Los ataques contra los defensores de los Derechos Humanos son una constante hoy en Guatemala, donde sólo este año se registraron 30 agresiones de diverso tipo. En la lista negra figuran desde amenazas e intimidaciones, hasta asesinatos, cometidos en su mayoría por grupos desconocidos, señala una información publicada en el diario Prensa Libre. El rotativo […]
Los ataques contra los defensores de los Derechos Humanos son una constante hoy en Guatemala, donde sólo este año se registraron 30 agresiones de diverso tipo.
En la lista negra figuran desde amenazas e intimidaciones, hasta asesinatos, cometidos en su mayoría por grupos desconocidos, señala una información publicada en el diario Prensa Libre.
El rotativo cita el caso de Anabella Orellana, asesinada en su casa después de haber denunciado públicamente al alcalde del departamento de Zacapa por corrupción.
Otro hecho mencionado es el del director de la organización Oasis, Jorge Luis López, quien fue perseguido por una patrulla de la Policía Nacional Civil (PNC) el pasado 22 de enero.
López responsabilizó a los agentes con muchas de las agresiones sufridas por las trabajadoras del sexo.
Señala también el periódico que el 31 de enero hombres de la PNC dispararon contra Mario Coronado, al confundirlo con su hijo Abner, testigo del caso del asesinato de su hermano, presentado ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
Asimismo, individuos desconocidos amenazaron de muerte por teléfono y por carta a la familia de Fredy Peccerelli, director de la Fundación de Antropología Forense, que tiene a su cargo exhumaciones de víctimas del conflicto armado.
De acuerdo con un reciente informe presentado aquí, el pasado año se registraron en Guatemala 224 ataques contra defensores de los derechos humanos, en su mayoría operadores de justicia, encargados del esclarecimiento histórico, campesinos, indígenas y sindicalistas.
En declaraciones a Prensa Latina, el Procurador de los Derechos Humanos Sergio Morales calificó el documento como objetivo y fiel reflejo de la grave situación por la cual atraviesan las personas que dedican su vida a servir a los demás.
Mientras, Birgit Gestenberg, representante de la Oficina del Alto Comisionado de Derechos Humanos de la ONU, afirmó que el incremento sostenido de las violaciones muestra la debilidad de las instituciones para hacer frente a este fenómeno.