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China: ¿Veni, vidi, vici?

Fuentes: Alainet

La armónica relación entre salud y trabajo se cumple dialécticamente en China y no exige el sacrificio de la primera para “salvar” lo segundo, tal como ocurre mecánicamente en otros países.

China es el único país que, en medio de la pandemia, ha aumentado su PIB desde el año 2020 y que, además, ha eliminado casi totalmente el COVID19 en su territorio. El brote reciente en la provincia Hebei en nada disminuye su extraordinario éxito como Referente de Responsabilidad Internacional No. 1 (Julio Yao, “China, nuevo referente de responsabilidad internacional”, ALAI-AMLATINA, 20 de febrero de 2020).

El éxito de China no se remite solamente a su inmejorable desempeño sanitario y económico sino, especialmente, a sus relaciones con el mundo, basadas en el espíritu de compartir el bienestar y el desarrollo mediante el concepto equilibrado de “ganar-ganar”, desechando toda noción de autointerés, ventaja propia, conveniencia y mezquindad.

Con total claridad se observa que en China la salud antecede al crecimiento económico, ya que es indudable que un pueblo enfermo no puede producir de manera óptima, por lo que la atención apropiada de la salud trae consigo el progreso económico. La armónica relación entre salud y trabajo se cumple dialécticamente en China y no exige el sacrificio de la primera para “salvar” lo segundo, tal como ocurre mecánicamente en la mayoría de los países (en Panamá, verbigracia).

El progreso de China en este campo se debe al hecho de que el Estado chino controla y regula los factores de producción y se acopla exitosamente a los devaneos del mal llamado “libre mercado” que, como ley de hierro, domina y da las pautas de un “desarrollo” casi siempre ilusorio.

Si tenemos en cuenta que, desde 2018 –considerando a China como una amenaza– EUA planificó y ejecuta la destrucción del aparato productivo de Beijing por diversas vías, sin lograrlo ni medianamente, no es poca la contribución de China a la paz y la seguridad internacional.

En la guerra híbrida a China, no descartamos la responsabilidad de EUA en la siembra del COVID19 desde Wuhan, tema que está pendiente de investigación, tal como hemos sugerido y lo ha propuesto Beijing al más alto nivel para enfrentar la acusación estrafalaria del presidente Donald Trump contra China de haber esparcido deliberadamente el virus (Julio Yao, “COVID19, no se originó en China”, ALAI-AMLATINA, 20 de marzo de 2020; Julio Yao, “Taiwán (Taipei) y la Guerra Híbrida de EUA contra China”, ALAI-AMLATINA, 8 de octubre de 2020).

Es sobremanera ejemplar como China redujo a cero en 2020 la miseria extrema de su población, siendo el primero en erradicarla a nivel mundial, mucho antes de la fecha pronosticada, con el fin de conquistar “una vida modestamente acomodada” para su población.

La respuesta de China a los tambores de guerra de Washington ha sido modélica: no ha cedido a las provocaciones, amenazas militares e intervenciones. Casi total silencio, salvo cuando, en el aniversario 70 de la Guerra de Corea, el presidente Xi Jingpin exclamó en el Gran Salón del Pueblo:

“Hace 70 años, los invasores imperialistas abrieron fuego sobre el umbral de una nueva China. El pueblo chino comprendió que hay que utilizar un lenguaje que los invasores puedan entender: combatir la guerra con guerra y detener una invasión por la fuerza, ganando la paz y el respeto mediante la victoria. El pueblo chino no buscará pelea, pero no la teme (…). No nos temblarán las piernas ni agacharemos la cabeza” (La Vanguardia, Hong-Kong, 20 de octubre de 2020; Julio Yao, “Xi Jinping: Dura advertencia de China a Estados Unidos”, ALAI-AMLATINA, 20 de octubre de 2020).

Las palabras del presidente Xi resonaban mientras en los mares del Sur de China, EUA se inmiscuía en las relaciones de Beijing con países limítrofes que han ocupado y rellenado más islas e islotes que China. Sin embargo, EUA atiza el fuego y mete cizaña en la discordia entre Vietnam, Malasia, Brunei, Filipinas, Taiwán y China, negando, como extravagante árbitro, que ésta posea soberanía sobre su mar territorial.

En Hong Kong, EUA interviene organizando bandas armadas y violentas para impedir que las leyes de seguridad se apliquen en ese territorio de soberanía china.

En Taiwán, EUA prosigue pertrechando y armando la isla ilegalmente para estimular vientos separatistas. En países que mantienen relaciones con China, EUA promueve la idea de establecer oficinas comerciales de Taiwán (como en Panamá), en violación del principio de “una sola China”, aprobado por la ONU y EUA.

En el noroeste, en Xinjiang, EUA acusa a Beijing de violar los derechos humanos de la población uigur (de origen musulmán), disparate que el gobierno de Beijing ha rechazado como ridícula invención.

Afortunadamente, China fomenta la transparencia, la no intervención, las relaciones de amistad y cooperación, la ayuda a los países más vulnerables, tal como se puede apreciar durante la actual pandemia mundial.

“Veni, vidi, vici”, parece decir China, que llegó para quedarse, mas no para avasallar a otros ni para emular, suplantar o ser otro “Estados Unidos de América”.

Julio Yao, Presidente Honorario del Centro de Estudios Estratégicos Asiáticos de Panamá (CEEAP)

Fuente: https://www.alainet.org/es/articulo/210604