de consumismo, que pone en riesgo a la humanidad y el planeta, y más bien, construir un mundo más justo, inclusivo, equitativo para todas y todos, bajo los principios del Vivir Bien y la diplomacia de los pueblos. Muchas gracias.

Vídeo del discurso: TeleSUR tv. (20 de septiembre de 2022). Presidente de Bolivia Luis Arce propone declarar al mundo como zona de paz. https://www.youtube.com/watch?v=Z71fODJiWFs

Transcripción: Rodrigo Utrera. Estudiante de Sociología de la Universidad de Chile.