
Durante más de una década, el fondo NERD del Departamento de Estado de Estados Unidos ha canalizado de forma encubierta cientos de millones hacia iniciativas con la intencion de interferir y cambiar el gobierno iraní, disfrazando una guerra digital y el financiamiento de la oposición como «promoción de la democracia». Sin embargo, la congelación repentina de esta financiación ha dejado estas intervenciones en un caos.