Finalmente lo han confesado, respecto a 20 años de invasión y ocupación de Estados Unidos contra Afganistán, ahora el presidente del imperio más sanguinario de la historia lo confiesa: “Nuestra misión nunca fue crear la democracia”.
Ahora lo confiesan; ahora que cae sin pelear el gobierno títere y corrupto sostenido por la tropas norteamericanas; ahora, después de más de 100 mil muertos afganos y 5,000 bajas norteamericanas; ahora, después de gastar billones (en español) de dólares en armamento en ese país; ahora, luego de tantos bombardeos a poblaciones civiles; ahora confiesan que la “democracia” les importa un bledo, los importante para el imperialismo yanqui es su “seguridad nacional”, es decir, su control del mundo sin que nadie les amenace.
Ahora, después de 20 años de falsas ilusiones de parte de quienes creyeron sinceramente que las tropas yanquis invadieron Afganistán para imponer un régimen más democrático que el de los talibanes; quienes creyeron que las tropas norteamericanas defendían los derechos humanos y a las mujeres afganas de la opresión religiosa y social. Ahora está claro que al imperialismo yanqui las mujeres afganas les importan un pito.
Ahora que ha quedado al descubierto que el régimen impuesto por las tropas yanquis carece de bases sociales para defender conquistas democráticas, porque esos no eran sus objetivos, lo que quedó evidenciado reiteradamente en sus compromisos con violadores de derechos humanos y criminales de guerra, incluyendo a dirigentes talibanes.
Ahora quedó evidenciada toda la hipocresía y complicidad de los “demócratas” occidentales, de los socialdemócratas, de las organizaciones feministas al servicio de la burguesía y de las ONGs agentes del sistema, de las Naciones Unidas y de la Unión Europea, cuyas manos están manchadas de sangre también, porque el objetivo no era la democracia y los derechos humanos como falsamente alegaban.
Los talibanes, que son un movimiento político religioso retrógrado, con características medievales, reaccionario a cualquier avance de los derechos humanos, en especial, para las mujeres, enemigos de las libertades democráticas, pudieron sostenerse y ganar prestigio presentándose como defensores de la nación afgana contra la ocupación extranjera, gracias a las acciones ilegítimas de Estados Unidos y sus aliados, sus atropellos y sus abusos.
Los talibanes son criminales, pero los gobernantes y militares de Estados Unidos y sus socios de la OTAN son peores criminales y más hipócritas. Ronald Reagan, como presidente de la “democracia” norteamericana armó y animó a los talibanes para que lucharan contra la ocupación soviética en los años de 1980. Les llamaba “combatientes de la libertad”.
La hipocresía, la maldad y el crimen de los “demócratas” occidentales se mantienen en la actualidad, porque quienes arman, financian y legitiman a los talibanes son los emiratos del Golfo Pérsico y el régimen misógino y represivo de Arabia Saudita, con los que Estados Unidos, la Unión Europea e Israel mantienen cordiales relaciones.
Esto lo decimos desde Panamá, donde nos consta también que el objetivo de la invasión norteamericana de 1989, con sus miles de heridos y muertos, nunca fue la democracia ni sacar al dictador, su objetivo fueron los intereses y la seguridad nacional del imperialismo yanqui, confiésalo también Biden.