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China se convierte en el nuevo imperio de la cultura de la cancelación

Fuentes: Mediapart

La llegada al poder de Xi Jinping, hace casi diez años, ha estado marcada por el endurecimiento del control del debate público en China, especialmente en las redes sociales.

Ahora, los críticos de la política ‘cero covid’ o de la guerra en Ucrania iniciada por el aliado ruso están pagando las consecuencias.

En caso de venir mal dadas, el régimen comunista chino recurre a la censura total y a un implacable aparato de propaganda. Todo ello al servicio de lo que podría llamarse una “cultura de la cancelación” con características chinas.

¿No te gusta el Partido Comunista Chino (PCC)? Desapareces del espacio público, que controla férreamente, especialmente las redes sociales. Supone el mal menor, porque también puedes desaparecer en el agujero negro del sistema policial y judicial sin que tus familiares tengan noticias… Luego reaparecer después de un tiempo ante un tribunal antes de ser condenado a prisión.

Las últimas víctimas son un abogado y un jurista constitucionalista. Ambos se atrevieron a criticar la estrategia aplicada en Shanghái, la capital económica y financiera, durante más de un mes.

El primero, Liu Dali, publicó el domingo 8 de mayo en su cuenta de Weibo, la principal red social china, una petición al comité municipal de Shanghái. En concreto, pidió que se anularan los traslados forzosos de los residentes a centros de cuarentena en caso de que se descubriera que uno de sus vecinos diera positivo, al considerar que esta medida iba en contra de varias leyes y reglamentos. “Por favor, pida a su comisión que investigue, verifique y realice una revisión legal lo antes posible”, escribió.

El abogado también considera que las medidas de emergencia violan “los derechos de muchos residentes a proteger sus medios de vida, a buscar atención médica y a la libertad de residencia”. En su opinión, incluso en situaciones de emergencia, “el principio del derecho es que las decisiones administrativas deben tomarse con precaución y justificación cuando implican los derechos de las personas”.

El profesor universitario del Partido Comunista Chino (PCC) Tong Zhiwei publicaba ese mismo día una carta en su cuenta de Weibo, firmada por él mismo y por una veintena de colegas, en la que pedía que se suavizaran las drásticas e inhumanas condiciones de confinamiento impuestas a los cerca de 25 millones de habitantes de Shanghái en un intento de vencer la pandemia.

Ningún cambio de rumbo

Se mostraban preocupados por un posible “desastre del Estado de Derecho” debido a la oposición de la población de Shanghái y coincidían con la observación del abogado Liu Dali de que las brutales medidas adoptadas por las autoridades locales son ilegales. “Los gobiernos y los responsables locales deben actuar en estricta conformidad con la Constitución y las leyes, y no pueden destruir el Estado de Derecho por conveniencia”, escribieron.

Contactado por el South China Morning Post, el profesor Tong confirmó que era el autor de la carta, pero se negó a decir más por razones de seguridad. Ambos textos fueron rápidamente censurados en China, aunque están disponibles en sitios web extranjeros.

Las autoridades centrales han reafirmado en varias ocasiones que no cambiarán de rumbo. El 5 de mayo, en la reunión del Comité Permanente del Buró Político del PCCh, el núcleo del poder en China -nueve miembros bajo la égida del Secretario General Xi Jinping- no hubo dudas.

Aunque cinco días más tarde el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, afirmó que la estrategia de “covid cero” era “insostenible” y que era necesario “dar paso a una estrategia diferente”, los dirigentes chinos afirmaron que sus medidas de prevención y control “son científicas y eficaces”, según un informe de la Agencia de Noticias oficial de China. “Hemos ganado la batalla de Wuhan y, sin duda, ganaremos la del Gran Shanghái”, decía el informe tajante.

“Los comités del Partido y los gobiernos a todos los niveles deben tener una confianza inquebrantable, comprender profundamente la complejidad y la enormidad de la lucha contra la epidemia, aplicar resueltamente la decisión […], perseguir plenamente el espíritu de lucha, construir resueltamente una sólida barrera de prevención y control de la epidemia”, puede leerse también.

Y las esperanzas de los que esperaban una relajación de las medidas se desvanecieron: “Combatiremos decididamente todas las palabras y acciones que distorsionen, cuestionen y nieguen nuestras políticas de prevención de epidemias”.

De ahí la censura al abogado y a los académicos. Sus cuentas en las redes sociales fueron eliminadas inmediatamente.

Con Xi Jinping, esta cultura de la anulación no sólo se refiere al presente, sino también al pasado. En 2018, la Asamblea Nacional aprobó la Ley de Protección de Héroes y Mártires, que “prohíbe tergiversar, ensuciar, profanar o negar los hechos y el espíritu de los héroes y mártires comunistas”.

Desde su llegada al poder a finales de 2012, Xi Jinping ha impuesto un relato oficial de la historia reciente del país, exaltando las hazañas del Partido, mientras prohíbe la investigación independiente, lo que se califica de “nihilismo histórico”.

En octubre de 2021, en plenas celebraciones del centenario del PCC, Luo Changping, un experiodista que se había hecho famoso por sus investigaciones implacables, reconvertido en empresario, se tomó la libertad en su cuenta de Weibo de criticar una película de propaganda de gran éxito sobre una famosa batalla entre el ejército chino y los estadounidenses durante la Guerra de Corea. Lo peor que pudo hacer.

Según informó el Diario del Tribunal Popular, órgano del Tribunal Supremo, Luo fue condenado el 5 de mayo por un tribunal de la ciudad meridional china de Hainan a siete meses de prisión y a una disculpa pública.

“El acusado, Luo Changping, insultó a los mártires en internet, negó los valores socialistas fundamentales y el espíritu de ayuda antiestadounidense a la RPDC (Corea del Norte), alteró el orden público y perjudicó los intereses públicos de la sociedad”, decía el artículo.

Luo Changping, que se declaró culpable, también tendrá que pagar 80.000 yuanes (más de 11.000 euros) en concepto de daños y perjuicios al monumento conmemorativo de la Guerra de Resistencia a la Agresión de EE.UU. y Apoyo a Corea (el término oficial para la participación de China en la Guerra de Corea) en Dandong, provincia de Liaoning, cerca de la frontera (noreste).

No se permite la crítica a Ucrania

La máquina de anulación también se refiere a cuestiones internacionales más recientes, en este caso la guerra de Ucrania. En un seminario interno organizado por el Departamento de Estudios Internacionales de la Academia China de Ciencias Sociales, un antiguo embajador en Ucrania de 2005 a 2007, Gao Yusheng, se mostró contrario a la postura oficial sobre el conflicto.

El discurso del diplomático ya jubilado, publicado por escrito en el sitio web de Phoenix TV, un canal de televisión de Hong Kong cercano a Pekín (aquí en inglés), no recurre al lenguaje habitual de los diplomáticos chinos. “El declive de Rusia es evidente en las esferas económica, militar, tecnológica, política y social y esto ha tenido un grave impacto negativo en el ejército ruso y su esfuerzo bélico”, afirma. Para él, Rusia se dirige a la derrota.

“Rusia ya no puede decidir cuándo y cómo terminará la guerra. Rusia trata de poner fin a la guerra lo antes posible para mantener sus ganancias. Esto ha fracasado. En este sentido, Rusia ha perdido su liderazgo e iniciativa estratégica”, juzga el exdiplomático.

A pesar de su condición de antiguo embajador, Gao Yusheng también se ha visto anulado en internet. No se trata de cuestionar la versión oficial del conflicto en Ucrania y perturbar el acuerdo con la Rusia de Vladimir Putin. Los censores vigilan.

Fuente: https://www.mediapart.fr/es/journal/international/190522/china-se-convierte-en-el-nuevo-imperio-de-la-cultura-de-la-cancelacion?_locale=es&onglet=full

Traducción de Mariola Moreno