Recomiendo:
0

Argelia, un vecino desconocido

Fuentes: Rebelión

Cuando los padres de Bouziane no querían que sus hijos se enteraran de sus asuntos privados, hablaban entre ellos en castellano. Bouziane no conoció esta lengua hasta mucho tiempo después, cuando por razones políticas tuvo que exiliarse de Argelia y se vino a vivir a Valencia con su familia. Al margen de la lengua, estos […]


Cuando los padres de Bouziane no querían que sus hijos se enteraran de sus asuntos privados, hablaban entre ellos en castellano. Bouziane no conoció esta lengua hasta mucho tiempo después, cuando por razones políticas tuvo que exiliarse de Argelia y se vino a vivir a Valencia con su familia. Al margen de la lengua, estos dos lugares no son tan extraños, es más, tienen una historia compartida. Con Bouziane Khodja, periodista argelino, hablamos entre muchas otras cosas, de la relación entre estos dos lugares mediterráneos; desde el cautiverio de Cervantes en Argel, hasta la familia mallorquina de Albert Camús pasando por las travesías de Blasco Ibáñez de un país a otro como contrabandista de tabaco.

Una historia compartida

Ya a principios del siglo veinte había en Argelia cerca de 300 mil españoles, en su mayoría mallorquines y valencianos que habían migrado por cuestiones de trabajo. «Estaban arraigados en el país y convivían en los barrios populares de la costa argelina y en las zonas campesinas,» de ahí la familiaridad de los padres de Bouziane con el castellano. Sus padres le contaron también la historia de otra española, una tal María González, que salvo la vida a un centenar de exiliados republicanos al final de la guerra civil. «Fueron miles los que huyeron de la represión fascista desde el puerto de Alicante hacia las costas de Orán a bordo del legendario buque Standbrook. Cuando los exiliados llegaron a Argelia sabían que había allí una importante comunidad española sin embargo no fueron bien acogidos por las autoridades coloniales francesas.» El buque permaneció en el puerto durante más de un mes sin dar permiso para desembarcar a sus hacinados pasajeros. Sólo si tenían algún familiar en Argelia se les permitía pisar tierra. María González utilizó su apellido, muy común, y añadió otro más, Pérez, para reclamar a primos, sobrinos, hermanos, tíos y tías ficticios, que llevaran el mismo apellido y conseguir así que lograran escapar del barco en el que habían quedado atrapados en su huida de la represión franquista. Así esta mujer anónima salvó la vida a más de cien personas.

Muchos otros murieron en el barco en condiciones lamentables y a los que después se les permitió desembarcar definitivamente, fueron llevados a campos de concentración para trabajar a las órdenes de la autoridad francesa. Los franceses, adeptos al régimen fascista de Vichy, veían en los españoles huidos un peligro para la estabilidad de su colonia. «En los años 40, Franco intentó perseguir a estos republicanos en tierras argelinas pero el estallido de la II Guerra Mundial imposibilitó sus planes.» Varios de estos españoles antifascistas se unieron a la resistencia francesa durante la II Guerra Mundial y serían los primeros en entrar a París cuando Francia fue liberada de la ocupación nazi.

El espíritu de estos revolucionarios no se apagó por haber sido derrotados en su país y cuando durante los años 50 el pueblo argelino comenzó a organizarse para luchar contra el colonialismo francés, fueron muchos los que participaron en los planes para lograr la independencia. «Participaron en las reuniones clandestinas, en los sindicatos, en las luchas contra los franceses, aportaron su experiencia ayudando a la toma de conciencia revolucionaria; una alternativa necesaria a la del islam para derrocar a la ocupación francesa.» La guerra de independencia argelina duró 8 años, de 1954 a 1962, en la que hubo más de un millón y medio de muertos.

 

Independencia, panarabismo y solidaridad internacional

Con el triunfo de la independencia, Argelia se convierte en un referente del socialismo durante la Guerra Fría. «La URSS quería atraer con el modelo argelino a otros países árabes y africanos hacia el socialismo. Argelia tiene un importante valor estratégico; un país enorme, con mucha costa y que se adentra en África, en un contexto donde sus vecinos Túnez y Marruecos eran próximos al capitalismo francés.» En este contexto Argelia se convierta en la Meca de los países revolucionarios, un ejemplo de la lucha contra el colonialismo con apoyos de los gobiernos del mariscal Tito, de Allende o de la Cuba de Fidel Castro.

Son también los años del panarabismo que comandaba el Egipto de Nasser, con el que muchos países árabes se sienten identificados. «Estos países comparten características comunes, como sus gobiernos de dictaduras militares, la ideología socialista, la voluntad de unir al mundo árabe y sobre todo, el enfrentamiento con el estado sionista y el apoyo a la OLP de Arafat.» Por entonces el gobierno argelino está en manos de Houari Boumedienne, que ha llegado al poder tras un golpe de estado y no lo abandonará hasta su muerte en 1979. Los ideales del panarabismo irán perdiendo fuerza paulatinamente; las derrotas en las guerras contra Israel en 1967 y 1973, la muerte de Nasser en 1970 y la crisis del petróleo durante los 70, provocarán que muchos países abandonen estos ideales. A finales de la década, en 1978, Estados Unidos promueve los acuerdos de Camp David por los que Egipto reconoce al estado de Israel a cambio del apoyo económico estadounidense. «Así mismo, serán varios los países árabes que pacten con Estados Unidos, que comienza de este modo a imponer el nuevo orden mundial de la globalización. Argelia no reconoce los acuerdos de Camp David y es firme en su apoyo al pueblo palestino del mismo modo que apoya al pueblo saharaui; el apoyo a estas causas está fuertemente arraigados en la sociedad argelina.»

La causa del pueblo saharaui ha sido apoyada siempre por la diplomacia argelina en el ámbito internacional. Argelia también apoya al Frente Polisario es su lucha por conseguir un referéndum de autodeterminación para el Sáhara Occidental. Esto ha provocado un malestar manifiesto con Marruecos que hace que las fronteras entre ambos países estén fuertemente militarizadas. «Marruecos se aferra en proteger los intereses que tiene en la costa y las minas saharauis. Francia y los EEUU ponen muchas trabas al proceso de independencia saharaui ya que tienen sus bases militares bien asentadas en territorio marroquí.»

El otro apoyo que brinda Argelia al pueblo saharaui es el de los campos de refugiados de Tinduf. «Pero un refugiado siempre es un refugiado y un campo no es un hogar. Allí nacieron niños que ya son hombres y que no conocen otra cosa, no saben que es un baño, un piso, un colegio… todo es precario y llevan décadas así.»

 

La guerra civil y la no primavera argelina

Argelia no se ha sumado a los países árabes que se han levantado contra sus gobiernos dictatoriales en los últimos años. Preguntado Bouziane por cuáles son los motivos de esta ausencia, lo tiene muy claro. «En primer lugar el término primavera árabe me parece ofensivo, es un concepto anglosajón y lo que se han producido han sido verdaderas revueltas en las que no se han conseguido las reivindicaciones de la sociedad civil, salvo quizá en Túnez. Allí ha habido una toma de conciencia de la población que ha entendido que el islamismo radical no es bueno y esto ha sido posible en gran parte gracias al trabajo de las mujeres tunecinas.» Volviendo a Argelia, Bouziane nos remite a la historia.

Con la muerte de Bonmediane en 1979 Argelia pierde peso a nivel internacional y comienzan los problemas sociales y económicos en el país a partir de la década de los 80. «El Frente de Liberación Nacional había gobernado el país desde en 1962, formando una dictadura abalada por la historia ya que el FLN había logrado la independencia. Esta situación generó la permanencia de políticos en el poder de por vida y una corrupción generalizada.» La situación llega a su punto más caliente en 1988 cuando comienzan a aparecer los movimientos islamistas así como protestas y revueltas civiles pidiendo más libertades. En 1991 se convocan elecciones en las que los islamistas llegan al poder acabando así con la tradición política que se había mantenido desde la independencia. «La situación es de gran inestabilidad y el ejército decide intervenir para sacar a los islamistas del gobierno, lo que desemboca en una guerra civil que se prolongará durante 10 años y causará más de 200 mil muertos».

Todo este proceso recuerda al que han padecido recientemente algunos de los países árabes en los que se han producido revueltas. Bouziane prosigue con su explicción sobre el caso argelino. «Una década de guerra civil no se olvida tan fácilmente, las heridas siguen estando muy presentes y la sociedad argelina no estaba en la misma situación que sus vecinos para sumarse a la ola de rebeliones que han ocurrido en el mundo árabe. Cada uno tiene su historia y sus momentos y este no era el nuestro. Hay en marcha unas políticas de reconciliación nacional que llevan su tiempo para dar resultados. Dicho esto, es obvio que el contexto también nos afecta y el propio gobierno argelino se ha sentido amenazado y ha tomado medidas para evitar que pudieran producirse revueltas en el país.» Entre otras medidas ha empezado a repartir dinero de los beneficios del petróleo entre los más jóvenes, con la idea de que estos creen sus propias empresas y formen sus negocios. «Pero los jóvenes se gastan lo que les llega, tienen el pensamiento de que es parte de lo que les toca por ser argelinos, ya que es dinero proveniente de las riquezas del país que siempre ha sido repartido entre las élites políticas y sus allegados.» Eso sí, no ha habido revueltas estos años.

También desde el poder se ha permitido una mayor apertura de las libertades de expresión y se ha dejado lugar para los espacios públicos. «Se han permitido sindicatos y periódicos que parecen libres aunque en realidad no lo son. Todo son válvulas de escape para que no se produzca un estallido social y de momento se está consiguiendo. Argelia es un país rico que paga su paz social con el negocio del gas y el petróleo.»

 

El país y su sociedad

Nos detenemos ahora en analizar de cerca la realidad de la sociedad argelina en la actualidad. Hablamos de un país con 37 millones de habitantes donde la gran mayoría vive en el norte cerca de la costa y menos de un 10% en el sur. Una población muy joven, con el 72% de sus habitantes menores de 25 años. El desarrollo es desigual y no ha llegado a todos lados, la pobreza se concentra en los alrededores de las ciudades, en las zonas de sierra y sobre todo en el Sáhara. «Se trata de un país rico pero la clase media no existe, hay un 15% que se ha enriquecido con el dinero del petróleo. En general la mentalidad de la gente es la de hacer «bissnes», negocios en el mercado negro, la droga, realizar el papel de intermediarios en operaciones comerciales. Por lo general el poder y sus funcionarios son corruptos, cualquier actividad tiene que pasar por ellos y hay que pagarles. La justicia también es corrupta y la sanidad deficiente, puedes morir por una apendicitis o en el dentista.»

Bouziane nos habla de una sociedad desarticulada. «Todo el mundo está con la televisión pero no con la nacional sino con las cadenas extranjeras, la mitad mira hacia occidente, Francia, España, la otra mitad hacia oriente, Al Jazeera y demás. Todos tratan de desconectar de su realidad nacional.» Existe además en el país una violencia social muy grande. «Tras dos décadas de violencia, ahora hay estabilidad pero existe una paranoia social, algo frenético en el día a día, la gente se altera fácilmente, hay una violencia cotidiana en los barrios, en las familias… Los jóvenes de hoy nacieron en la violencia de los 90 por eso llevan ese malestar interiorizado. La falta de espacios públicos donde expresarse libremente hace que en el ámbito privado los hombres intenten imponer su autoridad, su ego y pagan sus frustraciones reprimiendo a las mujeres. La represión social y pública deriva en una represión privada y familiar. Esta situación es común en muchos países árabes.»

Bouziane explica que en este sentido hay un cierto resurgir del islamismo en la sociedad. «Ya hubo y sigue habiendo en el país grupos terroristas de esta clase pero hoy hay nuevos grupos en la órbita de Al Qaeda y el Estado Islámico que atraen a los jóvenes.» El tema deriva a lo ocurrido recientemente en París con los atentados contra la revista Charlie Hebbo. «Lo que ha ocurrido en Francia lo ha hecho gente francesa, nacidos allí, por eso no sirve de nada cerrar las fronteras como dice la extrema derecha. Ahora hay una oferta ideológica que no está centralizada sino al contrario muy diversificada, es la forma de actuar de la que estamos hablando, los grupos de Al Qaeda y el ISIS. El problema ha sido que las políticas de integración en los países europeos han fracasado totalmente, la marginación y el fracaso escolar son rémoras que vienen de lejos. En España no debe pasar lo mismo; aquí la gente no vive con miedo y hay una convivencia que no existe en Francia, Holanda o Alemania donde el racismo social es patente.»

Otra zona donde el terrorismo es un problema importante es el Sahel, donde Argelia tiene frontera con países como Mali, Mauritania o Níger. «El problema con la pobreza de estos países es que el terrorismo se alimenta al ver cómo la influencia europea no les beneficia y sólo ha generado corrupción y hambre. La gente carece de una identidad y es ahí donde pesca el terrorismo de Al Qaeda Magreb.»

 

Historia de un exilio

Desde hace 5 años Bouziane vive exiliado en España, a caballo entre Madrid y Valencia. Llegó desde Argelia con su familia y antes de contarnos los motivos de su viaje nos pone en contexto. «A pesar de que en Argelia hemos vivido tiempos mucho peores, la libertad de expresión sigue controlada a día de hoy. Hay una persecución política y existen grupos mafiosos con mucho poder, cada general o ministro tiene sus empresas y sus intereses particulares; todos presionan. Los periodistas hemos sido perseguidos tanto por políticos como por mafiosos e islamistas. Te matan o te exilias. Yo resistí durante la década negra de los 90, los terroristas intentaron matarme hasta en 3 ocasiones, todavía no sé por qué no lo consiguieron. En 2008 cerraron mis periódicos por mis críticas al presidente acerca del reparto de la riqueza en el país. Yo sentía que debía quedarme en mi país pero mandaron a gente de los servicios secretos para secuestrar a mi hijo de 11 años. No lo hicieron pero fue una advertencia. Al día siguiente cogimos un barco sin saber a dónde iríamos y llegamos al puerto de Alicante. He dedicado mi vida a luchar y asumo los riesgos pero mi familia no tiene nada que ver, por eso decidí marcharme, tengo otra hija de 9 años.»

Bouziane trabaja en la radio y la televisión nacional, sus esfuerzos van dirigidos a dar a conocer la visión del mundo árabe y tender puentes entre unos y otros empezando por los mismos árabes y africanos. «Ahora estoy en una nueva etapa, sigo escribiendo y sigo luchando. La vida es siempre una lucha y mi trabajo es por el entendimiento entre los seres humanos.» Cuando se exilió fueron muchos los amigos que le invitaron a irse a vivir a Francia, él no quiso. «Aquí nos hemos sentido muy bien acogidos, además yo soy mediterráneo, hablo en voz alta, gesticulo mucho y como decía Camus, la miseria se acepta mucho mejor con buen sol.»

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.