Gestionados por organizaciones criminales y fomentados por la junta militar del país, el número de grandes complejos como KK Park, en la frontera entre Tailandia y Myanmar, se ha duplicado desde 2021
Hace cinco años, el terreno que ahora alberga KK Park, vasto complejo fuertemente vigilado que se extiende a lo largo de 210 hectáreas junto al turbulento río Moei, frontera de Myanmar con Tailandia, no era más que un campo baldío.
Situado frente a las escarpadas montañas al sur de la ciudad de Myawaddy, KK Park, con su hospital, restaurantes, banco y ordenadas hileras de villas con cuidados jardines, parece más el campus de una empresa tecnológica de Silicon Valley que lo que realmente es: la primera línea de una industria multimillonaria del fraude criminal, alimentada por la trata de personas y la violencia brutal.
En los últimos años, Myanmar, Camboya y Laos se han convertido en refugios para las organizaciones criminales transnacionales que dirigen centros de estafa como KK Park, que utilizan trabajadores esclavizados para llevar a cabo complejos planes de fraude y estafa en línea que generan enormes beneficios.
Se han realizado algunos intentos para tomar medidas enérgicas contra los centros y rescatar a las personas trabajando en ellos, que pueden ser sometidas a tortura y quedar atrapadas en su interior. Sin embargo, las imágenes tomadas por drones y nuevas investigaciones compartidas en exclusiva con The Guardian revelan que el número de centros de este tipo que operan a lo largo de la frontera entre Tailandia y Myanmar se ha más que duplicado desde que el ejército birmano tomó el poder en 2021, y que su construcción continúa hasta el día de hoy.
Los datos del Instituto Australiano de Política Estratégica (ASPI, por sus siglas en inglés), grupo de personas defensoras expertas con sede en Canberra, muestran que el número de centros de estafa de Myanmar en la frontera con Tailandia ha aumentado de 11 a 27, y que su tamaño se ha ampliado en una media de 5,5 hectáreas al mes.
Las imágenes tomadas con drones y las fotografías del KK Park y otros centros de estafa de Myanmar como Tai Chang y Shwe Kokko, tomadas por The Guardian en agosto, muestran nuevas características y obras de construcción en curso.
En el complejo Tai Chang han surgido estructuras adicionales durante el último año, incluido un muelle flotante que se construyó en los últimos meses para facilitar el transporte de suministros desde Tailandia. Las imágenes tomadas por el dron de The Guardian también muestran cuadrados blancos visibles en los tejados de Tai Chang y KK Park, que probablemente sean receptores de Internet por satélite. Estos les permiten mantenerse conectados después de que Tailandia cortara, a principios de este año, el suministro transfronterizo de electricidad, Internet y gas a las zonas que albergan centros de estafa, en un intento de desactivarlos y detener a las bandas criminales.
Las autoridades tailandesas han declarado anteriormente que Starlink, el servicio de Internet por satélite de Elon Musk, está siendo utilizado por organizaciones dedicadas al fraude, y han interceptado terminales de contrabando que creen que se dirigían al otro lado de la frontera.
Las imágenes tomadas por drones y satélites que ha visto The Guardian de otros centros de estafa dentro de Myanmar muestran fuertes fortificaciones y sistemas de seguridad. El complejo Dongmei Park está rodeado por una valla y protegido por un puesto de control y torres de vigilancia perimetrales, según el análisis de ASPI.
Las instalaciones también cuentan con una serie de servicios para personal directivo y visitantes. En algunos complejos, las viviendas de lujo están reservadas para los «equipos directivos» que supervisan a trabajadores, o se utilizan como escenario para videollamadas con las presuntas víctimas, con el fin de convencerlas de que están hablando con alguien extremadamente rico, cuyos consejos de inversión deben seguir.
Los terribles relatos sobre el trato que reciben las víctimas atrapadas de la trata trabajando en estos centros han suscitado una mayor atención mundial en los últimos meses, y quienes han logrado escapar han relatado la violencia extrema, las torturas y los castigos que han sufrido a manos de los jefes de estos centros fraudulentos.
A principios de este año, unas 7000 personas fueron liberadas de los recintos gracias a una compleja operación de rescate en la que participaron Tailandia, China y otros países vecinos cuyos ciudadanos se encontraban atrapados, así como el ejército de Myanmar y los grupos armados que controlan las zonas fronterizas.
Pero personas expertas afirman que esto es solo una gota en el océano. La policía tailandesa estimó a principios de este año que hasta 100.000 personas estaban retenidas en centros de estafa de Myanmar a lo largo de la frontera compartida por ambos países.
La Red de la Sociedad Civil para la Asistencia a las Víctimas de la Trata de Personas tiene constancia de al menos 90 víctimas de la trata que se encuentran actualmente atrapadas en recintos cerrados, entre las que se incluyen personas de al menos 11 países de Asia y África. Según el grupo, algunas víctimas han perdido partes del cuerpo y han quedado ciegas o discapacitadas de forma permanente como consecuencia de los abusos violentos infligidos por los jefes de las bandas criminales.
Mateo, de Filipinas, pasó seis meses atrapado en KK Park. Había viajado desde su país a Tailandia el año pasado, creyendo que había conseguido un trabajo legítimo como representante de atención al cliente.
En cambio, fue traficado a través de la frontera y le quitaron el pasaporte. Cada día se le exigía que enviara mensajes a través de las redes sociales a cientos de hombres mayores estadounidenses, ganándose su confianza hasta que le daban su número de WhatsApp. A continuación, el contacto se pasaba a otro equipo de estafadores.
Si no cumplía los objetivos, se le castigaba con una pistola eléctrica o con penas físicas agotadoras bajo el calor abrasador del exterior. Abandonar el recinto no era una opción. «Hay muchos guardias armados», informa.
La junta militar de Myanmar ha permitido la proliferación de centros de estafa dentro del país, ya que estas empresas criminales se han convertido en una parte esencial de la economía de conflicto del país desde el golpe de Estado, lo que le ha ayudado a situarse a la cabeza de la lista mundial de países que albergan el crimen organizado.
Según el análisis de ASPI, el ejército de Myanmar, que ha perdido grandes extensiones de territorio desde el golpe de Estado y lucha por mantener su control sobre el poder, no puede tomar medidas significativas contra los complejos fraudulentos sin poner en peligro sus precarias relaciones con las milicias armadas cruciales que se benefician de ellos.
Nathan Ruser, analista de datos de código abierto en ASPI, afirma: «En muchos sentidos, esta industria es ahora una necesidad existencial para el asediado ejército birmano».
El ejército de Myanmar ha afirmado anteriormente que era necesario compartir la responsabilidad para abordar el problema, incluyendo a los países de origen de las víctimas de la trata y a los países por los que transitan.
A nivel internacional, los gobiernos consideran erróneamente que los centros de estafa son un problema relativamente menor en lo que respecta a la trata de personas, afirma Amy Miller, directora para el sudeste asiático de Acts of Mercy International, una organización evangélica estadounidense que trabaja con víctimas de la trata de personas.
«Para mí, es una gran ignorancia no comprender la magnitud de esto y hasta dónde puede llegar», explica, y añade que ya hay indicios de que están surgiendo planes similares en países como Sri Lanka y Nigeria.
Mateo fue finalmente rescatado del KK Park y ahora se está recuperando junto con otras personas trabajadoras liberadas. Todavía está demasiado traumatizado para reflexionar sobre sus experiencias dentro de los centros fraudulentos, pero su amigo, que estuvo atrapado junto a él, explica que, para los jefes de la estafa « el dinero es más importante que la vida humana. No les importa pisotear a los demás. Lo único que les importa es el dinero».
Dice que parece que existiera, dentro de los recintos,«todo el mal del mundo».
Se han cambiado los nombres para proteger identidades.
Fuente original en inglés: https://www.theguardian.com/global-development/2025/sep/08/myanmar-military-junta-scam-centres-trafficking-crime-syndicates-kk-park