Las especulaciones desaparecieron. Este 10 de mayo algunos pocos pensábamos que el nombre de León XIV adoptado por el nuevo Papa aludía a su formación en las matemáticas pero el mismo Robert Prevost se encargaría de confirmar lo que la mayoría de cristianos intuía: que se trataba de una reivindicación a la histórica encíclica Rerum Novarum. Ya no cabe la menor duda que estamos ante el continuador de Francisco.
En estos momentos se intenta rescatar la figura histórica del antecesor León XIII, a quien muchos sindican como el introductor de las doctrinas de la justicia social dentro de la iglesia católica con su famosa encíclica de 1891.
¿Doctrina antisocialista?
La idea de justicia social y Estado paternalista redistributivo se pone en discusión al ser Rerum Novarum profundamente antisocialista, defensora del derecho natural a la propiedad privada y tutora de un papel subsidiario y muy limitadamente redistributivo del Estado.
“2. Los socialistas, atizando el odio de los indigentes contra los ricos, tratan de acabar con la propiedad privada de los bienes, estimando mejor que, en su lugar, todos los bienes sean comunes y administrados por las personas que rigen el municipio o gobiernan la nación. Creen que con este traslado de los bienes de los particulares a la comunidad, distribuyendo por igual las riquezas y el bienestar entre todos los ciudadanos, se podría curar el mal presente. Pero esta medida es tan inadecuada para resolver la contienda, que incluso llega a perjudicar a las propias clases obreras; y es, además, sumamente injusta, pues ejerce violencia contra los legítimos poseedores, altera la misión de la república y agita fundamentalmente a las naciones.”
¿Armonía entre clases?
En esta encíclica también encontramos una crítica frontal a la idea del antagonismo irreductible de clases sociales entre capitalistas y trabajadores:
“14. Es mal capital, en la cuestión que estamos tratando, suponer que una clase social sea espontáneamente enemiga de la otra, como si la naturaleza hubiera dispuesto a los ricos y a los pobres para combatirse mutuamente en un perpetuo duelo (…) Así ha dispuesto la naturaleza que, en la sociedad humana, dichas clases gemelas concuerden armónicamente y se ajusten para lograr el equilibrio.”
Si la lucha de clases se materializa en el enfrentamiento entre explotadores y explotados, León XIII desestima ello, encuentra las desigualdades como algo natural y pregona una armonía que el socialismo difícilmente pueda aceptarlo:
“Ambas se necesitan en absoluto: ni el capital puede subsistir sin el trabajo, ni el trabajo sin el capital. El acuerdo engendra la belleza y el orden de las cosas; por el contrario, de la persistencia de la lucha tiene que derivarse necesariamente la confusión juntamente con un bárbaro salvajismo.”
¿El socialista de ayer es el capitalista de hoy?
Para León XIII es una aspiración legítima de los obreros convertirse en capitalistas a través del ahorro de una parte de sus salarios.
“33. Si el obrero percibe un salario lo suficientemente amplio para sustentarse a sí mismo, a su mujer y a sus hijos, dado que sea prudente, se inclinará fácilmente al ahorro y hará lo que parece aconsejar la misma naturaleza: reducir gastos, al objeto de que quede algo con que ir constituyendo un pequeño patrimonio. Pues ya vimos que la cuestión que tratamos no puede tener una solución eficaz si no es dando por sentado y aceptado que el derecho de propiedad debe considerarse inviolable. Por ello, las leyes deben favorecer este derecho y proveer, en la medida de lo posible, a que la mayor parte de la masa obrera tenga algo en propiedad. Con ello se obtendrían notables ventajas, y en primer lugar, sin duda alguna, una más equitativa distribución de las riquezas.”
Cuando León XIII decía que los socialistas quieren estatizar la propiedad privada sobre los medios de producción, también perjudican a aquellos obreros que a través del ahorro y la inversión están constituyendo sus propios patrimonios.
“3. Luego los socialistas empeoran la situación de los obreros todos, en cuanto tratan de transferir los bienes de los particulares a la comunidad, puesto que, privándolos de la libertad de colocar sus beneficios, con ello mismo los despojan de la esperanza y de la facultad de aumentar los bienes familiares y de procurarse utilidades.”
León XIII pudo vivir y ser testigo de guerras y episodios violentos pero objetivamente no presenció eventos históricos de cambio profundo en las estructuras políticas, sociales y económicas de una sociedad, generalmente de forma violenta. Sin embargo, sí reconocía la la indignación y la consiguiente reacción legítima de las clases desposeídas, de ahí que se encuentre una contradicción a lo anteriormente dicho, entorno a la perfecta armonía entre clases:
“33. La violencia de las revoluciones civiles ha dividido a las naciones en dos clases de ciudadanos, abriendo un inmenso abismo entre una y otra. En un lado, la clase poderosa, por rica, que monopoliza la producción y el comercio, aprovechando en su propia comodidad y beneficio toda la potencia productiva de las riquezas, y goza de no poca influencia en la administración del Estado. En el otro, la multitud desamparada y débil, con el alma lacerada y dispuesta en todo momento al alboroto. Mas, si se llegara prudentemente a despertar el interés de las masas con la esperanza de adquirir algo vinculado con el suelo, poco a poco se iría aproximando una clase a la otra al ir cegándose el abismo entre las extremadas riquezas y la extremada indigencia.”
Respecto a las revoluciones industriales (aproximadamente 1760-1840 y 1870-1914) estos sí representan periodos de transformación profunda en la sociedad y la economía, pero marcados por avances tecnológicos y la transición de un sistema de producción a otro.
Los obreros del siglo XIX y que León XIII podo ver poseían características comunes; concentrados en las ciudades donde se establecían las industrias, diferenciándose claramente de los trabajadores agrarios por su forma de vida e intereses; padecían duras jornadas de trabajo, dura jornada laboral, falta de higiene e inseguridad, inexistencia de seguro médico, de desempleo y jubilación. La concientización de su condición los condujo a la protesta y la reivindicación organizada. Esto último generaba pánico, incluso en la propia iglesia católica.
En la Rerun Novarum hay una profunda defensa de la propiedad privada, calificada como inviolable, por ello no solo critica a los socialistas por perjudicar a los obreros cuando estatizan la propiedad sino también por ir en contra de un derecho natural como el de la propiedad privada:
“4. Pero, lo que todavía es más grave, proponen un remedio en pugna abierta contra la justicia, en cuanto que el poseer algo en privado como propio es un derecho dado al hombre por la naturaleza. En efecto, también en esto es grande la diferencia entre el hombre y el género animal.”
Para León XIII, el hombre es “4. (…) el único animal dotado de razón, es de necesidad conceder al hombre no sólo el uso de los bienes, cosa común a todos los animales, sino también el poseerlos con derecho estable y permanente, y tanto los bienes que se consumen con el uso cuanto los que, pese al uso que se hace de ellos, perduran.”
Su defensa a la propiedad privada es tan férrea que incluso acaba defendiendo que la propiedad privada surja del derecho de la apropiación originaria, en una línea muy similar a la defensa que articula el filósofo inglés y padre del liberalismo clásico John Loche (1632- 1704), quien sostenía que la propiedad privada es un derecho natural, inherente a la existencia humana y fundamental para la libertad y la prosperidad individual y social. Este derecho se deriva del trabajo, pues, al mezclar el trabajo personal con la naturaleza, se convierte en propiedad. León XIII coincidía con Locke respecto a que el trabajo justifica la apropiación de bienes comunes, aunque inicialmente limita la apropiación a lo que se puede usar sin desperdicio, y luego se desarrolla con el intercambio y la introducción del dinero.
León XIII pretende demostrar “7. (…) que las posesiones privadas son conforme a la naturaleza. Pues la tierra produce con largueza las cosas que se precisan para la conservación de la vida y aun para su perfeccionamiento, pero no podría producirlas por sí sola sin el cultivo y el cuidado del hombre. Ahora bien: cuando el hombre aplica su habilidad intelectual y sus fuerzas corporales a procurarse los bienes de la naturaleza, por este mismo hecho se adjudica a sí aquella parte de la naturaleza corpórea que él mismo cultivó, en la que su persona dejó impresa una a modo de huella, de modo que sea absolutamente justo que use de esa parte como suya y que de ningún modo sea lícito que venga nadie a violar ese derecho de él mismo.”
¿Socialismo contranatura?
Por todo ello y en contra de lo que muchas veces se afirma, en la Rerum Novarum hay sobre todo una crítica a la redistribución coactiva de la renta de la propiedad privada a través del Estado con una finalidad igualitarista
“13. Establézcase, por tanto, en primer lugar, que debe ser respetada la condición humana, que no se puede igualar en la sociedad civil lo alto con lo bajo. Los socialistas lo pretenden, es verdad, pero todo es vana tentativa contra la naturaleza de las cosas. Y hay por naturaleza entre los hombres muchas y grandes diferencias; no son iguales los talentos de todos, no la habilidad, ni la salud, ni lo son las fuerzas; y de la inevitable diferencia de estas cosas brota espontáneamente la diferencia de fortuna.”
Las diferencias patrimoniales entre los seres humanos que deriven de distintos esfuerzos o ahorros son justas y el Estado no debe perseguirlas:
“10. Querer, por consiguiente, que la potestad civil penetre a su arbitrio hasta la intimidad de los hogares es un error grave y pernicioso. Cierto es que, si una familia se encontrara eventualmente en una situación de extrema angustia y carente en absoluto de medios para salir de por sí de tal agobio, es justo que los poderes públicos la socorran con medios extraordinarios, porque cada familia es una parte de la sociedad. Cierto también que, si dentro del hogar se produjera una alteración grave de los derechos mutuos, la potestad civil deberá amparar el derecho de cada uno; esto no sería apropiarse los derechos de los ciudadanos, sino protegerlos y afianzarlos con una justa y debida tutela.”
León XIII no estaba absolutamente en contra de cualquier tipo de asistencia estatal a quienes se encuentren en una situación de extrema necesidad, pero una cosa es socorren ante una situación de necesidad extrema y otra la redistribución masiva de la renta como lo que habitualmente hacen los Estados modernos. A continuación señala:
“10. (…) Pero es necesario de todo punto que los gobernantes se detengan ahí; la naturaleza no tolera que se exceda de estos límites.”
La Rerum Novarum señala que una redistribución igualitarista de la renta terminaría destruyendo la propia sociedad.
“11. Pero, además de la injusticia, se deja ver con demasiada claridad cuál sería la perturbación y el trastorno de todos los órdenes, cuán dura y odiosa la opresión de los ciudadanos que habría de seguirse. Se abriría de par en par la puerta a las mutuas envidias, a la maledicencia y a las discordias; quitado el estímulo al ingenio y a la habilidad de los individuos, necesariamente vendrían a secarse las mismas fuentes de las riquezas, y esa igualdad con que sueñan no sería ciertamente otra cosa que una general situación, por igual miserable y abyecta, de todos los hombres sin excepción alguna. De todo lo cual se sigue claramente que debe rechazarse de plano esa fantasía del socialismo de reducir a común la propiedad privada, pues que daña a esos mismos a quienes se pretende socorrer, repugna a los derechos naturales de los individuos y perturba las funciones del Estado y la tranquilidad común. Por lo tanto, cuando se plantea el problema de mejorar la condición de las clases inferiores, se ha de tener como fundamental el principio de que la propiedad privada ha de conservarse inviolable.”
Para la Rerum Novarum, las funciones del Estado deben limitarse fundamentalmente a la defensa del imperio de la ley.
“28. Pero quedan por tratar todavía detalladamente algunos puntos de mayor importancia. El principal es que debe asegurar las posesiones privadas con el imperio y fuerza de las leyes. Y principalísimamente deberá mantenerse a la plebe dentro de los límites del deber, en medio de un ya tal desenfreno de ambiciones; porque, si bien se concede la aspiración a mejorar, sin que oponga reparos la justicia, sí veda ésta, y tampoco autoriza la propia razón del bien común, quitar a otro lo que es suyo o, bajo capa de una pretendida igualdad, caer sobre las fortunas ajenas.”
Francisco tenía una idea clara pero ahora le toca a Robert Prevost profundizar las reformas o coincidir plenamente en un Rerum Novarum que sostiene temerariamente:
“28. Se cuenta, sin embargo, no pocos, imbuidos de perversas doctrinas y deseosos de revolución, que pretenden por todos los medíos concitar a las turbas y lanzar a los demás a la violencia. Intervenga, por tanto, la autoridad del Estado y, frenando a los agitadores, aleje la corrupción de las costumbres de los obreros y el peligro de las rapiñas de los legítimos dueños.”
¿Si el Estado no viola la propiedad privada a través de la redistribución masiva de la riqueza cómo mejoraría las condiciones de vida de los más pobres? El Rerum Novarum sostiene que mediante la generación de las condiciones que permitan el florecimiento espontáneo de la riqueza.
“23. Queda ahora por investigar qué parte de ayuda puede esperarse del Estado. Entendemos aquí por Estado no el que de hecho tiene tal o cual pueblo, sino el que pide la recta razón de conformidad con la naturaleza, por un lado, y aprueban, por otro, las enseñanzas de la sabiduría divina, que Nos mismo hemos expuesto concretamente en la encíclica sobre la constitución cristiana de las naciones. Así, pues, los que gobiernan deber cooperar, primeramente y en términos generales, con toda la fuerza de las leyes e instituciones, esto es, haciendo que de la ordenación y administración misma del Estado brote espontáneamente la prosperidad tanto de la sociedad como de los individuos, ya que éste es el cometido de la política y el deber inexcusable de los gobernantes. Ahora bien: lo que más contribuye a la prosperidad de las naciones es la probidad de las costumbres, la recta y ordenada constitución de las familias, la observancia de la religión y de la justicia, las moderadas cargas públicas y su equitativa distribución, los progresos de la industria y del comercio, la floreciente agricultura y otros factores de esta índole, si quedan, los cuales, cuanto con mayor afán son impulsados, tanto mejor y más felizmente permitirán vivir a los ciudadanos. A través de estas cosas queda al alcance de los gobernantes beneficiar a los demás órdenes sociales y aliviar grandemente la situación de los proletarios, y esto en virtud del mejor derecho y sin la más leve sospecha de injerencia, ya que el Estado debe velar por el bien común como propia misión suya. Y cuanto mayor fuere la abundancia de medios procedentes de esta general providencia, tanto menor será la necesidad de probar caminos nuevos para el bienestar de los obreros.”
Resulta claro que la Rerum Novarum es una encíclica profundamente antisocialista y defensora de la propiedad privada y del papel subsidiario y no igualitarista del Estado. Si Robert Prevost sigue los pasos de un Rerum Novarum escrito en 1891 para un contexto del 2025 ya los cristianos deberían darse por servidos pues “del lobo un pelo” o en este caso “del león un pelo”
Bibliografía:
Oficina de Prensa de la Santa Sede (2025) Carta encíclica Rerum Novarum del Sumo Pontífice León XIII Sobre la situación de los obreros https://www.vatican.va/
Ernesto Toledo Brückmann (Lima, 1974) es periodista licenciado y magister en docencia universitaria e investigación.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.