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África paga los platos rotos del calentamiento global

Fuentes: Agencia de Información Solidaria

«Aunque África ha hecho la contribución más baja al cambio climático, es la peor preparada contra sus consecuencias y la que tiene más que perder». Achim Steiner, director del Programa Mundial de Medio Ambiente de la ONU, podría haberlo dicho más alto, pero no más claro. El tema del calentamiento global ha vuelto por unos […]

«Aunque África ha hecho la contribución más baja al cambio climático, es la peor preparada contra sus consecuencias y la que tiene más que perder». Achim Steiner, director del Programa Mundial de Medio Ambiente de la ONU, podría haberlo dicho más alto, pero no más claro.

El tema del calentamiento global ha vuelto por unos días a la primera plana de la actualidad internacional gracias a la XII Conferencia sobre el Clima, organizada por la ONU y que se celebra entre el 6 y el 17 de noviembre en Nairobi, capital de Kenia. Y lo ha hecho con una noticia impactante, paradójica y no por ello menos esperada: África va a sufrir más que nadie, antes y de manera más dramática los efectos del cambio climático.

El tema se puede resumir en que el continente africano tendrá zonas aún más secas y otras aún más húmedas, más desiertos y más zonas inundadas y más calor, mucho calor.

La situación se puede poner en cifras. El país anfitrión de la cumbre, Kenia, ha visto cómo la temperatura media en su territorio ha subido 3,5º C en los últimos veinte años, según el informe ‘Up in Smoke 2’ elaborado por distintos expertos y organizaciones sociales y que ha sido presentado en esta cumbre.

Lagos desaparecería

Más: el 30% de las ciudades e infraestructuras costeras de África sufrirán las consecuencias de la subida del mar. Según el informe del Programa de Cambio Climático de la ONU, un aumento de un metro en el nivel del agua en la costa atlántica podría hacer desaparecer la capital económica de Nigeria, Lagos, y dañar seriamente la ciudad egipcia de Alejandría.

El cambio climático hará que entre el 80 y el 90 % de la flora africana vea reducido su hábitat. Además, entre el 25 y el 40 % de las especies habrá desaparecido para 2085. Sí, queda mucho, pero no conviene olvidar que África ya tiene condenadas ésta y las siguientes generaciones por culpa del sida. El cambio climático podría poner la losa definitiva a las esperanzas de cualquiera, por optimista que se muestre.

Las consecuencias son especialmente dramáticas para la agricultura, de la que malvive el 70 % del continente y el 90 % de la gente pobre. Una agricultura que depende, en su inmensa mayoría, del agua de las lluvias. En este sentido, África podría perder el 5 % de su producción, ya suficientemente diezmada por otras causas.

No es ciencia ficción

En su discurso ante el pleno de la cumbre, el Secretario General de Naciones Unidas, Kofi Annan, ha advertido de que «el cambio climático no es ciencia ficción». Que se lo digan a los africanos. Sólo en los últimos 30 años, la zona del Sahel ha visto cómo se reducían las precipitaciones en un 25 %. En un escenario de ciencia ficción, pero que llegará en caso de que sigamos así, la temperatura de África subirá hasta 6ºC para 2100. Eso implica que gran parte del continente sería directamente inhabitable.

Los efectos de este progresivo calentamiento ya se notan. Según el experto Andrew Simms, emergencias y crisis alimentarias y se han multiplicado por tres desde mediados de los ochenta. Es cierto que en parte se deberá a otras condiciones y circunstancias (políticas, bélicas, inmigración a las ciudades), pero no lo es menos que las variaciones que ya sufre el clima de la región han tenido que influir.

Pero estos efectos pueden ir más allá y de manera más diversa de la que nos podemos imaginar, según recoge el inquietante Atlas de la ONU sobre el cambio climático. Los monumentos de la ya citada Alejandría están amenazados por la degradación de las costas, la erosión y las lluvias torrenciales. Algo similar ocurre con la zona de Langebaan Lagoon, en Sudáfrica, donde se encuentran las primeras huellas de la existencia del ser humano y que datan de hace 117.000 años. En los últimos tiempos han sido trasladadas para evitar el expolio y el vandalismo, pero los expertos creen que el lugar tiene otros tesoros arqueológicos que se pueden perder para siempre.

Se necesitan entre 10.000 y 40.000 millones de dólares anuales para frenar este desastre. Los países industrializados dedicaron el año pasado 43 millones, mientras que emplearon hasta 73.000 en subvencionar el consumo de petróleo en los países africanos. La Unión Europea acaba de aprobar una ayuda de 350 millones de euros para el período 2008-2012. Qué loable grado de compromiso con el desastre que se nos viene encima, especialmente a África. Será por eso.