“Una migrante […] se arma de una pistola, la estalla en un video, y lo publicita como si fuera lo más gracioso del mundo… Esto es peligrosísimo y no lo podemos tolerar”. -Juan José Gutiérrez, de la Coalición de Derechos Plenos para los Inmigrantes.
En los Estados Unidos está en marcha desde hace décadas una guerra especial, a la que no se le atribuye tal carácter. Es la guerra que las clases dominantes de ese país y el capitalismo realmente existente le han declarado a los migrantes, a los que persiguen, expulsan, encarcelan, torturan y matan de manera rutinaria. Es una guerra de clase porque se despliega la fuerza, la brutalidad, el uso de las armas, la represión y el control social en forma exclusiva contra millones de personas pobres que intentan ingresar a los Estados Unidos.
Esta guerra antiinmigrantes no ha empezado con el segundo gobierno de Donald Trump, ni es distintiva del Partido Republicano, sino que es una política común de los gobernantes y políticos de ese país, incluyendo a los representantes del Partido Demócrata, que han expulsado más inmigrantes “ilegales” que sus contrincantes republicanos.
Lo que distingue al segundo gobierno de Donald Trump es que ha colocado como centro de su política interna la persecución de los “inmigrantes indeseables”, que se basa en el eslogan demagógico de «Hacer grande a América (Estados Unidos) otra vez» (Make America Great Again).
A estos inmigrantes, Trump los denomina “animales”, “criminales extranjeros”, “escorias violentas”, “basuras” que provienen de “países de mierda” y mil linduras por el estilo. Esta deshumanización cuenta con el apoyo de importantes sectores de la población de los Estados Unidos, de diverso origen racial y de clase. Eso se confirmó en las elecciones presidenciales de 2024, cuando la política de persecución a los “extranjeros indeseables” de Donald Trump recibió el apoyo de millones de inmigrantes de origen latino, con nacionalidad estadounidense, entre ellos mexicanos, cubanos, colombianos, venezolanos, salvadoreños…
Millones de migrantes que llegaron a Estados Unidos de manera clandestina, a través del hueco, pagando a los coyotes y soportaron y soportan duras condiciones de vida ‒hoy siguen siendo pobres‒, apoyan un programa presidencial cuyo objetivo es perseguir a migrantes pobres que, como gran parte de ellos, vienen tras el “sueño americano”, y corren el riesgo de morir o ser asesinados en su intento de llegar al “paraíso capitalista”.
También existen personas que cuentan con la ciudadanía estadounidense que llegaron “legalmente” y se creen de mejor familia se sienten gringos de toda la vida, profesar el “destino manifiesto” y la “superioridad racial” de los anglosajones.
Algunos de estos nuevos “agringados”, con independencia de que hayan entrado legal o ilegalmente, forman parte de fuerzas paramilitares de choque y participan voluntariamente en la caza de extranjeros o, al mismo tiempo, son difusores del racismo y odio a los sudacas, que provienen de los mismos países en donde aquellos nacieron.
Estos “nuevos gringos” soportan el Síndrome del Sudaca Arribista, que exhiben las peores características del “American Way of Life”: ignorancia, odio, culto a la violencia, individualismo extremo, egoísmo competitivo y darwinismo social, culto a las armas, religiosidad sectaria, apoyo a los crímenes internos y externos de los Estados Unidos, racismo y clasismo (aunque buena parte sigan siendo pobres). Y todo esto lo expresan contra los otros sudacas que intentan ingresar a los Estados Unidos.
Un claro ejemplo del síndrome del sudaca arribista lo representa la colombiana Valentina Gómez, quien el 25 de diciembre de 2024 exhibió orgullosa en su red antisocial X un video en el que le dispara a un maniquí ‒que representa a un “migrante ilegal”‒ con un “humanitario” mensaje: “Es así de simple, ejecuciones públicas para cualquier ilegal que viole o mate a un estadounidense. No merecen la deportación, merecen que se les ponga fin”.
Esta mujer, nacida en Medellín, que llegó con su familia a Estados Unidos en 2009, cuando todavía era una niña, exhibe toda la estulticia e ignorancia criminal que caracteriza a un habitante promedio de los Estados Unidos, aunque no hayan nacido en ese país. Por su trayectoria académica se nota que no es de origen humilde, ya que estudió Finanzas en la Central Connecticut State University, e hizo luego un maestría en Finanzas.
Esta joven mujer de 25 años expresa sin vergüenza su ideología racista, xenófoba y de extrema derecha en sus redes antisociales, esa tribuna abierta de la estupidez y el cretinismo. Sobresale su odio a los homosexuales: “En Estados Unidos puedes ser lo que quieras, así que no seas débil y gay”. Odia los libros que difunden la ideología de género, hasta el punto de que participó en la quema de libros LGTB a los que considera “acicaladores, adoctrinadores y sexualizadores”. Es una neo inquisidora y destructora de libros, una práctica que cada vez es más común en Estados Unidos.
En su cuenta X publica mensajes de odio contra los extranjeros ‒como si ella no lo fuera‒ y porta armas, un componente identitario del American Way of Death (Modo americano de Muerte). Se presenta como una fervorosa cristiana mesiánica que declara: “He venido a Texas para decir la verdad, detener a los sinvergüenzas y salvar a los niños”.
Lo que dice esta mujer, de seguro muy influida por la cultura traqueta Made in Antioquia, no puede considerarse una anécdota coyuntural o simple propaganda electoral. Es algo peor: es la expresión directa, y sin filtros, de lo que piensa una porción de los inmigrantes ya establecidos, colonizados por la ideología del American Way of Life. Los pobres en Estados Unidos, entre los que se encuentran una gran parte de los que vienen de América Latina, son partidarios del “tiro al migrante”, que continúa con lo que el siglo XIX se llamaba el “Tiro al indio”. Así como en la conquista del lejano oeste se justifico el exterminio de las comunidades indígenas, ahora se justifica la persecución y asesinato de los inmigrantes.
Lo dicho por esta colombiana que padece el síndrome del sudaca arribista no es accidental, puesto que su mensaje de odio fue visto por más de 10 mil personas ‒pese a que duró pocas horas, antes de ser borrado‒, recibió el respaldo de seis mil personas y 60 mil me gusta.
La paisa agringada expresa un nuevo sentido común, el del hombre o mujer de extrema derecha, que es racista, clasista, xenófobo, que odia a los pobres, que rinde culto a las armas y a la violencia y, para completar, se vale de las redes antisociales para contaminar con su ignorancia criminal, como si fueran grandes cosas las que dice y propone.
Resulta verdaderamente explosivo que se mezclen la ideología reaccionaria del Partido Republicano ‒que es la misma de gran parte de los habitantes de Estados Unidos‒- con la cultura traqueta, procedente de Colombia, y que caracteriza a importantes sectores de la población en Colombia, principalmente de Medellín y de Antioquía, por aquello de la influencia del innombrable matarife, que solía decir para justificar sus crímenes: “Fumíguenlos en mi nombre”.
No olvidemos que Valentina Gómez nació en Medellín, es de familia paisa, la que es un indicio de que fue educada en la cultura traqueta, que tanta muerte y dolor le ha producido a Colombia y se ha exportado a Estados Unidos, donde se ha fusionado, por sus afinidades delictivas, con el Modo Americano de Muerte.
Publicado en papel en El Colectivo (Medellín), No. 104, febrero de 2025.
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