Es como si los invadidos hubieran sitiado la Casa Blanca con el comandante en jefe tratando de resucitar su guerra en Irak mientras hay advertencias de que Afganistán la guerra que supuestamente se ganó está por «perderse». La Casa Blanca postergó ayer el anuncio de una «nueva vía» en Irak hasta después del 1º de […]
Es como si los invadidos hubieran sitiado la Casa Blanca con el comandante en jefe tratando de resucitar su guerra en Irak mientras hay advertencias de que Afganistán la guerra que supuestamente se ganó está por «perderse».
La Casa Blanca postergó ayer el anuncio de una «nueva vía» en Irak hasta después del 1º de enero, aparentemente por la falta de consenso dentro del gobierno de George W. Bush sobre cómo proceder. Inicialmente se había anunciado que el comandante en jefe presentaría al país la nueva estrategia antes de Navidad.
Este miércoles fue el tercer día de una serie de consultas muy coreografiadas entre Bush y los encargados diplomáticos y militares de su gobierno. Hoy se reunió en el Pentágono con el general Peter Pace, jefe del estado mayor, y con comandantes militares en Irak vía satélite.
Al concluir su consulta en el Pentágono, Bush afirmó: «no me apresurarán» a tomar una decisión sobre un cambio de estrategia, y reiteró su rechazo a toda propuesta que incluya «retirarse antes de cumplir la tarea» en Irak.
Las consultas de alto nivel se realizan una semana después de la presentación del informe del llamado Grupo de Estudio sobre Irak, el cual advertía que la situación en el país invadido es «grave y se deteriora», y que era «urgente» buscar una nueva política diplomática y militar para abordar el resultado de tres años de errores. Al postergar un anuncio, la Casa Blanca generó críticas y advertencias, tanto por parte de los demócratas como de algunos aliados en la región en conflicto, de que ya no hay mucho tiempo para enfrentar la situación.
El New York Times opinó: «Bush ya no tiene tiempo que perder… La nación está en crisis y los estadunidenses necesitan saber cómo planea desenredar el caos que ha desatado en Irak». En su editorial de hoy, el Times agrega que «si el presidente está demorando porque busca una buena opción, puede detenerse, ya que ésta no existe».
Casi todos, con la excepción tal vez de algunos asesores muy íntimos de Bush y algunas voces ultraderechistas, reconocen que es hora de buscar una salida, tal vez de emergencia, de Irak. Las recomendaciones del Grupo de Estudio de Irak ofrecen una alternativa, mientras que otros siguen pensando si incrementar para después disminuir la presencia militar estadunidense, o redesplegar las fuerzas de otra manera, entre otras opciones
El otro frente
Pero mientras continúan los grandes debates y consultas sobre el futuro inmediato dentro del gobierno de Bush (con muchos preguntando cómo es posible que el Ejecutivo tardó hasta ahora, después de meses de guerra civil, y con decenas de advertencias de que la política bélica no estaba funcionando, para llevar a cabo una reevaluación de su estrategia), otro frente de la «guerra contra el terror» se está deteriorando y rápidamente.
En Afganistán, el talibán, Al Qaeda y otras fuerzas aliadas que luchan contra el gobierno y las fuerzas estadunidenses y de la OTAN han incrementado sus acciones y su presencia. Durante los últimos meses, los medios han reportado sobre la creciente presencia de estas organizaciones tanto dentro de ese país como en Pakistán. La Organización de Naciones Unidas ha reportado récord de cultivos de opio en Afganistán, lo cual está financiando más operaciones entre los «insurgentes».
El experto militar Anthony Cordesman, del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales en Washington, informa que según cálculos de la inteligencia estadunidense, los «santuarios» de organizaciones islámicas radicales en Afganistán se han incrementado por cuatro en extensión geográfica durante el último año. Además, los ataques de «fuego directo» se incrementaron de mil 347 durante 2005, a 3 mil 824 en 2006. Los ataques suicidas con bomba se incrementaron de 18 a 116 en el mismo periodo; se duplicaron los ataques con bombas caseras, y se han triplicado los ataques contra fuerzas afganas y más que duplicado los ataques contra fuerzas de la «coalición».
En un artículo publicado en el New York Times, Cordesman afirma que «nadie puede regresar de visitar el frente en Afganistán sin darse cuenta que hay un riesgo muy real de que Estados Unidos y la OTAN perderán su guerra contra Al Qaeda, el talibán y los otros movimientos islámicos que dan la batalla al gobierno afgano».
Insiste en que se necesitará redoblar los esfuerzos, y particularmente los recursos financieros, para consolidar la estabilidad y resolver los problemas fundamentales que enfrenta ese país en el corto plazo. Advierte Cordsman, «Estados Unidos y sus aliados no pueden aguantar perder dos guerras, pero si no actúan ahora, eso va a pasar».
Tony Snow, vocero de Bush, insistió ayer en que «hay urgencia, pero no pánico» en formular el nuevo plan que anunciará el presidente; «se tiene que hacer bien», reiteró. A la vez, el gobierno de Bush desea que el nuevo secretario de Defensa, Robert Gates, participe plenamente en este proceso, y asumirá su puesto el próximo lunes.
Pero la situación en el terreno de guerra continúa ofreciendo nuevas cifras confirmando que la muerte y la descomposición no tienen fin, con más decenas de muertos en las últimas 48 horas (incluidos 70 en un solo atentado en Bagdad, ayer, y otros 40 muertos hoy). Por otro lado, la opinión pública estadunidense también muestra su fatiga con la política bélica de Bush, con nuevas encuestas de Gallup y ABC News/Washington Post que reportan que abrumadoras mayorías creen que la guerra está estancada, que hay una guerra civil, y que urge un cambio de estrategia.
Así, esta capital se siente rodeada y cercada por los países invadidos, y ahora los que están obligados a cambiar sus estrategias y sus objetivos no son los llamados «insurgentes» en Irak y Afganistán, sino los que proclamaron la guerra en nombre de la «libertad» y de la «seguridad nacional».