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El futuro de Myanmar: ¿diversidad étnica o conflicto étnico?

Fuentes: The Irrawaddy
Traducido para Rebelión por Cristina Alonso

La ruptura de un alto el fuego iniciado por China en el norte del estado Shan, y el avance de los ejércitos de resistencia étnica en la misma zona, han puesto de relieve dos cuestiones cruciales para el futuro de Myanmar: la naturaleza y los objetivos de la pacificación china y cómo debería ser el restablecimiento de un sistema federal, similar al que disfrutaba el país antes del golpe militar de 1962.

China es, evidentemente, la única potencia exterior que está en condiciones de ejercer una influencia real sobre algunos de los ejércitos étnicos, así como sobre el ejército birmano. Y aunque la mayoría de los grupos de resistencia, armados o no, dicen estar a favor de un Myanmar «libre, democrático y federal», ninguno de ellos ha abordado cuál sería, o debería ser, el estatus de las minorías étnicas dentro de sus zonas. ¿Realmente se pondría fin a décadas de luchas étnicas si los siete estados de las minorías existentes (de las etnias Shan, Kachin, Chin, Karen, Mon, Rakhine y Karenni o Kayah) obtuvieran una auténtica autonomía, se dejara a la mayoría birmana gobernar las otras siete regiones y el territorio de la unión en torno a Naypyitaw se convirtiera en terreno común para todos?

El problema es que el estado Chin es quizá el único «estado étnico» con un solo «grupo étnico» numeroso. Pero, aun así, los chin no tienen una lengua franca; en distintas partes del estado se hablan dialectos mutuamente ininteligibles. En el estado Kachin siempre ha habido una gran comunidad shan, y la emigración desde otras partes de Myanmar significa que la etnia Kachin se ha convertido en minoría en su propio estado. Y luego está la cuestión de si las etnias Lisu y Nung-rawang se identifican como kachin. La mayoría de los karen, por su parte, viven en la región de Ayeyarwady (Irrawaddy), no en el estado Karen, al este, donde también hay comunidades shan, birmanas y otras. En el estado Mon, es difícil decir quién es qué, ya que la mayoría de los mon urbanos están “birmanizados” y Mawlamyine, la capital del estado, tiene una población que, étnica y religiosamente, está muy mezclada. En el estado Karenni (Kayah) hay grandes comunidades de las etnias Shan, Padaung y Pa-O. La población del estado Rakhine, en el oeste, está formada por budistas rakhine (arakaneses), musulmanes rohingya y kaman, y pueblos tribales en las tierras altas.

Y luego está el estado Shan, el mayor y étnicamente más diverso, donde varios pueblos no Shan, entre ellos pobladores de las etnias Wa, Palaung, Pa-O y personas chinas de la etnia Kokang, quieren tener sus propios estados o, al menos, auto-gobernarse. La principal complicación se observa en el norte, donde los grupos shan, palaung y kachin tienen reivindicaciones que se solapan, y sus respectivos ejércitos se han enfrentado con frecuencia por el territorio a lo largo de la historia de la guerra civil. Los wa ya controlan de facto un estado autónomo de más de 20.000 kilómetros cuadrados en las montañas orientales. Su Ejército Unido del Estado Wa (UWSA, por sus siglas en inglés) está aliado con el Ejército del Estado Shan o SSA, del Partido para el Progreso del Estado Shan (SSPP por sus siglas en inglés), pero ha librado batallas con el rival del SSA/SSPP, el Consejo de Restauración del Estado Shan o RCSS, cuyo ejército también se denomina Ejército del Estado Shan. En el sur, los pa-o se rebelaron a finales de la década de 1940, no para luchar contra el gobierno central, sino contra el poder de los saohpas o príncipes shan.

El SSA original, que se creó en 1964 y que en 1971 formó el ala política llamada SSPP, se esforzó en contar con otras nacionalidades entre sus filas para demostrar que luchaba por todo el estado Shan. Había una unidad china kokang y varios batallones palaung, y contaba con oficiales kachin y wa. El RCSS, por su parte, es bastante etnocéntrico y promueve una identidad budista/shan. Desde que en 1988 se formó un partido político shan llamado la Liga de Nacionalidades Shan para la Democracia, el SSA/SSPP también se ha vuelto más nacionalista. La complejidad casi absurda de la situación en el estado Shan puede ilustrarse con el ejemplo del difunto Ta Kalei, un cristiano de etnia Karen que llevaba amuletos de Buda y dirigía un ejército rebelde pa-o aliado con el antaño poderoso Partido Comunista de Birmania.

Por lo tanto, el aspecto que tendría un futuro Myanmar federal y, en especial, el estado Shan, es una incógnita. Existen algunas similitudes entre el estado Shan y el estado nororiental indio de Assam (que históricamente fue un reino gobernado por los shan). En los años posteriores a la independencia de la India de Gran Bretaña en 1947, Assam comprendía todas las zonas al este del Cuello de Siliguri, con la excepción de los antiguos estados principescos de Manipur y Tripura. Al igual que los shan, los asameses dominaban las tierras bajas y varios pueblos de las colinas vivían en las tierras altas circundantes. Pero tras años de insurgencia, las colinas Naga del este se separaron de Assam y, en 1963, se convirtieron en el estado Nagaland. En la zona Mizo, al sur de Nagaland, también se produjo una rebelión contra el estado indio, y los esfuerzos de paz terminaron, en 1972, con la formación del territorio de la unión de Mizoram, que en 1987 se proclamó estado. En 1972, las colinas Khasi, Jaintia y Garo también se convirtieron en un estado independiente llamado Meghalaya. Assam tuvo entonces que trasladar su capital, Shillong, situada en lo que se convertiría en Meghalaya, a Dispur, cerca de Guwahati, la principal ciudad de las tierras bajas. En 1972, la Agencia Fronteriza del Nordeste, que comprendía las zonas septentrionales de Assam colindantes con China, se convirtió en el territorio de la unión de Arunachal Pradesh y, en 1987, en estado. A día de hoy, de Assam solo quedan las tierras bajas en torno al río Brahmaputra.

La «balcanización» de Assam no se produjo sin descontento entre la mayoría de su población, pero fue el precio que tuvieron que pagar por la paz. ¿Estarían dispuestos los shan a aceptar una solución similar para sus conflictos étnicos internos? Con toda probabilidad, no. Pero, si no habrá estados separados para los pueblos no shan del estado Shan, ¿cuál podría ser la solución? ¿Una «confederación» de entidades étnicas más pequeñas?¿Distritos autónomos dentro del estado? Eso ha sido ya rechazado por los wa, que ya tienen un territorio autónomo que, a todos los efectos, se gobierna por separado del resto del estado Shan. Algo parecido parece estar ocurriendo en Kokang, donde el Ejército de la Alianza Democrática Nacional de Myanmar se ha hecho con el control de la mayor parte del territorio y ha establecido su propia administración.

¿Y qué pasaría con el estado Kachin? Parte de los shan, apoyados por las autoridades de Naypyitaw, ya se está armando para luchar contra el Ejército para la Independencia Kachin. Aunque haya paz en esa parte del país, las personas shan locales, así como aquellas personas migrantes birmanas y rakhines, y muy probablemente también las de etnias Lisu y Nung-rawang, se opondrían a los intentos de establecer un gobierno estatal dominado por los kachin. ¿Consistiría un futuro estado Karen en el estado actual, así como las zonas dominadas por los karen en la región de Ayeyarwady? ¿Debería la minoría Rohingya del norte del estado Rakhine tener su propio estado, o podría recrearse el distrito fronterizo de Mayu, que existió para esta etnia entre 1961 y 1964? ¿Y cuántas personas de la mayoría budista rakhine estarían dispuestas a aceptar cualquiera de las dos soluciones al antagonismo etnoreligioso en su estado?

No hay formas sencillas de resolver los conflictos étnicos que Myanmar arrastra desde hace décadas, y no solo el Gobierno de Unidad Nacional, liderazgo de la resistencia supuestamente unificada, ha sido incapaz, o no ha querido, ofrecer alternativas viables al orden actual. Pacificadores extranjeros, que acudieron en masa a Myanmar durante el periodo de relativa apertura de 2011 a 2021, celebraron seminarios y talleres sobre temas llamativos como «pacificación», «pautas de diálogo», «buena gobernanza» y «reconciliación», que tenían poca o ninguna relevancia para las amargas realidades sobre el terreno en las zonas de conflicto. Se malgastaron millones de dólares en ejercicios fatuos, sugiriendo soluciones inaplicables siguiendo modelos de procesos de paz totalmente distintos en otras partes del mundo. Al final, esos esfuerzos suscitaron falsas esperanzas, causaron confusión y solo han servido para agravar problemas y conflictos ya existentes.

En un esquema más amplio de la situación, esos grupos extranjeros eran y siguen siendo irrelevantes, ya que solo hay una potencia exterior con la influencia necesaria para presionar a los militares y a los principales ejércitos étnicos. Y esa potencia es, por supuesto, China. A diferencia de los pacifistas occidentales, China tiene intereses geoestratégicos vitales en Myanmar y hará todo lo que esté en su mano para conseguir lo que quiere, como por ejemplo, asegurar el Corredor Económico China-Myanmar, que va desde la provincia meridional de Yunnan hasta el Océano Índico. Este corredor consiste en gasoductos y oleoductos ya construidos, carreteras mejoradas y cuenta con planes para ferrocarriles de alta velocidad que lleven a puertos de aguas profundas en el golfo de Bengala. Los intereses de China son también económicos, pues se ha convertido en un gran inversor en Myanmar y en su mayor socio comercial.

En contra de las expectativas de muchas personas, la junta del Consejo de Administración del Estado (SAC, por sus siglas en inglés) en Naypyitaw no está a punto de caer. Si lo hiciera, sin embargo, eso solo significaría el inicio de un proceso para encontrar soluciones realistas y viables a una serie de retos relacionados con la etnicidad y las estructuras gubernamentales. Y cualquier administración posterior al SAC también tendría que encontrar la forma de negociar de forma prudente con sus dos gigantescos vecinos: China, que quiere controlar Myanmar, y, sin pasarlo por alto, India, que, sin mucho éxito hasta ahora, quiere mantener la influencia china al mínimo. Otros actores externos, como los Estados Unidos, la Unión Europea, Japón, la ASEAN, Canadá, Australia, Noruega y Suiza, que en diversas ocasiones han intentado desempeñar un papel relevante en los asuntos internos de Myanmar, carecen de los medios y la capacidad de manipulación necesarios para tener una importancia decisiva.

Fuente original en inglés: https://www.irrawaddy.com/opinion/guest-column/the-future-of-myanmar-ethnic-diversity-or-ethnic-strife.html