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China: la fortaleza comunista

Fuentes: Rebelión

Cuando el 1 de enero de 1912 se proclamó la República de China, dejando atrás las guerras del Opio (1839-1842 y 1856-1860) contra el Reino Unido y la guerra chino-japonesa de 1894-1895, la vieja civilización china, que según la leyenda habían fundado los tres augustos y los cinco emperadores hace casi 5.000 años, parecía demasiado debilitada como para sobrevivir cien años más.

Sin embargo, hoy, bajo el liderazgo del centenario Partido Comunista de la China (PCCh), China no solo no ha logrado el objetivo de modernización del país, algo que en el año 1911, cuando la revolución Xinhai derrocó a la dinastía Qing, parecía imposible, sino que se ha convertido en una de las grandes potencias mundiales.

Para comprender ese tránsito secular de China, el conocido sinólogo Xulio Ríos acaba de publicar el libro La metamorfosis del comunismo en China (Kalandraka, 2021), que constituye una excelente oportunidad para conocer las tres corrientes ideológicas que orientaron la evolución del PCCh: el maoísmo (1935-1976), el denguismo (1978-2012) y el xiísmo (2012-), identificando las continuidades, los errores y los aciertos y los conflictos que forjaron la historia de un partido que está inexorablemente unido a la historia del país.

Camino de la revolución (1912-1949)

Más allá de la fracasada restauración del imperio (1915-1916), que aprovechó las debilidades de la naciente república china, los principales acontecimientos en la historia de la China durante ese período fueron la fundación del Kuomitang (1912) y del PCCh (1921), que iban a marcar el desarrollo político del país, determinado por una serie de períodos críticos, entre los que cabe mencionar los siguiente: la gran revolución (1924-1927); la guerra civil revolucionaria (1927-1937), en la que tuvo un protagonismo especial la Larga Marcha; la guerra de resistencia a la agresión japonesa (1937-1945) y la guerra civil revolucionaria (1945-1949).

A lo largo de esos años el Partido Comunista de China (PCCh), fundado en la ciudad de Shanghai en julio de 1921 con la ayuda de la Internacional Comunista por un total de 12 delegados, entre los que figuraban Mao Zedong, y cuyo Buró Central quedó conformado por Chen Duxiu (secretario), Li Dazhao (propaganda) y Zhang Guotao (organización), definió sus principios rectores para los años por venir: el nacionalismo, la democracia y el bienestar del pueblo.

Asimismo, al tiempo que Mao iba ganando protagonismo en el Partido, después de 1935, se definió lo que se dio en llamar el pensamiento Mao: integración del marxismo-leninismo en la realidad china, la línea de masas y la búsqueda de la verdad en los hechos; unido al principio de independencia frente a otras experiencias socialistas, como la soviética. De hecho, fue el liderato de Mao durante la tercera guerra civil revolucionaria el factor que llevó al triunfo de las milicias del Partido a la fundación de la República Popular China en 1949, dando inicio a una nueva andadura histórica, que con el tiempo le permitiría dejar atrás los tiempos de decadencia y subdesarrollo.

El maoísmo en la construcción de la China socialista (1949-1976)

Mao fue el líder indiscutible del PCCh desde el año 1935 hasta su muerte, en 1976; durante esos años de preparación del socialismo o nueva democracia, se produjeron importantes avances económicos gracias a la industrialización y a la reforma agraria. Sin embargo, fruto de los debates entre izquierdismo y liberalismo, de la lucha de clases y de la necesidad de identificar a los enemigos del pueblo, de la busca de un camino propio hacia el socialismo-que supuso la ruptura con la Unión Soviética- y de la impaciencia revolucionaria, entre otros factores, China vivió dos trágicos acontecimientos: el gran salto adelante (1958-1960) y la revolución cultural (1966-1976), cuyo balance es profundamente negativo.

El denguismo: el socialismo de carácter chino (1978-2012)

El acta oficial de nacimiento del denguismo es la III sesión plenaria del XI Comité Central del PCCh, celebrada en diciembre de 1978, en la que Deng Xiaoping (1978-1990) asumió la dirección del partido, señalando la ruta a seguir en el futuro, que se debía regir por los cuatro principios: la perseverancia en el socialismo, la dictadura del proletariado, la dirección del PCCh y el marxismo-leninismo y el pensamiento Mao; sin embargo, a pesar de esa aparente continuidad, las características de esa vía al socialismo permitieron la introducción del mercado y de la propiedad y abrieron paso al liderado colectivo del Partido y al Estado de derecho bajo el imperio de la ley, toda una ruptura con el maoísmo.

La llegada de Jiang Zemín (1990-2002) supuso la llegada de la tercera generación a la dirección del Estado-partido chino. En ese período, en el que China ingresa en la OMC, incorpora a su territorio a Macau y a Hong- Kong y crea varias regiones de desarrollo económico especial (como Shenzhen), Zemín incorpora al pensamiento comunista chino la teoría de la triple representatividad, según la cuál el partido representa a las fuerzas productivas nacionales, a las fuerzas de la cultura y a los intereses del pueblo, lo que supone la introducción de un cierto interclasismo en el pensamiento comunista.

En el año 2002 llegó el tiempo de la cuarta generación de la mano de Hu Jintao (2002-2012), quien estableció la ‘concepción científica del desarrollo’, con la que pretendió responder a la justicia social y a la protección ambiental, sin dejar de fomentar el desarrollo económico; en este sentido, la fortaleza de la China con respeto a los países capitalistas tras la crisis de 2008 fue una señal evidente de la superioridad del modelo de desarrollo chino y del agotamiento del denguismo.

El xiísmo: la completa modernización de la China socialista

En el año 2012, después de que China avanzara en la construcción de una sociedad moderadamente acomodada, sin pobreza extrema y justicia social, llegaba la hora de la quinta generación de la mano de Xi Jinping (2012-), quien establece las bases del ‘socialismo con peculiaridades chinas en la nueva era’, que se fundamenta en las 14 perseverancias del xiísmo (2017): dirección absoluta del partido, consideración del pueblo como sujeto central del proceso revolucionario, la profundización de la reforma, la nueva concepción del desarrollo, la condición del pueblo como dueño del país, el gobierno según la ley, los valores socialistas centrales, la garantía y mejora de las condiciones de vida del pueblo, la civilización ecológica, la seguridad nacional, el imperio del Partido sobre el ejército, la reunificación y el principio de ‘un país, dos sistemas’, la construcción de una comunidad de destino compartido de la humanidad y la exigencia de una mayor severidad disciplinaria en el partido. En este sentido, el xiísmo representa una renovación del denguismo (modernización económica de la China y protección social) y del maoísmo (izquierdismo y centralismo político), por lo que se puede definir como el pensamiento que guía la propuesta estratégica que pretende alcanzar el objetivo de modernización del país en el año 2049, coincidiendo con el centenario de la fundación de la nueva China socialista.