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Al rey sólo le queda la corona, por ahora

Fuentes: IPS

Una marea humana arrancó este viernes al rey Gyanendra de Nepal el poder absoluto que se arrogó hace 13 meses y lo devolvió al lugar de mero monarca constitucional. La instauración de una república está ahora en la agenda del futuro gobierno. «Aquí lo tenemos: éste es nuestro tsunami humano», exclamó este viernes el líder […]

Una marea humana arrancó este viernes al rey Gyanendra de Nepal el poder absoluto que se arrogó hace 13 meses y lo devolvió al lugar de mero monarca constitucional. La instauración de una república está ahora en la agenda del futuro gobierno.

«Aquí lo tenemos: éste es nuestro tsunami humano», exclamó este viernes el líder del Partido Comunista, Madhav Kumar Nepal, mientras 100.000 manifestantes pasaban frente a su casa, en las afueras de Katmandú..

«Muchos se burlaban de nosotros. Eran escépticos. Pero aquí estamos. Esto sucede es porque el pueblo de Nepal quería el cambio», dijo Madhav Kumar Nepal a su visitante, el representante de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en este país, Matthew Kahane.

Horas más tarde, la gigantesca ola humana que se había fortalecido con 16 días de huelga general dejó al rey apenas su corona. Al finalizar el día, parecía que el tsunami avanzaría aun más hasta tragarse la monarquía hereditaria del único reino budista del mundo.

La televisión mostró a miles y miles de manifestantes marchando jubilosos, batiendo palmas encima de la cabeza en señal de celebración, luego de que el rey anunció que devolvería la función de gobierno al pueblo.

Pero muchos consideran que la oferta formulada por Gyanendra a la alianza de siete partidos opositores de designar un primer ministro no era suficiente: después de 13 meses de absolutismo, advertían, Nepal debería reemplazar la monarquía constitucional por una república.

Los líderes de la alianza de partidos habían acordado como objetivo la celebración de elecciones para integrar una asamblea constituyente, con el objetivo de reformar la carta política. En esa instancia se decidirá el futuro de la monarquía..

Esa es también una de las principales demandas de los insurgentes maoístas, con cuyos dirigentes los siete partidos habían alcanzado un entendimiento en noviembre, venciendo una enemistad de años.

Pero no todos los políticos están de acuerdo con la caída de la familia real. «Estamos en favor de una monarquía ceremonial. Trataremos de que los rebeldes concuerden con nosotros», dijo el domingo el líder del Partido del Congreso de Nepal, Girija Koirala, al diario The Himalayan Times.

Pero el jueves, un día después de ser liberado de prisión –donde estuvo tres meses–, Mahdav Kumar Nepal advirtió que, si era el deseo del público, «el palacio y el ejército deberán ser derrotados», informó la página web Kantipur Online.

Analistas ya sugieren que la derrota del rey constituye, en realidad, una estrategia de Gyanendra para devolver la presión a los tambaleantes partidos políticos..

En las últimas semanas, el monarca había manifestado disposición a dialogar con los partidos opositores. Pero sus dirigentes advirtieron que solo lo harían si el monarca renunciaba al poder absoluto que se arrogó en el golpe de Estado del 1 de febrero de 2005.

El rey Gyanendra se reunió con varios ex primeros ministros el martes y el miércoles. Al menos uno rechazó la oferta de volver al cargo, según versiones insistentes que circulaban en Katmandú.

El monarca dio un golpe de Estado por el que concentró todo el poder político al cesar en su cargo al primer ministro –a quien él mismo había designado– y a todo su gabinete hace 14 meses. Ya en 2002, había disuelto el parlamento, que no volvió a integrarse en las urnas.

Entre los motivos que alegó figuraron el fracaso de los partidos en frenar la corrupción y las luchas internas que dominaron al país desde la revolución popular de 1990, cuando el entonces rey Birendra se despojó de su poder absoluto y acordó convertirse en monarca constitucional.

Pero el principal argumento fue la falta de avances del gobierno civil para terminar con la insurgencia maoísta. El conflicto armado se ha cobrado más de 13.000 vidas en 10 años.

Sin embargo, el monarca aún no ha dado muestras de acabar con la insurgencia, y su estrategia de mano dura originó quejas de Estados Unidos, Gran Bretaña e India, lo que le privó de la vital asistencia militar.

En el undécimo año de levantamiento para poner fin al régimen monárquico y acabar con la discriminación contra mujeres, indígenas y dalits (los miembros del escalón más bajo del rígido régimen de castas hindú), 7.000 combatientes de tiempo completo y 25.000 milicianos controlan buena parte del interior de Nepal.

Para colmo, una coalición de siete partidos políticos opositores y el proscripto Partido Comunista de Nepal-Maoísta –que encabeza la guerrilla– superaron sus tradicionales diferencias al alcanzar en noviembre un acuerdo contra el régimen de Gyanendra.

Desde de dar el golpe de Estado, el monarca se rodeó de políticos experimentados –muchos de ellos del sistema «panchayat», previo a la democracia– y rechazó todos los llamados a negociar con los maoístas y los partidos, a los que amenazó con declararlos «terroristas» si mantenían su pacto con los rebeldes.

Cuando iba por la mitad del camino de la «hoja de ruta» hacia la paz formulada por Gyanendra, de tres años, no había señales de solución para la guerra civil. La campaña contra su régimen se aceleró antes de las elecciones locales de febrero, boicoteadas por la oposición.

Pocas semanas después, la oposición despegó. Organizaciones de profesionales, amas de casa y funcionarios del Estado se lanzaron a las calles de la capital y de otras ciudades para manifestar su oposición a la dictadura.

Las tres personas que murieron cuando la policía abrió fuego el jueves contra una manifestación en las afueras de Katmandú elevaron a 14 las bajas fatales a manos de las fuerzas de seguridad durante la huelga convocada por los siete partidos democráticos.

Este viernes no hubo muertes, pero la multitud destrozó un puesto policial cuando salió a la luz que uno de los asesinados la jornada anterior había sido cremado sin consentimiento de su familia.

Kahane dijo a IPS que las manifestaciones que apreció en su recorrida por Katmandú eran «calmadas, jubilosas, plenas de confianza» y que quienes participaban en ellas «cantaban, bailaban y bromeaban».

«Estaba claro que la policía tenía instrucciones de no hostigar a la multitud. Los agentes se sentaron en el suelo con sus escudos transparentes en las rodillas», añadió.

En sus reuniones con Madhav Kumar Nepal y otros dirigentes políticos, Kahane ofreció asistencia de la comunidad internacional al nuevo gobierno nepalí, incluidas la supervisión del cese del fuego y una reestructura del Estado para fortalecer el régimen de pesos y contrapesos entre el gobierno, el ejército y el Poder Judicial.

En caso de que las nuevas autoridades soliciten ayuda para la celebración de elecciones, deberán hacerlo al menos seis meses antes, indicó el funcionario de la ONU.