Recomiendo:
2

Adiós a Occidente

Fuentes: Rebelión

Marco referencial: fascismo y sionismo 

El asunto de la decadencia política de Occidente no es nada nuevo; de hecho, se ha venido ventilando en numerosas obras históricas y filosóficas desde hace muchas décadas (La decadencia de occidente de Spengler y Masa y poder de Canetti, son sólo dos de ellas) sobre todo desde que aparecieron las dos primeras Guerras Mundiales en el siglo XX, los cimientos morales de un buen número de países europeos comenzaron a resquebrajarse. Aunque fueron propiciadas por Europa, tuvieron una resonancia en todo el mundo, llegando a su cúspide con el bombardeo atómico en Japón por parte de Estados Unidos, un país que decidió ir contra el régimen fascista de Alemania. Más allá del odio declarado de Hitler contra judíos, franceses o ingleses, estas guerras dejaron profundas heridas en Europa y el mundo, que aún no han cicatrizado.

Ha transcurrido más de un siglo desde la Primera Guerra Mundial. Ahora las cosas, en vez de irse superando, parece que empeoran. A partir de los años sesentas, movimientos socialistas, psicoanalistas, marxistas, contraculturales y comunitarios,  –y numerosos filósofos— realizaron severas críticas al ascenso de un capitalismo voraz que intentó implantarse en el mundo occidental a toda costa, generando por contraparte una toma de conciencia histórica desde una perspectiva cultural, donde ingresaron expresiones del arte y la literatura, y a la postre iniciarían una revolución cultural en el siglo XX desde los diversos movimientos de vanguardia y un pensamiento universitario vigoroso, presentes en numerosas expresiones posmodernas de principios del siglo XXI.

Mientras, en el seno de las universidades se hacían esfuerzos para inculcar a los estudiantes un pensamiento crítico, un discernimiento libre y una creatividad que impregnaran a los ciudadanos de una sensibilidad y un pensamiento, más allá de los conceptos básicos del capitalismo como “libre mercado”, “mercado de trabajo” o “éxito personal”, propiciados por la publicidad y la cultura de masas. Cuando todo ello empezaba a lograrse, fueron asestados duros golpes políticos a un buen número de gobiernos progresistas del mundo, sobre todo en América Latina y África, apoyados constantemente por gobiernos de Estados Unidos (Reagan, Kennedy, Nixon, Clinton, Bush, Obama, Trump, Biden) de hecho, el país del norte acentuó  y sigue intentando la aplicación de la Doctrina Monroe a través de los llamados “golpes suaves” y “revoluciones de color”, mientras en América Latina décadas más tarde en el siglo XXI se organizan como respuestas movimientos de izquierda nacionalista que intentarían posicionarse en países como Brasil (Lula Da Silva), Bolivia (Evo Morales), Ecuador (Rafael Correa), Venezuela (Hugo Chávez), Argentina (Néstor Kirchner), Cuba (Fidel Castro); en Estados Unidos (Martin Luther King y Malcolm X fueron asesinados, precedldos por Abraham Lincoln); en fin, se crearon nuevos estamentos internacionales, bancos, organizaciones y vínculos con países no occidentales basados en doctrinas de paz.

De súbito, y ante la posibilidad de que estos gobiernos progresistas pudieran tener continuidad en el tiempo a través del voto, reaparecen personajes de la derecha fascista internacional que, afincada en una población iletrada e inculta, basa sus contenidos en aquello que se desprende de las llamadas “redes sociales”, esto es, medios de comunicación saturados de información visual en forma de fotos, videos, memes, falsos positivos, bulos y toda clase de figurillas e imágenes preconcebidas, bien sembradas en dispositivos mediáticos, producidas por una cultura de masas que intenta pulverizar la cultura popular y la cultura tradicional, simultáneamente.

De la “culta Europa” hemos bebido por siglos filosofía, artes, letras, cine, historia en general. Copiamos sus modelos legislativos, ejecutivos, parlamentarios y finalmente económicos. El modelo económico, pienso, ha sido el más letal, apoyado por la bancocracia internacional, una bolsa de valores manejándose al ritmo de un sistema monetario cuyo centro es el dólar y nos hace económicamente dependientes de una supuesta “comunidad internacional”.

Las riquezas energéticas, minerales e hídricas, pulmones vegetales, mares y ríos: todo pasa a ser dependiente de esta economía monstruosa, basada en la acumulación de capital, y éste capital a su vez es dirigido hacia fines fundamentales: primero, el ideológico; luego, el bélico. El ideológico difundido por medios de masas y el bélico para intimidar a naciones pacíficas, utilizando el miedo y el chantaje. Todo ello aderezado con los ingredientes de una “cultura” indiferenciada que recibe el calificativo de “global”, es decir, una cultura neutra invocada bajo el signo de una vaga universalidad, que desconoce los rasgos culturales propios de cada continente o país, ejerciendo así un solapado racismo. A menudo, la discriminación racial y social se ejerce mediante recursos sutiles y desde las mismas instituciones, que reconocen sobre todo valores, costumbres y usos del occidente europeo de raza blanca, impulsado desde prototipos de civilidad, educación refinada, buen gusto: mientras  pueblos con otras características son considerados atrasados o inferiores.

Esto vale también para los cánones educativos, penetrados de formas culturales y métodos de aprendizaje occidentales, donde ingresan elementos de tipo espiritual o religioso (como la Iglesia calvinista, por ejemplo) pasando así a reforzar la imagen omnipotente de un Estado vigilante de los mínimos actos del individuo o ciudadano, quien es, justamente, el sujeto definitorio de la convivencia civilizada. Si tal individuo desapareciera, lo haría también el concepto de sociedad. Hoy por hoy podemos decir que nos dirigimos, bajo estos moldes, a una noción de individualismo egoísta dentro de un modelo que hemos llamado “competitivo”, tan difundido por países “potencias”, siempre resguardados bajo un concepto de supremacismo cultural.

Sin embargo, lo que observamos hoy en occidente es una profunda decadencia política y una quiebra moral en las instituciones, las cuales se encuentran a merced de grandes centros de poder empresarial y comunicacional e imponen gustos, tendencias, maneras de ser y comportamientos, modos de vestir, hablar o gesticular. Si a ello agregamos el fenómeno del cine como expresión de masas, y al deporte como espectáculo masivo directo, los habremos de considerar a éstos como portadores de mensajes ideológicos. Así, el proceso de la alienación se cumple de manera completa. El llamado “tiempo libre” de descanso o solaz se vuelve fenómeno de relajación, diversión o entretenimiento, es decir, se transforma en un espacio para no pensar. El ser humano se deja llevar hacia una zona insensible, neutra, donde sencillamente no se medita ni se siente nada.

Esta sensación de vacío o aislamiento es propia de la llamada sociedad contemporánea, y es comprobable en el siglo XXI, donde el arte ha sido frivolizado y vaciado de significados profundos; pasando de ser un medio de revelación o espiritualidad para convertirse en agente de distracción o entretenimiento. Hoy por hoy el ser humano, frente a este dilema, se siente casi completamente desprovisto de capacidad sensible o analítica, pasando a ser un consumidor pasivo de mensajes veloces.

En casos similares, la política puede reducirse también a un asunto de “marketing”, más que de un eficaz mensaje cultural, histórico o filosófico; más bien aparece como una suerte de técnica para apropiarse del poder mediante recursos publicitarios, como se halla plasmado en las distintas campañas de tantos partidos políticos. En este sentido, la política ha ingresado a un espacio de descrédito, al punto de permitir el posicionamiento de un nuevo tipo de fascismo institucionalizado, el cual ha comenzado a campear otra vez en los medios europeos y latinoamericanos, concretamente en España, Italia, Francia, Argentina, Venezuela y Brasil. 

Emmanuel Macron, Mauricio Macri. Jair Bolsonaro o Javier Milei son líderes cuyo objetivo central es el desmantelamiento de los derechos de trabajadores, la privatización de bienes y servicios, la destrucción de la educación pública gratuita, así como la concentración de capital en manos de entes privados y la presencia de una bancocracia dependiente del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Como consecuencia  de ello, surgen liderazgos como los de un Milei, por ejemplo, donde son visibles el desplante, la grosería, el insulto, la creación de un personaje mediático que se burla de medio mundo, insulta a sus contendores, reta a periodistas y descalifica a la izquierda mundial; se trata de una entidad creada, de un clown armado pieza a pieza, que se adapta bien a los formatos mediáticos contemporáneos. Se ha especulado que debe su triunfo al voto de jóvenes, quienes vieron en él una posibilidad de “cambio”.

El mito del cambio

Justamente, el mito del cambio es uno de los temas principales de las campañas electorales que se precian de tales. La expectativa permanente de “cambio” suele volverse ilusión o esperanza, un sentimiento ciertamente ingenuo de las masas. En la mayoría de los casos, tal cambio suele ser solamente un anzuelo para despertar en el votante la posibilidad, siempre postergada, de dar un salto cualitativo dentro de determinado esquema político, cuando éste en verdad se reduce a un mero slogan repetido cada cierto tiempo.

A todo ello se agrega la ya conocida apatía política de los jóvenes, quienes no ven en candidatos ni en partidos a líderes que se identifiquen con ellos, y entonces pueden optar por una figura más o menos desenfadada, informal, desgreñada o desaliñada, usando otro lenguaje, diciendo frases soeces o vulgares. La mas de las veces los jóvenes, hastiados de la política tradicional, van a votar sólo para cumplir con un deber que el sistema les impone, e incluso votarían por el candidato opuesto al de sus padres o mayores sólo para mostrar su rebeldía. En verdad, muchos jóvenes y adolescentes que no participan ni creen en política, reaccionan contra ella votando por el peor de los candidatos. Algo similar puede decirse de los ancianos, quienes votan por candidatos tradicionales sólo para contrariar a los jóvenes. Las viejas estructuras de los partidos en los que creían han sido escamoteadas por jóvenes líderes cabezas vacías, fabricados a última hora.De este modo, buena parte de la política se ha convertido en un simple juego de ganadores/perdedores, que se turnan en el poder cada cierto tiempo, y los partidos políticos en maquinarias electorales para alcanzar ese poder. Con estos panoramas por delante, sería difícil creer en una política para avanzar en materia de convivencia, como no sea para alcanzar algún puesto importante o ganar mucho dinero. Y para lograr esto, también hay que adaptarse a determinadas reglas del sistema, o vivir en un ambiente donde tus compañeros de trabajo hagan igual cosa.

Si dirigimos una mirada rasante al ambiente político mundial, hallaremos a una serie de personajes encorbatados, llevando trajes oscuros, desplazándose por escenarios europeos, en asambleas, cortes internacionales, multilaterales y organizaciones políticas, en reuniones que se alargan indefinidamente, mientras amenazas bélicas se ciernen sobre determinadas naciones. Se trata de burócratas políticos ganando grandes sumas de dinero y viajando en medios privilegiados hacia distintos destinos, firmando actas aquí y allá, mientras urgentes problemas de salud, hambre, contaminación o guerras siguen en ascenso. 

La política entonces se convierte en el “arte” de negociar, por excelencia. Tú me das esto, y yo te doy esto otro. Como nunca voy a obtenerlo todo, debo estar consciente de que unas veces pierdo y otras gano. Estas son las reglas del juego.  Yo te entrego esto hoy y tú mañana me das otra cosa a cambio, pero siempre estamos en deuda. En medio de este toma y dame, los pueblos deben sacrificarse y confiar en nosotros, para eso somos sus representantes, les estoy dando lo mejor de mí y arriesgando mi reputación. En este caso, debo ser políticamente correcto. Esta sería la ley principal: llevar a cabo la transacción correcta en el momento oportuno. De este modo puedes negociar información, transar determinado asunto en el momento propicio y con la venia de tus similares.

Con una filosofía de este tenor, hay poca cabida para una ética. Lo más viable aquí es el uso de un pragmatismo elemental. Si no recuperamos una noción digna de praxis política, estaremos perdidos. Si la pugna bélico-tecnócrata continúa, nos dirigimos hacia la nada. La política de las complicidades automáticas con los poderosos no nos llevará a ninguna parte.


Contextos concretos 

Lo ocurrido en estos meses en Ucrania y Gaza ha puesto en evidencia la absoluta sinrazón de muchos líderes mundiales de Occidente, especialmente en Europa. En la disputa entre Estados Unidos y Rusia, la primera nación escogió a Ucrania como pretexto para iniciar una guerra, acercando al espacio aéreo y marítimo de Rusia las fuerzas bélicas de la OTAN, mientras el presidente Zelensky clamaba por más y más armas a Europa y Estados Unidos, sacrificando a miles de jóvenes en esa absurda guerra. Se ha hecho rico con tal pretexto, sabiendo de antemano que no tiene posibilidad de ganarle a Rusia, mientras los gobiernos europeos gastan su dinero en una contienda inútil. Entretanto, en Francia e Inglaterra, la derecha pierde las elecciones cuando la mayoría de la población vota a los candidatos de la izquierda (en Inglaterra a los laboristas); aqui en el Reino Unido debieron tolerar por un buen tiempo al payasesco Boris Johnson, que casi los arruina por completo;  en España, el seudosocialismo del PSOE enfrenta a una ultraderecha (Vox) rechazada por los propios populistas del Partido Popular, es decir, la derecha se mudará a otra parte temporalmente. A Rusia no necesito defenderla de nadie, pues ella lo sabe hacer muy bien. Más bien hay que reconocer la paciencia que ha tenido con la OTAN, Estados Unidos y Ucrania. Pero llevaron a Putin a un punto límite y ahora no pueden detenerlo; mientras más lo presionan, mejor responde y tiene desconcertados  a sus contrincantes literalmente contra la pared. No podrán con el ni con la fuerza del noble pueblo ruso que tanto han difamado y querido ridiculizar. 

En Italia, los reaccionarios de profesión cuentan con las reservas fascistas de la presidenta del Congreso, Giorgia Meloni. Las calles de Paris y Londres se llenan de huelguistas. En la Argentina el fascista de nuevo cuño, Javier Milei, se hace del poder con el voto de los jóvenes y se da el lujo de pasearse a visitar a sus EE.UU. donde nes recibe homenajes en privado y premios inventados especialmente para él.

Mientras esto ocurre en los espacios burocráticos, casi cuarenta mil víctimas de un genocidio público (televisado como un espectáculo deportivo) es perpetrado por Israel sobre el pueblo palestino en la franja de Gaza, bajo las órdenes de Benjamin Netanyahu, demonio sediento de sangre y movido por un odio secular, sigue exterminando niños, mujeres, ancianos y civiles con el pretexto de buscar enemigos: bombardea hospitales y transportes con ayuda humanitaria. Luego esta suerte de lucifer judío hace discursos en la ONU y recibe aplausos. Es posible incluso que le otorguen el Premio Nobel de la Paz, como lo hicieron con Barack Obama en reconocimiento a sus guerras.

Por otro lado, un senil Joe Biden sufre pérdida de memoria y de orientación, no sabe donde está parado y es presionado a abstenerse de lanzarse como candidato para un nuevo período; Donald Trump se prepara a ganar las próximas elecciones en USA, teniendo como contendora esta vez a Kamala Harris, la nueva esperanza negra que probablemente repetirá el guión de su antecesor, pues es sabido que los presidentes de EE.UU. no gobiernan realmente: siguen directrices y cumplen órdenes del Pentágono, el Estado Profundo, la Reserva Federal, las Megacorporaciones, el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional. Por lo demás, ya se acabó el mundo bipolar: el mundo es multipolar y ahora occidente se aterra con la sola posibilidad de una alianza China–Rusia.

Para el momento en que escribo estas líneas, el gobierno fascista de Zelensky (su líder histórico, Stepan Bandera, es el fascista por excelencia de ese país, proviene de la extrema derecha, que asesinó al Ministro del Interior en Polonia y buscó el apoyo de la Alemania nazi para luchar contra Rusia) es un actor de tercera categoría  que ha recorrido, con una franela del mismo color, casi todos los gobiernos de Europa buscando cheques para la guerra,  está a punto de tirar la toalla, pues el Alcalde de Kiev le está conminando a abandonar el gobierno y a realizar nuevas elecciones. Algo similar ocurre en Israel donde Netanyahu, sionista radical, está siendo presionado a abandonar un gobierno que lleva un récord de muertos por limpieza étnica  y sigue haciéndolo a sus anchas, ahora con perspectivas de tener una nueva guerra con el Líbano. 

En América Latina el mapa geopolítico intenta recomponerse a través de fuerzas progresistas en Venezuela, Colombia, Brasil, México o Bolivia; mientras en Chile Gabriel Boric da bandazos neoliberales que han colocado a su presidente en el nivel de aceptación más bajo de su gestión. En Argentina, el androide Milei arremete contra el triunfo de Nicolás Maduro en Venezuela con las frases más groseras que puedan imaginarse, y la opositora venezolana María Corina Machado (inhabilitada políticamente, pero llevando de la mano a Edmundo Gonzalez Urrutia, candidato senil e impedido físicamente; se dirige con él a los escenarios públicos, mientras González se tambalea sobre sus piernas, lo cual no le impide tener en su vasto currículum el haber trabajado como agente de la CIA el El Salvador) quien ha solicitado una y otra vez sanciones de Estados Unidos contra su propia patria, no acepta el resultado oficial de estas elecciones, considerándolas manipuladas.

Recordemos que ella y un conocido grupo golpista de la derecha fascista venezolana (Borges, López, Ledezma, Radonsky, Guaidó, etc.) trataron de imponer a Juan Guaido como presidente de facto en Venezuela durante el mandato de Donald Trump pero fracasaron, como lo hicieron esta vez durante el mediocre gobierno de Joe Biden: pidiendo cataratas de sanciones y robos descarados de activos y empresas de nuestra nación. Según parece, el triunfo de Maduro en las recientes elecciones ha aumentado el odio de Machado y González quienes se han encargado también de inocularlo a sus seguidores para crear situaciones de violencia. En los comicios fe años atrás, vimos cómo estos mismos agentes montaron guarimbas, sabotearon carreteras y metieron fuego a autos en todo el país, llegando a asesinar y quemar personas, destruyendo  establecimientos para demostrar de qué eran capaces, extremando en esta nueva ocasión hasta dónde pueden llegar a través de la frase: “Hasta el final”, es decir, hasta el límite de llevar a la deposición por la fuerza a un gobierno que ellos consideran un régimen dictatorial, el cual curiosamente ha realizado más de treinta elecciones.

Una vez conocidos los resultados electorales oficiales que proporcionó el Consejo Nacional Electoral, los opositores, azuzados y pagados por Machado y González Urrutia, se dedicaron a negarlos, como ya habían anunciado ellos mismos si no llegaban al poder: en efecto, anunciaron una aplastante victoria de un 70 sobre un 30 por ciento en favor de su candidato. Acompañando estos resultados ficticios, pagaron a criminales profesionales para llenar de violencia las calles de todo el país y llevar a cabo una impresionante campaña de hechos violentos en las redes, buscando lograr así un efecto negativo en la población, a fin de que los votantes creyeran que los opositores (y todo el país).habían obtenido la mayoría de la votación, y que los resultados oficiales eran un simple fraude. Este efecto perverso de mostrar al actual gobierno y al presidente Maduro como a un dictador, es verdaderamente ofensivo y lamentable, pues genera una imagen distorsionada del gobierno actual, además de ofrecer una idea falsa de un gobierno que ha sabido mantener la paz en el país, e idear mecanismos como bolsas de comida, bonos especiales, viviendas y equipamientos, servicios médicos y educación gratuitos, refacción de plazas, monumentos y sítios públicos; permanentes eventos culturales; todo ello en medio de innumerables inconvenientes que hemos tenido en la economía, la gasolina, la energía, los alimentos y otras carencias en nuestra vida cotidiana, a causa de las sanciones, el bloqueo y la guerra economica.

A la campaña contra Venezuela se ha sumado Elon Musk, un personaje  que ha hecho buena parte de su fortuna multimillonaria dedicándose al negocio mediático, sobre todo cubriendo las nefastas acciones del gobierno de Netanyahu– se ha convertido en «líder» de las redes, se ha vendido a si mismo como un icono mundial, va mas rapido incluso que el mismo Bill Gates, pero la diferencia con este es que Musk trabaja directamente con regimenes de la ultraderecha y del nuevo  fascismo;  en esta ocasión ha utilizado sus propios tweets y redes (es dueño de X) para apoyar el intento de golpe y la guerra contra Venezuela, haciendo creer en sus mensajes que los seguidores de María Corina Machado son unos héroes o mártires de la libertad en el mundo. Casi toda la prensa neoliberal (ABC, CNN, TV Española, France 24, La Vanguardia, El País,  El Nacional) va en la misma tendencia, pero apenas surgen algunos medios y periodistas de la izquierda a emitir sus opiniones por las redes, dicen que son unos vendidos y títeres del régimen o la tiranía. La verdad, este incidente en Venezuela tiene las características de un Golpe de Estado, fraguado por la derecha internacional contra nuestro país y con la anuencia directa del gobierno belicista de Estados Unidos. Si vemos el asunto noticioso más de cerca, advertimos que para muchos medios de información. los paises de América del Sur o de África deben ser demonizados para que las noticias tengan mayor impacto en occidente y  los periodistas sean más protagonicos que los  propios sucesos, las noticias más arrolladoras y escandalosas son las que tienen más rating. Les conviene a estos por ello ver dictaduras en todas partes,  mientras en Estados Unidos o Europa ven solo democracia y justicia, las noticias negativas son constantemente atenuadas. 

El pueblo venezolano está acostumbrado a tolerar este tipo de cercos informativos y falsos positivos. Lo más importante en este caso es que el pueblo venezolano está consciente de todo lo que ocurre, sobre todo en los barrios y las comunidades más humildes y vulnerables tienen esa consciencia, incluso también en nuestra clase media hay mucha conciencia de ello;  aún cuando muchos sectores pequeño burgueses y reaccionarios aún no reconozcan esta conciencia creada en el seno de la revolución bolivariana.

En EE.UU, para quienes aspiran ver un  buen gobierno en ese pais si llegara a triunfar Kamala Harris, debo decirles que no se hagan demasiadas ilusiones, pues de seguro será más de lo mismo: sanciones, presiones, amenazas para quienes no estén de acuerdo con ellos. Justamente una de las características más notorias de sus voceros en la capacidad que tienen para mentir. pues no tienen palabra. Son, por encima de todo, adictos a las guerras.

En fin, las entradas al circo de la política occidental europea y de su principal aliado norteamericano, para ser aplicada al mundo entero, ya están a la venta y a la vista: el combate entre los superpoderosos presidentes gringos  entrará en vigencia durante la próxima temporada. Tiene como telón de fondo a Ucrania y Gaza. Estén pendientes. Es como un partido de fútbol, pero sus jugadores van vestidos con trajes formales, elegantes corbatas y una técnica inefable para defenestrar gobiernos.

El final queda abierto.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.