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Entrevista a Claudio Katz de Economistas de Izquierda (EDI)

«Afganistán: hay que ser muy cuidadosos con la analogía que se está estableciendo con Saigón en 1975»

Fuentes: Rebelión

M.H.: Viene a mi recuerdo las imágenes de Saigón, respecto de la situación que se vive en Afganistán. Solo las imágenes porque no tengo las mismas afinidades ideológicas con los talibanes. Pero indudablemente esta retirada de las tropas norteamericanas de Afganistán nos recuerda la derrota del imperialismo en Vietnam. ¿Qué opinás al respecto?

C.K.: Primero lo evidente, es otra derrota, fracaso, humillación total del imperialismo norteamericano, desertó ese ejército que ellos habían entrenado con fuerzas especiales, el gobierno títere que tenía se pulverizó y se produjo la huida abrupta de todo el personal servidor del Pentágono y las imágenes que mencionás, patéticas, de helicópteros, aeropuertos shockeados por una masa de personas desesperadas por escapar. Una imagen impactante. 

Yo diría que hay que recordar que se desmoronó la negociación con los talibanes que estaba realizando Biden, que había empezado Trump, porque ellos habían llegado a la conclusión que la guerra estaba perdida desde hace mucho tiempo, pero tenían la expectativa de mantener algunos contingentes de tropas de EE UU en el lugar y todo quedó en el aire, fue una derrota espeluznante.  

EE UU no pudo ganar una guerra que a lo largo de dos décadas le consumió 200.000 soldados y 35.000 millones de dólares por año. Primero lo relevante es que esta retirada tan fulminante derriba todas las mentiras que difundió EE UU durante tantos años. Ahora sabemos que no invadieron como represalia al atentado de las Torres Gemelas porque ese crimen fue cometido por una red saudita no por una red afgana. Bin Laden no era afgano. Y Biden confesó que nunca pretendieron crear una democracia. Lo que siempre supimos.  

EE UU se instaló en Afganistán por la estratégica ubicación de ese país, que está muy próximo a China, a Rusia, que está entrecruzado por todas las rutas de Asia Central y no fueron ahí para modernizar el país, instalaron bases militares que estaban financiadas en forma lateral con la producción de opio y heroína que se expandió de forma muy significativa durante todos estos años de presencia de la OTAN. 

Tampoco quisieron combatir el terrorismo, porque recordemos que los mujaidines que antecedieron a los talibanes, fueron fabricados por la CIA en 1978 para destruir en Afganistán un gobierno que era laico, progresista y aliado de la URSS.  

Y, por supuesto, que nunca defendieron a las mujeres, a tal punto que estuvieron en los últimos años negociando con los talibanes que operan con una red de compra-venta de mujeres y degradación inimaginable.  

En realidad lo que EE UU quería hacer con los talibanes era llegar a una convivencia parecida a la que tiene con el régimen teocrático de Arabia Saudita que oprime a las mujeres en una forma muy parecida a los talibanes y, por supuesto, que nunca buscaron la paz en Afganistán porque han dejado un mar de muertos.  

Con esta retirada abrupta hay un escenario de crisis porque todos se echan la culpa, Johnson discrepa con Biden, reapareció Trump, los generales yanquis no saben qué decir y EE UU tiene el dilema de mantener una prédica dura para ver si recuperan espacios internacionales o buscar una negociación y ayudar al lavado de cara de los talibanes divulgando la imagen de que han cambiado y se volvieron más razonables.  

Veremos cómo actúan los talibanes, porque hay una nueva generación, vamos a ver si disimulan su fanatismo o zambullen al país de nuevo en el medioevo y lo convierten en una gran mezquita.  

Yo creo que estos talibanes de ahora no están tan aislados como los talibanes de la generación pasada, tienen muchos acuerdos con Rusia, Putin es muy pragmático y estableció muchos convenios con los talibanes y los quiere distanciar de los yihadistas, más conectados con Arabia Saudita. Y, sobre todo, los talibanes han suscripto a muchos convenios en los últimos años con China, el país ya quedó incorporado a la Ruta de la Seda de hecho. 

M.H.: Porque es un lugar estratégico. 

C.K.: Para dejar pasar por ahí el gasoducto, tal cual. Entonces, te diría que la caída de Kabul es un hecho geopolítico con consecuencias que luego veremos. En lo inmediato afecta muy duramente el plan de Biden que era un relanzamiento keynesiano interno y la articulación de un bloque internacional con China. Pero para hacer esto necesitaba oxígeno político y ese oxígeno se le esfumó con esta derrota en Afganistán.  

Yo haría un señalamiento final con esto, hay que ser muy cuidadosos con la analogía que se está estableciendo todo el tiempo con Saigón en 1975. 

M.H.: Yo me refiero solo a las imágenes. 

C.K.: Justamente por eso, porque como hay muchas imágenes que son similares, como es tan parecida la abrupta salida de los dos lugares, incluso el propio papelón que hizo Biden prometiendo que no se repetiría la escapatoria de Saigón, pero como bien advertiste, ojo con la comparación porque lo único que tienen en común es el fracaso imperialista, todo lo demás es totalmente diferente.  

En Vietnam triunfaron las fuerzas revolucionarias y en Afganistán las milicias reaccionarias. Los talibanes son la contracara absoluta del Vietcong, es una banda de clérigos trogloditas que está en el opuesto de un ejército liberador. La opresión medieval que propician es la antítesis de un proyecto emancipador del comunismo. Lo que hay es una derrota del imperialismo, no un triunfo del antiimperialismo en este caso.  

Igualmente, para América Latina es una buena noticia, porque cualquier derrota del imperialismo a escala global nos amplía el margen de acción autónomo de nuestra región, porque restringe la capacidad agresiva de EE UU.  

Cuba: ningún otro país afrontó el Covid con una restricción tan brutal para adquirir alimentos, medicamentos y repuestos 

M.H.: Hace unos días escribiste “Cuba inclina la balanza de América Latina”. 

C.K.: El punto de partida de ese análisis es la hazaña de Cuba porque no hay que perder de vista que después de tantas décadas han logrado mantener el proyecto revolucionario en medio de la adversidad, del aislamiento y de los complots. Y lógicamente que el país haya tenido manifestaciones es bastante lógico, en un escenario de derrumbe de la economía, de pandemia, agravado en el caso de Cuba por el bloqueo. Que no es un dato más. Ningún otro país afrontó el Covid con una restricción tan brutal para adquirir alimentos, medicamentos, repuestos, tiene que pagar costos y fletes o seguros. 

M.H.: Es interesante el lugar que le das en esa nota al bloqueo. Porque algunos lo pasan de largo.  

C.K.: Yo no creo que el bloqueo sea un problemita más que afronta un país. Es un caso único, de una pequeña economía de una pequeña isla sofocada por una primera potencia que le impide comerciar. Hay un cálculo que dice que en seis décadas de bloqueo, las pérdidas superan los 145.000 millones de dólares, porque Cuba tiene que pagar tres veces los fletes marítimos que cualquier otro país. Está obligada a endeudarse en forma adicional para poder comerciar. Me parece que en ese escenario, es llamativo lo que ha logrado Cuba. No solo soportando pérdida de divisas, retracción del turismo, el impacto de la pandemia, así y todo tuvo en este momento dos logros insólitos, los avances en la vacuna Soberana, el primer país latinoamericano en producirla, además es el país latinoamericano, luego de Brasil, con más logros en el medallero de las Olimpíadas de Tokio.

En estas condiciones. A mí me parece que Cuba divide aguas, en primer lugar en el progresismo hay dos corrientes, una corriente progresista que adoptó una postura de solidaridad y eso ha sido muy interesante, con López Obrador y otros presidentes que frente al hecho de Cuba, tomaron actitudes de defensa del país, envío de barcos con alimentos y medicinas, incluso declarándola como patrimonio histórico de la humanidad. Yo creo que se creó una reacción defensiva frente a la agresión de EE UU y a esto se sumó Perú. El grupo de Lima se quedó sin Lima y Perú se sumó a un proyecto de reconstruir la CELAC, recomponer la UNASUR y retomar el tema Cuba como punto de partida para un proyecto de sustitución de la OEA. Esa es la corriente progresista.  

Pero hay otra corriente del progresismo que giró a la derecha de manera escandalosa, por ejemplo, los intelectuales que firmaron una carta criticando a Clacso por no criticar lo suficiente al gobierno cubano, hay nombres de gente muy conocida por nosotros. 

M.H.: Mencionalos Claudio por favor. 

C.K.: Stefanoni y Tarcus, por ejemplo. Ambos firmaron esa carta. Y después hay gente que le parece que ya no tenemos que hablar tanto del imperialismo, que no tenemos que idealizar la “novela cubana”. Creo que hay una fuerte presión de la sociedad en democracia dentro de la intelectualidad cubana y el papel que juegan tradicionalmente las ONG en estas condiciones.  

Entonces hay una corriente de solidaridad con Cuba y una que se amoldó a la derecha.  

Y en la izquierda, me parece que también hemos visto una divisoria de aguas. Yo creo que la mayoría de la izquierda en la región, en América Latina se ha mantenido firme y sin titubeos en la defensa de la epopeya de la revolución cubana. Pero también hay corrientes que son más dogmáticas y que han adoptado a mi juicio posiciones inadmisibles, algunos dicen, por ejemplo, que en Cuba ya se reinstaló el capitalismo y que lo que estamos viendo es un ajuste neoliberal parecido al que se aplica en Chile, Colombia, Brasil, etc. Y con esta teoría les parece que hay que marchar en el mismo campo con las fuerzas derechistas.  

M.H.: Recuerdo que Guillermo Almeyra decía “corrientes que nunca entendieron el problema del imperialismo”. 

C.K.: Pero además con tantas experiencias que ya tenemos. Porque si marchás con fuerzas derechistas en contra de Cuba, no comprendo cómo de ahí va a surgir alguna vez un proyecto socialista. Es un misterio.  

M.H.: La historia demuestra que eso no ocurrió. 

C.K.: Justamente a eso voy. Ya tenemos la experiencia de lo ocurrido en décadas pasadas en Polonia, Alemania Oriental, Rusia, en vez de renovación del socialismo, lo que tuvimos es restauración pura del capitalismo. Yo creo que ese es un camino totalmente desvariado.  

Hay otras corrientes con posiciones más “light” que plantean otra contradicción. Hay muchos pensadores que critican al régimen cubano, a la posición burocrática pero, al mismo tiempo, dicen que no se restauró ahí el capitalismo. Entonces hay algo raro, porque ellos piensan que el capitalismo no se restableció solo en Cuba, en China se restableció el capitalismo, en Vietnam, en Rusia, etc. En un mundo de 200 países y 6.000 millones de habitantes, habría una isla con 10 millones de habitantes que sería el único caso de no restauración del capitalismo del planeta. Si eso es así, yo creo que lo único que uno tiene que hacer es declarar su admiración infinita por Cuba y listo. Si es el único lugar del mundo que ha logrado sostener la bandera del socialismo, entonces más que ir a las marchas con los opositores lo que hay que hacer es felicitarlos y que traten de transmitirnos cuál es el remedio mágico que tienen para lograr algo así. Hay posturas muy contradictorias, muy inconsistentes. 

M.H.: Hay problemas en Cuba. Independientemente de la posición de apoyo, hay problemas. 

C.K.: Los problemas son gravísimos en Cuba, pero uno tiene que medir los problemas en relación al contexto en el que suceden. Cuba tiene terribles problemas económicos por un simple dato, en el país todas las divisas dependen del turismo, y obviamente un país sin turismo hoy en día, sin dólares, no puede comprar una computadora. Cómo sobrevive hoy un país que no puede comprar una computadora. De algún lado tiene que sacar las divisas. Y de dónde las saca. No cabe duda que solo tiene el recurso del turismo y todos sabemos el efecto demoledor que tiene el turismo sobre un proyecto de igualdad social, de equidad. Ellos tienen que manejarse en ese contexto, no tienen petróleo, tienen que buscarlo. Tienen un problema agudo de alimentación, por errores de política económica, pero Cuba no es La Pampa húmeda, la porción cultivable de la isla es muy pequeña y la productividad agraria es muy baja, es una sociedad altamente urbanizada. Son problemas de gran complejidad.  

Yo siempre veo como una irresponsabilidad mayúscula el observarlo desde afuera, no colocarse en esa situación y opinar lo que habría que hacer. Porque si uno hace eso, inmediatamente choca con las restricciones. Por ejemplo, escuché a uno decir el otro día que Cuba tiene que eliminar el turismo. ¿De qué vive entonces? ¿Cómo obtiene los dólares necesarios para sostener la economía? Lo que no se pueden decir son disparates, emitir opiniones que son tan ajenas, tan vagas, tan desconectadas de la responsabilidad. 

M.H.: Además con qué países tendríamos que comparar a Cuba. 

C.K.: Claro. Cuba no es la Argentina, Cuba es una provincia ultra pobre de la Argentina. Hay que sacarse el sombrero cuando una provincia ultra pobre de la Argentina fabrica vacunas, está en lugares destacados en las Olimpíadas, y ha logrado el milagro de evitar el nivel de delincuencia que existe en cualquier país de la región. Ha logrado contener el narcotráfico. Y es víctima de su propio éxito porque generó una población altamente educada que tiene demandas acordes al Primer mundo sobre una economía del Tercer mundo. 

Tiene que lidiar con esa contradicción y con una más compleja todavía que es que todos estamos acostumbrados a cuestionar el embargo, la intervención norteamericana, los atentados del imperialismo, pero la pregunta más compleja no es si podemos condenar eso, sino si Cuba tiene derecho a defenderse de esas amenazas.  Y una vez que uno entiende que sí, que tiene derecho a defenderse, tiene que tomar conciencia de lo que está diciendo. Porque cómo hace un país de 10 millones de habitantes para defenderse de las agresiones de la potencia mundial que, por ejemplo, acaba de devastar Afganistán. Cómo hace un David contra un Goliat para defenderse sin recursos y sin dinero. Es evidente que solo puede hacerlo introduciendo restricciones a los derechos que en otras circunstancias no regirían.  

Hay que ser muy serios, muy cuidadosos con lo que se exige, demanda y proclama, como si estuviéramos no en un lugar que está a 90 millas de Miami, sin ningún recurso para defenderse frente al monstruoso aparato de la CIA, sino en una lucha de equivalentes. 

Yo creo que lo que tenemos que hacer, desde América Latina, fuera de Cuba, es tener muy claro que en primer lugar está la defensa, la solidaridad, nuestro sostén y nuestro apoyo que transita por el camino de abrir una brecha para la unidad latinoamericana que permita romper el bloqueo. Eso es lo que podemos hacer nosotros. Podemos hacer demandas para que la Argentina rompa el bloqueo. Tenemos que exigir a Alberto Fernández que repita lo que acaba de hacer López Obrador, enviando un buque argentino con alimentos y medicinas en un acto de solidaridad con Cuba que al mismo tiempo establezca el principio de una unidad latinoamericana que si se llegara a consumar podría estructurar una política anti bloqueo donde Cuba podría recostarse en la región latinoamericana y salir de esa asfixia que le impone EE UU.  

Dicho todo esto, yo he escrito y discutido en infinitas oportunidades sobre los problemas que tiene Cuba, pero siempre ubicado en el campo de la revolución. Eso es lo que primero que uno debe definir. Desde qué lugar va a cuestionar y promover transformaciones en el proceso político cubano. Si ese lugar no está definido, se abre en el aire y no se sabe a quién uno apuntala con su prédica. 

M.H.: Una última pregunta, que tiene que ver con la nueva camada de dirigentes cubanos. Problemas graves fueron enfrentados por la vieja camada de dirigentes, los marielitos, el período especial, ahora hay una nueva camada. ¿Estarán a la altura de las circunstancias? 

C.K.: No lo sabemos. Y tenemos que juzgarlos con esta cautela que estoy proponiendo. Yo creo que hay una nueva generación en la dirección y también en el pueblo cubano, que tiene otras inquietudes, eso es absolutamente cierto. Pero creo que uno puede estar en contacto a través de internet, con distintas expresiones políticas de Cuba y hay un panorama muy amplio, de opiniones y visiones distintas que recrean en Cuba las cuestiones que tenemos aquí o en otros lados.  

He visto con bastante interés que transcurrido un mes de las marchas en Cuba, los balances son bastante interesantes, todos recogen la existencia de un malestar, al mismo tiempo muchos subrayan que el grueso de la población apuesta a la revolución cubana. Hay una ficción cuando se dice que estas son las primeras grandes marchas de las últimas décadas, como si todas las marchas que hace el pueblo cubano para conmemorar sus gestas, fueran marchas que no valen. Solo las que convocan una oposición se cuentan y las demás no valen. Es un criterio un poquito raro.  

Cuando se dice “el gobierno no debe convocar marchas”. El gobierno tiene todo el derecho a convocar a marchas y los que están con la revolución tienen todo derecho a expresarse. Hay que observar, analizar y, sobre todo, tener en cuenta que hay un acervo de pensamiento socialista presente en la isla, que es muy rico y que se lo observa cuando uno ve el tipo de análisis que se están haciendo en estos momentos.  

Yo apuesto a que esta generación esté a la altura de las generaciones anteriores, por un hecho, Cuba es siempre la sorpresa. A lo largo de mi vida he escuchado tantas veces diagnósticos pesimistas sobre Cuba, sobre cuándo iba a ser el fin de la revolución y el transcurso del tiempo nos ha sorprendido a todos con resultados muy opuestos a los presagios mayoritarios. Esta pista de resultados positivos e innovadores puede volver a emerger en Cuba y eso sería una gran noticia para todo el pueblo latinoamericano.