El pasado lunes el presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad, envió una carta a su homólogo norteamericano, George W. Bush, en un gesto sin precedentes que ha despertado el interés de todos los medios. Rebelión no publicó ninguna información de su contenido hasta no tenerla procedente de la fuente original iraní. A continuación ofrecemos un extracto del texto de la carta
En el nombre de Dios, el Clemente, el Misericordioso
Excmo. Sr. George W. Bush, presidente de Estados Unidos:
Durante un tiempo he andado pensando cómo se pueden justificar las innegables contradicciones existentes en el escenario internacional que se debaten continuamente en los foros públicos, sobre todo, en los políticos y universitarios.
Son muchas las preguntas en este sentido que se han quedado sin respuesta y es por ello que he decidido plantear algunas de estas cuestiones y paradojas pues quizá surja una oportunidad para poder enmendarlas.
¿Se puede ser seguidor de Jesucristo, sobre él sea la paz, verse comprometido con los derechos humanos, presentar al liberalismo como un patrón civilizador, oponerse a la proliferación de armas nucleares y de destrucción masiva y hacer de la lucha contra el terrorismo un lema? En definitiva, ¿trabajar por la formación de una sociedad mundial, una sociedad en la que gobernaría Jesucristo, sobre él sea la paz, y los justos de la tierra, pero, a la vez, atacar a los países, infravalorar la vida, la dignidad y la existencia de las personas y, por ejemplo, prenderle fuego a todo un pueblo, una ciudad o una caravana porque quepa la posibilidad de que en ellas se encuentren varios delincuentes?
¿Se puede ocupar un país porque quepa la posibilidad de que en él haya armas de destrucción masiva, ser muertas unas cien mil personas de su población, destruir sus recursos acuíferos, agrícolas y su industria y establecer en él casi 180.000 efectivos militares?
¿Se puede violar el espacio de intimidad del hogar de los ciudadanos y llevar al país a cómo era 50 años atrás? ¿A qué precio? Gastando cientos de miles de millones de dólares de las arcas públicas de un país y de algunos otros, enviando a cientos de miles de jóvenes como soldados de fuerzas invasoras, exponiéndolos a la muerte, alejándolos de sus familias, manchando sus manos con la sangre ajena y ejerciendo sobre ellos tal presión psicológica que cada día cierto número de ellos acaban suicidándose, o los que regresan a su país, se deprimen, sufren o se las ven con enfermedades de diverso tipo. Algunos han sido muertos y sus cuerpos son entregados a sus familias.
Con la excusa de la existencia de armas de destrucción masiva son por las que ocurren estas grandes tragedias tanto para el pueblo del país ocupado como para el pueblo del país ocupador, para luego saberse que no ha habido armas de destrucción masivas.
Naturalmente, Saddam era un dictador criminal, pero la razón que se esgrimió para la guerra no era ésa, sino el eliminar las armas de destrucción masiva. Saddam acabó siendo derrocado y el pueblo de la zona manifestó su satisfacción por ello. A lo largo de toda su guerra impuesta a Irán por Saddam, éste gozaba del apoyo de Occidente.
Señor presidente:
Quizá sepa usted que yo soy profesor. Los alumnos preguntan ¿cómo se puede hacer coincidir semejantes medidas con todos los valores que encierra el estar comprometido con la religión de Jesucristo, sobre él sea la paz, el profeta de la paz y de la misericordia?
Hay acusados encerrados en Guantánamo que no son juzgados, que no tienen acceso a un abogado, cuyas familias no pueden ver, que se mantienen fuera de sus respectivos países y que no son objeto de control internacional alguno.
No está claro si ellos son presidiarios o prisioneros, acusados o condenados. Inspectores de la Unión Europea han corroborado la existencia de cárceles clandestinas en Europa. Yo no he podido ajustar el secuestro de personas y el confinarlas en cárceles secretas con ninguno de los sistemas judiciales del mundo y no he alcanzado a comprender a cuál de los valores se adapta, ¿a las enseñanzas de Jesucristo, sobre él sea la paz? ¿A las de los derechos humanos? ¿A los valores del liberalismo?
Los jóvenes, los estudiantes y la gente tienen muchas preguntas sobre el fenómeno de Israel. Seguramente usted habrá escuchado algunas.
A lo largo de la historia han sido muchos los países que han sido ocupados, pero uno de los fenómenos que son novedosos en nuestra época ha sido la fundación de un país nuevo con gentes nuevas.
Dicen los universitarios que hace 60 años no existía ese país. Los documentos y globos terráqueos geográficos antiguos así lo demuestra y por mucho que busquemos no hallamos un país llamado Israel.
Me veo obligado a guiarles y [les digo] que estudien la primera y la segunda guerra mundial.
En cierta ocasión uno de los estudiantes universitarios dijo que durante la II Guerra Mundial, en la que perecieron decenas de millones de personas, los contendientes de ambos bandos emitían rápidamente partes de guerra en los que cada uno anunciaba su victoria y las derrotas del bando opuesto. Después de la guerra se dijo que seis millones de judíos habían sido asesinados. Seis millones de personas que tenían vínculos familiares con al menos dos millones de familias.
Supongamos que la noticia sea cierta. ¿Puede ser su resultado lógico la fundación de Israel en Oriente Medio o el apoyarlo? ¿Cómo se analiza y se explica este fenómeno?
Señor presidente:
Seguramente usted sabrá cuánto ha costado y qué consecuencias ha tenido la fundación de Israel:
-La muerte de miles de personas.
-El que millones de habitantes nativos se queden sin hogar.
-La destrucción de miles de hectáreas de plantaciones, olivares y la devastación de ciudades y poblados.
Esta tragedia no se restringe al momento de su fundación sino que, lamentablemente, se da desde hace sesenta años.
Se fundó un régimen que no le tiene misericordia ni a los niños, que destruye las casas con la gente dentro, que anuncia de antemano el atentado contra alguna personalidad palestina y que mantiene confinados a miles de palestinos. Semejante fenómeno tiene pocos o ningún precedente en los últimos siglos.
La otra gran pregunta que se hace mucha gente es porqué se apoya ese régimen.
¿Apoyar a ese régimen significa acaso apoyar las enseñanzas de Jesucristo, sobre él sea la paz? ¿O las de Moisés, sobre él sea paz? ¿O acaso se ajusta a las doctrinas del liberalismo?
¿Acaso el otorgarle el derecho a elegir el destino de todos los territorios palestinos a sus habitantes originarios, estén fuera o dentro de Palestina, sean musulmanes, judíos o cristianos, contradice los principios más fundamentales de la democracia, los derechos humanos y las enseñanzas de los profetas? Si no lo contradice, ¿por qué se está en contra de un referéndum?
Recientemente ha llegado al poder un gobierno palestino gracias al voto del pueblo palestino. Todos los observadores imparciales han ratificado que este gobierno ha sido elegido por el pueblo. Increíblemente, han presionado al gobierno electo y se le ha dicho que debe reconocer oficialmente el régimen de Israel, abandonar su resistencia y seguir el programa del gobierno anterior.
Si el actual gobierno de Palestina hubiese anunciado de antemano que iba a seguir esa política, ¿habría sido elegido por los palestinos? ¿Esta manera de posicionarse ante el Gobierno palestino puede compararse a los valores antes mencionados?
También la gente pregunta porqué se veta toda resolución que se aprueba en el Consejo de Seguridad contra el régimen sionista.
Señor presidente:
Usted sabe que yo vivo con el pueblo y que continuamente me mantengo con él en contacto, que mucha gente en Oriente Medio está de alguna manera en contacto conmigo. Ellos consideran que las políticas de múltiple rasero no son compatibles con ninguna lógica.
Los indicios apuntan a que el común de los pueblos de la zona está cada día más enfadados con las políticas practicadas.
No pretendo formular muchas preguntas pero quiero hacer referencia a varios puntos más.
¿Por qué se considera que todo progreso técnico o científico en Oriente Medio se interpreta y se anuncia como una amenaza contra el régimen sionista? ¿No es acaso la labor científica y de investigación una parte de los derechos fundamentales de las naciones?
Posiblemente usted conozca la historia. Obviando la Edad Media, ¿en qué coyuntura de la historia y en qué parte del mundo se ha considerado que el progreso técnico y científico sea un delito? ¿Acaso la posibilidad de que éstos puedan tener un uso militar puede ser razón para oponerse a las ciencias y a las tecnologías? Si se da como correcta esta conclusión, entonces se debería estar en contra de todas las ciencias, incluso de la física, de la química, de las matemáticas, de la medicina, de la ingeniería, etcétera.
En cuanto al asunto de Irak, se dijo una mentira, ¿cuál ha sido la consecuencia? No me cabe duda de que todas las sociedades del mundo desaprueban la mentira y de que a Su Excelencia no le gusta que le mientan.