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La oligarquía amenaza la democracia

Fuentes: Rebelión

La consolidación de las modernas oligarquías latinoamericanas fue apoyada por los Estados Unidos -y por el mismo gobierno de Biden-, constantemente recelosos de los gobiernos progresistas y, sin duda, de toda izquierda.

En su discurso de despedida pronunciado el miércoles 15 de enero (2025), el presidente Joe Biden hizo una serie de reflexiones que bien pueden considerarse como oportunistas, contradictorias con su propia gestión gubernamental o como lúcidas previsiones del rumbo que pueden tomar los Estados Unidos (https://t.ly/dAnw8). Biden resaltó varios logros de su mandato y, naturalmente, honró al pueblo estadounidense: “Todavía creo en la idea por la que esta nación existe, una nación donde la fortaleza de nuestras instituciones y el carácter de nuestra gente importan y deben perdurar”, dijo; añadiendo: “Ahora es su responsabilidad estar de guardia. Que todos ustedes sean los guardianes de la llama. Que mantengan la fe”.

Biden destacó «algunas cosas que me preocupan mucho» y que vale puntualizarlas. Sostuvo la necesidad de enmendar la Constitución “para asegurar que ningún presidente sea inmune de crímenes que hayan cometido durante el cargo. El poder presidencial no es ilimitado, no es absoluto, no debería serlo”, lo que parece referirse a las protecciones legales otorgadas a Donald Trump. También se refirió a los beneficios de la inteligencia artificial, pero advirtió sobre sus potenciales riesgos, subrayando que los Estados Unidos y no China deben liderar el mundo en el desarrollo de esta tecnología. Además, expresó su preocupación por el cambio climático, pues «fuerzas poderosas quieren ejercer su influencia desenfrenada para eliminar las medidas que hemos tomado para abordar la crisis climática y servir a sus propios intereses de poder y lucro».

Sin embargo, son tres los temas cruciales. Respaldándose en las palabras del presidente Dwight Eisenhower en 1961, Biden dijo: «Seis décadas después, estoy igualmente preocupado por el posible surgimiento de un complejo industrial tecnológico ultrarrico” que podría ganar un poder sin control. Además, sostuvo: «La prensa libre se está desmoronando. Los pilares están desapareciendo. Las redes sociales están renunciando a la verificación de hechos», de modo que los estadounidenses “están siendo enterrados bajo una avalancha de información errónea y desinformación, lo que permite el abuso de poder». Añadió: «La verdad es sofocada por mentiras contadas por el poder y por el beneficio. Debemos pedir cuentas a las redes sociales para proteger a nuestros hijos, a nuestras familias y a nuestra democracia del abuso de poder». Son claras referencias a Meta, X (Twitter), Facebook y a los magnates Elon Musk y Mark Zuckerberg, alineados ahora con Trump. Y, como eje más destacado por los medios internacionales, es la afirmación de Biden: «Hoy, se está formando una oligarquía en Estados Unidos de extrema riqueza, poder e influencia que realmente amenaza toda nuestra democracia, nuestros derechos básicos y libertad y una oportunidad justa para que todos salgan adelante»; asegurando, además, que esa «peligrosa concentración de poder» estaba «en manos de muy pocas personas ultrarricas», y advirtiendo que las consecuencias de no controlar ese poder podrían ser devastadoras, por lo cual habría incluso que reformar el Código Fiscal, para no darles “recortes fiscales a los millonarios sino hacer que paguen la parte justa. Tenemos que obtener ese dinero oculto, el que está ocultado detrás de las contribuciones de las campañas. Tenemos que sacarlo de nuestras políticas”. (https://t.ly/lZosf; https://t.ly/glEnd; https://t.ly/pK3wF).

Por intermedio de Biden los Estados Unidos redescubren el peligro de una oligarquía que capta el Estado y arruina la democracia. Pero este es un fenómeno ampliamente estudiado en América Latina. La construcción de las repúblicas durante el siglo XIX se hizo sobre el privilegio de los propietarios terratenientes, los comerciantes y los banqueros. Los regímenes oligárquicos se prolongaron hasta bien entrado el siglo XX. La Revolución Mexicana (1910) inició el largo proceso de superación de ese régimen, igualmente combatido por los “populismos” clásicos en Argentina, Brasil y México. Sin embargo, en los países más “atrasados” solo se logró la modernización capitalista con los procesos desarrollistas de las décadas de 1960 y 1970, como ocurrió en Ecuador.

América Latina parecía tener un camino cierto al desarrollo en esas décadas en las que algunos países mejoraron las condiciones de vida y trabajo. En cambio, durante las décadas finales del siglo XX, cuando el neoliberalismo penetró en la región, se alimentó el fortalecimiento de una moderna burguesía-oligárquica, beneficiaria de las políticas económicas aperturistas inducidas por la globalización transnacional y el FMI. Son los gobiernos progresistas del primer ciclo, desde inicios del siglo XXI, los que detuvieron ese avance para edificar economías sociales orientadas, entre otras políticas, por la redistribución de la riqueza, la tributación a los ricos y amplios servicios públicos en beneficio de la población. A consecuencia de esa experiencia, las élites empresariales promocionaron a nuevos gobiernos neoliberales, con los cuales implantaron la persecución al progresismo y la reversión de los adelantos logrados. Además, apareció un nuevo fenómeno: empresarios y millonarios dejaron de buscar la representación de sus intereses en los partidos de la derecha y decidieron ser candidatos. En Argentina, Brasil, Chile, México, para citar los mayores ejemplos, pasaron a ser presidentes reconocidos millonarios. Revertir esas situaciones ha motivado el segundo ciclo progresista, en el que México se ha colocado a la vanguardia.

Como igualmente lo han demostrado múltiples investigaciones, la consolidación de las modernas oligarquías latinoamericanas fue apoyada por los Estados Unidos -y por el mismo gobierno de Biden-, constantemente recelosos de los gobiernos progresistas y, sin duda, de toda izquierda. Es muy claro en los estudios latinoamericanos que el vínculo entre poder económico y poder político siempre afectó la democracia, las libertades y los derechos ciudadanos. Si bien desde Argentina el presidente Javier Milei es el portavoz de los nuevos tiempos a favor de la ideología anarco-capitalista libertaria que, en última instancia, representa los ideales del poder del capital privado sobre toda la sociedad, es Ecuador el que ha pasado a ser el primer ejemplo en la región de cómo la democracia ya no está amenazada sino que pasó a ser activamente minada, pues desde 2017 el país vio enraizarse su segunda época plutocrática, comprable, por sus resultados económicos y sociales, con la primera, que concluyó con la Revolución Juliana, cuyo centenario se conmemora precisamente en 2025. Lo más grave es que a la desinstitucionalización del Estado ha acompañado el crecimiento de la inseguridad ciudadana, que, de acuerdo con los académicos que han investigado sobre el tema, estalló durante el gobierno del banquero millonario Guillermo Lasso hasta convertirse en un peligro diario inédito, debido al auge de la delincuencia y el narcotráfico.

El presidente electo Donald Trump asume sus funciones este lunes 20 de enero (2025). Si los temores de Biden finalmente se imponen con ricos oligarcas capaces de afectar la democracia estadounidense, es posible que surja un modelo de “plutocracia a la americana”, que pase a ser una especie de nuevo estándar para el mundo occidental. De todos modos, América Latina habría brindado al expresidente Biden el mejor ejemplo de las desgracias históricas que trae el dominio de los ricos y de los empresarios sin conciencia social, que capturan el Estado.

Blog del autor: https://www.historiaypresente.com/la-oligarquia-amenaza-la-democracia/

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