Mucho se habla en el presente acerca de formuladores de la política exterior de la potencia mundial, Estados Unidos de América, con relación a la álgida situación planteada por la guerra en Ucrania, las tensiones crecientes en el mar de China, los ejercicios militares en muchos rincones del planeta, donde están involucradas, además de aquella potencia, sus rivales Rusia, China, Corea del Norte, o sus aliados Francia, Gran Bretaña, los restantes miembros de la OTAN. Lo anterior junto con la ocurrencia de una abierta guerra comercial de bloques trasluce un clímax de tensión para el mundo. Allí aparecen recurrentemente como referentes de las estrategias estadounidenses, nombres como los de Nicholas J. Spykman, Zbigniew Brzezinski y el muy conocido Henry Kissinger (los tres nacidos en Europa).
No obstante, un esencial doctrinante en la materia de los inicios de la guerra fría, ha sido dejado en el olvido, con lo cual quedan en la penumbra los más genuinos criterios de actuación imperial del gobierno de Washington allende los mares en el siglo XX. Por tanto es indispensable recalcar el papel jugado en todo ello por el diplomático estadounidense George F. Kennan (1904-2005), en su papel de ideólogo básico de la política exterior de su país en la posguerra.
Kennan, un hombre formado en Europa con el propósito de vigilar a la Unión Soviética, es un conocedor la cultura rusa de entonces[1]; durante el gobierno de Harry S. Truman (1945-1953) ejerce la docencia como profesor de estudios avanzados en la Universidad de Princenton, y en su momento es director del grupo de planeación del Departamento de Estado (US State Departament Policy Planning Staff). Por tanto es el planificador supremo del Plan Marshall[2], además de apoyar decididamente la creación de las funciones clandestinas en el exterior de la recién creada CIA[3], poseyendo impresionante influencia en decisorios niveles de Washington, al grado de ejercer una preeminencia en los asuntos exteriores de EEUU en otros lugares del mundo, como Latinoamérica, por la cual, por cierto, sintió un marcado y erudito desprecio[4].
Sus máximas directamente influyentes en la práctica de la política exterior del gobierno de Washington, se enmarcan en lo que se llamó durante la Guerra Fría, “Contención” frente a la URSS (enunciada originariamente en el llamado Telegrama Largo: “Fuentes de la conducta soviética”), las cuales con pocas variantes fueron continuadas por al menos ocho administraciones presidenciales posteriores[5].
En esas condiciones Kennan es descarnadamente franco, no emplea en absoluto eufemismos ni justificaciones veladas, al expresar en 1948 los alcances de una praxis doctrinaria en las relaciones internacionales a desarrollar por parte de su gobierno; prescribe a manera de consideración general que:
“… tenemos alrededor del 50 % de la riqueza mundial, pero sólo el 6.3 % de la población. Esta disparidad es particularmente grande entre nosotros y los pueblos de Asia. En esta situación, no podemos fallar pues somos objeto de envidia y resentimiento. Nuestra verdadera tarea en el período venidero es inventar un modelo de relaciones que nos permita mantener esta posición de disparidad sin perjuicio de nuestra seguridad nacional. Para ello, tendremos que prescindir de todo el sentimentalismo y pensamiento utópico; nuestra atención tendrá que estar concentrada por doquier en nuestros objetivos nacionales inmediatos. No debemos engañarnos creyendo que podemos permitirnos hoy el lujo del altruismo y la entrega hacia el mundo[6].
Y reafirma criterios de absoluto egoísmo político:
«no debemos dejar que ‘nos estorben las consignas idealistas’ sobre ‘el aumento del nivel de vida’, ya que sólo debe prestarse ayuda económica si tenemos algo que ganar»[7].
Lo anterior resulta esclarecedor del sentido de la historia de Estados Unidos con respecto al mundo a través de los más recientes 75 años y muy indiciario de los sucesos en tiempos anteriores, como la participación de aquellos como protagonistas en las guerras de Corea, Indochina, Iraq, Afganistán, Libia, Siria, etc. o las intervenciones anteriores directas o indirectas en por ejemplo México, Centroamérica, Cuba, Haití República Dominicana, Guatemala, Colombia, Chile, Brasil, Panamá, etc.
De una u otra forma los conceptos de Kennan son percibidos a manera de núcleo de la práctica política exterior estadounidense, siendo esta posición proclive a guerras permanentes por el mundo y otro tipo de intervenciones como las operaciones encubiertas, debido al déficit en materias primas, así como a la doble política en el comercio (subsidios internos, proteccionismo a la vez de imposición de apertura en el exterior) y diplomático (declaraciones de defensa de los DD.HH. a la vez del patrocinio irrestricto a regímenes que los violan flagrantemente), militar (formal respeto a los convenciones internacionales como los Convenios de Ginebra mientras se violan en la práctica) y preeminencia (especialmente en la actualidad) del complejo militar industrial[8].
Este ideólogo tácitamente declara a los ejecutantes de políticas de su gobierno que así deben ser las cosas, pues su país es envidiado; el extravío lo tiene el resto del mundo consistiendo en su resquemor. En este orden de ideas la virtud imperial consiste en su decisión indeclinable ajena a cualquier sentimentalismo de mantenerse como potencia indestronable. En Kennan no late un pérfido Maquiavelo, sino un desalmado Calígula, teniendo en cuenta que este declaraba un “Que me odien, con tal que me teman”, fácilmente deducible de las sentencias del diplomático.
En América Latina George F. Kennan sintetiza aún más el pensamiento de la minoría dominante en Estados Unidos, cuando en los años cincuenta, instruye a embajadores de su país en este continente, en su calidad de preeminente jefe en el Departamento de Estado, sobre lo fundamental que es para su gobierno el evitar la propagación en las naciones donde aquellos actúan de esa idea de que “los gobiernos son responsables del bienestar de su pueblo”[9]. No importa el color político que sea, si se tiene este tipo de pensamiento, cualquiera sea su posición ideológica, se es irrebatiblemente comunista para EEUU, y se es por tanto enemigo. Esto se hace evidente, por ejemplo, en los casos de Jacobo Arbenz en Guatemala en 1954 y que decir de Salvador Allende en Chile en 1973, electos democráticamente y derrocados sangrientamente con irrestricto respaldo de Washington.
No hay equívocos en la materia. Kennan instiga a no tener reatos de conciencia en establecer actuaciones violentas para dar cumplimiento cabal a su doctrina por parte de gobiernos clientes, cuando firma que
“no deberíamos dudar ante la represión por parte del gobierno local… es mejor tener un régimen fuerte en el poder que uno liberal si se es indulgente y relajado y esté penetrado por comunistas”[10].
Y aún Kennan es más explícito en cuanto a agentes del castigo, prejuicioso en los destinatarios del mismo y exculpatorio de reatos morales de quienes ordenan la represión en ultramar:
“La respuesta final tal vez resulte desagradable, pero… no debemos vacilar ante la posibilidad de la represión policial por parte del gobierno local. Esto no es una vergüenza, ya que los comunistas, son en esencia traidores…”[11]
En este contexto nos llegan a la mente las oprobiosas dictaduras, militares o no, que ha avalado el gobierno de Washington por el continente latinoamericano durante muchos años, a la vez que se pone de manifiesto la profunda subjetividad de Kennan, pues si de traiciones se trata, bástenos recordar que el presidente F.D. Roosevelt había asegurado a Joseph Stalin en la conferencia de Teherán, que las tropas estadounidenses volvería a casa dos años después del fin de la guerra[12]. Un engaño que adquiere renovado valor en cuanto a pesimismo en la coyuntura presente.
Por la época en que son emitidas estas líneas de acción, la posguerra, es perfeccionada la denominada Doctrina Realista de la Diplomacia, justificante de una concentrada política de fuerza y de un ambiente de ejercicio político que establece una genuina razón de Estado cínica por medio de la sistemática violencia oficial; allí Kennan confluye con las tesis “realistas” de mediados del siglo XX como las de Reinhold Niebuhr, Hans. J. Morgenthau y Robert. E Osgood. Aquí el fin de toda política internacional de los EE.UU., se basa en fines muy concretos, esto es sus intereses nacionales, para lo cual debe apelar a su poder político, económico, militar, diplomático, etc. El concepto de interés nacional siendo difuso en cuanto a su génesis y finalidad, es establecido más allá de cualquier normatividad (local e internacional), a lo que se agrega sobresalientemente en este un rechazo frontal a todo idealismo[13]. Lo cual explica que siguiendo estos postulados, se llegue con facilidad a estructurar la denominada Doctrina de la Seguridad Nacional (DSN)[14].
Ya en la tercera década del siglo XXI Estados Unidos con el 4,2% de la población mundial controla mucho menos de la economía mundial que en 1948 (tan solo al año siguiente triunfa la revolución comunista en China).
No observamos contradicciones entre lo que ha sido establecido por Kennan como procedimientos destinados a arribar a las metas propuestas, y los hechos ejecutados por parte del gobierno de Washington, lo cual hace evidente la aceptación práctica de su pensamiento[15]. Las invasiones militares, intervenciones encubiertas o no, corroboran la aplicación de esta doctrina, máxime si tenemos en cuenta una continuidad en actuaciones gubernamentales basadas en la permanencia de funcionarios de cargos clave de administración de las guerras[16].
Otras propuestas de cambios en políticas reales en asuntos exteriores, bien intencionadas, no aparecen como viables[17], a causa de los intereses en juego, justo en un ambiente de talante histérico como el que se advierte en 2023 en el establecimiento estadounidense.
Los lineamientos descritos también son observables en el comercio, al EEUU usar el proteccionismo para luego presionar por el libre comercio aprovechando su posición dominante en el mismo, para retornar a aquel, cuando le es desfavorable. Si se deben violar metódicamente los tratados suscritos, no hay reato de conciencia alguno, como Kennan manifiesta expresamente, no debe haber vergüenza alguna.
Allí converge también aquello de la “excepcionalidad” estadounidense, como justificación interna, destinada al general de la población, ante lo cual se concluye la inexistencia de normas limitantes aplicables al US Government de Joe Biden en sus actuaciones. Por ello los métodos de mantenimiento de la situación de preponderancia no tienen restricciones en usos y normas internacionales; la fuerza allí es indispensable concluye subrepticiamente Kennan.
Ante situaciones como las que vivimos en estos años, de ascenso de una potencia (o bloque de potencias) y el declive de otra, es expuesta respecto de China y EEUU la recientemente planteada “trampa de Tucídides”[18], que pareciera enunciar líneas políticas de actuación con una marcada tendencia hacia la confrontación bélica, aunque tampoco se dictamina allí una fatalidad de su ocurrencia (una guerra que puede ser atómica). No obstante, pesa la dicha posibilidad como una Espada de Damocles sobre las cabezas de los miembros de la especie humana.
Existe un peligro real en las condiciones actuales de un choque directo y mortífero de grandes naciones con un avanzado nivel tecnológico; un poder que se rehúsa (como otros en la historia) a abandonar un sitial preeminente, el cual es intrínsecamente temporal sometido a circunstancias eternamente cambiantes. Un evento no presenciado en la historia; de un lado se encuentra no sólo un país que eleva sus condiciones de vida material, se trata de una civilización de cinco mil años, alto nivel de organización y 1.400 millones de personas, versus un país de creación relativamente reciente, de auge breve e inconforme por ello, pero poseedor de una descomunal capacidad militar. Empero, o podemos olvidar tampoco que la presente encrucijada era previsible desde inicios de siglo[19], con lo cual se hace notable la fuerza vinculante de los procesos históricos.
Claro, Kennan no pudo haber presentido una situación tan compleja y peligrosa de hoy en los años cuarenta del siglo XX y en consecuencia, seguir sin cortapisas sus preceptos colmados de cinismo por parte de los burócratas en Washington, equivale a arriesgar el mundo biológico y social (en realidad son simbióticos), tal y como lo conocemos hoy.
Esperemos que el mundo despiadado, unidimensional y rígido de Kennan sea pasado por fin, a los libros de historia.
Notas:
[1] Desde 1925 estuvo viviendo como diplomático en Europa del Este y Alemania (donde aprendió ruso), hasta ser en 1952 embajador en Moscú donde fue declarado persona no grata al año siguiente; en la década siguiente fue también embajador en Yugoslavia. https://www.britannica.com/
[2] John Lewis Gaddis. Nueva Historia de la Guerra Fría. Fondo de cultura Económica. México 2011. Pág. 128.
[3] “… eran necesarias a veces acciones del gobierno de los Estados Unidos que no casaban con sus operaciones visibles, para las cuales no podían aceptar responsabilidad formal”. Kennan. Sallie Pisani. The CIA and The Marshall Plan. Lawrence University Press of Kansas 1991. P.70. Citado por Gaddis. Nueva… Pág. 197.
[4] Luego de una gira por este continente que denomina civilización, en un informe de su periplo por varias naciones al sur del Río Bravo, causante de conmoción en su ministerio, por conceptos emitidos, del siguiente tenor: “Me parece poco probable que pueda haber alguna otra región de la tierra en que la naturaleza y el comportamiento humano puedan haberse combinado para producir más infelicidad y desesperanza en la vida a partir de la conducta humana, que en Latinoamérica… ”. George Kennan. Memoirs 1925-1950. Atlantic Monthy Press Book. Boston 1967. Pág. 480. En algunos lugares como Río de Janeiro ha visto pintadas con el texto: “Fuera Kennan”, que atribuye a la influencia comunista. Pág. 478. (traducción libre del autor).
[5] Richard D. Lawrence en Terry L. Diebel, John Lewis Gaddis. La Contención. Concepto y Política. Grupo Editorial Latinoamericano. Buenos Aires 1992. Pág. 7
[6] Document PPS23, 24th February 1948 Written by George Kennan Former-Head of the US State Departament Policy Planning Staff. The complete paper was published in 1976 in Foreign Relations of the United States 1948, Vol. 1, No. 2. http://homepages.nildram.co.
[7] Noam Chomsky. La Quinta Libertad. La Intervención de los Estados Unidos en América Central y la lucha por la paz. Editorial Crítica. Barcelona 1988. Pág. 107.
[8] Gabriel Kolko. Raíces de la Política Exterior Norteamericana. Editorial La Oveja Negra. Medellín 1972. Pag.116.
[9] Connecting The Dots. Hans Bennet. www.opednews.com/maxwrite/ Jerry Fresia. Hacia Una Revolución Norteamericana. Towards an American Revolution. South End Press. 1988. Pag.81. Citado por Mumía Abu-Jamal en La Raíz de la Guerra es el Dinero. Kaosenlared.28.10.06. www.kaosenlared.net/noticia/
[10] Citado por Doug Stokes. Terrorismo, petróleo y capital: la contrainsurgencia norteamericana en Colombia. En El Imperio Recargado. Socialist Register 2005. CLACSO, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina: noviembre. 2005 987-1183-10-0. http://sala.clacso.org.ar/
[11] Noam Chomsky. Cómo funciona el Mundo. Conversaciones con David Barsamian. Katz Editores. Buenos Aires 2013. Pág. 21
[12] Warren F. Kimball. The Juggler: Franklin Roosevelt as a Wartime Statesman. Princenton University Press. Princenton 1991. P. 97-99. Citado por Gaddis. Nueva… Pág. 23.
[13] José Comblin. La Doctrina de la Seguridad Nacional. En Dos Ensayos Sobre Seguridad Nacional. Arzobispado de Santiago-Vicaría de la Solidaridad. Santiago 1979. Pág. 81.
[14] Ver Comblin. La Doctrina… También Alberto Rojas Andrade. Pasado y Presente de la Doctrina de la Seguridad Nacional (DSN). Estrategia tradicional del dominio neocolonial. Bogotá 2017. Inédito.
[15] La institución de pensamiento neoconservador Proyect for the New American Century, que abogaba por la libertad de mercados en el inicio del siglo XXI expresaba que las actuaciones militares de EEUU están destinadas a “… evitar la aparición de nuevas potencias competidoras, defender las regiones clave y explorar la transformación de la guerra”. Joseph Fontana. Por el bien del Imperio. Una historia del mundo desde 1945. Ediciones Pasado y Presente. Barcelona 2011. Pág. 838.
[17] El caso paradigmático es la permanencia en el cargo de Secretario de Defensa de Robert Gates (exdirector de la CIA también), que pasó del gobierno de George W. Bush al de Barack Obama. Así prosiguieron las actividades militares clandestinas en Irán, Arabia Saudita, Somalia y otros países de África Oriental, Asia Central y Oriente Próximo, en un plan que significaba una elevación en intensidad de los planes de inicios de siglo. Fontana. Por el Bien… pág. 871; también el caso de Donald Rumsfeld Secretario de Defensa durante el gobierno del presidente Gerald Ford y luego en el de George W. Bush.
[17] Hubo una seria propuesta de buscar otros objetivos dentro de los cuales se encuentra superar de una vez por todas fórmulas políticas devenidas de la Guerra Fría, dentro de las estrategias de seguridad de Estados Unidos expuesta en el documento A National Strategic Narrative. Mr Y (seudónimo del coronel Mark Mykleby y del Capitán de navío Wayne Porter). Woodrow Wilson Center 2011. Presentado por Anne-Marie Slaughter, profesora de Princenton y directora de Policy planning del Departamento de Estado (2009-2011). En uno de sus apartes más significativos dice: “Podríamos aceptar el ascenso de otras naciones cuando este sea impulsado por la expansión de la prosperidad, las oportunidades y la dignidad para su pueblo… Podríamos no querer ser el único super poder que millones de personas alrededor del mundo deben aprender a odiar por el miedo a nuestro militarismo”. Pág. 4.
[18] Graham Allison. The Thucydides Trap: Are The US. And China Headed for war? The Atlantic. September 24 2015. https://www.theatlantic.com/
[19] “Yo creo como historiador, que es errónea la idea de que un único poder, por grande y fuerte que sea, pueda hacerse al control de la política mundial. Los Estados Unidos han tratado, y siguen tratando de hacerlo… Hay un riesgo grave tras la ambición estadounidense de ejercer el papel de policía del mundo, o de establecer un nuevo orden mundial”. Eric Hobsbawm. Entrevista Sobre el siglo XXI. Editorial Crítica. Barcelona 2000. Pág. 68.
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