Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
El embrollo nuclear con Corea del Norte se ha calmado considerablemente y los problemas nucleares con Irán siguen relegados a un segundo plano. En EE.UU., sin embargo, existe una nueva preocupación nuclear que involucra la remoción de 17 oficiales de la Fuerza Aérea en abril de 2013 asignados para vigilar misiles Minuteman con ojivas nucleares en la Base de la Fuerza Aérea Minot en Dakota del Norte. En un rudo memorando, el vicecomandante de la unidad de misiles describió una «crisis» que tenía que ver con «podredumbre en el personal». En vista de la falta de oportunidades de carrera para oficiales de la Fuerza Aérea en el área de misiles, no debiera ser sorprendente que haya habido pérdida de disciplina, rendimiento negligente, o incluso violación intencional de las reglas de seguridad nuclear.
Este incidente provoca serias preguntas sobre la necesidad del estatus de alerta intensa en la base de misiles donde dos oficiales están en constante alerta a toda hora dentro de un centro de control de lanzamiento subterráneo, listos para lanzar un misil balístico intercontinental (ICBM) al recibir una orden presidencial. Ya que es imposible imaginar algún objetivo de política exterior que pueda ser servido por el lanzamiento de estos misiles y, además, es imposible calcular el nivel de fatalidades y de devastación que acompañaría un ataque nuclear a cualquier nivel, es ciertamente hora de que las potencias nucleares, incluido EE.UU., renuncien a la abrumadora mayoría de sus armas nucleares.
A fin de detener la proliferación nuclear y reducir el riesgo de algún uso de armas nucleares, EE.UU. debe examinar su propio inventario nuclear y de encontrar un camino para reducir sus fuerzas nucleares. Uno de los secretos de defensa mejor guardados de los últimos sesenta años ha sido el elevado coste de la producción y mantenimiento de las armas nucleares, en algún sitio entre 5 billones [millones de millones] de dólares, y 6 billones, lo que representa un cuarto de todos los gastos de defensa. El total equivale aproximadamente al presupuesto total gastado en el Ejército o la Armada desde la Segunda Guerra Mundial. El inmenso coste de mantener inmensos programas nucleares durante la próxima década ascenderá a 600.000 millones de dólares.
Cuando EE.UU. comenzó a desarrollar y desplegar armas nucleares, el complejo militar-industrial subrayó que la inmensa inversión en sistemas nucleares representaría ahorros generales porque permitiría reducir el tamaño del ejército y de la armada. EE.UU. ha construido más de 70.000 armas nucleares desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, y en su clímax en 1967, había más de 32.000 armas en el arsenal. Incluso en la era posterior a la Guerra Fría, el coste del mantenimiento y despliegue de armas nucleares es más de 25.000 millones de dólares por año. Contrariamente a la promesa de los militares, el coste para los contribuyentes de nuestro ejército y armada ha aumentado.
Dos décadas después del fin de la Guerra Fría, EE.UU. todavía tiene 2.500 armas nucleares desplegadas así como 2.600 armas nucleares en reserva, junto a miles de ojivas en su inventario. En 2011, dos oficiales de la Fuerza Aérea escribieron un ensayo bien documentado que señaló específicamente que 331 armas nucleares suministrarían una capacidad de disuasión segura. Otras importantes potencias nucleares como Gran Bretaña, Francia, y China parecen estar de acuerdo, desplegando entre 200 o 300 armas nucleares como suficientes para la disuasión. Los principales no firmantes del Tratado de No Proliferación Nuclear (Israel, India, y Pakistán) también se han concentrado en 200 armas nucleares.
EE.UU. debería considerar el fin de su dependencia de la tríada nuclear, que consiste de ICBM, misiles balísticos lanzados desde submarinos (SLBM), y bombarderos estratégicos. La eliminación de armas nucleares de los bombarderos estratégicos reduciría la tríada nuclear a una más que suficiente díada, y permitiría ahorros de más de 40.000 millones de dólares. La actual flota de catorce submarinos con armas nucleares podría ser reducida a la mitad, lo que todavía dejaría a EE.UU. con 875 ojivas nucleares en el mar. Un fin de la producción del SLBM D5 y el retiro de cientos de misiles ICBM Minuteman permitiría inmensos ahorros en costes de operación y mantenimiento.
Si EE.UU. redujera sus misiles balísticos intercontinentales de 500 a 300, ahorraría 80.000 millones de dólares durante los próximos diez años. El senador Tom Coburn (Republicano de Texas) apoya esas reducciones y que se retarde la compra de más bombarderos estratégicos hasta otra década. En julio de 2011, el general James Cartwright, entonces presidente adjunto del Estado Mayor Adjunto, favoreció la reevaluación del papel de las armas nucleares en el actual entorno internacional. El presidente Barack Obama quiso nombrar al general Cartwright como presidente del Estado Mayor Conjunto, pero el entonces Secretario de Defensa Robert Gates bloqueó el nombramiento y cabildeó exitosamente a favor del entonces director de la CIA, Leon Panetta, quien se oponía a las reducciones nucleares. Afortunadamente, el actual Secretario de Defensa, Chuck Hagel, ha ordenado un estudio de todas las fuerzas de EE.UU. a fin de encontrar áreas para reducciones y economías.
EE.UU. y sus aliados no han encontrado hasta ahora una moneda de cambio para controlar los programas nucleares en Irán y Corea del Norte, pero al gobierno de Obama le sería fácil encontrar reducciones en el arsenal estratégico de EE.UU. sea unilateral o bilateralmente con Rusia. Eso podría conducir a negociaciones con otras potencias nucleares clave (China, Gran Bretaña, y Francia) para reducciones en sus inventarios nucleares. Las reducciones de EE.UU. y Rusia así como la participación de EE.UU. en el Tratado Prohibición Completa de Ensayos podrían ser utilizadas para alistar a India y Pakistán en el Tratado de No Proliferación. EE.UU. y sus aliados no han encontrado una respuesta para limitar los programas nucleares de Irán y Corea del Norte, pero Washington podría encontrar oportunidades para sus propias reducciones nucleares.
Se ha olvidado en gran medida que hace 27 años, el presidente Reagan y el presidente soviético Mijail Gorbachov llegaron muy cerca de abolir su inventario nuclear en su cumbre en Reikiavik, Islandia. El presidente Reagan no estaba dispuesto a abandonar su Iniciativa de Defensa Estratégica, que el presidente George W. Bush comenzó a desplegar hace diez años. Actualmente, una mayoría de los ex Secretarios de Estado y de Defensa, tanto republicanos como demócratas, incluyendo a George Shultz, William Perry, y Henry Kissinger, apoyan un mundo libre de armas nucleares, y una cantidad notable de nuevos paneles gubernamentales y civiles han apoyado el objetivo de un mundo sin armas nucleares. El presidente Barack Obama apoyó este objetivo en un discurso en Europa en abril de 2009, pero no ha dado ninguna señal de su disposición a aceptar algún riesgo político a cambio de la paz nuclear y ningún apoyo al compromiso del presidente Dwight D. Eisenhower de excluir una guerra nuclear contra Estados no nucleares.
A pesar del fin de la Guerra Fría hace dos décadas y del entendimiento de la ilusión de la guerra nuclear «limitada» o de los aspectos suicidas de la «destrucción mutuamente asegurada», todavía no existe un acercamiento exhaustivo hacia el desarme nuclear.
Melvin A. Goodman, ex analista de la CIA y profesor de seguridad internacional en el National War College, es autor de National Insecurity: The Cost of American Militarism.
Fuente: http://www.counterpunch.org/2013/05/10/how-to-stop-nuclear-proliferation/